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Las mayores amenazas para la humanidad

Más de doscientas autoridades científicas de cincuenta y dos países han elaborado un informe sobre los riegos globales más probables. También aportan soluciones.

 

¿El impacto de un meteorito? ¿Una guerra nuclear? Pese a la popularidad de estos escenarios tan extremos, puede que el final de la humanidad suceda de manera más paulatina, como consecución de varios eventos encadenados y relacionados.

De hecho, es lo más probable. Así lo apunta un nuevo informe elaborado por 222 autoridades científicas de 52 países, y publicado por Future Earth, red internacional de investigación de sostenibilidad, el 12 de febrero de 2020.

Durante sus más de 50 páginas de síntesis, el informe identifica, en concreto, cinco riesgos globales como los más graves en términos de impacto: fracaso de la mitigación y adaptación al cambio climático; eventos climáticos extremos; pérdida importante de biodiversidad y colapso del ecosistema; crisis alimentarias; y crisis del agua.

Pero el informe no solo pone el foco en los riesgos ambientales; sino también, económicos y sociales. Más de un tercio (82) de los científicos subraya la amenaza planteada por la interacción de las amenazas climáticas con crisis económicas que se empeoran entre sí "de manera que podrían generar una crisis sistémica global".

Un ejemplo de cómo varias amenazas pueden interactuar entre sí: las olas de calor extremas pueden acelerar el calentamiento global al liberar grandes cantidades de carbono almacenado de los ecosistemas afectados, y al mismo tiempo intensificar las crisis de agua y/o la escasez de alimentos; la pérdida de biodiversidad, por su parte, debilita la capacidad de los sistemas naturales y agrícolas para hacer frente a los extremos climáticos, lo que aumentaría la vulnerabilidad a las crisis alimentarias.

Adicionalmente, 173 de los científicos encuestados apuntaron otros riesgos como merecedores de una mayor atención global. Los temas comunes incluyeron la erosión de la confianza y los valores sociales; deterioro de la infraestructura social; nacionalismo político; superpoblación; y deterioro de la salud mental.

Pese a reconocer que nos enfrentamos a desafíos ambientales sin precedentes, la autora de la introducción de este informe, la periodista y escritora Gaia Vince, se muestra optimista: “Aún tenemos el tiempo y la capacidad para evitar resultados extremos”.

Se espera que la población mundial sea de 9 700 millones para 2050. Y el futuro de todas esas personas depende de las decisiones que tomen los líderes internacionales de hoy.

Pero este no es solo un informe catastrofista más; sino que cada capítulo explora las causas, consecuencias y soluciones a aplicar en cada desafío.

Vamos a repasar cuáles son las amenazas, divididas por capítulos, que el informe destaca como más acuciantes para la humanidad.

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Clima extremo

En los últimos 18 meses, las principales evaluaciones realizadas por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), la Evaluación Nacional del Clima de EE. UU. Y la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), han argumentado que el tiempo se está agotando para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que están haciendo que la temperatura global del planeta aumente.

Pese a la aparente conciencia social, todavía durante el año 2019 la concentración de CO2 en la atmósfera alcanzó más de 415 ppm (partes por millón), y los cinco años desde 2014 hasta 2018 fueron los más cálidos registrados sobre la Tierra desde 1880.

Este capítulo -cuya autora principal es Diana Liverman, de la Escuela de Geografía y Desarrollo, Universidad de Arizona- analiza el clima y sus impactos en catástrofes, como los incendios forestales; y los impactos (predominantemente negativos) del cambio climático en la salud humana.

Populismo

El populismo no tiene ideología política. Puede definirse como aquel discurso que explota los temores de las personas en tiempos de declive económico o social.

El informe detalla cómo el populismo se caracteriza por la simplificación (buscar un enemigo común o culpable que explique la causa del problema en cuestión), y por la negación de la complejidad: es decir, prefiere identificar a los ‘culpables’ antes que realizar un análisis desgranado y detallado de la sociedad.

En relación con la ciencia, el populismo suele implicar la negación de los complejos procesos del cambio climático y sus consecuencias y, por tanto, a ignorar las soluciones para mitigarlo.

Los responsables del estudio son miembros del Instituto de Liderazgo de Sostenibilidad de la Universidad de Cambridge; y el autor principal es Richard Calland, de la Universidad del Cabo.

La salud de los océanos

Más de tres mil millones de personas dependen del funcionamiento de los ecosistemas marinos como su principal fuente de sustento, y el medio de vida de casi la mitad de la humanidad están vinculados a la biodiversidad marina y costera.

Gobiernos de todo el mundo están negociando un nuevo tratado de las Naciones Unidas para gobernar la alta mar (y la diversidad biológica de las áreas más allá de la jurisdicción nacional). El tratado, presumiblemente, se resolverá en 2020. ¿Cuáles son las expectativas y los desafíos para la regulación de la pesca, la minería del fondo marino, la reducción de la contaminación y la protección de la biodiversidad? Esto es lo que se preguntan los autores de este capítulo, del Centro de Resiliencia de Estocolmo, en la Universidad de Estocolmo.

Además, este capítulo también pone el foco sobre la contaminación plástica en el océano; y el surgimiento de conflictos sobre los recursos pesqueros, a veces llamados "guerras de peces".

Si bien el océano alguna vez se consideró demasiado grande para ser alterado significativamente a través de la actividad humana, ahora los científicos no tienen duda de que ha entrado en el área de implicación del antropoceno, una era en la que los humanos son la influencia dominante.

Refugiados climáticos: los migrantes forzosos

Hasta septiembre de 2019, el conflicto sirio había dado como resultado más de 5,5 millones de refugiados que buscaban refugio principalmente en Turquía, Líbano y Jordania. Desde 2018, 800 000 personas han huido de sus países de origen en el norte de África como solicitantes de asilo y refugiados, algunos se embarcaron en viajes en barco a menudo mortales por el Mediterráneo.

Para muchos analistas, la afluencia de migrantes de América Central y Oriente Medio se ha visto como un síntoma de una inminente inundación de más migrantes: su suposición es que los impactos del cambio climático estimularán la violencia y/o empujarán a cientos de millones de personas fuera de sus fronteras, causando aún más violencia y otros problemas.

Este capítulo, cuyo autor es David Wrathall, de la Universidad de Oregon State, Facultad de Ciencias de la Tierra, el Océano y la Atmósfera también incluye un apartado sobre urbanización en crecimiento y soluciones para hacer que las ciudades sean más habitables.

Desinformación

En la actualidad, alrededor de la mitad  de la humanidad (de los 7 600 millones de personas del planeta) está conectada a internet. Incluso la ONU reconoce el derecho a conectarse como un derecho fundamental.

Pero el constante flujo de información, además de enriquecer a la humanidad, es un arma de doble filo: las plataformas digitales tienden a favorecer la difusión de información diseñada para interactuar con la emoción sobre la razón, lo que puede causar la propagación de noticias falsas, conocidas como ‘fake news’.

En este capítulo, el autor principal Owen Gaffney, del instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam y Centro de Resiliencia de Estocolmo, reflexiona sobre las consecuencias de un mal tratamiento de la información son más graves de lo que parece. Un ejemplo es la desconfianza en las vacunas o la supervivencia de creencias medievales como el terraplanismo.

El informe describe cómo algunos políticos argumentan que el poder de los gigantes tecnológicos “es malo para la democracia”. Pero lo cierto es que, bien utilizados, las tecnologías de la información podrían apoyar la acción global para la sostenibilidad y cohesión social.

Biodiversidad en peligro

El capítulo, coordinado por Cornelia Krug, Departamento de Geografía, Universidad de Zurich, en Suiza, describe cómo los humanos han "alterado significativamente" el 75% de la superficie terrestre de nuestro planeta. Aproximadamente una cuarta parte de las especies de plantas y animales están amenazadas.

En 2018, el último macho de rinoceronte blanco del norte del mundo murió en su recinto de Kenia. Los insectos, en especial los polinizadores –que tan fundamentales son para nuestra supervivencia-, se encuentran gravemente diezmados y amenazados. Sin embargo, los estudios continúan mostrando que la biodiversidad ayuda a hacer que los paisajes sean más resistentes al cambio climático.

Los países están ahora en el proceso de negociar un Acuerdo Global para la Naturaleza: un nuevo marco global de biodiversidad que se discutirá a través del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) para este año 2020. En él, se estudiará cómo revertir las tendencias de pérdida de vidas en este planeta requerirá algunas nuevas formas de pensar sobre la conservación.

Economía global

PG&E, la compañía de servicios eléctricos más grande de California, quebró en 2019 después de provocar un gran incendio forestal.

La autora principal del capítulo destinado a las finanzas Kristina Alnes, del Centro CICERO para la Investigación del Clima Internacional, en Noruega; cree que el caso de PG&E es un ejemplo de los impactos del clima sobre el riesgo financiero.

El capítulo expone que la "gran aceleración" del crecimiento económico durante el siglo XX ejerció mucha presión sobre los sistemas terrestres. Pero hay una oportunidad ahora para revertir esta tendencia a través del potencial de los bonos verdes, los préstamos vinculados a la sostenibilidad, para promover el desarrollo sostenible.

Inseguridad alimentaria

La cantidad de alimentos producidos por persona en el planeta ha aumentado más un 40 % desde la década de 1960. Sin embargo, irónicamente, la prevalencia de la desnutrición, que había estado disminuyendo durante décadas, ha comenzado a aumentar de nuevo: el número total de personas desnutridas en 2018 fue de más de 820 millones de personas, frente a un mínimo histórico de 785 millones en 2015.

El capítulo destinado a alimentación y seguridad alimentaria tiene como autor principal a Jiaguo Qi, del Centro para el Cambio Global y Observaciones de la Tierra, Universidad Estatal de Michigan, en EE. UU.: “Tendremos que obtener cada vez más alimentos en la misma cantidad de tierra para nuestra creciente población, además, en un clima cambiante”.

Las soluciones pueden incluir comer menos carne, agricultura de precisión respaldada por nuevas tecnologías, generar menos desperdicios y adoptar un enfoque holístico para la producción de alimentos que considere el uso eficiente del agua y la protección del ecosistema.

Transformación social insuficiente

Este es el capítulo más abstracto de todos, a nivel de contenido. Hace referencia al año 2015, momento en el que más de 150 líderes mundiales se reunieron para desarrollar la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible. Su eslogan clave fue "transformar nuestro mundo".

La autora principal Sandra Waddock, del Instituto Carroll School of Management, en Boston, explica que esta transformación va mucho más allá de implementar reformas: implica un cambio escalonado, a menudo en normas o supuestos fundamentales, como la mentalidad que tiene los humanos sobre el uso de plásticos, por ejemplo.

Progreso tecnológico 'disruptivo'

Grandes cantidades de datos, nuevas capacidades computacionales e inteligencia artificial están impulsando el progreso, pero un “progreso disruptivo”: la tecnología ya es tan buena (o incluso mejor) que los humanos para reconocer rostros y voces, diagnosticar cáncer, traducir idiomas y producir noticias, música o pintura.

La inteligencia general artificial (AGI), un sistema técnico capaz de realizar cualquier tarea cognitiva al menos tan bien como los humanos, podría lograrse en algún momento del siglo XXI. Todo esto irá causando progresivamente una interrupción masiva en los mercados laborales, las democracias y nuestra comprensión del planeta y la humanidad.

Hasta ahora, estos cambios tecnológicos se han utilizado en gran medida para aumentar el consumo, el crecimiento económico y la extracción de recursos. Pero, tal como lo ven los autores del capítulo, -coordinado por Dirk Messner, Presidente, Agencia Alemana del Medio Ambiente (UBA), Codirector, Centro de Investigación de Cooperación Global, Universidad de Duisburg-Essen, Alemania-, el sector digital tiene un inmenso potencial para reducir las emisiones y capacitar a las personas para monitorear y proteger los ecosistemas.

Es decir, se podría forjar un nuevo campo de sostenibilidad digital para alentar la acción positiva.

Fuente: Laura Marcos