Tras dos largas semanas de negociaciones y fuera del plazo oficial, la COP27 ha cerrado el acuerdo de crear un fondo de pérdidas y daños que ayude a los países más vulnerables a afrontar los impactos de la crisis climática. Sin embargo, otras cuestiones como una mayor ambición en estrategias de mitigación para no superar los 1,5 ºC de calentamiento y menor dependencia de los combustibles fósiles no han conseguido el compromiso de todas las partes.
20/11/2022 – 09:00 CET
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Vanesa Castán Broto, Catedrática de Urbanismo Climático en la Universidad de Sheffield y experta del IPCC, Universidad de Sheffield. Science Media Centre España
La COP27, de momento, nos trae buenas noticias. La creación de un fondo de pérdidas y daños es una gran noticia, más después de que año tras año esta demanda de necesidad fuera negada por los países desarrollados. La COP27 ha sido la primera conferencia en la que el fondo de pérdidas y daños se ha puesto en la agenda de negociación y se ha adoptado inmediatamente en un ambiente de consenso político. La cuestión ahora es práctica y de implementación: que los medios financieros igualen los compromisos políticos (dado que, de momento, la financiación para el cambio climático ha dejado mucho que desear).
Por otro lado, los acuerdos para la transición energética y dejar atrás los combustibles fósiles parecen fuera de alcance en la COP27. Ahora más que nunca necesitamos mantener el objetivo de limitar el aumento global de temperatura a 1,5 ºC. Cada fracción de aumento implica mayores costos, mayores daños, y más muertes.
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Carolina Gabarró, Investigadora del departamento de Oceanografía Física y Tecnológica del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) Science Media Centre España
Para mí es muy desalentador ver que no se consigue frenar el uso de los combustibles fósiles (gas y el petróleo), que son las principales causas de las emisiones de CO2. La temperatura en el Ártico ha aumentado más del doble de la temperatura global, lo que provoca que el hielo se derrita rápidamente, algo que tiene muchas consecuencias tanto a nivel ecológico como climáticas. No somos conscientes que estos cambios en el Ártico nos afectan a todas las latitudes, no solo allí: subidas del nivel de mar, olas de calor, incendios, cambios en el clima, etc. El hecho de cruzar el umbral de 1,5 ºC es muy peligroso. Hay varios puntos de no retorno que estamos a punto de cruzar.
Es triste ver cómo no somos capaces de unir esfuerzos y planificar a 20-30 años vista, porque todos vamos a sufrir las consecuencias. Quienes más radicalmente tenemos que cambiar somos los países que más hemos emitido en estas últimas décadas. En mi opinión, hay que decrecer como sociedad, reducir el consumo de energía y reducir de forma radical las emisiones de CO2. Porque lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico.
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Ernesto Rodríguez Camino, Meteorólogo Superior del Estado. Asociación Meteorológica Española. Asociación Meteorológica Española. Science Media Centre España
Entre otras declaraciones y acuerdos, la COP27 ha llegado finalmente a establecer un fondo para responder a las pérdidas y daños asociados a los efectos adversos del cambio climático en los países en desarrollo que son especialmente vulnerables, si bien, lamentablemente, el desarrollo y normativa de este acuerdo se pospone para la siguiente COP. Aunque este punto del texto final había levantado muchas expectativas, su formulación final ha permitido al menos fijar un punto de partida para dar contenido y forma en sucesivas negociaciones a las compensaciones a los países más afectados por los efectos del cambio climático.
Es importante destacar que la ciencia tiene un papel esencial en todo el proceso de las negociaciones en la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, tal y como se viene reconociendo en los sucesivos textos aprobados en las sucesivas COP. En particular, en el texto aprobado en esta COP se mencionan explícitamente los resultados de los recientes informes de los grupos de trabajo II (impactos, adaptación y vulnerabilidad) y III (mitigación) del Sexto Informe de Evaluación del IPCC, que constituyen la base común sobre la que se apoyan las negociaciones.
En particular, la comunidad científica ha avanzado sustancialmente en estos últimos años en la ciencia de la atribución de eventos al cambio climático permitiendo diferenciar, incluso en tiempo real, cuándo un evento meteorológico o climático puede ser atribuido a la variabilidad natural o al cambio climático. Cuando se desarrolle la norma para las compensaciones económicas asociadas a las pérdidas y daños por el cambio climático, estos estudios de atribución tendrán un papel fundamental.
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Fernando Valladares, Doctor en Biología, investigador del CSIC y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Universidad Rey Juan Carlos. Science Media Centre España
El fondo de pérdidas y daños representa un ejemplo muy claro del fracaso y la hipocresía que suponen cada vez más las cumbres del clima. La COP27 quiere ponerse contenta por haber conseguido un avance pírrico, insuficiente y todavía sin concretar al respecto de los mecanismos financieros para ayudar a los países más vulnerables y para ayudar con los daños y las pérdidas ocasionadas por el cambio climático. Esto en realidad no hace más que apuntar con tremenda crudeza la incapacidad de la COP27 para abordar el origen del problema del cambio climático, que no es otro que los combustibles fósiles, que siguen contando con subsidios estatales que no han sido abordados ni cuestionados, que siguen contando con la presión de 636 grupos de petroleras y de más compañías a las que les interesa que el negocio de los combustibles fósiles continúe como siempre.
El haberse centrado en los síntomas refleja la incapacidad global para enfrentarse a la terrible realidad de que dependemos en un 80 % de los combustibles fósiles para producir nuestra energía. Los grandes países no han dado pasos, la Unión Europea ha hecho propuestas muy insuficientes, y centrase precisamente en los daños y en las pérdidas, cuando deberíamos centrarnos en que no ocurran más daños y pérdidas, refleja el grado de incompetencia de los reunidos, el grado de cobardía política, el grado de presión que ejercen los grupos de interés, y refleja una vez más la gran separación que hay entre las cumbres del clima y la urgencia de abordar el cambio climático. Cada día que pasa la distancia entre la teoría y la práctica se hace más grande, algunos países lo sufren más que otros, pero, en el fondo, lo estamos sufriendo todos.
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María José Sanz, Directora del BC3 Basque Centre for Climate Change y presidenta de la Alianza de Centros Severo Ochoa y Unidades María de Maeztu (SOMMa), BC3 Basque Centre for Climate Change. Science Media Centre España
La cumbre se alargó más de dos días para poder llegar unos acuerdos que establecen, por fin, la creación de un fondo para que los países más vulnerables puedan afrontar las pérdidas y daños ocasionados por la crisis climática. Durante el próximo año se deberán definir las modalidades, lo que es un procedimiento muy común, y habrá que prestar atención a este proceso. Esta era una cumbre en la que las pérdidas y daños, y adaptación eran un tema crítico, y la creación de este fondo representa un gran avance. También se han reconocido los progresos del programa de trabajo sobre el objetivo de adaptación global que concluirán en la COP28.
A pesar de esta buena noticia y del reconocimiento de la importancia de la adaptación que ya reconoce como inevitable y necesaria, lo cierto es que los esperados avances incrementales respecto a los avances de Glasgow en mitigación no se han producido, aunque se mantiene el objetivo de 1,5 ºC. Se hacen referencias claras a la importancia de las energías renovables, pero no se ha podido acordar el lenguaje sobre el abandono de los combustibles fósiles por las reticencias de algunos de los países productores.
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Carlos de Miguel Perales, Abogado y profesor de Derecho Civil y del Medio Ambiente en la facultad de Derecho de ICADE (Universidad Pontificia Comillas), Universidad Pontificia de Comillas. Science Media Centre España
Como suele ocurrir en el ámbito internacional, y las reuniones de la COP no son una excepción, siempre se puede decir que se podría haber avanzado más y que el progreso es muy lento. Pero hay que ver la parte positiva: se sigue avanzando. Prueba de ello es el acuerdo sobre cuestiones relacionadas con la financiación. Se está hablando sobre todo del fondo de pérdidas y daños asociados a los efectos adversos del cambio climático, y está bien, pero esto no deja de ser un aspecto parcial de la financiación y, probablemente, no el más importante, porque se centra en las consecuencias del cambio climático y no en sus causas. Hay otras cuestiones en el campo de la financiación que también se han tratado en la COP27, como (i) resaltar el papel (y la responsabilidad) de los países desarrollados (no solo en el plano financiero, sino también tecnológico y de capacitación), (ii) hacia dónde debe dirigirse esa financiación (energías renovables, mitigación, adaptación), y (iii) la necesaria transformación del sistema financiero público y privado. Quizás sean acuerdos menos concretos que el referido al fondo de pérdidas y daños, pero no por eso deben dejar de resaltarse.
Hay otros aspectos positivos a destacar: se mantiene el objetivo de no superar el incremento de temperatura en 1,5 ºC; se resuelve implementar una transición ambiciosa, justa, equitativa e inclusiva hacia un desarrollo bajo en emisiones y resiliente al clima; o se destaca la importancia que tienen ciertos colectivos, como los pueblos indígenas, las comunidades locales, las ciudades y la sociedad civil, incluyendo las mujeres, los jóvenes y los niños.
En conclusión: se sigue avanzando en la lucha contra el cambio climático, pero es preciso seguir siendo ambicioso. Son los Estados los que deben ejecutar las acciones de esa lucha, pero la sociedad en su conjunto también juega su papel, como demuestran recientes casos de litigación climática en todo el mundo.
Declara que no tiene conflicto de interés y que tiene a su cargo la Secretaría Técnico-Jurídica del Grupo Español de Crecimiento Verde.
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Lluís Brotons, Investigador del CSIC en el CREAF y co-coordinador del Laboratorio de Biodiversidad y Ecología del Paisaje, CREAF
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El acuerdo es un fracaso bastante claro, desde mi punto de vista. Hay un paso adelante en el reconocimiento de algo importante, la injusticia que genera el cambio climático y la importancia de compensar esa injusticia con el fondo de Loss and damage, pero, de momento, es un fondo muy vacío. En el apartado de la mitigación los pasos adelante han sido más bien hacia atrás porque el tiempo corre.
Desde un punto de vista más general, mi impresión es que hay cada vez hay un reconocimiento más palpable de que para combatir el cambio climático (y por extensión, la crisis ambiental global) las bases de la economía mundial deben cambiar bastante radicalmente y esto hace temblar la base estructural que ostenta el poder actualmente. Que solo se haya avanzado en los mecanismos que compensan los efectos del cambio y no en su mitigación hace pensar sobre la dificultad ante la que nos encontramos.
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Alejandro Caparrós, Catedrático de Economía de la Energía en la Universidad de Durham (Reino Unido), Universidad de Durham (Reino Unido). Science Media Centre España
El mundo continúa caminando con paso firme por una senda que, si nada lo remedia, nos llevará a superar los 1,5 ºC de calentamiento en pocos años. Las emisiones siguen batiendo récords históricos y nada de lo acordado en la COP27 invita al optimismo sobre nuestras opciones de modificar esta senda. Sin embargo, se ha abierto la posibilidad de avanzar por esa senda con mayor solidaridad, al menos con los países más vulnerables a las consecuencias del cambio climático. Tras más de treinta años de negociaciones, los países que más han contribuido al cambio climático han aceptado crear un fondo para ayudar a los países más desfavorecidos.
Además, se ha dejado atrás parcialmente la distinción entre países desarrollados y en desarrollo, y países tradicionalmente considerados en desarrollo como China se han abierto a contribuir a ese fondo. Los detalles del funcionamiento del fondo no se han acordado, y no se ha acordado cuánto tiene que aportar cada país. Es más, dado el precedente del Acuerdo de París, lo más probable es que cada país aporte lo que considere conveniente, sin un acuerdo para distribuir el esfuerzo necesario. Esto hace improbable que el flujo de dinero movilizado sea suficiente, pero la simple creación del fondo es un éxito para los países más afectados por el cambio climático, liderados por la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS en inglés).
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Francisco J. Doblas-Reyes, Profesor ICREA, director del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center y Coordinating Lead Author del WGI del AR6. Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS). Science Media Centre España
El resultado de la COP27 apunta en dos direcciones. La primera es la necesidad de avanzar en los mecanismos de adaptación a los efectos del cambio climático. El hecho de que finalmente se haya aprobado el fondo de loss and damage (aunque sin entrar en detalles sobre su implementación) implica que la necesidad de información climática relevante para la adaptación es aún más obvia de lo que ha sido hasta ahora. Esto implica que las metodologías que se han seguido hasta ahora para generar esta información climática, que han sido desarrollados fundamentalmente en el norte global, deben comenzar a tener en cuenta las relaciones de poder con respecto al sur global, el contexto de los usuarios y abordar la relevancia de los servicios que se han desarrollado con espíritu crítico. Además, las soluciones para la adaptación no pueden ignorar que es un problema global y que no es solo una reclamación de los países en transición. El desarrollo de soluciones para el norte global también puede aprovechar las lecciones que emergerán de esa nueva perspectiva de generación del conocimiento climático.
La segunda dirección apunta a la importancia de insistir en que cada décima de grado de calentamiento global cuenta. La falta de avance en los acuerdos sobre la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero se puede interpretar como un fallo en la comunicación de que los impactos del cambio climático se expresan de forma no lineal con respecto a los incrementos de temperatura global. Los resultados disponibles muestran que cada aumento de temperatura que se consolide tardará decenas de años en poder compensarse y que para ello un esfuerzo enorme será necesario para la captura de los gases de efecto invernadero de la atmósfera.
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Fuente: SMC