La meteorología aeronáutica es una disciplina joven, que dio sus primeros pasos a comienzos del siglo XX, con el nacimiento de la aviación. Desde un punto de vista conceptual, como ya nos anticipa su denominación, surge de la yuxtaposición de dos saberes fundamentales:
– Meteorología: constituye la parte científica- académica. Es el marco de estudio del tiempo, siendo una ciencia de carácter observacional. En este sentido, cabría destacar que, pensando en el concepto de impacto, sería incorrecto hablar de ‹‹meteorología adversa››, ya que en tal caso, parecería que estuviéramos prejuzgando el grado de bondad o maldad de esta ciencia. Lo correcto sería hablar de ‹‹tiempo adverso››.
– Aeronáutica: constituye la parte técnica- ingenieril, centrándose en el estudio de la navegación en cuanto al análisis, diseño y fabricación de aeronaves. No hay que confundirla con la aviación, siendo ésta una faceta de la aeronáutica que se centra en el desplazamiento controlado de las aeronaves. La dotación tecnológica de la aviación está en consonancia con el estado del arte de la aeronáutica. Así, la meteorología y la aeronáutica constituyen un binomio esencial, cuyo nexo de unión es la atmósfera, siendo el principal objetivo la proyección del conocimiento derivado de la meteorología en la aeronáutica.