El cielo ya no es lo que era y los satélites de SpaceX solo pueden empeorarlo
- Publicado: Domingo, 01 Marzo 2020 20:19
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La Unión Astronómica Internacional ha simulado los efectos que tendrían sobre el cielo 25.000 de estos satélites y sus resultados son muy negativos.
Pequeños esfuerzos por solucionarlos, pero no suficientes
Recientemente, SpaceX anunció que estaba investigando la posibilidad de cubrir sus satélites con revestimientos que no reflejen tanto la luz, de modo que no entorpezcan las observaciones desde Tierra. De hecho, uno de los satélites que ya se han enviado cuenta con uno de estos recubrimientos experimentales. Lo narra también Galadí: “El equipo responsable del proyecto Large Synoptic Survey Telescope -- Vera Rubin contactó con Starlink y consiguió que uno de los satélites lanzados vaya pintado de color oscuro. Pintar de negro los satélites complica su control térmico, pues la luz que dejan de reflejar es absorbida y pasa a calentar el aparato. Por eso la empresa no es demasiado proclive a implementar esta solución”.
Añade que por ahora no se sabe cuál será la efectividad de esta medida, ya que solo hay un satélite Starlink pintado parcialmente de oscuro y no se ha observado en su órbita definitiva. “Es posible que una medida de este estilo sea de gran ayuda, pero aún hay que comprobarlo”.
Aparte de su visibilidad directa, se estima que los rastros de los satélites de la constelación serán lo suficientemente brillantes como para saturar los detectores modernos en grandes telescopios, afectando peligrosamente a las observaciones astronómicas científicas de amplio campo se verán gravemente afectadas.
En teoría, según las conclusiones del informe de la IAU, los efectos de los nuevos satélites podrían mitigarse prediciendo con precisión sus órbitas e interrumpiendo las observaciones durante su paso. No obstante, esta no sería una solución cómoda, y mucho menos fácil.
“La planificación de las observaciones para apuntar en el cielo hacia los huecos dejados por los satélites lo complican todo y reducen el rendimiento, pero puede ser la única opción viable si no se evita la construcción de las mega-constelaciones, para proyectos de observación de campo muy amplio”, lamenta el astrofísico consultado por este medio. “El equipo responsable de ese proyecto no ha sido aún capaz de diseñar un sistema de elusión eficaz, o sea, que se trataría de una estrategia compleja”.
Por otro lado, apunta a que sería también especialmente complicado para las observaciones de campo ultra-amplio: “Sería, por ejemplo, la observación de meteoros con cámaras ojo de pez y similares. Aquí no hay escapatoria posible y todas las imágenes se llenarán de trazas que obligarán a realizar tratamientos complejos de imágenes o a aplicar estadísticas de corrección a posteriori”.
Todo esto, además, requeriría derivar a ello ciertos recursos humanos y financieros y provocaría un impacto negativo en el progreso de la astronomía terrestre.
Igualmente, cabe destacar que esta posibilidad de mitigación solo sería aplicable a telescopios ópticos, no a los radiotelescopios, cuya señal se vería afectada por las interferencias emitidas por los satélites.
Además, a esto añade Galadí que también debemos tener en cuenta la astronomía aficionada. “El impacto será mayor sobre la observación no profesional: la observación del cielo por puro placer estético y como afición”, aclara. “La afición a la astrofotografía se va a ver muy perjudicada: si los satélites y aviones son ya una molestia, cuando las constelaciones estén en marcha todas las fotos van a salir llenas de rayitas y esto convertirá esta afición en una tortura. Siempre hay remedios (promediado de imágenes, arreglo con Photoshop...), pero nadie se merece esa tortura”.
Y tiene razón. Si ya la contaminación lumínica es una tortura de tal magnitud que por su culpa muchas personas no saben lo que es ver la majestuosidad de la Vía Láctea rasgando el cielo, con estas constelaciones de satélites sería aún más difícil encontrar un lugar suficientemente apartado para estar a solas con el cielo. ¿Vale la pena realmente? Económicamente, para las empresas, por supuesto que sí. Para lo demás, no está tan claro.
Fuente: Azucena Martín