Asociación
Meteorológica
Española

Las olas de calor de julio en Europa y América del Norte habrían sido casi imposibles sin el cambio climático

Es la conclusión de un análisis rápido de atribución realizado por el World Weather Attribution (WWA). Estos eventos ya no son inusuales debido al calentamiento causado por la quema de combustibles fósiles y otras actividades humanas. El estudio también encontró que el cambio climático hizo que la ola de calor en China fuera al menos 50 veces más probable.

Este mes de julio, el sur de Europa, partes de los Estados Unidos, México y China experimentaron severas olas de calor con temperaturas superiores a los 45 °C, lo que provocó alertas por altas temperaturas, incendios forestales, hospitalizaciones y muertes relacionadas con el calor.

El cambio climático ha hecho que las olas de calor sean más intensas, más largas y más frecuentes. Para cuantificar el efecto del cambio climático en las altas temperaturas sostenidas recientes, los científicos usaron metodologías bien establecidas que mezclan estadística, observaciones y simulaciones climáticas para comparar el clima actual, después de aproximadamente 1,2 °C de calentamiento global desde fines del siglo XIX, con el clima del pasado.

El análisis se centró en los períodos en los que el calor era más peligroso en cada región: temperaturas máximas medias durante siete días en el sur de Europa, durante 18 días en el oeste de EE. UU., Texas y el norte de México, y durante 14 días en las tierras bajas de China.

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Figura 1: Temperaturas máximas de julio promediadas durante la duración de los eventos de calor definidos para este estudio (lado izquierdo) y las mismas pero expresadas en anomalías con respecto a 1950-2023 (lado derecho). La primera fila muestra el oeste de EE. UU. y México, la segunda el sur de Europa y la tercera fila China.

Los científicos descubrieron que las olas de calor como estas ya no son raras, debido al calentamiento causado por la quema de combustibles fósiles y otras actividades humanas. Ahora se pueden esperar eventos como estos aproximadamente una vez cada 15 años en América del Norte, aproximadamente una vez cada 10 años en el sur de Europa y aproximadamente una vez cada 5 años en China.

Las emisiones de gases de efecto invernadero hicieron que las olas de calor fueran más intensas de lo que hubieran sido: la ola de calor europea fue 2,5 °C más caliente, la ola de calor de América del Norte fue 2 °C más caliente y la ola de calor en China fue 1 °C más caliente debido al cambio climático.

“Es un hecho ampliamente demostrado que este tipo de episodios de calor extremo van a asolar zonas del planeta de forma cada vez tanto más frecuente y con episodios de mayor intensidad, extensión geográfica y duración dependiendo del nivel de calentamiento global”, señala Ernesto Rodríguez Camino, meteorólogo superior del Estado y miembro de la Asociación Meteorológica Española (AME). Si el aumento de la temperatura alcanza los 2 °C, como sucederá en unos 30 años, a menos que todos los países que firmaron el Acuerdo de París implementen plenamente sus compromisos actuales de reducir rápidamente las emisiones, eventos como este serán aún más frecuentes y ocurrirán cada 2 a 5 años.

Rodríguez Camino, añade: “Sin embargo, el trabajo no menciona un hecho bastante excepcional que muchos investigadores han apuntado y es la excepcional ola de calor marina del océano Atlántico norte que ha tenido lugar desde el pasado mes de abril. Esta ola de calor marina podría deberse a una combinación tanto del calentamiento de fondo debido a las emisiones continuadas de gases de efecto invernadero como a la variabilidad natural intrínseca del sistema climático principalmente representada por las fases de calentamiento y enfriamiento de El Niño y La Niña, respectivamente. Parece que la extremadamente rara duración de tres años consecutivos de la fase La Niña pudiera, según algunos investigadores ser corresponsable –conjuntamente con el calentamiento global– de esta ola de calor marina en el Atlántico norte. Está pendiente de investigar con más profundidad el papel de esta ola de calor marina al menos en los episodios de calor sobre el sur de Europa”.

José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored, indica: “Paralelamente a la aparición de este estudio de atribución, empieza a cobrar fuerza entre la comunidad científica la hipótesis de que la extraordinaria cantidad de vapor de agua que la violenta erupción del volcán submarino Hunga Tonga –ocurrida en el océano Pacífico el 14 de enero de 2022– lanzó hasta la estratosfera (alcanzando incluso la mesosfera) podría explicar, al menos en parte, las grandes anomalías cálidas que estamos teniendo lo que llevamos de año y que están dejando cortas a las proyecciones que se hicieron el año pasado. Además, se espera que a medida que gane en intensidad el evento de El Niño que comenzó a finales de la primavera, también contribuya al aumento de la temperatura global”.

Francisco J. Doblas Reyes, profesor ICREA, director del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) destaca: “Las conclusiones de los autores son un serio toque de atención para que se reduzcan y eliminen las emisiones de gases de efecto invernadero debidas a la acción humana y se aborde con rapidez la adaptación de las sociedades vulnerables a unas condiciones ambientales hasta ahora desconocidas. Los autores proporcionan algunas recomendaciones útiles para adaptarse a las olas de calor con ejemplos de acciones que ya se están llevando a cabo.

Extraído de Science media centre, España.

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