Solo el 5% de la pérdida neta de bosques en la Amazonía brasileña ocurre en territorios indígenas y áreas protegidas, a pesar de que estas áreas contienen más de la mitad de los bosques de la región.
Este es un hallazgo clave de un estudio reciente, publicado en Nature Sustainability, que analiza datos durante el período 2000 a 2021. Analiza imágenes satelitales para estimar el área forestal anual y luego superpone esa información con conjuntos de datos nacionales sobre diferentes sistemas de gestión y gobernanza.
Los resultados revelan el “papel vital” de los territorios indígenas y las áreas protegidas en la conservación de los bosques en la Amazonía. Sin embargo, durante 2018-21, el porcentaje de pérdida forestal anual en esas áreas fue el doble que el de las áreas no designadas, según el estudio. Los autores advierten que este cambio destaca el efecto del “debilitamiento” de las protecciones ambientales bajo el expresidente brasileño Jair Bolsonaro.
La gran Amazonía
La Amazonía es la selva tropical más grande del mundo y abarca nueve países de América del Sur. La mayor parte de la selva tropical se encuentra en Brasil, lo que convierte a la Amazonía brasileña en un punto crítico de biodiversidad. En 2000, el área forestal total en esta región cubría 394 millones de hectáreas.
Esta zona de gran riqueza biológica se divide en áreas protegidas, territorios indígenas y áreas no designadas. Las áreas protegidas se dividen entonces en dos categorías: protección estricta (áreas designadas para la conservación de la biodiversidad, que posteriormente tienen más cubierta forestal y menos presión de deforestación) y uso sostenible (que permite a las personas gestionar la naturaleza de manera sostenible y utilizar sus recursos, como por ejemplo mediante agricultura sostenible).
Los autores escriben que los territorios indígenas y las áreas protegidas “están cubiertos por bosques” y su contribución “fortalece sustancialmente la conservación de los bosques”.
La Amazonía brasileña también alberga a casi 400 grupos indígenas y cerca de 330 áreas protegidas. La contribución que hacen estos pueblos indígenas a la conservación de la Amazonía brasileña se refleja en la cantidad de selva tropical de la que son responsables. En 2018, los territorios indígenas y otras áreas protegidas tenían 206 millones de hectáreas de bosques, esto es el 52 % del área forestal total medida en 2000, el año de referencia que los autores usaron para la comparación.
Si bien cubren más de la mitad de las áreas boscosas de la Amazonía brasileña, los territorios indígenas y otras áreas protegidas representaron “solo el 5 % de la pérdida forestal neta y el 12 % de la pérdida forestal bruta” entre 2000 y 2021, dice el documento.
Los gráficos a continuación muestran las tasas anuales promedio de pérdida de bosques antes (azul) y después (naranja) del establecimiento de territorios indígenas y áreas protegidas en la Amazonía brasileña. El panel izquierdo (g) muestra la deforestación que ocurrió en (de izquierda a derecha) áreas protegidas nacionales, territorios indígenas y áreas protegidas estatales. El panel derecho (h) muestra la deforestación en áreas de protección estricta, territorios indígenas y áreas de uso sostenible.
Los gráficos revelan que la menor cantidad de deforestación ocurrió en territorios indígenas y áreas protegidas nacionales, así como en áreas con protección estricta.
Seguimiento de la deforestación
El estudio confirma algo que los científicos y conservacionistas ya saben: que la mayor parte de la deforestación en la Amazonía brasileña ocurre en las partes sur y este de la región, un área conocida como el “arco de deforestación”.
El siguiente gráfico muestra la pérdida de bosques dentro (arriba) y fuera (abajo) de los territorios indígenas y las áreas protegidas entre 2002 y 2021. El color del sombreado indica cuándo ocurrió la deforestación: desde 2002 (amarillo) hasta 2021 (rojo).
Para comprender el alcance y la ubicación de las áreas deforestadas en territorios indígenas y áreas protegidas, los investigadores utilizaron un enfoque de tres pasos.
Primero, construyeron un mapa forestal anual utilizando imágenes diarias de datos satelitales para identificar áreas boscosas y no boscosas en la región.
La recopilación de imágenes satelitales tiende a ser difícil en esta parte del mundo debido a las densas nubes que cubren el cielo amazónico. Pero los investigadores resolvieron ese problema utilizando un modelo de alta resolución que les permitió distinguir los bosques a través de estos cielos nublados. Luego superpusieron los mapas forestales anuales resultantes con datos gubernamentales sobre territorios indígenas y áreas protegidas para estimar la cantidad de área forestal contenida en esas regiones. Finalmente, compararon la pérdida de bosques que ocurre tanto dentro como fuera de los territorios indígenas y áreas protegidas.
También compararon sus resultados con otros estudios que utilizan diferentes conjuntos de datos, imágenes satelitales o algoritmos, como el conjunto de datos oficial de deforestación de Brasil.
El estudio tiene dos ventajas sobre el trabajo anterior, dice el profesor Xiangming Xiao, director del Centro de Observación y Modelado de la Tierra de la Universidad de Oklahoma y autor correspondiente del estudio. Según Xiao, el uso de imágenes satelitales diarias y su algoritmo mejorado garantiza una mayor consistencia en el tiempo y una mejor cobertura espacial de sus estimaciones.
Peter Veit, director de la iniciativa Land and Resource Rights del grupo de investigación ambiental World Resources Institute (WRI), que no participó en el estudio, señala que un avance importante en el análisis es que los investigadores observan la deforestación en bosques primarios y secundarios: los primeros son bosques vírgenes, mientras que los segundos se refieren a bosques que han sido perturbados de forma natural o por humanos. Por otro lado, Veit sugiere que hubiera sido valioso si los investigadores hubieran incluido la degradación forestal en su análisis y hubieran analizado las implicaciones de la pérdida de bosques para la biodiversidad o el cambio climático.
Un nuevo camino forestal
El estudio señala que los principales culpables de la pérdida de bosques suelen ser la agricultura, los pastos para la producción ganadera, la minería de minerales y la creciente urbanización.
Toya Manchineri, coordinadora de Territorios y Recursos Naturales de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COIAB), coincide con esa apreciación: “El tema de la ganadería, la agricultura y la soja está entrando muy fuerte en la Amazonía. Pero los principales impulsores de la deforestación son la invasión ilegal y la tala ilegal. La minería se lleva mucha agua del río, destruye la tierra y el mercurio contamina el agua y los peces, provocando enfermedades en las poblaciones indígenas”.
Manchineri señala que, a pesar de las protecciones, hay algunas tierras indígenas en la Amazonía que están en peligro. El territorio Ituna-Itatá, en el estado de Pará, es una de las tierras indígenas más deforestadas de Brasil. “El 70% está siendo tomado por invasores”, dice Manchineri. Agrega que la deforestación en las tierras de los yanomami amenaza “no solo el territorio, sino la organización misma del pueblo”.
Se observaron tasas más altas de deforestación en territorios indígenas y áreas protegidas de la Amazonía brasileña entre 2018 y 2021, un período consistente con la administración de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil durante 2019-2022.
El “debilitamiento” de las políticas de protección forestal de Brasil fue evidente durante ese tiempo, dice el estudio. Por ejemplo, a pesar del aumento de la deforestación, la cantidad de multas impuestas por violar las leyes ambientales y de conservación se redujo en un 72 % de marzo a agosto de 2020.
Otros estudios han abordado el papel vital de los territorios indígenas en la conservación de los bosques en la Amazonía. Un informe reciente de WRI estima que el 90 % de las tierras indígenas fueron “fuertes sumideros netos de carbono entre 2001 y 2021”, eliminando 340 millones de toneladas de CO2 al año. Al mismo tiempo, las tierras fuera de esos territorios eran una fuente neta de carbono.
“Es sorprendente”, dice Veit, quien coescribió el informe de WRI, “Lo que muestran sus hallazgos y los nuestros es que si [la nueva administración brasileña] quiere llegar a una deforestación neta cero, el problema está fuera de los territorios indígenas y las áreas protegidas. Y si bien es importante que [esta] administración ayude y brinde más apoyo a [los pueblos indígenas], para que puedan continuar administrando esas tierras, se debe prestar atención real a las otras tierras donde las tasas de deforestación son increíblemente altas”.
Investigadores y líderes indígenas esperan que el recién instalado presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, mejor conocido como Lula, traiga de vuelta protecciones más fuertes para la Amazonía.
Lula se ha comprometido a alcanzar la deforestación neta cero de la Amazonía brasileña para 2030. Como parte de esto, está incluyendo a los líderes indígenas en la toma de decisiones. Por ejemplo, recientemente estableció un Ministerio de los Pueblos Indígenas y nombró a Sonia Guajajara, líder indígena, activista y defensora de los derechos de los pueblos indígenas, para dirigirlo. En 2022 Guajajara fue elegida diputada federal de São Paolo y este año es la “primera mujer indígena en convertirse en ministra del país”. Lula también ha prometido la demarcación de tierras, lo que implica establecer la extensión de un área bajo posesión indígena y registrarla formalmente en un decreto.
Sin embargo, para Manchineri, la cooperación y el financiamiento internacionales son fundamentales para alcanzar estos objetivos de deforestación, no solo un mejor reconocimiento en Brasil:
“La demarcación por sí sola no es suficiente. Se necesita un paquete de inversiones, de conocimiento técnico y de apoyo a nuestras comunidades para que realmente podamos proteger nuestras tierras”.
Autor: Yanine Quiroz.
Artículo original publicado en CarbonBrief, el 27 de enero de 2023.