No se ha logrado la inmortalidad, ni la supremacía cuántica, ni hemos visto el origen del universo, ni conseguido la fusión nuclear. Un año más, la ciencia ha dado grandes pasos, pero no ha hecho milagros. Y eso no todo el mundo lo cuenta.
Faltan décadas para lograr emular al Sol
Para lograr la fusión nuclear, si se consigue, habrá que esperar décadas. El reciente hallazgo anunciado por el Departamento de Energía de los Estados Unidos es solo un paso en el desarrollo de tecnologías que buscan el Grial, santo o no, que consiga unir átomos a fuerza de empujar uno contra otro, algo que el Sol y las estrellas hacen con soltura.
En pleno apogeo mediático, con la fusión nuclear robando titulares al Mundial de fútbol, el catedrático de física de la Universidad de Alcalá Antonio Ruiz de Elvira contó en The Conversation algo que nadie quería contar. No es solo que el hito sea uno entre tantos. Ruiz de Elvira apuntó algo más delicado:
“Un reactor de fusión humano implica un monopolio, o cuasi-monopolio de la energía concentrada producida. La energía solar, capturada mediante placas fotovoltaicas, aerogeneradores o centrales termosolares, es una energía distribuida que no permite el sistema de monopolio. Quizás sea esta la razón por la cual los estados han gastado miles de millones de dólares o euros en tratar, solo tratar, de conseguir dominar la fusión nuclear”.
¡Apaga y vámonos! El Grial no significa que los ciudadanos vayamos a tener energía gratis y limpia a partir de un cubo de agua.
James Webb no ha visto el origen del universo, ni lo verá
El James Webb encabeza la popular lista de los diez hallazgos científicos del año que publica Science.
El telescopio más famoso del mundo nos tuvo en vilo con su aparatoso lanzamiento a finales de 2021. Fue una hazaña ponerlo en órbita, y EE UU no dudó en usar sus frutos para exhibir el poderío norteamericano ante el resto del mundo. Biden presentó sus primeras fotos con estas palabras:
\»Estas imágenes van a recordar al mundo que Estados Unidos puede hacer grandes cosas, y recordar al pueblo estadounidense, especialmente a nuestros niños, que no hay nada que esté más allá de nuestra capacidad\».
A Biden se le olvidó que el dorado James Webb es fruto de una colaboración internacional en la que hasta España tiene su trocito de tarta.
Las fotos del Webb que han hecho historia
Banderas aparte, es incuestionable que James Webb nos ha provisto a lo largo del año de las imágenes más asombrosas del más allá del cielo que hayamos visto jamás. Júpiter azul y los Pilares de la Creación 2ª parte (la primera fue obra del Hubble), ilustran pósteres y camisetas, y el pack de fotos del James Webb supera atardeceres y campos verdes en las listas de favoritos de salva pantallas. Pero Óscar del Barco Novillo, profesor asociado de la Universidad de Murcia, insiste en que “la instantánea que sigue a estas líneas no representa los colores reales de Júpiter (dado que el telescopio James Webb opera en el rango del infrarrojo)”.
James Webb no ha visto el origen del universo, ni lo verá. Tampoco ha tirado por tierra la teoría del big bang (que es a día de hoy solo una teoría), ni despeja dudas sobre cuál será el final del universo. Todo lo que muestran sus fotos es colorista incertidumbre, y bellísimas obras que aúnan arte y ciencia.
Para Ruth Lazkoz, profesora de física teórica de la universidad del País Vasco, “los datos sugieren que nos dirigimos a un final violento del universo”. Sin embargo, Lazkoz incluye una frase en su artículo que define el estado de la física en estos locos años 20 del siglo XXI:
Admitamos humildemente antes de ir más allá que nuestros modelos disfrazan nuestra ignorancia haciéndola pasar por sabiduría.
El jaleo de los agujeros negros y el ataque a Dymorphos
Sobre agujeros negros se han hecho grandes avances en 2022. Los investigadores José Edelstein e Iván Martí-Vidal escribieron una carta a Stephen Hawkins poniéndole al día de lo encontrado.
En su carta, relatan lo que a día de hoy son solo hipótesis, intrigas, desafíos cósmicos, incertidumbres sobre si vagan o no en un cosmos al que el infinito se le queda corto, si llevan dentro una isla de materia, o incluso si algunos de los detectados son en realidad estrellas de neutrones. En 2022 han logrado una imagen de Sagitario A*, la bestia cósmica que vive en el corazón de nuestra galaxia, y Martí-Vidal confesó: “Cuando veo las imágenes que hemos obtenido de estos agujeros negros, siento vértigo”.
Aún hay más incertidumbres en la lista. A Dymorphos, el asteroide con forma de almendra garrapiñada, lo desvió mínimamente la nave Dart, del tamaño de una lavadora. La acción guerrillera de salvamento también se ha ganado un puesto en la lista de los diez grandes avances de 2022 publicada por Science.
M. Isabel Herreros, investigadora del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), participó en la misión y no dudó en afirmar:
\»A partir de hoy, todos dormiremos un poco más tranquilos\».
Sin embargo, si esa “almendra” hoy se dirigiera a la Tierra, ni la NASA ni un enjambre de drones al mando del Capitán América podrían, con certeza, derribarlo.
Los evasivos marcianos
Sobre la vida en Marte, asumámoslo, las pruebas lo que indican es que nunca la hubo, por más que geológicamente, en su remoto pasado planetario, se pareciera a Islandia o Tenerife.
Este año se desveló que el planeta Marte tuvo regiones habitables al mismo tiempo que la vida se originó en la Tierra. La noticia fue un bombazo. No hubo quien no se lanzara a publicar: ¡Vida en Marte! Pero que un día fuera habitable, no significa que fuera habitado.
César Menor-Salván, doctor en bioquímica y astrobiología de la Universidad de Alcalá, decidió contarlo en The Conversation:
\»El análisis de los datos obtenidos hasta hoy ofrecen una verdad incómoda para muchos, pues van en sentido opuesto a la idea de que el planeta rojo albergara vida\».
Lo cierto es que ser una excepción de vida en la brutalidad cósmica que habitamos también tiene su punto romántico.
El entrelazamiento cuántico que nos fascina
Desengáñense, amantes de la física de partículas. De ellas solo saben que no sabemos nada. El Premio Nobel de física a Alain Aspect, John F. Clauser y Anton Zeilinger reconoce que empezamos a asomarnos (y esto es muy aventurado) a saber que las cosas de lo pequeño funcionan de un modo tan loco que quizá no logremos entenderlo nunca. Pero nada de teletransportanción, ni telepatía, ni de lejos una prueba validada sobre otras dimensiones.
Desenterrar ADN antiguo no es desenterrar dinosaurios
No va a ocurrir. No vamos a devolver la vida ni a dinosaurios ni a mamuts lanudos, ni al amigo neandertal. El Nobel a Svante Paavo reconoce una herramienta científica brillante que permite conocer más del pasado de las especies, también de la nuestra. Juan Luis Arsuga, catedrático de Paleontología del centro Mixto ISCIII-UCM de Evolución y Comportamiento Humanos, lo explica sin resucitar a nadie.
Sobre el amigo neandertal, también hemos conocido otra decepción este año que ahora termina. “Entre neandertales y sapiens hubo sexo, pero poco amor”, explican Javier Baena Preysler, catedrático de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Madrid, y Concepción Torres Navas, investigadora postdoctoral en la misma universidad.
La inmortalidad solo es para las medusas
La planta de la inmortalidad o la eterna juventud continúa a buen recaudo. Los dioses no sueltan prenda. La investigación sobre medusas inmortales en la que participaron Daniel Maeso Miguel y María Pascual, de la Universidad de Oviedo, dio la vuelta al mundo. Pero el equipo de Oviedo no nos hará inmortales. Como explican en el artículo que escribieron The Conversation, el hallazgo les ha permitido conocer la base del mecanismo que permite a Turritopsis dohrnii burlar a la muerte y vivir en un bucle perpetuo, pero esto es solo cosa de medusas:
Los genes encontrados están asociados con diferentes claves del envejecimiento como son la reparación y replicación del ADN, la renovación de la población de células madre, la comunicación entre células y la reducción del ambiente celular oxidativo que daña a las células, así como el mantenimiento de los telómeros (extremos de los cromosomas).
“Un reactor de fusión humano implica un monopolio, o cuasi-monopolio de la energía concentrada producida. La energía solar, capturada mediante placas fotovoltaicas, aerogeneradores o centrales termosolares, es una energía distribuida que no permite el sistema de monopolio. Quizás sea esta la razón por la cual los estados han gastado miles de millones de dólares o euros en tratar, solo tratar, de conseguir dominar la fusión nuclear”.
La creatividad se abre camino
Este año, por primera vez en la historia, la revista Science ha incluido entre las investigaciones destacadas una palabra que procede de otros jardines: creatividad. Science no discute que lo que hacen Dall-e, Midjounie y la legión de inteligencias artificiales que pintan a partir de un texto, sea creatividad.
Elena Verdú Pérez, de la Universidad Internacional de La Rioja, destacó que hace casi 50 años que se discutió por primera vez si AARON, un robot dirigido por un artista británico, era “creativo”. Arturo Fuentes Calle, de la Universitat Politècnica de Catalunya, incluso discutió con otra IA si eso que hacen es o no arte. El arte en manos de la inteligencia artificial es ya un hecho y Science acaba de avalar la creatividad de las máquinas. A ver quién cuenta ahora las implicaciones que esto tiene.2022 termina con una lista asombrosa de hitos científicos, pero no milagros. 2023 traerá asombros nuevos, y está en nuestros propósitos contarlos. Que los vientos nos sean propicios.
Fuente: THE CONVERSATION. Lorena Sánchez , Ciencia y Medio Ambiente