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Zonas rurales

  • Para que las energías renovables contribuyan al desarrollo rural deben involucrar a los vecinos

    Shutterstock / rtbilder

     

    Recientemente, además de las amenazas de la pandemia mundial y de la crisis de desabastecimiento, se han sumado la de la posible escasez de combustibles, el aumento del precio de la luz y un posible apagón a gran escala. Sólo imaginarnos un posible apagón eléctrico generalizado nos hace temblar, ya que prácticamente todo lo que usamos requiere de la energía eléctrica.

    Las cifras en España muestran que en el último año ha habido un cierto flujo de población hacia los pueblos y un descenso de población en las ciudades. Sin embargo, los datos a escala global muestran que la población está aumentando exponencialmente en los entornos urbanos, lo que implica un cambio no solo en el medio ambiente sino también en los recursos disponibles.

    De la misma manera, a pesar de que la demografía en Europa y Norteamérica está estancada, la población mundial crece de forma sostenida. En este contexto, además, es necesario considerar los efectos que esto acarreará en el cambio climático y la degradación del medio ambiente, lo que representa una amenaza para el futuro de las personas.

    Promover un cambio de modelo energético

    Todo apunta a que estamos en un momento histórico en el que más que nunca se hacen necesarios acuerdos internacionales. Dos ejemplos son el Pacto Verde Europeo y la Agenda 2030. Estos acuerdos son clave para promover cambios culturales y de conducta encaminados a reducir el consumo energético y favorecer cada vez más el empleo de las energías renovables.

    Sin embargo, alcanzar, tal y como se pone de manifiesto en las metas del objetivo de desarrollo sostenible número 7, un acceso universal a una energía asequible, fiable, moderna y no contaminante para el 2030 parece que no va a resultar nada sencillo. Según el Banco Mundial, a pesar de los avances realizados durante los últimos años para lograr las metas de los ODS, todavía 840 millones de personas no tienen acceso a la electricidad.

    Energías renovables y desarrollo sostenible

    A fecha de hoy, nadie duda de que el fomento de las energías renovables es una estrategia necesaria para lograr el desarrollo sostenible. Las energías renovables resultan fundamentales para garantizar la seguridad energética global, sin que ello conlleve un grave impacto en el medio ambiente ni en las necesidades de las generaciones futuras.

    Así, las Naciones Unidas han promovido históricamente el empleo de estas fuentes energéticas, dando cada vez más importancia a la promoción del uso y la producción de energía verde.

    Hace medio siglo, en 1972, se celebró en Estocolmo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano y, por primera vez, se vinculó el uso de fuentes de energía renovables con el desarrollo sostenible. Desde entonces, la protección del medio ambiente y las energías renovables han sido parte integrante de la agenda de la comunidad internacional.

    Las renovables en el mundo rural

    Desde el punto de vista técnico-económico, las zonas rurales se encuentran en desventaja respecto a las áreas urbanas. Grandes áreas rurales no cuentan con conexión a la red eléctrica todavía. Otras que sí disponen de ella no suelen ser muy eficientes y su mejora no resulta rentable, por lo que salir de ese círculo resulta muy difícil.

    En este sentido, no se debe olvidar que no es lo mismo hablar de una zona rural en países desarrollados que en países en desarrollo. Aunque en el primer caso se cuente con menos infraestructuras que las grandes urbes, no existen las enormes dificultades de acceso a la tecnología y a la energía eléctrica que se dan en territorios menos favorecidos.

    Analizando esta problemática desde un punto de vista de nuevos negocios, la transición energética aparece como una oportunidad prometedora para el desarrollo económico de las zonas rurales. Sin embargo, no es evidente la relación entre las energías renovables y el desarrollo rural sostenible. Aunque se han publicado muchos informes que recogen casos en los que las energías renovables han ayudado al desarrollo rural, no se ha establecido una metodología que permita determinar en qué medida las inversiones en energías renovables han permitido el desarrollo de las zonas rurales.

    Proyectos energéticos comunitarios

    En función del tipo de proyecto de energías renovables, el impacto social y económico en el entorno en el que se ubica es diferente. Cuando los proyectos son grandes es más fácil que favorezcan el empleo local tanto durante la construcción como durante la operación y mantenimiento. No siempre es así en los proyectos más pequeños, puesto que no requieren tanta mano de obra.

    Por otro lado, es más fácil que se produzca un desarrollo rural cuando la propiedad de las energías renovables recae en una comunidad de vecinos. De ese modo, los ingresos pueden reinvertirse en iniciativas locales, de manera que estas contribuyan a la mejora social, económica y medioambiental de la propia comunidad rural.

    Los proyectos energéticos colectivos pueden estar promovidos tanto por entidades sin ánimo de lucro como por agrupaciones formadas por habitantes de la zona. Así mismo, los proyectos pueden ser simplemente para el autoconsumo o pueden ser instalaciones a mayor escala que se financian de forma colectiva.

    No obstante, el plan de copropiedad tiende a beneficiar a los individuos que pueden permitirse comprar acciones, y no siempre se cumple el retorno de estos beneficios en la comunidad. Por otro lado, es cierto que cuando se reinvierten las ganancias se crea un enorme beneficio social, se crean nuevas capacidades y habilidades en las personas que participan en estos proyectos, crece el espíritu comunitario, la identidad y cohesión, así como la autonomía de la comunidad.

    Claves para impulsar el desarrollo local

    Así, cuando las zonas rurales se enfrentan a su situación más desfavorable, bien porque sus industrias son obsoletas y están en declive, o bien porque son zonas aisladas, la inversión en energías renovables puede ser una oportunidad para el desarrollo. Una estrategia local clara para la implantación de energías renovables depende de la identificación de posibles ventajas tanto económicas como sociales y de la necesidad urgente de actuar.

    La propiedad y el control local de los proyectos de energías renovables pueden facilitar su aceptación y maximizar los beneficios locales, generando riqueza en entornos tradicionalmente empobrecidos.

    Asimismo, son las propias zonas rurales quienes deben identificar y aprovechar sus puntos fuertes, tanto en lo que respecta a los recursos renovables disponibles como al contexto económico local. Pero también es cierto que es necesaria una Administración que facilite los trámites, y aporte un marco jurídico y un apoyo estable en el tiempo.

    Por último, un elemento clave en el avance de este tipo de iniciativas son los propios pioneros a los que se les debe ayudar a compartir su experiencia. En este sentido, las ayudas a emprendedores y empresas que desean abrir nuevas líneas de negocio alrededor de las energías renovables son agentes clave para su implementación y explotación.

    De esta forma, los proyectos de energías renovables pueden contribuir al desarrollo global, pero deben incluir a las partes interesadas locales para que realmente se produzca un desarrollo rural sostenible.

     

    Publicado en The Conversation el 11 de enero de 2021. Enlace al artículo original: https://bit.ly/3HTQisc

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    Olatz Ukar Arrien no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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  • Una PAC más justa y sostenible basada en el conocimiento científico

     Olivares y cultivos cerealistas en la Campiña de Córdoba. Esta mezcla de cultivos, antes de su intensificación, representaban un hábitat adecuado para las aves esteparias en Andalucía. C. PalacínAuthor provided

    La Política Agraria Común (PAC) es la principal política pública de la UE. Sus orígenes se remontan a 1962 en el contexto de escasez de alimentos tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la PAC ha ido cambiando sus objetivos y sufriendo distintas reformas. Las ayudas a los productores han ganado peso frente a la producción de alimentos. En las últimas décadas, estas reformas han empezado a reconocer también los beneficios ambientales asociados a la agricultura extensiva.

    En la actualidad, la PAC trata de corregir los problemas tanto ambientales (contaminación, pérdida de biodiversidad, cambio climático), como socioeconómicos (despoblación rural, inequidad regional, especulación alimentaria) que genera la producción intensiva de alimentos y otros productos agropecuarios.

    Intensificación agrícola en la ZEPA y Parque Regional del Sureste de Madrid. Las figuras de protección territorial en áreas agrícolas no están cumpliendo los objetivos de conservación para las que fueron creadas. C. Palacín, Author provided

    Desde el año 2018, se está elaborando una nueva reforma para el periodo 2023-2030. Esta nueva reforma trata de introducir un cambio profundo en su estructura, orientándola a la consecución de resultados concretos, fundamentalmente ambientales y sociales. Para ello se están diseñando diferentes acciones, algunas voluntarias y otras de obligado cumplimiento para los agricultores.

    Como novedad, esta reforma incluye la elaboración del Plan Estratégico de la PAC en cada país. Cada plan estratégico establecerá las intervenciones adaptadas a las necesidades concretas del sector agrario y al medio rural de cada territorio.

    En el caso de España, el desarrollo de este plan está siendo un proceso abierto y participativo. En él, están interviniendo el Ministerio de Agricultura, las Comunidades Autónomas, distintas organizaciones agrarias y medioambientales del ámbito nacional, así como otros interlocutores.

    Los científicos especializados en biodiversidad y servicios ecosistémicos asociados a los espacios agrarios han formado grupos de trabajo en 13 países para colaborar en el desarrollo de esos planes.

    Entre las conclusiones de estos grupos destaca la urgencia de incrementar la superficie protegida de zonas no cultivadas como barbechos, linderos y pastizales extensivos en el conjunto de Europa. En materia de gestión, subrayan que es imprescindible aumentar los fondos destinados a mitigar los efectos negativos de la agricultura en la biodiversidad y el clima. Además, se reitera la necesidad de un seguimiento y evaluación continuos en los resultados obtenidos.

    El grupo que se ha formado en España (ES-PAC) ha hecho una síntesis de las principales evidencias científicas que pueden apoyar el diseño del plan español.

    Paisaje agrícola de cereal extensivo en mosaico, que alberga altos niveles de diversidad y sus servicios ecosistémicos asociados en la Mancha conquense. M.Díaz

    La conservación de la biodiversidad en España

    España es el país europeo con los mayores niveles de biodiversidad en zonas agrarias. Un 38 % de las especies y un 23 % de los hábitats considerados como de conservación prioritaria en nuestro país dependen de los paisajes agrarios. La conservación de estas especies y hábitats está determinada por el tipo de usos que se realizan en dichos espacios. En consecuencia, la PAC tiene un papel muy relevante a la hora de garantizar su conservación.

    Recientemente en España se han aprobado diversas estrategias nacionales alineadas con los compromisos internacionales para la conservación de la biodiversidad. Estas son: la Estrategia Nacional para la Conservación de Polinizadores, la de Infraestructuras Verdes y Conectividad y Restauración Ecológica y la Estrategia para la Conservación y Utilización de Parientes Silvestres de los Cultivos y Plantas Silvestres de Uso Alimentario.

    Estas estrategias consideran la PAC como fuente de financiación. Por tanto, el Plan Estratégico de la PAC será un instrumento clave para la conservación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos asociados en los paisajes agrarios en nuestro país.

    Mosaico de cultivos mediterráneos de secano (rastrojos, barbechos, viñas, olivares, almendros) en La Alcarria (Guadalajara) que conforman un hábitat apropiado para las aves esteparias. La concentración parcelaria y la intensificación agrícola está provocando su desaparición. C. Palacín

    El paisaje en la conservación de la biodiversidad

    Diversos estudios científicos demuestran que para que las medidas de conservación sean efectivas es necesario que tengan objetivos explícitos y cuantificables. Además, es necesario que se consideren diversas escalas: las parcelas agrarias, los paisajes donde se insertan y las regiones en las que se localizan.

    Dentro de estas escalas, el paisaje tiene una especial relevancia para el mantenimiento de la diversidad. La estructura y complejidad del paisaje determinan los procesos y servicios ecosistémicos, afectando a las dinámicas de las especies, comunidades y hábitats. Por tanto, la escala paisaje debe ser considerada y estar integrada en las medidas que se diseñen para garantizar su efectividad.

    España destaca en el contexto europeo por tener una gran variedad de paisajes agrarios. Se reconocen ocho grandes tipos: cultivos herbáceos mediterráneos, las dehesas y otros sistemas agrosilvopastorales, los olivares, los viñedos, los sistemas mixtos eurosiberianos, los sistemas ganaderos extensivos y mixtos, los frutales, y los arrozales. En consecuencia, el plan estratégico de la PAC debería contemplar medidas específicas para cada uno de estos paisajes agrícolas y ganaderos.

    Las pumaradas (plantaciones de manzano) de sidra de Asturias, son un ejemplo paradigmático de cultivo en un paisaje biodiversos. Contribuyen a los servicios ecosistémicos con elementos como los bosquetes autóctonos, las sebes (linderos de seto vivo) y las cubiertas herbáceas naturales permanentes. D.García

    Evidencia científica para diseñar la PAC

    En un trabajo que saldrá publicado próximamente (Ardeola: International Journal of Ornithology (2021), 68: 445-460), hemos identificado las evidencias científicas para facilitar que el plan estratégico español de la PAC cumpla con los objetivos de conservación de la biodiversidad.

    En primer lugar, el plan debe estar basado en objetivos claros y específicos para cada sistema agrícola. Además, estos objetivos deben ser acordes con los objetivos de las estrategias ambientales nacionales y europeas.

    Del mismo modo, es importante que el diseño de las medidas concretas y el seguimiento de los resultados ambientales se base en la evidencia científica existente. Por ello, es importante fomentar la investigación, especialmente en aquellos sistemas agrarios menos conocidos, como los arrozales o varios cultivos leñosos.

    En segundo lugar, dado que las medidas no siempre serán de obligado cumplimiento, es importante que su diseño potencie la aceptación por parte de los agricultores de aquellas medidas que sean voluntarias. Hay diversos aspectos que pueden contribuir a ello: por un lado, disminuir la complejidad burocrática, por otro lado, facilitar la formación y transferencia de conocimientos a los agricultores. Al mismo tiempo, es importante difundir las evidencias de los beneficios obtenidos por la aplicación de las distintas medidas.

    Otro aspecto importantes sería apoyar y fomentar figuras como los sistemas agrarios de alto valor natural. Estos previenen el abandono o cambio de usos del suelo en aquellas zonas de especial importancia para la conservación. Igualmente, no hay que olvidar la conservación de la diversidad doméstica –las razas y variedades locales–. Esta abre la posibilidad de medidas de conservación sinérgicas para la diversidad silvestre y doméstica.

    No obstante, se debe garantizar que estas medidas no compitan con las fuentes de financiación centradas en la diversidad silvestre. Por último, hay que revisar la reglamentación de la agricultura ecológica para incluir entre sus normas el mantenimiento de la biodiversidad.

    Composición de cultivos mediterráneos tradicionales de secano (cereal, olivar, almendros) en La Sagra (norte de Toledo). Este paisaje constituye un sistema de alto valor natural por albergar una elevada biodiversidad. C. Palacín

    En definitiva, el conocimiento científico disponible permite desarrollar medidas potencialmente eficaces para la nueva PAC 2023-2030. Basar las herramientas de la nueva PAC en evidencias científicas mejorará la protección de la biodiversidad en los paisajes agrarios. Al mismo tiempo, favorecerá una financiación más adecuada que ayudará a los agricultores a desarrollar sistemas agrarios más justos y sostenibles.

    Este artículo es resultado de la reunión del grupo de trabajo ES-PAC en Noviembre 2020, organizado por M. Díaz, E.D. Concepción y M.B. Morales bajo la coordinación a nivel europeo de Guy Pe’er. Francisco M. Azcárate, Gerard Bota, Lluis Brotons, Santiago Mañosa, Pedro J. Rey, Daniel García, Alberto Navarro, Rocío Tarjuelo, Fabián Casas, Ignasi Bartomeus, Pedro Olea, José Vicente López-Bao, Carlos Palacín, Juan Carlos Alonso, Luis Miguel Bautista, José A. Sánchez-Zapata, Federico Fernández, Irene Guerrero, Begoña Peco, Marcos Miñarro, Javier Seoane, Susana Suárez-Seoane, Juan Traba, Francisco Valera, Elena Velando-Alonso y Gerardo Moreno atendieron a la reunión y aportaron información relevante 

    Fuente:   Elena Velado AlonsoInvestigadora postdoctoral proyecto Showcase, Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC)