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Por qué las olas de calor de África son un problema ignorado del cambio climático. Parte 1

La Dra. Friederike Otto, directora interina del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford y profesora asociada en el programa mundial de ciencias climáticas.

El Dr. Luke Harrington, asistente de investigación postdoctoral en el Instituto de Cambio Ambiental.

Los veranos recientes han demostrado dramáticamente que las olas de calor no sólo son mortales, sino que ya se están influenciadas por el cambio climático inducido por el hombre.

Las investigaciones sobre las olas de calor en todo el mundo han confirmado que el aumento de las tendencias en frecuencia, duración y calor acumulado se ha acelerado desde la década de los 50. Los mayores aumentos se han visto en el Oriente Medio, América del Sur y partes de África.

Otros estudios han encontrado cambios similares cuando se examina el estrés del calor extremo en los países de baja latitud, y a menudo se identifica a África subsahariana como un punto crítico en particular.

Las proyecciones climáticas en todo el continente también muestran que las olas de calor serán cada vez más calientes y peligrosas, incluso si el calentamiento global se mantiene por debajo de 1,5ºC. En combinación con los cambios de población, de 20 a 50 veces más personas podrían estar expuestas al calor peligroso en las ciudades africanas a finales de siglo.

A pesar de estos riesgos, los casos de calor extremo en África subsahariana no se supervisan de forma rutinaria. Como explicamos en un comentario para la publicación Nature Climate Change, esto significa que el número de muertes publicadas relacionadas con el calor es crónicamente inferior al número real, poniendo en peligro aún a más personas.

Lagunas en la base de datos

Las olas de calor – pasadas, presentes y futuras– son un hecho de la vida africana. Sin embargo, el gran volumen de la literatura científica de apoyo contrasta profundamente con la casi ausencia de eventos de ola de calor reportados sobre África subsahariana en las bases de datos de desastres.

Estas bases de datos enumeran los desastres tecnológicos y medioambientales en todo el mundo, desde condiciones climáticas extremas hasta terremotos y derrames de petróleo, y registran sus impactos en vidas, medios de vida y costos económicos.

La mayor de estas bases de datos es la Emergency Events Database (Base de Datos de Eventos de Emergencia- EM-DAT), que fue lanzada en 1988 por el Centre for Research on the Epidemiology of Disasters (El Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres - CRED) en Bélgica.

Mientras que las olas de calor son, con mucho, los desastres meteorológicos más mortíferos de Europa, EM-DAT no enumera más de dos olas de calor en el África subsahariana desde principios del siglo XX, lo que ha dado lugar a 71 muertes prematuras registradas.

En contraste, se registraron 83 olas de calor en Europa en el mismo período de tiempo, que contribuyeron a más de 140.000 muertes asociadas. El panorama no se ve diferente en otros inventarios de desastres relacionados con el clima.

 

Foto: Mujeres nómadas que se refugian del sol cerca de Ingall, Níger, Africa Occidental. Crédito: Louise Bretten / Alamy Stock Photo.

En resumen, no se registran las olas de calor en África, a pesar del hecho de que sabemos que suceden. También sabemos que la exposición y la vulnerabilidad a las condiciones climáticas extremas son a menudo mucho más altas en el África subsahariana que en Europa. Por lo tanto, es probable que haya un gran número de muertes prematuras por calor severo que nunca se han registrado como tal.

¿Por qué importa?

Una falta de informes sobre las muertes asociadas con olas de calor significa que hay poca conciencia de que el calor extremo puede ser tan mortal.

La ola de calor de verano de 2003 en Europa ofrece un ejemplo trágico. Sólo después de que esta ola de calor matara a más de 70.000 personas, implementaron los estados, departamentos y ciudades planes de acción contra el calor y otras medidas para minimizar los riesgos en el próximo evento de calor.

Del mismo modo, la ciudad india de Ahmedabad implementó un plan de ola de calor después de una temporada premonzón extremadamente caliente y mortal en 2010. Esto significó que cuando una ola de calor aún más intensa golpeó en 2015, hubo una disminución significativa en el "exceso de mortalidad". (Este es el número de muertes adicionales en comparación con lo que se esperaría para ese tiempo y lugar.)

  

La gente local de Calcuta descansa bajo el árbol por la tarde, mientras la ola de calor continúa en Calcuta y otras partes de la India, 2015. Crédito: Pacific Press Agency / Alamy Stock Photo.

Este tipo de planificación anticipada es imposible si no se registran olas de calor. No sólo parece requerir una llamada de atención para comenzar a implementar planes de acción contra el calor, sino que, para ser eficaz, tales planes también deben diseñarse para la región en el mundo que protegen, así como combinarse con las alertas tempranas de los próximos eventos de calor.

Las olas de calor son muy diferentes en distintas partes del mundo. Por ejemplo, una ola de calor de 2018 en Canadá mató a muchas personas cuando las temperaturas alcanzaron los 34ºC. Sin embargo, ese umbral de calor ni siquiera desencadenaría sistemas de alerta temprana en Ahmedabad, ya que las estructuras sociales se adaptan a temperaturas muy superiores a 30ºC en la India.

Dado que nunca se ha reportado la mortalidad por ola de calor en el África subahariana, no conocemos los umbrales que dan lugar a la mortalidad relacionada con el calor. Y esta información es crucial para que las sociedades africanas se adapten adecuadamente.

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