Asociación
Meteorológica
Española

Comunicación del cambio climático y fenómenos extremos

Para comunicar con eficacia el problema del cambio climático es importante reconocer desde el principio la complejidad del tema y la dificultad de relatar, entender y aceptar una historia plagada de malas noticias, incertidumbres, mensajes interesados y desinformación. La complejidad y transversalidad del problema del cambio climático aconseja también no reducir la divulgación y comunicación a los aspectos más científicos y físicos del problema, incluyendo también los aspectos sociales, económicos, éticos, etc. El comunicador que por su papel es perfectamente consciente de la magnitud del peligro que nos amenaza debe tener la especial responsabilidad moral de contar los riesgos que tenemos frente a nosotros. El comunicador deberá buscar un equilibrio entre los riesgos y las soluciones, intentando evitar una percepción del riesgo sin solución que invite a la negación, desmotivación, apatía, ceguera selectiva o desmovilización. Hay que prestar especial atención a la iconografía utilizada en la comunicación para evitar mensajes simplificados, sesgados y/o posiblemente erróneos. Frecuentemente se habla más de los impactos y efectos del cambio climático que de las causas y las soluciones, lo que impide transmitir un mensaje totalizador que englobe el origen y diagnóstico del problema y las diferentes alternativas encaminadas a su solución.

Una de las consecuencias bien conocidas y documentadas del actual cambio climático es el aumento en la frecuencia, la intensidad y la extensión de los episodios de eventos extremos meteorológicos y climáticos, singularmente los asociados con las temperaturas. En este sentido la comunicación del cambio climático puede verse sustancialmente reforzada con la comunicación de la observación y predicción a corto plazo de eventos extremos, especialmente si éstos últimos se presentan acompañados con algún tipo de estudio de atribución. Las predicciones y avisos relativos a la ocurrencia de fenómenos extremos permiten el establecimiento de procedimientos de adaptación a la variabilidad climática que facilitan el desarrollo de mecanismos de adaptación a un clima futuro.

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