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VOLAR COMO LAS ÁGUILAS: EL APOYO METEOROLÓGICO AL VUELO EN PARAPENTE. Parte III (corrientes descendentes asociadas a la térmica y el vuelo en parapente)

 

Enlace a la parte II

 

Autora: Paloma Castro Lobera, delegada territorial para Castilla La Mancha, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

4. La corriente descendente asociada a la térmica

Cuando el piloto desee aterrizar, va a necesitar detectar y aprovechar algo que se asocia con la térmica: un flujo circundante hacia abajo de la columna térmica. El movimiento de bajada está causado por el aire más frío desplazado en el tope de la térmica. El piloto de parapente necesita sus pies en el aterrizaje. (Algo parecido a lo que ocurre, al menos cada año, en el descenso de la bandera de España por un piloto – en este caso con paracaídas- con motivo del Día las Fuerzas Armadas).

 

5. El vuelo en parapente

El deporte del parapente conlleva profundizar, más y más, en los conocimientos en meteorología. Quienes lo practican y/o compiten en esta disciplina comprenden la incertidumbre en la predicción del tiempo y lo vulnerables que somos las personas, ante las condiciones meteorológicas. El trayecto entre el despegue y el aterrizaje se va a hacer placentero (o peligroso) según las condiciones meteorológicas de la zona, en particular, del viento y de la temperatura a los diferentes niveles. Como las águilas, el piloto con su parapente busca aprovechar la térmica en la troposfera, no pretende pasar probablemente de unos 3000 metros, al menos sobre ambas mesetas de Castilla La Mancha y Castilla y León, donde no hay montañas más elevadas de dicha cota. Como se ha dicho no pretende subirse a una corriente ascendente de un cumulonimbo que le llevaría a los niveles altos, a la propia tropopausa o a la misma estratosfera (dónde se congelaría seguramente). El piloto de parapente, como el piloto de avión, también debería evitar los cumulonimbos bien desarrollados en la vertical (figura 2 a), que le pueden arruinar el vuelo por conducirle a una peligrosa tormenta con viento de 89 a 102 km/h y después con rayos y/o precipitaciones fuertes, lo que imposibilitaría su vuelo planeando.

Por el contrario, su vuelo en parapente podría llegar a ser muy agradable si el piloto, tiene la habilidad de reconocer el tamaño y la fuerza de las térmicas. Estas dependerán de las propiedades térmicas de la troposfera. Generalmente, cuando el aire se enfría, las burbujas de aire caliente formado por el calentamiento desde el suelo, del aire que está allí, pueden ascender (como un globo aerostático de aire caliente [5]). El aire se dice que está inestable. Las ascendencias marcadas por un cumulonimbo son tan grandes que pueden desbordar al parapente y constituir un peligro para el vuelo, tanto por la enorme altitud a la que llegan a subir (a veces 10 kilómetros), por la desorientación que sufre el piloto debido a las turbulencias que pueden existir en su seno.

 

 

Si hay una capa caliente de aire más alto, una inversión de temperatura puede detener las térmicas que ascienden mucho, y el aire se dice que está estable (figura 3).

 

Figura 3. vuelo al amanecer, con niebla por inversión térmica [2 ]

 

Las térmicas a veces pueden detectarse por la presencia visible de cúmulos humildes o de cúmulos con cierto desarrollo vertical (los cúmulos mediocres, figura 2 a). Su aspecto entonces es como el de una brillante coliflor iluminada por los rayos de sol. Cuando hay un viento suave es una térmica, los cúmulos humildes o mediocres pueden alinearse en ejes orientados con el viento. Estos cúmulos se forman por el ascenso de aire en una térmica; a medida que se enfría y asciende, comienza a condensarse el vapor de agua en el aire haciéndose visibles las gotas en forma de nubes. El agua de condensación sustrae calor latente, provocando que el aire ascienda mejor. Mucho aire inestable puede ascender a gran altura condensando cantidades importantes de agua y formando chubascos o tormentas, esto se debe evitar por parte del deportista, por su propia seguridad. Se aconseja que no salga, al menos, sin haber estudiado los datos meteorológicos necesarios de AEMET.

 

Enlace a la parte IV