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  • Rosa Menéndez, presidenta del CSIC: ‘Habrá una vacuna española contra la covid-19’

    6 - 8 minutos

    La química Rosa Menéndez, primera mujer que preside el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) desde su creación en 1937, está convencida de que el trabajo que desarrollan desde el inicio de la pandemia varios grupos de su institución permitirá conseguir la primera vacuna española contra la covid-19. También confía en que una apuesta más decidida por la ciencia para responder a los desafíos del SARS-CoV-2 siente las bases para que España se sitúe entre los países que más fondos destinan a la investigación.

    Tras su nombramiento dijo que “hay que hacer entender a los políticos que los científicos somos útiles para el país”. Tres años después, ¿diría que lo ha conseguido? ¿Qué falta por hacer?

    En estos tres años hemos avanzado considerablemente en el acercamiento de la ciencia a la sociedad. La pandemia ha contribuido de una forma inesperada y no deseada a que la sociedad comprenda la importancia de la ciencia.

    La estrategia que planteamos hace dos años con la puesta en marcha de las plataformas temáticas interdisciplinares que abordan iniciativas ambiciosas y de gran impacto ha representado un paso realmente importante. Estas plataformas han fomentado la colaboración entre grupos de investigación de distintas disciplinas, persiguiendo un objetivo común dirigido a la resolución de un problema concreto y en consecuencia directamente aplicable a la sociedad.

    Por supuesto que quedan muchas cosas por hacer. Tenemos por delante un 2021 con muchos retos enfocados a relanzar nuestro país después del golpe sufrido en esta terrible pandemia. Debemos seguir trabajando con entusiasmo para potenciar la ciencia de calidad, para facilitar la transferencia del conocimiento generado, para impregnar a la sociedad de cultura científica, para incrementar nuestra proyección internacional, para agilizar el trabajo diario en nuestra institución, para continuar mejorando nuestros resultados científicos y técnicos y para lograr el merecido reconocimiento a la labor de nuestros científicos.

    La pandemia ha mostrado que política y ciencia están más imbricadas de lo que la población general probablemente creía. ¿Cree adecuado el mensaje de “hay que seguir la ciencia” cuando hay otros factores a tener en cuenta?

    Creo que tras una situación como la vivida en el último año ha quedado claro que la ciencia juega un papel fundamental y las soluciones para mitigar el impacto de un virus desconocido pasan indiscutiblemente por potenciar la investigación y el desarrollo del conocimiento de una manera continuada. Gestionar una pandemia de estas características y sus consecuencias, que son muchas y afectan a todos los ámbitos de la vida, requiere meter en la ecuación cuestiones económicas, sociales y políticas. También es ciencia evaluar el impacto social de las decisiones y diseñar las formas más adecuadas de implementarlas para la población.

    El Ministerio de Ciencia ha logrado el mejor presupuesto en muchos años gracias a los fondos covid. ¿Cómo ve el futuro a largo plazo cuando este apoyo europeo se termine?

    El Gobierno de España, al igual que el de la Unión Europea, ha dado un paso muy importante asignando fondos Covid y fondos del mecanismo de recuperación a la ciencia y a la innovación para asegurar soluciones a la pandemia y para desarrollar diferentes iniciativas en líneas estratégicas relacionadas por ejemplo con el medio ambiente, la energía, la inteligencia artificial o el envejecimiento, que constituyen retos fundamentales para la sociedad. Es imprescindible que esta inyección de fondos se mantenga en el tiempo para continuar con los proyectos emprendidos y desarrollar otros nuevos y trabajar de una forma sosegada.

    Es imposible pensar que con dos años de financiación generosa se van a solucionar deficiencias estructurales de financiación en ciencia e innovación. El reto para todos es aprovechar esos fondos adecuadamente y sentar las bases para que España adelante varios puestos de forma definitiva en esfuerzo financiador en ciencia, para que esta sea capaz de dar respuesta a lo que la sociedad le demande en cada momento.

    Además, esta pandemia nos ha mostrado que la sociedad también puede movilizarse, sumando su contribución a los fondos públicos, que son siempre la base de nuestros proyectos. En este caso, para lanzar más de 100 proyectos en la búsqueda de soluciones a la covid-19 hemos contado con financiación recibida directamente del Ministerio de Ciencia e Innovación, de convocatorias competitivas como las lanzadas por el Instituto de Salud Carlos III o por diferentes autonomías y varias fundaciones. Hemos contado también con la inestimable ayuda de donaciones de gran número de empresas y particulares, a los que estamos muy agradecidos por el apoyo y lo que significa de reconocimiento y confianza.

    En este sentido, ¿supondrá la pandemia un antes y un después para la financiación de la ciencia?

    En mi opinión, sí, y espero que así sea. En estos momentos la sociedad es consciente del papel que desempeña la ciencia en el progreso de un país. Esto se ha visto reflejado en la subida del capítulo de inversión en ciencia en los presupuestos generales del estado para 2021, aprobados recientemente. Es muy necesario que esta inversión en ciencia, motivada ahora mismo por la pandemia y la necesidad de impulsar la recuperación del país, se mantenga en el tiempo.

    El progreso científico precisa para desarrollarse una inversión continuada, no puntual. En ciencia no cabe la improvisación. Todavía estamos lejos de los niveles alcanzados en otros países europeos y, tras la pandemia, creo que ha quedado demostrado que invertir en ciencia es invertir en seguridad y bienestar.

    La pandemia ha generado un clima de polarización extremo, en el que la población se posiciona incluso en temas técnicos como la epidemiología y la virología. ¿Qué pueden hacer los científicos para apaciguar este clima que vivimos actualmente?

    Fuimos conscientes de la necesidad de información para combatir la ansiedad que la situación vivida durante la pandemia estaba provocando en la población. Por este motivo nuestros científicos han participado muy activamente desde el principio en actividades de difusión y divulgación. Es justo reconocer el gran esfuerzo realizado por todos ellos, trabajando incansablemente en el laboratorio y buscando tiempo para explicar lo que se estaba haciendo, resolver dudas y combatir bulos.

    El papel de la ciencia es comunicar con rigor científico, basándose en los datos conocidos y la experiencia científica obtenida hasta ese momento. España no dispone de estructuras establecidas y permanentes para este menester, por lo que los científicos individualmente son los únicos portavoces ante la sociedad.

    En los últimos meses se ha oído hablar mucho de la importancia de las ciencias sociales para entender y combatir la pandemia. ¿Cree que se les presta la suficiente atención?

    Los grupos del área de ciencias sociales y humanidades están siendo muy activos dentro de la Plataforma Temática Interdisciplinar Salud Global, orientada a buscar soluciones a la pandemia. En esta plataforma participan 300 grupos de investigación en más de 100 proyectos que abarcan, de forma coordinada, todos los aspectos relacionados con la pandemia incluido el impacto en la economía y en la sociedad. Proyectos que tratan sobre la construcción de viviendas, la influencia de la pandemia sobre nuestro modo de vida, el impacto en nuestros mayores y nuestros jóvenes, en nuestras estructuras y relaciones sociales.

    Necesitamos reconsiderar nuestro propio modelo como sociedad y debemos hacerlo no solo de la mano de la economía, sino también de la filosofía, de la sociología, y de la historia.

    Se habla mucho de los efectos para la salud mental que tiene la pandemia. ¿Cree que sería necesario analizarlos respecto a los investigadores? ¿Tiene el CSIC en mente algún plan para estudiar esta cuestión?

    Los investigadores que trabajan con el virus SARS-CoV-2 en primera línea “físicamente” tienen desde siempre protocolos de laboratorio bien establecidos, los adecuados para trabajar con organismos peligrosos. En cuanto a la salud mental, es cierto que en la situación actual pueden haberse visto sometidos a una mayor presión y nivel de estrés, tanto personal como profesional, y que esto pueda pasar algún tipo de factura. Ese esfuerzo continuado, sin descanso, y sin las “compensaciones” que la pandemia nos ha quitado a todos, es evidente que puede dejar rastro. Y lo peor es que será difícil que este nivel de exigencia del problema descienda en las próximas semanas, y tampoco se relajará el compromiso de nuestros investigadores. Se están realizando diferentes encuestas para valorar el impacto de la pandemia en el personal investigador.

    Hace falta tener datos contrastados para conocer bien la situación, o situaciones, analizar las variables que intervienen y diseñar modelos que palíen las consecuencias de la pandemia. Esto es aplicable a todos los sectores de la sociedad.

    En los últimos meses también se ha escuchado mucho sobre cómo la pandemia está afectando negativamente a las mujeres investigadoras. ¿Tienen algún programa en marcha para paliar los efectos negativos que puedan sufrir?

    Promover la igualdad en ciencia ha sido desde hace muchos años una prioridad en el CSIC. La Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC se creó en 2002 como órgano de asesoramiento de la Presidencia y trabaja desde entonces analizando y tratando de mejorar la situación en nuestra institución. Aunque se ha mejorado mucho, y actualmente el techo de cristal en el CSIC es más favorable que el de la Universidad o el de la media europea, aún se deben mejorar algunos aspectos.

    Los resultados de una encuesta, en la que han participado centros del CSIC, han puesto de manifiesto que, en tiempos de pandemia, ha habido mayor sobrecarga para las mujeres en tareas familiares y domésticas, que además han asumido trabajos más penosos. Aún así la participación de científicos y científicas en la Plataforma de Salud Global está equiparada.

    La coordinadora de la Plataforma es una mujer, Margarita del Val, y un gran número de los proyectos en curso en dicha plataforma están liderados por mujeres. Quizás la medida más importante que debemos abordar es el futuro del teletrabajo, y su implicación en la conciliación familiar, desde una perspectiva positiva, que necesita análisis, reflexión, acuerdo con los representantes de los trabajadores y normativa.

    Existen varias vacunas españolas en desarrollo por parte del CSIC. ¿Cree que veremos una vacuna española, sobre todo después de que la de Mariano Esteban haya dado resultados preliminares tan prometedores? Ahora que ya hay otras vacunas aprobadas, ¿puede ser un problema seguir investigando otras?

    Estoy convencida de ello. En el CSIC, estamos desarrollando tres proyectos de vacunas diferentes, con tres aproximaciones distintas. Todas ellas progresan satisfactoriamente y se está trabajando en paralelo con el sector privado para su producción. La vacuna CSIC-BIOFABRI desarrollada por el grupo de Mariano Esteban y Juan García Arriaza del CNB-CSIC, en colaboración con la empresa española Biofabri del grupo Zendal, es la que se encuentra más avanzada en su desarrollo en estos momentos y esperamos que puedan comenzar la fase clínica en unas semanas, tras los excelentes resultados que se están obteniendo en el laboratorio. Tenemos puesta nuestra total confianza en ella, así como en las otras dos vacunas, que están avanzando en su fase preclínica.

    La existencia de otras vacunas en el mercado no debe interferir para el desarrollo de nuevas vacunas alternativas. No se debe ver como una carrera en la que hay un ganador. Todas las opciones desarrolladas pueden jugar un papel muy importante a la hora de lograr inmunizar a toda la población, imposible ahora mismo de realizarse con las opciones existentes.

    Fuente: y

  • Un informe examina los factores meteorológicos y de la calidad del aire que inciden en la COVID-19

    COVID REPORT

     

    Las medidas adoptadas por los gobiernos, y no los factores meteorológicos, son el elemento que permite contener en mayor medida la transmisión de la COVID-19.

    Los datos del informe preliminar sugieren que las condiciones climáticas no deberían utilizarse como argumento para flexibilizar las medidas de control.

    Ginebra, 18 de marzo de 2021 — Un Equipo Especial de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha publicado su primer informe sobre los factores meteorológicos y de la calidad del aire que inciden en la pandemia de COVID-19. En él se advierte que las condiciones meteorológicas y climáticas, como el aumento de la temperatura que se produce con la llegada de la primavera en el hemisferio norte, no deberían esgrimirse como argumento para relajar las medidas adoptadas para frenar la propagación del virus.

    Según explica el grupo formado por 16 expertos en ciencias médicas, ciencias de la Tierra y salud pública, parece que el elemento que más influyó en la dinámica de transmisión de la COVID-19 en 2020 y principios de 2021 fueron las medidas gubernamentales —como el uso obligatorio de la mascarilla y las restricciones impuestas a los desplazamientos— y no los factores meteorológicos. Otros condicionantes importantes fueron los cambios en la conducta de las personas y en la demografía de las poblaciones afectadas y, más recientemente, las mutaciones del virus.

    "En estos momentos, las pruebas no respaldan el uso de los factores meteorológicos y de la calidad del aire como base para que los gobiernos flexibilicen las medidas adoptadas para reducir la transmisión del virus", afirmó el copresidente del Equipo Especial, el doctor Ben Zaitchik, del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Estados Unidos). "La cantidad de casos positivos aumentó en las estaciones y regiones cálidas durante el primer año de la pandemia, y no hay pruebas de que esto no pueda volver a ocurrir el próximo año".

    En el informe del Equipo Especial se proporciona un resumen de las principales conclusiones publicadas hasta la primera semana de enero de 2021. Por tanto, no se analizan artículos revisados por pares en los que se aborde la influencia de los factores meteorológicos y de la calidad del aire en la transmisión de las nuevas cepas del coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave de tipo 2 (SARS-CoV-2) ni la gravedad de las infecciones causadas por esas nuevas cepas.

    En el informe se examina la función que puede desempeñar la estacionalidad. Las infecciones víricas respiratorias suelen presentar algún tipo de estacionalidad, en particular el pico que se da en otoño e invierno en el caso de la gripe y de los coronavirus causantes del resfriado en climas templados. Ello ha alimentado las expectativas de que la COVID-19 acabe siendo una enfermedad marcadamente estacional si persiste durante varios años.

    "Aún no se comprenden totalmente los mecanismos subyacentes por los que se rige la estacionalidad de las infecciones víricas respiratorias. Es posible que exista una combinación de repercusiones directas en la supervivencia del virus, efectos en la resistencia de los seres humanos a la infección y una influencia indirecta de los factores meteorológicos y estacionales que se manifiesta en forma de cambios en la conducta de las personas", según se explica en el resumen ejecutivo del informe.

    "Los estudios de laboratorio sobre el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, han aportado algunos indicios que apuntan a una mayor supervivencia del virus en condiciones frías, secas y de baja radiación ultravioleta. Sin embargo, esos estudios aún no han indicado si las influencias meteorológicas directas en el virus inciden de forma significativa en las tasas de transmisión en condiciones reales", según se advierte en el informe ejecutivo.

    Las pruebas sobre la influencia de la calidad del aire aún no son concluyentes. Según el Equipo Especial, algunos indicios preliminares llevan a pensar en un aumento de la mortalidad por COVID-19 a causa de la mala calidad del aire, pero no se dispone de pruebas que establezcan una relación directa entre contaminación y transmisión aérea del SARS-CoV-2.

    El informe se centra en las condiciones meteorológicas y de la calidad del aire en exteriores, pero no aborda en detalle la circulación del aire en interiores.

    El Equipo Especial, formado por expertos internacionales procedentes de múltiples ámbitos distintos, fue establecido por la Junta de Investigación de la OMM con el fin de proporcionar con la mayor brevedad un resumen del estado de los conocimientos sobre las posibles influencias de los factores meteorológicos y de la calidad del aire en el comportamiento de la COVID-19, dada la asombrosa cantidad de artículos y prepublicaciones actualmente disponibles.

    "El vertiginoso avance en la investigación sobre la COVID-19 supuso la publicación de estudios con datos limitados a raíz de la falta de tiempo para contrastar la información y someterla a procesos de revisión por pares. Pronto quedó claro que los indicios comunicados eran a menudo contradictorios o parciales debido a deficiencias metodológicas y de los datos. Por ello, el Equipo Especial de la OMM pretende fomentar las buenas prácticas en materia de investigación y comunicación", señala el profesor Jürg Luterbacher, director del Departamento de Ciencia e Innovación de la OMM y director científico de la Organización.

    La futura labor del Equipo Especial comprenderá la actualización de las pruebas científicas a lo largo de los próximos meses, así como el establecimiento y la promoción de un conjunto estructurado de cuestiones, objetivos y prioridades preeminentes en materia de investigación que permita orientar las inversiones en actividades de investigación destinadas a determinar el nexo entre la pandemia y las condiciones meteorológicas y climáticas y la calidad del aire.

    El Equipo Especial también asesorará e informará sobre buenas prácticas y normas mínimas que deben observarse para establecer métodos de modelización integrada de enfermedades infecciosas que tengan en cuenta factores medioambientales, y recomendará estrategias que la OMM debería aplicar en el marco de sus actividades de investigación y suministro de información para tomar en consideración el vínculo entre el coronavirus, las condiciones climáticas y meteorológicas y la calidad del aire.

     

    Ejemplos de mecanismos propuestos a través de los cuales los factores meteorológicos

    Ejemplos de mecanismos propuestos a través de los cuales los factores meteorológicos
    y de la calidad del aire influyen en las infecciones víricas respiratorias

     

    Resumen ejecutivo:

    •      Hasta la fecha, los estudios epidemiológicos sobre la COVID-19 han brindado resultados dispares en cuanto a la sensibilidad del virus y de la enfermedad a los factores meteorológicos.

    •      Parece que la dinámica de transmisión de la COVID-19 en 2020 pudo controlarse principalmente gracias a las medidas adoptadas por los gobiernos, no como consecuencia de factores meteorológicos. Otros condicionantes importantes son los cambios en la conducta de las personas y en la demografía de las poblaciones afectadas y, más recientemente, las mutaciones del virus.

    •      Las infecciones víricas respiratorias suelen presentar algún tipo de estacionalidad, en particular en climas templados. La estacionalidad de este tipo de enfermedades —en particular el pico que se da en otoño e invierno en el caso de la gripe y de los coronavirus causantes del resfriado en climas templados— ha alimentado las expectativas de que la COVID-19 acabe siendo una enfermedad marcadamente estacional en caso de que persista durante varios años (véase la figura).

    •      Aún no se comprenden plenamente los mecanismos subyacentes por los que se rige la estacionalidad de las infecciones víricas respiratorias. Es posible que exista una combinación de repercusiones directas en la supervivencia del virus, efectos en la resistencia de los seres humanos a la infección y una influencia indirecta de los factores meteorológicos y estacionales que se manifiesta en forma de cambios en la conducta de las personas (véase la figura).

    •      Los estudios de laboratorio sobre el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, han aportado algunos indicios que apuntan a una mayor supervivencia del virus en condiciones frías, secas y de baja radiación ultravioleta. Sin embargo, esos estudios aún no han indicado si las influencias meteorológicas directas en el virus inciden de forma significativa en las tasas de transmisión en condiciones reales.

    •      Hay indicios de que la exposición crónica y a corto plazo a la contaminación atmosférica agrava los síntomas y aumenta la mortalidad de algunas enfermedades respiratorias. Son datos coherentes con los primeros estudios sobre la mortalidad por COVID-19, pero esos resultados deben confirmarse y consolidarse regulando los factores de riesgo individuales. En estos momentos no se dispone de datos directos revisados por pares sobre las consecuencias de la contaminación en la viabilidad del SARS-CoV-2 en el aire.

    •      Los estudios de modelización basados en procesos prevén que, con el paso del tiempo, la transmisión de la COVID-19 puede adquirir un carácter estacional, y ello sugiere que los factores meteorológicos y de la calidad del aire pueden contribuir al monitoreo y a la predicción de la COVID-19 en los próximos meses y años.

    •      Sin embargo, en este momento los datos no respaldan el uso de los factores meteorológicos y de la calidad del aire como argumento para que los gobiernos relajen las medidas adoptadas para reducir la transmisión de la enfermedad.

    •      Deben llevarse a cabo estudios que permitan cuantificar los vínculos entre los factores meteorológicos y de la calidad del aire y la COVID-19. Es fundamental que los estudios de modelización tengan debidamente en cuenta los factores de confusión, consideren los efectos directos e indirectos de los factores meteorológicos y de la calidad del aire, aborden las limitaciones del registro de datos sobre la COVID-19, informen de los intervalos de incertidumbre, evalúen la capacidad de predicción y apliquen técnicas adecuadas de modelización estadística o basada en procesos.

    •      Para poder estudiar los riesgos vinculados a la COVID-19, y en particular la influencia de los factores meteorológicos y de la calidad del aire, es fundamental poder consultar de forma abierta y oportuna datos de calidad controlada sobre la COVID-19 y los factores de riesgo asociados. Las iniciativas encaminadas a proporcionar esos datos han carecido de coordinación, y ponen de manifiesto la necesidad de contar con una infraestructura de notificación de información que respalde la gestión y la difusión de datos para fines de análisis de las enfermedades epidémicas.

    •      Los estudios revisados por pares pueden influir en las decisiones adoptadas en materia de salud pública y en la percepción de la población en lo que al riesgo de contraer la enfermedad se refiere. Por ello, es fundamental que investigadores, editores y proveedores de información mantengan un elevado nivel de exigencia a la hora de analizar y evaluar nuevos estudios.

    •      Igualmente importante es lograr una comunicación clara y activa entre investigadores, medios de comunicación e instancias decisorias que permita aplicar los resultados científicos a las políticas de forma adecuada, objetiva, transparente y responsable.

    La Organización Meteorológica Mundial es el portavoz autorizado
    de las Naciones Unidas sobre el tiempo, el clima y el agua

    Para más información, diríjase a: Clare Nullis, agregada de prensa.
    Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. Teléfono móvil: +41 79 709 1397

    Notas para los editores:
    Miembros del Equipo Especial
    Rosa Barciela, Oficina Meteorológica del Reino Unido (Exeter, Reino Unido)
    Emily YY Chan, Facultad de Salud Pública y Atención Primaria Jockey Club (Hong Kong, República Popular China)
    David Farrell, Instituto de Meteorología e Hidrología del Caribe (IMHC) (Bridgetown, Barbados)
    Yun Gao, Academia China de Ciencias Meteorológicas, Administración Meteorológica de China (Beijing, República Popular China)
    Ken Takahashi Guevara, Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (SENAMHI) (Lima, Perú)
    Sophie Gumy, Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud, Organización Mundial de la Salud (OMS) (Ginebra, Suiza)
    Masahiro Hashizume, Facultad de Medicina, Universidad de Tokio (Tokio, Japón)
    Rachel Lowe, Facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Londres, Reino Unido)
    Nick H. Ogden, Agencia de Salud Pública del Canadá (Guelph, Ontario, Canadá)
    Judy Omumbo, Academia Africana de Ciencias (Nairobi, Kenya)
    Vincent-Henri Peuch, director del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS) y director adjunto del Departamento de Copernicus en el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF)
    Xavier Rodó, Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal) (Barcelona, España)
    Paulo Saldiva, Universidad de São Paulo, Facultad de Medicina (FMUSP) (São Paulo, Brasil)
    Juli Trtanj, Oficina del Programa Climático de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) (Washington DC, Estados Unidos)
    Ben Zaitchik, Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Maryland, Estados Unidos)
    Tong Zhu, Facultad de Ciencias Ambientales e Ingeniería, Universidad de Beijing (Beijing, República Popular China)

     

    https://youtu.be/uel6enqilP0

     

    Acceso a la noticia original en la web de la OMM: https://bit.ly/3vFmfzd