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Los beneficios para la salud derivados de los objetivos climáticos de París podrían salvar millones de vidas de aquí a 2040. Parte 3

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En el Día Mundial de la Salud de 2008, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que "la protección de la salud humana es la "línea de flotación" de las estrategias contra el cambio climático".

Coordinar las agendas de salud y clima

En los últimos 30 años, la política climática y la política sanitaria han sido en gran medida áreas distintas, y los esfuerzos para reducir las emisiones de CO2 a nivel mundial y para mejorar la salud pública se han llevado a cabo en departamentos separados de los gobiernos de todo el mundo.

En 2013, los agentes sanitarios de todo el mundo se reunieron en la Conferencia Mundial sobre Promoción de la Salud y anunciaron la "Declaración del Helsinki".  En ella se pedía un enfoque político en todos los sectores que "tenga en cuenta automáticamente las implicaciones sanitarias de las decisiones, busque sinergias y evite los efectos perjudiciales para la salud con el fin de mejorar la salud de la población y la equidad sanitaria." Este enfoque está en el centro de la cuestión de los beneficios colaterales para la salud de las medidas que limitan el calentamiento global.

Alineando los objetivos políticos de la salud y el cambio climático es probable que se consiga una mayor aceptación social y política. Sin embargo, replantear la problemática no bastará por sí solo para limitar el calentamiento global a niveles aceptables.

En su último informe sobre la diferencia de emisiones, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) concluye que, incluso con un compromiso de cero emisiones por parte de la nueva administración estadounidense, el aumento de la temperatura global superaría los 2,5ºC. Esto recalca la inmensa tarea que supone la descarbonización y la absoluta necesidad de ponerse a trabajar de inmediato. Cuanto más esperen los gobiernos, mayor será el retraso para evitar muertes.

Desafíos

Para lograr todos los objetivos de un estilo de vida activo y un aire limpio será necesaria una gran coordinación entre los responsables políticos y los urbanistas, sobre todo para dotar a los espacios urbanos de rutas de alta calidad para peatones y ciclistas y de un transporte público accesible.

La pandemia del virus Covid-19 -y los consiguientes cierres impuestos en todo el mundo- han puesto de manifiesto la insuficiencia de gran parte de las construcciones. Los espacios urbanos adolecen de falta de acceso a zonas verdes y las zonas rurales siguen dependiendo en gran medida del automóvil.

Estos problemas se ven incrementados por la desigualdad social: las comunidades con menores ingresos están más expuestas a la contaminación atmosférica y disponen de mucho menos acceso a la flexibilidad que permite a los grupos con mayores ingresos a trabajar a distancia desde zonas con menores niveles de contaminación.

Se observan problemas similares cuando se aborda el cambio de la dieta debido a un complejo enredo de factores económicos y sociales. Las comunidades con mayor riesgo de padecer una mala salud a causa de dietas deficientes en nutrientes carecen de los medios económicos necesarios para llevar a cabo un cambio sustancial.

Este patrón se observa tanto en los países en vías de desarrollo -que necesitarán una ayuda financiera sustancial de los países más ricos- como en los países más ricos, como el Reino Unido, donde una dieta deficiente contribuye a reducir sustancialmente la esperanza de vida de las comunidades económicamente marginadas.

En el Reino Unido, la acción en este sentido ha tomado la forma de una Estrategia Alimentaria Nacional, con el objetivo de ofrecer "alimentos seguros, sanos y asequibles, independientemente de dónde vivan las personas o de sus ingresos". Los resultados de una consulta inicial se publicarán en los próximos meses, pero está por ver hasta qué punto se abordará la urgencia de actuar sobre las emisiones de efecto invernadero asociadas a la alimentación.

Mientras el mundo se prepara para reunirse en la cumbre del clima COP26 en noviembre, está claro que es necesario que todos los gobiernos sean más ambiciosos para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5C. Unas políticas climáticas más sólidas podrían beneficiar a la salud de las poblaciones de todos los países, ahora y a lo largo de este siglo.

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