Los incendios forestales de enero de 2025 en la región de Los Ángeles (EEUU) constituyen el episodio de incendios forestales más destructivo conocido en la historia de la región. Investigadores de la Universidad de California – Los Angeles (UCLA) han llevado a cabo un estudio de atribución rápida sobre estos incendios. Según los autores, es necesaria una investigación exhaustiva para comprender plenamente la importancia relativa de los diversos factores subyacentes a dichos incendios y cómo interactuaron, pero existe un amplio consenso sobre cuáles podrían ser esos factores:
- Hubo una acumulación de “combustible” (es decir, vegetación) desde 2022–2024, seguido de un verano muy cálido en 2024.
- Las lluvias invernales que normalmente llegan en noviembre y diciembre no tuvieron lugar en 2024.
- Un evento de viento de Santa Ana casi sin precedentes fue crítico para la rápida propagación de incendios forestales a partir del 7 de enero de 2025.
Independientemente de cuál fue el origen de los incendios, el estudio se centra en el análisis de los factores mencionados que favorecieron que los incendios fueran tan grandes y destructivos. A continuación se exponen los aspectos más destacados de este estudio.
Dos años húmedos seguidos.
Los años hídricos 2022-2023 y 2023-2024 fueron muy húmedos en la región de Los Ángeles, lo que provocó una acumulación de vegetación en las laderas y montañas de la zona. En concreto, las precipitaciones totales registradas durante ambos años en la estación meteorológica del centro de Los Ángeles fueron casi el doble de la media a largo plazo (periodo 1877-2024). La Figura 1 muestra que la media móvil de 2 años de la precipitación promedio sobre la costa del sur de California para el periodo que finalizó a mediados de 2024 fue la quinta más húmeda desde 1980. Este período incluyó la tormenta tropical Hilary (agosto 2023), que inundó la región durante los meses habitualmente secos del verano.
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Una medida media anual de densidad y verdor de las plantas (NDVI; curva verde en Figura 1) muestra que la actividad de la planta generalmente coincide con la evolución de la precipitación total. Durante el período de dos años que finalizó a mediados de 2024, el índice NDVI fue muy alto, comparable a algunos de los períodos con más vegetación desde 2000. Consecuentemente, las laderas y montañas que rodean gran parte de Los Ángeles iniciaron la temporada de incendios de otoño de 2024 con mucho más pastos y chaparral como combustibles de lo normal.
Cambios en la humedad del combustible en 2024.
Los incendios forestales en el sur de California generalmente se “alimentan” de pastos y chaparral que se secan durante la estación cálida. Los incendios forestales más peligrosos y de rápida propagación en el sur de California suelen ocurrir a finales del verano y en otoño. Esto se debe a que llueve poco o nada durante el verano mientras las temperaturas son altas. A finales del verano, los combustibles (pastos y chaparral) han perdido la mayor parte de su humedad. Una medida de los niveles de humedad en los combustibles es “la humedad del combustible muerto en 1000 horas” (en inglés “1000-hour dead fuel moisture”), o FM1000, que es una estimación de cuánta humedad queda en los combustibles de vegetación muerta, como tallos y ramas de árboles, y se calcula a partir de datos climáticos.
En promedio, el FM1000 en la zona costera del sur de California alcanza su punto máximo a principios de marzo y alcanza un mínimo en agosto o septiembre, antes del inicio de la temporada de lluvias invernales (Figura 2). Después de las lluvias del invierno de 2023-2024, el FM1000 en 2024 estuvo muy por encima de lo normal (su valor el 1 de abril fue el octavo más alto registrado). Sin embargo, después disminuyó drásticamente, alcanzando niveles por debajo de lo normal a principios del verano, y disminuyendo aún más a medida que la temporada de lluvias no tuvo lugar como tal. La humedad del combustible muerto el 7 de enero de 2025 era la sexta más baja registrada para esta fecha. Por tanto, tanto las altas cargas de combustible como su baja humedad son condiciones que favorecen extremadamente los incendios forestales.
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Con el fin de identificar los efectos de las anomalías de la temperatura frente a las de la precipitación, los autores rehicieron el cálculo de la humedad del combustible (FM1000) desde el 01/06/2024 al 07/01/2025 suponiendo valores históricos. En concreto, se estimó cómo habría evolucionado el índice FM1000 si al invierno-primavera húmedo de 2024 le hubieran seguido las condiciones climáticas promedio de temperatura, humedad relativa y precipitación (1979-2023), y el valor FM1000 del 7 de enero en este caso hipotético es esencialmente igual al promedio a largo plazo 1979-2023 (línea verde en Figura 2). Este tipo de estimación se realizó dos veces más, una vez con la precipitación del 1 de junio al 7 de enero según su promedio a largo plazo (línea azul en Figura 2), y otra vez con la temperatura y la humedad relativa (que es función de la temperatura además del contenido de vapor de agua) siguiendo sus promedios a largo plazo (línea roja en Figura 2). Por tanto, la diferencia entre las líneas azul y negra representa el efecto desecante de los bajos totales de precipitación desde el 1 de junio de 2024, mientras que la diferencia entre las líneas roja y negra representa el efecto desecante de las altas temperaturas del verano y otoño 2024. El hecho de que las líneas azul y roja sean sustancialmente diferentes de la línea negra (observacional) indica que tanto los bajos valores de precipitación total como el calor anómalo contribuyeron de manera importante al déficit de humedad del combustible a fecha del 7 de enero de 2025, con una diferencia entre las líneas azul y negra aproximadamente tres veces la diferencia entre las líneas roja y negra. Esto sugiere que el calor anómalo en el verano-otoño de 2024 contribuyó en torno al 25% del déficit de humedad del combustible a principios de enero de 2025 y el déficit de precipitaciones contribuyó al otro 75%.
El cálido verano-otoño de 2024.
Un factor probable subyacente a la extrema aridez del “combustible” previo a los incendios de enero 2025 fue el anómalo período caluroso verano-otoño de 2024. Mientras que los combustibles finos, como los pastos, pueden secarse en cuestión de minutos u horas en un evento de viento de Santa Ana, los combustibles de mayor tamaño (por ejemplo, construcciones hechas por el hombre) o la vegetación con acceso a reservas de humedad del suelo más profundas tardan más en secarse y, por tanto, su contenido de humedad puede ser la suma de anomalías climáticas en el transcurso de meses o más. El calor puede reducir el contenido de humedad de los combustibles al aumentar el ritmo a la que la atmósfera puede evaporar la humedad procedente de los combustibles y del suelo.
Tras el invierno húmedo de 2023-2024, el verano-otoño de 2024 fue excepcionalmente cálido, que incluyó una ola de calor récord en septiembre. La Figura 3 (panel derecho) muestra que el verano-otoño (junio-diciembre) de 2024, con una temperatura media de 19,5ºC en la costa del sur de California, fue el tercero más caluroso desde al menos 1895. El anómalo calor en el verano de 2024 parece en parte ser responsable de la acusada disminución en verano de la humedad del combustible muerto que se observa en la Figura 2. Es de destacar que otros incendios forestales, como los de Bridge, Line y Airport, ocurrieron tras este inusual calor, subrayando el papel potencial de la aridez inducida por el calentamiento en estos incendios también.
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El calor inusual del verano-otoño de 2024 fue parte de una clara tendencia hacia temperaturas más cálidas durante todo el período 1895-2024 (Figura 3, panel izquierdo). Este calentamiento está asociado con tendencias globales hacia temperaturas más cálidas, que se han atribuido muchas veces al cambio climático inducido por el hombre (Último informe de evaluación del IPCC, entre otras referencias).
Un comienzo muy seco en la temporada de lluvias de 2024-2025.
La atípica falta de precipitaciones antes de los incendios de enero de 2025 fue otro factor importante en la aridez de los “combustibles”. Normalmente, las primeras lluvias importantes de la temporada húmeda en la región de Los Ángeles tienen lugar entre finales de octubre y principios de diciembre. Sin embargo, cuando ocurrieron los incendios en enero de 2025 apenas había llovido en la región desde abril de 2024.
El grado de esta falta de precipitación en la región se ilustra en la Figura 4, cuyo panel izquierdo muestra la precipitación acumulada desde el 1 de mayo 2024 hasta el 8 de enero 2025 en la estación del centro de Los Ángeles en ciertos periodos de años. Esta estación meteorológica dispone del más largo registro de datos en la región, desde 1877, lo que permite una evaluación robusta de las tendencias, así como del grado en que la actual temporada de lluvias es extrema.
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La precipitación total acumulada promedio de 1877-2023 del 1 de mayo al 8 de enero es 5,6 pulgadas (142,2 mm) en la estación centro de Los Angeles. Sin embargo, dada la variabilidad interanual, considerando una desviación estándar de los valores anuales registrados, los valores de la precipitación acumulada anual en ~68% de los años están comprendidos entre 1,8 y 9,4 pulgadas (45,7 y 238,8 mm). Por tanto, la precipitación total desde el 1 de mayo de 2024 hasta el 8 de enero de 2025 fue extraordinariamente baja, sólo 0,29 pulgadas (7,4 mm). En concreto, este valor se identifica como el segundo valor más bajo de la distribución completa de la precipitación total durante el periodo 1 mayo-8 enero, detrás de 0,15 pulgadas (3.8 mm) en 1962-1963 (Figura 4, panel derecho).
Un excepcional evento de Santa Ana.
Dada la extrema aridez y abundancia de combustible en las laderas y montañas alrededor de Los Ángeles, los fuertes vientos de Santa Ana que llegaron el 7 de enero de 2025 fueron el ingrediente final para el desarrollo de grandes incendios forestales.
Los vientos de Santa Ana, procedentes de la Gran Cuenca y del desierto de Mojave, ocurren episódicamente en la costa del sur de California aproximadamente desde octubre hasta marzo (Rolinski et al. 2019). Por tanto, es normal tener una sucesión de eventos de Santa Ana a principios de enero. Se sabe que las altas velocidades de este tipo de vientos, combinadas con la sequedad asociada de los mismos, aumentan el riesgo de incendios forestales en la costa del sur de California (Keeley et al. 2024). Por ello, los eventos de Santa Ana suelen ser el motivo de la mayor preocupación desde la perspectiva de los incendios forestales en el primer o segundo mes del período octubre-marzo, antes de la llegada de las primeras lluvias importantes, normalmente en noviembre (Cayán et al. 2022). Sin embargo, debido a que no se habían producido lluvias significativas cuando comenzó el evento del 7 de enero, incluso un evento ordinario de Santa Ana ocurrido en esta fecha hubiera creado un riesgo de incendio comparable a un evento que ocurra a principios de temporada.
Entonces, ¿hasta qué punto el evento de Santa Ana del 7 al 8 de enero de 2025 estuvo fuera de lo común?. Para poder responder a esta pregunta los investigadores de UCLA, al no disponer de un registro de datos de viento suficientemente largo y fiable en lugares representativos de las áreas afectadas por el incendio, emplearon datos de viento medidos en los aeropuertos de Santa Mónica, de Van Nuys y Los Angeles. La Figura 5 muestra la distribución de las velocidades máximas diarias del viento promedio por hora en cada aeropuerto para los días de ocurrencia de los vientos de Santa Ana durante la temporada de noviembre a enero. Aunque estas estaciones meteorológicas no están en el corazón de los corredores eólicos de Santa Ana (Abel y Hall 2009), también están afectadas durante un evento de Santa Ana.
El grado en que las características del viento en los días 7 y 8 de enero de 2025 son anómalas en comparación con la climatología de cada aeropuerto es un indicativo del evento regional en su conjunto, especialmente cuando hay acuerdo entre los tres aeropuertos en la excepcional intensidad del viento. Así lo ilustra la Figura 5, en la que se observa que las velocidades máximas del viento promedio horario registradas los días 7 y 8 de enero en los tres aeropuertos fueron inusualmente altas, tal que sus valores el día 7 de enero correspondieron a un percentil igual o superior al 98% de sus respectivas climatologías, y un percentil algo menor con los vientos del día siguiente, aunque igual o superior al 87%. Aun siendo altas velocidades de viento, debe tenerse en cuenta que corresponden a valores promedios horario, por lo que las velocidades asociadas con ráfagas individuales habrían sido mucho más altas. Por tanto, la información conjunta aportada por los tres aeropuertos indica que se trató de un evento de viento de Santa Ana excepcional, aunque quizás no del todo sin precedentes.
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El papel del cambio climático.
Según los autores del estudio, el modo más claro en que el cambio climático puede haber intensificado los incendios forestales de enero de 2025 en la región de Los Angeles es el extremadamente cálido verano-otoño de 2024 (tercero más caluroso desde 1895, Figura 3), y su efecto de reducir la humedad del combustible (línea roja en Figura 2). Sin embargo, la humedad del combustible inusualmente baja en el momento de los incendios ocurridos también está fuertemente relacionada con la falta de precipitaciones a principios de la temporada de lluvias, un factor éste último que probablemente ha surgido más de la gran amplitud de la variabilidad natural de las precipitaciones del sur de California que del cambio climático causado por el hombre.
En el contexto del cambio climático, y dado que la acumulación de combustible vegetal está favorecida por la alta pluviosidad, algunos científicos señalan la ocurrencia de incendios más severos asociados a un clima hidrológicamente volátil (“climate whiplash”, en inglés) en un planeta más cálido (Swain et al. 2018, Swain et al. 2025). Según estos estudios, se proyecta simultáneamente que el cambio climático intensificará las precipitaciones totales en los años húmedos, pero también intensificará la sequía en los años secos. No obstante, aún se necesita más investigación sobre este tema.
Los autores del presente estudio afirman que no hay evidencia observacional de que las lluvias invernales en California, o los transportes atmosféricos de humedad que alimentan a las precipitaciones más fuertes, se hayan intensificado hasta la fecha (Williams et al. 2024). Por tanto, hay mucha incertidumbre en establecer el grado en que el cambio climático haya promovido los altos totales de precipitación en 2023–2024. Por otra parte, dado el rango extraordinariamente alto de variabilidad natural de la precipitación en la región (Dettinger et al. 2011), los autores indican que se requiere más estudio para comprender mejor el papel potencial del cambio climático en el comienzo inusualmente seco de la temporada de lluvias 2024-2025. De hecho, señalan que la disminución observada en los totales de precipitación de octubre a noviembre en la costa del sur de California puede ser simplemente una regresión a la media después de un período prolongado de otoños inusualmente húmedas a mediados del siglo XX, así como que en la estación del centro de Los Ángeles, algunos de los comienzos más secos de la temporada de lluvias ocurrieron a principios del siglo XX.
En cuanto a los vientos extraordinariamente fuertes de Santa Ana del 7 al 8 de enero de 2025, si bien fueron cruciales para impulsar la rapidez de propagación de los incendios, hay poca evidencia de que estos vientos extremos fueran promovidos por el cambio climático.
Se necesita más investigación para comprender cómo se combinaron los factores anteriores para producir el comportamiento observado de los incendios de enero de 2025, incluyendo la contribución general del cambio climático. Dada la comprensión actual de la importancia de la humedad y las cargas de combustible para el comportamiento de los incendios forestales en ecosistemas de pastizales y chaparrales, los autores de este estudio destacan las siguientes conclusiones clave.
Conclusiones clave:
- El cambio climático puede estar relacionado con aproximadamente una cuarta parte del déficit extremo de humedad del combustible cuando comenzaron los incendios de enero en la región de Los Angeles.
- Los incendios habrían sido extremos sin el actual cambio climático, pero probablemente algo más pequeños y menos intensos.
- Dada la inevitabilidad de un cambio climático continuo, la mitigación de incendios forestales debe orientarse en torno a factores posibles de controlar y a los daños posibles de prevenir. Estas acciones incluyen:
1) Suprimir los encendidos humanos en el sur de California cuando se predicen condiciones meteorológicas favorables a los incendios.
2) Acometer estrategias para “endurecer” las viviendas que eviten que las estructuras se quemen tan fácilmente, y generen brasas que inician incendios en otras estructuras cercanas.
3) Priorizar el desarrollo urbano en zonas con menor riesgo de incendios forestales.
Finalmente, los autores de este estudio señalan que éste se limita a los incendios de enero de 2025 en el sur de California, por lo que para una evaluación integral de la diversidad de modos en que el cambio climático y otros factores han afectado a los incendios forestales en California hasta la fecha, remiten al lector a Williams et al. (2019) y MacDonald et al. (2023).
Fuente: Artículo elaborado por G. Madakumbura, C. Thackeray, Alex Hall, P. Williams, J. Norris y Ray Sukhdeo (Universidad de California – Los Angeles).