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Océanos

  • ¿Habrá partes del océano que queden desiertas por culpa del cambio climático?

     

     

    La temperatura es la propiedad ambiental con mayor influencia en la biología de los organismos y, en consecuencia, en la forma en la que estos interactúan entre sí y con el medio que les rodea. Ella determina la velocidad a la que ocurren las reacciones químicas del metabolismo y, de esta forma, rige el tempo de procesos vitales como el crecimiento, la fecundidad o la reproducción.

    Podría decirse que la vida en la Tierra se comporta de la misma manera que una olla en el fogón: a mayor temperatura, todo ocurre más rápido.

    En los ambientes acuáticos, además de esta relación directa entre temperatura y biología, la temperatura del agua determina otras propiedades físicas del medio como la cantidad de oxígeno disuelto (fundamental para la respiración de los organismos) y la capacidad de absorción del CO₂ atmosférico (clave en el control del efecto invernadero y de la acidez de los océanos).

    Si juntamos las piezas de este puzle y nos centramos en los océanos, es de esperar que un aumento de la temperatura del agua acelere el metabolismo de los organismos. Aumentaría su respiración y, por tanto, su demanda de oxígeno (elemento que será cada vez más escaso en su medio). No parece una situación ideal, desde luego. Aunque sabemos que unas especies resistirán mejor los impactos del cambio climático, otras (más vulnerables) verán sus poblaciones mermadas pudiendo llegar a extinguirse.

    Proyecciones para saber qué pasará en el futuro

    Ante este panorama, y para estudiar de forma pautada las consecuencias globales futuras del calentamiento del planeta, los científicos trabajan con escenarios predefinidos de futuro, conocidos como escenarios RCP. Basados en potenciales patrones de emisión de gases de efecto invernadero, estos escenarios predicen que la temperatura media de los océanos aumentará entre 0,8 y 3,1℃ a finales del siglo XXI.

    Considerando estos rangos de temperatura, los científicos tratan de predecir cuál será la respuesta de los ecosistemas a las condiciones ambientales futuras a través de experimentos en los que las especies marinas son sometidas a esos niveles de temperatura.

    Los resultados de estos estudios de laboratorio y las observaciones in situ de condiciones ambientales apuntan ya a que estaríamos acercándonos a los rangos fisiológicos tolerables por las especies de zonas tropicales. Por tanto, el límite de habitabilidad de estas regiones podría estar más próximo de lo que pensábamos.

    Las especies huyen de los trópicos

    En abril, un estudio publicado en la prestigiosa revista PNAS constató que la respuesta de los organismos marinos de zonas tropicales al calentamiento global lleva en marcha al menos unas décadas.

    El trabajo comprobó que entre 1955 y 2015 ha habido un desplazamiento general de especies marinas desde la zona ecuatorial hacia los polos (zonas más templadas de mayores latitudes). Este patrón de abandono de las zonas tropicales, calculado usando datos de unas 50.000 especies marinas, podría ser de tal dimensión que estas regiones estarían dejando de ser los lugares del planeta con mayor biodiversidad. Y no solo eso, parece ser que el número de especies desplazadas aumenta década tras década, acelerando la “huida” de especies tropicales.

    Fenómenos así no son nuevos en la historia de la Tierra. Los científicos ya han observado este tipo de patrones en el registro fósil coincidiendo con periodos de calentamiento global en el pasado.

    Lo novedoso (y más preocupante) de la situación actual es la velocidad a la que todo está pasando. Este estudio sería la primera evidencia científica a gran escala del abandono generalizado de especies de las zonas tropicales por culpa del calentamiento global de forma abrupta y acelerada.

    Efectos también para los humanos

    Si esta tendencia continúa, el impacto de la desaparición de la biodiversidad tropical será incalculable para la humanidad. En las zonas tropicales (donde se estima que vive el 85 % de la población humana más pobre del planeta) se ha estimado que la pesca podría caer un 40 % hacia 2050 en relación a los valores del año 2000 debido al cambio climático. Esto supondría un riesgo para la seguridad alimentaria y los ingresos provenientes del turismo en estas zonas.

    Además, se estima que el aumento de la temperatura húmeda (medida en condiciones de humedad máxima) terrestre por encima del límite fisiológico soportable por los humanos (35℃) dificultará la supervivencia de las sociedades en estas áreas y desencadenará migraciones climáticas cuyas consecuencias a nivel geopolítico son aún difíciles de predecir.

    Ante esta perspectiva, y en vista de la insuficiente ralentización de las causas que favorecen el cambio climático, la comunidad científica se centra ahora en la búsqueda de opciones de mitigación y adaptación a las consecuencias del cambio climático en la pesca. Estas medidas –que no son exclusivas de las pesquerías tropicales porque el desplazamiento de stocks pesqueros hacia los polos es global– tienen sus pilares principales en la capacidad organizativa de las comunidades humanas e instituciones, y en el aprovechamiento del conocimiento científico y local.

    Cumplir los acuerdos internacionales que establecen el límite del calentamiento global del planeta en 1.5℃ para el siglo XXI (Cumbre Climática de París, 2015) es, a día de hoy, la única medida paliativa que podría frenar esta tendencia catastrófica. Si bien todo parece indicar que llegaremos tarde a esta meta, no todo estará perdido si se reactiva la voluntad política.

     

    Publicado el 6 de junio de 2021 en The Conversation por Juan Bueno Pardo. Enlace al original: https://bit.ly/3zrrVPt

    Este artículo forma parte de Océanos 21, una serie de artículos sobre los océanos del mundo que nos llevan a explorar las antiguas rutas comerciales del océano Índico, la contaminación de plásticos en el Pacífico, la luz y la vida en el Ártico, la pesca en el Atlántico y la influencia del océano Antártico en el clima global. La red de colaboradores internacionales de The Conversation pone estos textos a su alcance.

     

    Cláusula de Divulgación

    Juan Bueno Pardo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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  • Alerta de medusas: el aumento de avistamientos indica drásticos cambios en la red alimentaria del océano debido al cambio climático

    Joost van Uffelen/Shutterstock

     

    ¿Vió una medusa en un viaje reciente a la playa? Es más probable que los bañistas del Reino Unido vean una ahora que en el pasado, ya que el aumento de la temperatura del mar debido al cambio climático ha llevado a más de estos animales gelatinosos a las aguas del norte de Europa.

    Las medusas no nadan como los peces. Pertenecen al plancton: un grupo diverso de criaturas marinas que se desplazan a la deriva por el mar, flotando donde sea que las lleven las corrientes. Las medusas se encuentran entre los pocos tipos de plancton visibles al ojo humano. La mayoría del plancton es diminuto (menos de 2 mm) y solo se puede ver con un microscopio.

    Aunque en gran parte invisible, el plancton es la base de la red alimenticia del océano, consumida por peces, aves marinas e incluso ballenas. Las especies que no comen plancton, como las focas, comerán organismos que sí lo hagan. A nivel mundial, el fitoplancton (algas unicelulares que, al igual que los árboles y arbustos terrestres, son en su mayoría de color verde y utilizan la clorofila para realizar la fotosíntesis) producen la mitad del oxígenoque respiramos.

    Las medusas cada vez más abundantes son solo un ejemplo de las muchas formas en que el plancton refleja la influencia del cambio climático en el océano. Mi equipo de investigación descubrió que las especies que componen las comunidades de plancton del Atlántico Norte también están cambiando a medida que aumenta la temperatura del mar.

    Analizamos los datos de plancton recopilados con redes y botellas en todo el Atlántico nororiental durante los últimos 80 años. Descubrimos que las larvas de cangrejos, estrellas de mar, erizos de mar y langostas son cada vez más comunes, mientras que los crustáceos parecidos a camarones llamados copépodos (una fuente de alimento fundamental para peces, aves marinas e incluso tiburones peregrinos) están disminuyendo.

     

    Translucent, microscopic creatures on a black background.

    Los copépodos son una rica fuente de alimento para una variedad de peces. Choksawatdikorn/Shutterstock

     

    Estos son grandes cambios entre algunas de las formas de vida más pequeñas y afectarán a toda la red alimentaria marina, así como a los humanos. Debemos entender estos cambios para adaptarnos a ellos. Eso podría significar nuevas prácticas de pesca, e incluso dietas.

    En la estela de una medusa
    El zooplancton (el subconjunto animal del plancton) consiste no solo en copépodos y medusas, sino también en las etapas larvales de peces, crustáceos y equinodermos (el grupo de “piel espinosa” al que pertenecen las estrellas de mar y los erizos de mar) que luego se asientan en el fondo del mar y maduran en sus formas adultas familiares. Tanto las comunidades de zooplancton como las de fitoplancton son muy diversas y contienen especies de todo tipo de formas extrañas y maravillosas.

    Desde la década de 1960, las especies de zooplancton de aguas más frías se han estado retirando hacia el Ártico, seguidas por las especies de aguas más cálidas que también siguen el aumento de la temperatura del mar hacia el norte. Las especies de zooplancton de aguas más cálidas que ahora dominan las aguas del norte de Europa son generalmente más pequeñas y menos nutritivas que las especies de aguas frías a las que han reemplazado.

    El momento estacional en que abunda el plancton en el Mar del Norte también ha cambiado, incluso en todo el Reino Unido. Si bien el ciclo estacional del fitoplancton es impulsado por la luz solar y, por lo tanto, no ha cambiado, el momento del año en que algunas especies de zooplancton son más abundantes ahora llega antes, ya que los inviernos más cortos y cálidos hacen que los huevos de algunas especies eclosionen antes. Esto ha significado un desajuste entre la floración primaveral del fitoplancton y la abundancia máxima anual del zooplancton que se atiborra de él.

     

    A satellite image of the ocean with a turquoise plume.

    Las floraciones de fitoplancton suelen ser tan grandes que se pueden ver desde el espacio. GizemG/Shutterstock

     

    Estos cambios han significado que la cantidad y el tipo de alimento disponible para las larvas de peces (que son zooplancton pero comen zooplancton más pequeño) está cambiando en el Atlántico norte. Las especies de aguas cálidas como el atún rojo y las anchoas ahora se encuentran comúnmente en las aguas del norte de Europa, mientras que el bacalao, el arenque, el merlán y el espadín, todas especies importantes de peces comerciales, han disminuido en número.

    Los administradores de pesquerías deben trabajar con los científicos para establecer cuotas que garanticen que estas nuevas especies se pescan de manera sostenible, mientras que las comunidades pesqueras costeras pueden tener que capturar nuevas especies a medida que disminuyen las familiares. Es posible que el público también tenga que adaptar sus dietas a medida que las especies tradicionales, como el bacalao en el Reino Unido, se vuelvan más escasas.

    Las medusas que ahora vemos en las aguas del Reino Unido podrían haber sido una rareza alguna vez, pero están siguiendo a una multitud (en gran parte invisible) que está alterando las redes alimentarias marinas y cambiando el tipo de pescado que podría comprar y comer localmente. La próxima vez que observe el movimiento hipnótico de una de estas hermosas criaturas a medida que avanza por el agua, piense en los cambios que presagia su llegada, tanto para el océano como para usted.

     

    Publicado el 24 de agosto de 2022 en The Conversation. Enlace al artículo original (en inglés)

    Disclosure statement

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  • Así quedaría la Tierra si se secara el agua de todos los océanos

    Un colaborador de la NASA ha creado una animación que muestra cómo se vería la Tierra sin agua.

  • Cachalotes en el siglo XIX compartieron información sobre ataques a barcos

    Los cuadernos de pesca de los balleneros muestran una rápida caída en la tasa de impacto en el Pacífico norte debido a cambios en el comportamiento de los cetáceos

     

     

    When facing a human attack, sperm whales abandoned the defensive circles used against orca and swam upwind instead.

    Al enfrentarse a un ataque humano, los cachalotes abandonaron los círculos defensivos utilizados contra las orcas y nadaron contra el viento. Fotografía: Alamy

     

    Un notable nuevo estudio sobre cómo se comportaron las ballenas cuando fueron atacadas por humanos en el siglo XIX tiene implicaciones en la forma en que reaccionan a los cambios provocados por los mismos en el siglo XXI.

    El documento, publicado por la Royal Society el miércoles, está escrito por Hal Whitehead y Luke Rendell, científicos preeminentes que trabajan con cetáceos, y Tim D Smith, un científico de datos, y su investigación aborda una antigua pregunta: si las ballenas son tan inteligente, ¿por qué se quedaron para ser asesinados? ¿La respuesta? No lo hicieron.

    Utilizando cuadernos de bitácora digitalizados que detallan la caza de cachalotes en el Pacífico norte, los autores descubrieron que en tan solo unos años, la tasa de impacto de los arpones de los balleneros se redujo en un 58%. Este simple hecho lleva a una conclusión asombrosa: que la información sobre lo que les estaba sucediendo se estaba compartiendo colectivamente entre las ballenas, quienes realizaron cambios vitales en su comportamiento. Cuando su cultura tuvo un primer contacto fatal con la nuestra, aprendieron rápidamente de sus errores.

    “Los cachalotes tienen una forma tradicional de reaccionar a los ataques de las orcas”, señala Hal Whitehead, quien habló con The Guardian desde su casa con vista al océano en Halifax, Nueva Escocia, donde enseña en la Universidad de Dalhousie. Antes de los humanos, las orcas eran sus únicos depredadores, contra los cuales los cachalotes forman círculos defensivos, con sus poderosas colas extendidas hacia afuera para mantener a raya a sus asaltantes. Pero tales técnicas “simplemente facilitaron que los balleneros los mataran”, dice Whitehead.

    Fue una matanza espantosamente rápida, y acompañó a otras amenazas al irónicamente llamado Pacífico. Desde estaciones de caza de ballenas y focas hasta bases misioneras, la cultura occidental se importó a un océano que había permanecido prácticamente intacto. Como Herman Melville, él mismo un ballenero en el Pacífico en 1841, escribiría en Moby-Dick (1851): "El punto discutible es si el Leviatán puede soportar una persecución tan amplia y un caos tan implacable".

    Los cachalotes son animales muy socializados, capaces de comunicarse a grandes distancias. Se asocian en clanes definidos por el patrón de dialecto de los clics de su sonar. Su cultura es matrilineal, y la información sobre los nuevos peligros puede haberse transmitido de la misma manera que las matriarcas de ballenas comparten conocimientos sobre las zonas de alimentación. Los cachalotes también poseen el cerebro más grande del planeta. No es difícil imaginar que entendieron lo que les estaba pasando.

    Los propios cazadores se dieron cuenta de los esfuerzos de las ballenas por escapar. Vieron que los animales parecían comunicar la amenaza dentro de sus grupos atacados. Abandonando sus habituales formaciones defensivas, las ballenas nadaron contra el viento para escapar de los barcos de los cazadores, ellos mismos propulsados ​​por el viento. "Esta fue una evolución cultural, demasiado rápida para la evolución genética", dice Whitehead.

    Y a su vez, evoca otra ironía. Ahora, justo cuando las ballenas están comenzando a recuperarse de la destrucción industrial de las flotas balleneras del siglo XX, cuyos barcos de vapor y arpones de granadas ninguna ballena podría eludir, enfrentan nuevas amenazas creadas por nuestra tecnología. "Tienen que aprender a no ser golpeados por barcos, a hacer frente a las depredaciones de la pesca con palangre, la fuente cambiante de su alimento debido al cambio climático", dice Whitehead. Quizás el mayor peligro moderno es la contaminación acústica, una que no pueden hacer nada para escapar.

    Whitehead y Randall han escrito de manera persuasiva sobre la cultura de las ballenas, expresada en técnicas de alimentación localizadas a medida que las ballenas se adaptan a fuentes cambiantes, o en cambios sutiles en el canto de las jorobadas cuyo significado sigue siendo misterioso. El mismo tipo de aprendizaje social urgente que experimentaron los animales en las guerras de las ballenas de hace dos siglos se refleja en la forma en que negocian el mundo incierto de hoy y lo que le hemos hecho.

    Como observa Whitehead, la cultura de las ballenas es muchos millones de años más antigua que la nuestra. Quizás necesitemos aprender de ellos como ellos aprendieron de nosotros. Después de todo, fueron las ballenas las que provocaron a Melville a sus profecías en Moby-Dick. "Consideramos que la ballena es inmortal en su especie, por perecedera que sea en individualidad", escribió, "y si alguna vez el mundo se inunda de nuevo... entonces la ballena eterna aún sobrevivirá, y... lanzará su desafío espumoso a los cielos".

     

    (Este artículo se modificó el 18 de marzo de 2021 para aclarar que “Dalhousie” se refiere a una universidad y no a un lugar)

      

    Publicado en The Guardian el 17 de marzo de 2021 por  Philip Hoare. Enlace a la noticia original: https://bit.ly/311AYX7

     

  • El océano Ártico se acidifica hasta cuatro veces más rápido que otros océanos

    El Ártico se está calentando a un ritmo más rápido que cualquier región comparable de la Tierra, con la consiguiente pérdida de hielo marino. Esta pérdida de hielo marino está provocando una mayor absorción de dióxido de carbono atmosférico por parte de las aguas superficiales y, en consecuencia, una rápida acidificación del océano Ártico occidental, a un ritmo tres o cuatro veces mayor que en las cuencas del Atlántico, el Pacífico, el Índico, la Antártida y la subantártica, según un estudio, publicado en Science el jueves.

    Investigadores del Instituto de Investigación Polar y Marina de la Universidad de Jimei, China, y la Escuela de Ciencias y Políticas Marinas de la Universidad de Delaware en los EE. UU., explican que el derretimiento del hielo marino expone el agua de mar a la atmósfera y promueve una rápida absorción de dióxido de carbono atmosférico, lo que reduce su alcalinidad y su capacidad amortiguadora, es decir, su capacidad para resistir la acidificación; y, por lo tanto, provoca fuertes descensos en el pH y el aragonito (una forma de carbonato de calcio que muchos animales marinos utilizan para construir sus esqueletos y conchas, Ωarag), convirtiéndose en la primera cuenca de mar abierto en experimentar una subsaturación generalizada de aragonito [estado de saturación de aragonito (Ωarag) < 1].

    En el estudio se reporta una rápida acidificación, con tasas de tres a cuatro veces más altas que en otras cuencas oceánicas, y lo atribuyen a cambios en la cobertura de hielo marino en una escala de tiempo decenal.

    "En otros sistemas oceánicos, la acidificación está siendo impulsada por un aumento en el dióxido de carbono atmosférico, que aumenta a una tasa de alrededor de 2 ppm [partes por millón] por año", dijo Wei-Jun Cai, experto en química marina de la Universidad de Delaware y uno de los autores del artículo.

    Las tendencias de acidificación oceánica tienden a seguir las predichas por los aumentos de dióxido de carbono atmosférico a lo largo del tiempo. Pero cuando los científicos compararon los datos recopilados en el Ártico entre 1994 y 2020 con cuencas oceánicas de otros lugares, descubrieron que la acidificación estaba ocurriendo mucho más rápido en el Ártico.

     

    Un glaciar en el archipiélago Svalbard de Noruega. El derretimiento del hielo reduce la alcalinidad del agua de mar, diluyendo así su capacidad para resistir la acidificación. Fotografía: Nasa/ZumaWire/Rex/Shutterstock

     

    Si el hielo marino continúa desapareciendo en el Ártico occidental, el proceso podría continuar e intensificarse en las próximas décadas. “Predecimos una mayor disminución del pH, particularmente en latitudes más altas donde la retirada del hielo marino está activa, mientras que el calentamiento del Ártico puede contrarrestar las disminuciones de Ωarag en el futuro”.

    La investigación es continuación de un estudio realizado en agosto, que encontró que el Ártico se ha calentado aproximadamente cuatro veces la tasa promedio global en los últimos 43 años. El calentamiento más rápido, conocido como amplificación del Ártico, es un proceso de retroalimentación impulsado por el derretimiento del hielo marino, que también está produciendo una acidificación más rápida, dicen los investigadores.

    El efecto de la química alterada del agua de mar tendrá "enormes implicaciones" para la vida marina, predice Cai. Como ejemplo, se refirió a estudios que muestran que la acidificación de los océanos es una amenaza para los arrecifes de coral al reducir la concentración de iones de carbonato que los corales necesitan para construir los esqueletos.

    El pH más bajo, o acidez, del agua de mar podría afectar a otros muchos sistemas e incluso podría hacer que algunos metales sean más tóxicos, agregó.

    “Estamos lejos de saber cuál es el impacto en los sistemas biológicos. No sabemos qué organismos podrían verse afectados. Esto es algo que la comunidad biológica debe investigar”.

     

    Autoría: Karen McVeigh @karenmcveigh1

    Publicado en The Guardian, el 29 de septiembre de 2022

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

  • El océano es fundamental para hacer frente al cambio climático. Entonces, ¿por qué se ha descuidado en las conversaciones sobre el clima mundial?

     

     Silas Baisch/UnsplashCC BY

     

    El cambio climático se discute comúnmente como si fuera un fenómeno atmosférico único. Pero la crisis está profundamente entrelazada con el océano, y esto se ha descuidado en gran medida en las conversaciones internacionales sobre el clima.

    Las últimas negociaciones internacionales sobre el clima lograron algunos avances al, por primera vez, anclar los océanos de forma permanente en el régimen multilateral de cambio climático. Pero el Pacto Climático de Glasgow está todavía a leguas de donde debe estar para reflejar adecuadamente la importancia de los océanos para nuestro sistema climático.

    La mayoría de los países tienen objetivos para las emisiones terrestres, pero no existen tales objetivos para los océanos. Sin embargo, el océano juega un papel vital para ayudar a equilibrar las condiciones que los humanos y la mayoría de las otras especies necesitan para sobrevivir, al mismo tiempo que ofrece una parte sustancial de la solución para detener el calentamiento del planeta por encima del límite crucial de 1,5 ℃ en este siglo.

    Entonces, ¿cómo pueden los océanos ayudarnos a abordar la crisis climática? ¿Y qué avances se han logrado en las negociaciones internacionales?

    El increíble potencial del océano
    Desde la industrialización, el océano ha absorbido el 93% del calor generado por el hombre y un tercio del dióxido de carbono antropogénico (CO₂). Las consecuencias de esto son profundas, incluida la expansión térmica del agua (la causa clave del aumento del nivel del mar), la acidificación de los océanos, la desoxigenación (pérdida de oxígeno) y haber forzado que la vida marina se redistribuya a otros lugares.

    Es alarmante que esto algún día lleve al océano a revertir su función de sumidero de carbono y liberar CO₂ de vuelta a la atmósfera, a medida que su capacidad de absorción disminuya.

    Igualmente importante es la mitigación climática basada en los océanos, que podría proporcionar más del 20% de las reducciones de emisiones necesarias para la meta de 1,5 ℃.

     

    Cargo ships

    La industria del transporte marítimo es responsable de aproximadamente el 3% de las emisiones globales. Andy Li/Unsplash, CC BY

     

    Fundamentalmente, debemos ver cambios en las industrias marítimas. La industria del transporte marítimo por sí sola tiene una huella de carbono similar a la de Alemania; si el transporte marítimo fuera un país, sería el sexto mayor emisor del mundo. Aunque ocupa un lugar destacado en la agenda de la Organización Marítima Internacional, la descarbonización del transporte marítimo todavía carece de objetivos o procesos adecuados.

    Los océanos también pueden proporcionar opciones alimentarias sostenibles y seguras para el clima. Los sistemas alimentarios actuales, como la agricultura, la pesca y los alimentos procesados con alto nivel de emisiones, son responsables de un tercio de las emisiones globales. Se pueden obtener considerables beneficios ambientales (y para la salud) cambiando nuestras dietas a “alimentos azules” sostenibles.

    Estos incluyen productos del mar obtenidos de la pesca con prácticas de gestión sostenible, como evitar la sobrepesca y reducir las emisiones de carbono. Los mercados y las tecnologías también deberían orientarse hacia la producción y el consumo a gran escala de plantas acuáticas como los pastos marinos.

    También hay una gran cantidad de oportunidades en el "carbono azul": capturar CO₂ en la atmósfera mediante la conservación y restauración de ecosistemas marinos como manglares, pastos marinos y marismas. Sin embargo, el éxito de las soluciones basadas en la naturaleza depende de un ecosistema oceánico saludable. Por ejemplo, existen preocupaciones emergentes en torno al impacto de la contaminación plástica en la capacidad del plancton para absorber CO₂.

     

    La conservación de los manglares es una forma importante de secuestrar carbono de la atmósfera. Shutterstock

     

    Pero quizás el mayor impacto vendría de la adopción de energía renovable en alta mar. Esto tiene el potencial de ofrecer una décima parte de las reducciones de emisiones que necesitamos para alcanzar la meta de 1,5 ℃. La Agencia Internacional de Energía ha estimado que la energía eólica marina podría proporcionar energía al mundo a un nivel 18 veces superior a su tasa de consumo actual.

    Las conversaciones sobre el clima avanzan lentamente
    Durante más de una década, la inclusión de los océanos en las conversaciones sobre el clima ha sido fragmentaria e inconsistente. Donde han sido parte de las negociaciones, incluso en la COP26, las conversaciones se han centrado en el potencial de las áreas costeras para adaptarse a los impactos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, como se planteó por primera vez en foros internacionales en 1989 por pequeños estados insulares.

    El acuerdo final de la COP26, conocido como Pacto Climático de Glasgow, ha consistido en un leve avance.

    El pacto reconoció la importancia de garantizar la integridad del ecosistema oceánico. Estableció el “Diálogo sobre los océanos y el cambio climático” como un proceso anual para fortalecer la acción basada en los océanos. E invitó a los órganos de la CMNUCC (Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático) a considerar cómo “integrar y fortalecer la acción basada en los océanos en los mandatos y planes de trabajo existentes” e informar al respecto.

     

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    Si bien estas son medidas positivas, en esta etapa no requieren la acción de las partes. Por lo tanto, son solo una inclusión teórica, no orientada a la acción.

    Todavía carecemos de objetivos nacionales y de requisitos internacionales claros y obligatorios para que los países consideren los sumideros, las fuentes y las actividades más allá de la costa en su planificación y presentación de informes climáticos.

    Donde la COP26 avanzó fue en su enfoque en si los impactos y la mitigación de los océanos finalmente se incorporarán a la agenda climática general. Por primera vez en cinco años, se publicó una nueva declaración “Porque el Océano”, que pide la inclusión sistemática de los océanos en el proceso de la CMNUCC y el Acuerdo de París.

     

    Un delegado de Tuvalu, una nación insular del Pacífico que enfrenta la amenaza existencial del aumento del nivel del mar, habla en la COP26. EPA/ROBERT PE

     

    ¿Que hacemos ahora?
    Lo que ahora se necesita es una lista de requisitos obligatorios que aseguren que los países informen y asuman la responsabilidad de los impactos climáticos dentro de sus territorios marítimos.

    Pero como dijo el presidente de la COP26, Alok Sharma, sobre la cumbre en su conjunto, fue una “victoria frágil”. Todavía carecemos de referencias a la coherencia con los mecanismos existentes, como la convención sobre el derecho del mar o cómo se asignará la financiación específicamente a los océanos.

    Como tal, el impacto real de la COP26 sobre la inclusión de los océanos en la acción climática sigue siendo incierto. Dependerá de cómo respondan los órganos de la CMNUCC a estas directivas y de su éxito en extender las obligaciones a los estados partes.

    Responder a la crisis climática significa que debemos dejar de fingir que el océano y la atmósfera están separados. Debemos comenzar a incluir la acción oceánica como una parte rutinaria de la acción climática.

     

    Para ampliar más en relación con este tema recomendamos leer los siguientes artículos: To reach net zero, we must decarbonise shipping. But two big problems are getting in the way COP26 left the world with a climate to-do list: Here are 5 things to watch for in 2022

    Este artículo forma parte de la cobertura de The Conversation sobre la COP26, la conferencia climática de Glasgow, por parte de expertos de todo el mundo. Más artículos relacionados en este enlace.

     COP26: the world's biggest climate talks



    Publicado en  el 19 de noviembre de 2021. Enlace al original: https://bit.ly/30Lcbde

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  • La OMM concede el premio de la OMI al profesor In-Sik Kang

     

     

    La Organización Meteorológica Mundial ha distinguido al profesor In-Sik Kang, catedrático emérito de la Universidad Nacional de Seúl (SNU), República de Corea, con su máximo galardón por sus destacadas contribuciones a la ciencia del clima.

    El Consejo Ejecutivo de la OMM seleccionó al Prof. Kang como ganador del 66º Premio de la OMI. Este premio, creado en 1955 y que lleva el nombre de la predecesora de la OMM, la Organización Meteorológica Internacional (OMI), se concede cada año a personas en reconocimiento de su labor a lo largo de toda su vida en el campo de la meteorología, la hidrología, la climatología o campos afines.

    El premio menciona los logros científicos del Prof. Kang, especialmente en el campo de la modelización y predicción del clima, y sus contribuciones pioneras a los centros climáticos operativos y de investigación, así como por formar a la nueva generación de científicos, incluso de países en desarrollo. Ha publicado más de 170 artículos en revistas científicas.

    De 2000 a 2009, fue director del Centro de Excelencia para la Investigación del Sistema Climático y Medioambiental de la SNU. Tiene un largo historial de trabajo con la comunidad climática internacional y fue miembro del Comité Científico Conjunto del Programa Mundial de Investigación Climática para 2013-2018.

     

    El profesor Kang estableció un Centro de Excelencia para la Investigación del Sistema Climático y Medioambiental en la Universidad Nacional de Seúl en el año 2000. Fue pionero en la creación de un sistema de predicción estacional por conjuntos multimodelos combinado con correcciones dinámico-estadísticas. El trabajo demostró el valor de la predicción por conjuntos multimodelos en la previsión estacional operativa, lo que condujo a la creación del Centro Climático de la APEC (APCC). Inició y desempeñó un papel importante en la creación del APCC y ha sido copresidente del Comité Asesor Científico del APCC desde su creación en 2006.

    El APCC desempeña ahora un papel importante en la elaboración de los productos de predicción estacional multimodelo de la OMM mediante la recopilación de las predicciones estacionales de los 11 centros operativos designados por la OMM.

    Después de su retiro de la SNU, el Prof. Kang fue elegido como Experto Extranjero por el gobierno chino en 2018 y ha estado trabajando en China como director Científico del Centro del Océano Índico, Segundo Instituto de Oceanografía.

    Actualmente, el Prof. Kang promoviendo las observaciones de campo del océano con boyas y cruceros oceánicos con su recién formado equipo de investigación chino, que mejorará la contribución china a los programas internacionales de observación del Océano Índico.

    Aparte de sus logros científicos, se ha comprometido durante toda su vida a educar a las generaciones más jóvenes de la comunidad científica meteorológica y climática. Como profesor de la Universidad Nacional de Seúl, ha generado muchas generaciones excelentes de científicos. La mayoría de sus antiguos estudiantes de doctorado son ahora profesores en EE.UU. y Corea y son científicos muy conocidos en varios institutos de investigación. Muchos de ellos trabajan activamente en programas climáticos internacionales.

    El profesor Kang recogerá el premio y pronunciará una conferencia científica en la sesión del Consejo Ejecutivo de 2022.

    El ex presidente de la OMM, David Grimes, de Canadá, recibió el premio de la 65ª edición de la OMI en 2020 y pronunciará su conferencia científica en el Congreso Extraordinario de octubre de 2021.

     

     

     

    Fuente:   Publicado el 28 de junio de 2021

     

  • Las nociones científicas sobre el cambio climático que todos deberíamos conocer, en seis gráficos

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    Los instrumentos científicos espaciales pueden monitorizar la fuerza de los huracanes, el aumento del nivel del mar, la pérdida de la capa de hielo y mucho más. Christina Koch / NASACC BY

    En un momento en que la cumbre del clima de Naciones Unidas en Escocia (COP26) está poniendo el foco en las políticas sobre el cambio climático y el impacto del calentamiento global, resulta especialmente útil entender lo que la ciencia ha demostrado hasta ahora.

    Soy científica atmosférica, y durante la mayor parte de mi carrera he investigado y realizado evaluaciones en el campo de la ciencia climática global. He aquí seis cosas que debería saber sobre este asunto, con sus correspondientes gráficos.

    ¿Qué está provocando el cambio climático?

    El tema clave de las negociaciones es el dióxido de carbono. Este gas de efecto invernadero se libera con la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), pero también como consecuencia de los incendios forestales, de los cambios de uso del suelo o bien generado por fuentes de origen natural.

    La Segunda Revolución Industrial, iniciada finales del siglo XIX, provocó un enorme aumento de la quema de combustibles fósiles. Esto permitió dotar de energía a hogares e industrias, e inauguró la era de los transportes globales.

    En ese mismo siglo, los científicos ya detectaron la capacidad del dióxido de carbono para incrementar las temperaturas globales, lo que en su momento se pensó podría incluso tener consecuencias positivas para el planeta.

    A mediados del siglo XX empezaron a realizarse mediciones sistemáticas. Desde entonces estas han reflejado un aumento constante de los niveles de dióxido de carbono, algo que en su mayor parte se puede achacar directamente a la quema de combustibles fósiles.

     

    Cuánto aumentó la concentración de CO2 cada año

    Una vez que alcanza la atmósfera, el dióxido de carbono tiende a permanecer allí durante mucho tiempo. Una parte del CO₂ producido por la actividad humana es capturado por las plantas, y otra parte es directamente absorbida por los océanos. Sin embargo, cerca de la mitad de este gas queda atrapado en la atmósfera, donde es probable que permanezca durante cientos de años, y desde donde ejerce su influencia en el clima global.

    En 2020, durante el primer año de la pandemia del coronavirus, cuando bajó el uso del coche privado y algunas industrias detuvieron brevemente su actividad, las emisiones de dióxido de carbono procedentes de la quema de combustibles se redujeron en torno al 6 %. Pero esto no implicó una reducción de la concentración de dióxido de carbono, pues la cantidad liberada a la atmósfera por la actividad humana seguía excediendo con creces lo que la atmósfera podía absorber de forma natural.

    Si la civilización dejara hoy de emitir dióxido de carbono, aún se necesitarían varios cientos de años para que el volumen de dicho gas en la atmósfera se redujera de forma natural y el ciclo del carbono del planeta volviera a alcanzar el equilibrio debido a la persistencia del CO₂ en la atmósfera.

    ¿Cuánto tiempo permanece el CO2 en la atmósfera? 

     

    ¿Cómo sabemos que los gases de efecto invernadero pueden cambiar el clima?

    Numerosas evidencias científicas apuntan a que el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas durante el último siglo y medio han supuesto el factor fundamental del cambio climático a largo plazo en todo el mundo. Por ejemplo:

    La evidencia científica demuestra que, cuando los niveles de dióxido de carbono han sido altos, también lo han sido las temperaturas. Elaborado a partir de Salawitch et al., 2017, y actualizado con datos de finales de 2020CC BY

    • Los registros a largo plazo que suponen los testigos de hielo, los anillos de los árboles y los corales muestran que cuando los niveles de dióxido de carbono han sido altos, también lo han sido las temperaturas.

    • Nuestros planetas vecinos también nos ofrecen evidencias científicas. La atmósfera de Venus posee una gran cantidad de dióxido de carbono y en consecuencia es el planeta que presenta mayores temperaturas de nuestro sistema solar. Y eso a pesar de que Mercurio se encuentra más próximo al Sol.

    Las temperaturas están subiendo en todos los continentes

    El aumento de las temperaturas resulta evidente en los registros de todos los continentes, y también en los océanos.

    Sin embargo, las temperaturas no están subiendo con la misma intensidad en todos los sitios. Hay numerosos factores que condicionan las temperaturas de cada región, como por ejemplo los usos del suelo, que influyen en la cantidad de radiación solar absorbida o reflejada, las fuentes de calor concretas como las islas de calor urbanas, o los niveles de contaminación.

    En el Ártico, por ejemplo, el ritmo de aumento de las temperaturas es tres veces superior a la media de la Tierra. En parte, es porque, a medida que se calienta el planeta, la nieve y el hielo se van derritiendo y hacen que la superficie terrestre tenga una mayor tendencia a absorber (en lugar de reflejar) la radiación solar. Como consecuencia de ello, tanto la capa de nieve como los mares congelados se están reduciendo a mayor velocidad.

     

    ¿Qué le está haciendo el cambio climático al planeta?

    El sistema del clima de la Tierra es complejo y está interconectado, por lo que incluso pequeñas variaciones de temperatura pueden tener un gran impacto (por ejemplo, en la capa de nieve o en el nivel del mar).

    Y los cambios ya están ocurriendo. Hay estudios que muestran cómo el aumento de las temperaturas ya está teniendo un impacto en las precipitaciones, en los glaciares, en los patrones del tiempo atmosférico así como en la incidencia de los ciclones tropicales y de las grandes tormentas. Numerosos trabajos muestran, por ejemplo, que el aumento de la frecuencia, intensidad y duración de las olas de calor afectan a los ecosistemas, a la salud humana y a actividades como el comercio o la agricultura.

    Los registros históricos del nivel de los océanos han mostrado aumentos casi siempre crecientes a lo largo de los últimos 150 años. Esto se ha producido de forma simultánea al retroceso de los glaciares y al incremento general de las temperaturas, que han hecho aumentar la cantidad de agua en los océanos con algunas desviaciones locales, pues algunos terrenos han quedado sumergidos y otros han surgido sobre el nivel del mar.

    Aunque es cierto que los fenómenos climáticos extremos tienen su origen en conjuntos complejos de causas, algunas de estas se ven exacerbadas por el cambio climático. De la misma forma en que las inundaciones costeras pueden ir a peor por el aumento del nivel de los océanos, las olas de calor pueden ser más complejas de gestionar si aumentan las temperaturas medias.

    Los científicos climáticos trabajan duro para evaluar los cambios que se producirán como consecuencia tanto del incremento de las emisiones de dióxido de carbono y debido a otras alteraciones esperables, como por ejemplo el aumento de la población global. Está claro que las temperaturas subirán, y que también variarán los patrones de las precipitaciones, pero la magnitud exacta de estos cambios dependerá de numerosos factores interrelacionados. 

    Basado en el SSP3-7.0, un escenario de altas emisiones. Claudia Tebaldi, et al., 2021

    Algunas razones para la esperanza

    Afortunadamente, los métodos de investigación científica están mejorando nuestro conocimiento sobre el clima y sobre el complejo ecosistema general de nuestro planeta, con lo que se están identificando las zonas más vulnerables y se están pudiendo coordinar esfuerzos para reducir los catalizadores del cambio climático.

    Los esfuerzos que se están realizando en energías renovables, en fuentes de energía alternativas y en mecanismos para capturar el carbono que las industrias expulsan a la atmósfera ofrecen nuevas opciones a unas sociedades ahora mejor preparadas para este reto.

    Al mismo tiempo, las personas están aprendiendo a reducir su impacto climático individual, pues cada vez existe un conocimiento mayor sobre el hecho de que es necesario un esfuerzo global coordinado para lograr impactos significativos. La utilización de vehículos eléctricos y de energías solar y eólica está aumentando hasta alcanzar niveles antes impensables. Y cada vez hay más personas dispuestas a cambiar los modos tradicionales de hacer las cosas para lograr una mayor eficiencia energética, un consumo más sostenible y para consolidar la alternativa de las energías renovables.

    Los científicos defienden con pruebas cada vez más sólidas que abandonar el uso de combustibles fósiles tiene ventajas adicionales como una mejor calidad del aire, lo que tiene consecuencias positivas tanto para la salud humana como para la de los ecosistemas. 

    Este artículo forma parte de la cobertura de The Conversation sobre la COP26, la conferencia sobre el clima de Glasgow. Siga la cobertura completa en inglésfrancésfrancés canadiensebahasa indonesio y españolaquí. 

     

    Fuente:    Senior Scientist, University of Colorado Boulder

  • Los cambios en los remolinos gigantes del océano podrían tener "efectos devastadores" a nivel mundial

    Los investigadores temen que el aumento de energía en estos remolinos pueda afectar la capacidad del Océano Austral para absorber CO2

     

    map of the world with pink squiggles signifying currents

    Los remolinos gigantes de entre 10 y 100 km de diámetro se están intensificando en el Océano Austral, una de las mayores reservas de carbono natural del mundo. A los investigadores les preocupa que esto pueda tener efectos graves a nivel mundial. Fotografía: EKE

     

    Las corrientes oceánicas arremolinadas y serpenteantes que ayudan a dar forma al clima mundial han pasado por una "reorganización a escala global" en las últimas tres décadas, según una nueva investigación.

    La cantidad de energía en estas corrientes oceánicas, que pueden tener entre 10 y 100 km de diámetro y se conocen como remolinos, ha aumentado, y tiene efectos aún desconocidos en la capacidad del océano para fijar el dióxido de carbono y el calor desprendido de la quema de combustibles fósiles.

    Un experto dijo que los cambios descritos en la investigación podrían afectar la capacidad del Océano Austral, una de las mayores reservas de carbono natural del mundo, para absorber CO2.

    El estudio, publicado en la revista Nature Climate Change, analizó la temperatura y la altura del océano con la ayuda de datos de altímetros en satélites desde 1993 hasta 2020.

    Al igual que las nubes y las tormentas en la atmósfera, los remolinos son como eventos meteorológicos en los océanos que ocurren desde la superficie hasta una profundidad de varios cientos de metros. La investigación encontró que los remolinos se estaban intensificando en lugares donde se sabe que son más activos.

    Además de detectar cambios en el Océano Austral, la investigación también encontró cambios en el Atlántico Sur y la Corriente de Australia Oriental.

    Encontraron un aumento significativo en la fuerza de los remolinos sobre el Océano Austral, así como cambios significativos en su actividad sobre las corrientes fronterizas: los intensos flujos de agua a lo largo de los límites de las principales cuencas oceánicas, como la Corriente del Golfo y la Corriente del Este de Australia. .

    El investigador principal Josué Martínez Moreno, del Centro ARC de Excelencia para Extremos Climáticos y de la Universidad Nacional de Australia, dijo que los remolinos se fusionan y separan constantemente de las corrientes oceánicas más permanentes.

    Los remolinos jugaron un "papel profundo" en el movimiento del calor, el carbono y los nutrientes a través del océano y en la regulación del clima a escala regional y global, según la investigación.

    Martínez Moreno dijo que la investigación había revelado "una reorganización a escala global de la energía del océano durante las últimas tres décadas".

    El documento no intentó atribuir los cambios a la actividad humana, pero Martínez Moreno dijo que podrían tener efectos de gran alcance en el clima mundial y también en la pesca.

    Logar una mejor comprensión de los cambios en los remolinos oceánicos también podría mejorar las proyecciones del cambio climático, dijo.

    Además de absorber aproximadamente el 90% del calentamiento global desde la década de 1970, el océano ha absorbido aproximadamente el 40% del dióxido de carbono adicional emitido a la atmósfera, principalmente por la quema de combustibles fósiles, desde el comienzo de la Revolución Industrial.

    Un coautor del estudio, el profesor Matthew England, del centro de investigación sobre el cambio climático de la Universidad de Nueva Gales del Sur, dijo: “Sabemos que estos remolinos juegan un papel importante en el clima, pero cómo esta intensificación podría cambiar un clima determinado El patrón es difícil de decir.

    “Verlo cambiar a esta escala para mí es una confrontación”, dijo. “Observar estos cambios muestra cuánto estamos perturbando el sistema. Habrá impactos en nuestro clima y ecosistemas que tendremos que explorar ahora ".

    Resolver el rompecabezas de cómo estos remolinos oceánicos estaban cambiando fue "una de las últimas fronteras" para comprender cómo el cambio climático podría estar afectando al océano, dijo.

    La Dra. Janet Sprintall, oceanógrafa de la Institución de Oceanografía Scripps en California, que no participó en la investigación, dijo que los hallazgos eran "un gran paso adelante".

    Ella dijo: “Los océanos del mundo absorben la mayor parte del dióxido de carbono que los humanos arrojan a la atmósfera. El Océano Austral, en particular, retiene alrededor del 40% de la absorción total del océano y gran parte de esa captación se logra mediante los remolinos del océano ".

    Cualquier cambio en los remolinos oceánicos en el Océano Austral, dijo, puede "potencialmente afectar el sumidero de carbono y la capacidad de absorber carbono que podríamos seguir emitiendo en el futuro".

    "Esto podría tener efectos devastadores en la sociedad global".

    La investigación se produjo después de que las Naciones Unidas publicaran el miércoles la segunda evaluación de los océanos del mundo, catalogando una franja de impactos en lo que el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que era el "sistema de soporte vital" del planeta.

    El nivel del mar estaba subiendo, las costas se erosionaban, las aguas se calentaban y acidificaban y aumentaba el número de “zonas muertas” desoxigenadas.

    La basura marina estaba presente en todos los hábitats marinos, según el informe, y la sobrepesca le estaba costando a las sociedades miles de millones. Alrededor del 90% de las especies de plantas de manglares, pastos marinos y marismas estaban en peligro de extinción, según el informe.

    El informe dice que ha habido avances en la protección de más áreas marinas, pero aún quedan muchas lagunas de conocimiento científico por llenar.

     

    Publicado en The Guardian el 22 de abril de 2021 por . Enlace al artículo original: https://bit.ly/3u3fLJz

     

  • Los océanos y sus habitantes más grandes podrían ser la clave para almacenar nuestras emisiones de carbono

    Las ballenas ayudan a la circulación de nutrientes en torno a los océanos, contribuyendo a un mejor almacenamiento del carbono. Rudolf Kirchner / PxHer

     

    Si bien los gobiernos acordaron a nivel mundial trabajar para limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 ° C, poco en su comportamiento sugiere que están tomando el desafío en serio, ya que las emisiones siguen aumentando año tras año. El informe de análisis climático más reciente por parte del IPCC, publicado el 4 de abril, advierte que este patrón está configurado para continuar, con un aumento global proyectado de 3,2 ° C o más en 2100, si las emisiones no se reducen drásticamente y se elimina el exceso de CO₂ de la atmósfera.

    Es hora de pasar a nuestros océanos para obtener ayuda, un enfoque consistente con los objetivos climáticos del IPCC, pero sigue siendo relativamente pasado por alto. La investigación actual en el Centro de Reparación Climática en la Universidad de Cambridge aborda cómo podemos revitalizar los sumideros de carbono potenciales del mundo, que cubren más del 70% de la superficie de nuestro planeta, y ya han estado trabajando para eliminar CO₂ de nuestra atmósfera durante millones de años.

    A solo 1.3 °C sobre los niveles preindustriales, el mundo está luchando por hacerlo. Las sequías sin precedentes, los incendios forestales, las inundaciones, las tormentas y las olas de calor asolan el planeta. SwissRe, una de las compañías de seguros más grandes del mundo, ha estimado que los desastres naturales costaron al mundo 190 mil millones de dólares USA (146 mil millones de libras esterlinas) en 2020.

    Cada aumento de la temperatura incremental trae condiciones más impredecibles. Para 2050, las ciudades costeras como Yakarta y Kolkata podrían ser inhabitables debido al aumento de los niveles del mar que causan las inundaciones y el oleaje asociado a tempestades.

    El informe del IPCC deja claro que reducir el uso de combustibles fósiles es crucial para mitigar las emisiones. Las innovaciones técnicas para ayudarnos a hacer esta transición, junto con el viento, la energía solar y la de las mareas, incluyen el uso de metano de los vertederos para calentar edificios (algo que ya se implementa con éxito en Suecia) y utilizar sistemas de transporte de residuos más respetuosos con el medio ambiente en la limpieza de calles y espacios públicos (según lo demostrado en Bogotá). Las naciones ricas deben intensificar para hacer estos cambios, al mismo tiempo que fondos los planes de las naciones más pobres para evitar la dependencia del combustible fósil.

    Pero aunque esto es claramente un plan de acción necesario, la política y los responsables todavía responden lentamente, con gobiernos que no están alineando sus esfuerzos con la implicación y la urgencia que requieren las soluciones.

    Captura de carbono
    Una parte igualmente clave en el intento de rebajar los niveles de CO₂ atmosférico es devolver el carbono atmosférico a sus lugares de origen. La captura de carbono y la tecnología de almacenamiento son una herramienta vital en sectores donde las emisiones de CO₂ son esencialmente inevitables, como en procesos industriales pesados ​​como la producción de acero. Pero su alto coste y consumo de energía lo convierten en una solución imperfecta.

     

    A flooded city street

    Las inundaciones y la lluvia intensa, como en Sri Lanka, son propiciadas por el calentamiento de las temperaturas globales. Mohri United University / Flickr, CC BY-SA

     

    El uso de la naturaleza para almacenar carbono a gran escala es más prometedor. El informe del IPCC pone la fe en la industria agrícolaque viene desarrollando cambios dramáticos para ayudar a secuestrar más carbono en el suelo durante la próxima década. Sin embargo, aunque los métodos para hacer esto se han probado con éxito en todo el mundo, la política no se ha implicado, y los intereses creados en los métodos agrícolas actuales también crean inercia.

    La extensa plantación de árboles también es una opurtunidad para aumentar los sumideros de carbono, al igual que la preservación de turberas, la reforestación de manglares y la recuperación de zonas naturales. Pero usar la tierra únicamente no será bastante para reducir suficientemente las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Aquí es donde entran los océanos.

    Almacenamiento de carbono en el mar.
    Gran parte del océano profundo que ahora está desertificado gracias a la actividad humana fue una vez un próspero ecosistema acuático. Nuestra investigación actual explora cómo las ballenas forman una parte importante de la reconstrucción de ese sistema, actuando como "bombas biológicas" que circulan nutrientes de las profundidades del océano a su superficie a través de su alimentación y sus excrementos.

    Además, los experimentos de CCRC (Ciclos de Captura y Reutilización del Carbono) están explorando el potencial de regenerar la biomasa del océano como una forma de almacenar más carbono. La biomasa del océano comprende las comunidades de plantas, peces y mamíferos que prosperan cerca de la superficie, pero envían sus conchas, huesos y restos de la descomposición vegetal permanentemente al océano profundo, bloqueando grandes cantidades de carbono en el fondo marino. El aumento de sus poblaciones podría reforzar la biodiversidad, apuntalar las reservas de peces y brindar oportunidades de ingresos para las comunidades marginadas en todo el mundo, así como supondría la captura de decenas de miles de millones de toneladas de CO₂ de la atmósfera.

     

    A whale beneath the water's surface

    Las ballenas juegan una parte crucial en regenerar los ecosistemas dañados al océano. Christopher Michel / Wikimedia

     

    Un tercer aspecto de abordar la crisis climática implica la recuperación de partes del sistema climático que ya han pasado su "punto de inflexión": comenzando por "volver a enfríar" el Ártico. La rápida fusión del Ártico está detrás de muchos de los eventos meteorológicos extremos que hemos visto recientemente, desde la nieve en Texas hasta las inundaciones en China, gracias a sus efectos distorsionadores en la corriente en chorro. Invirtiendo este proceso, por ejemplo, aumentando la cubierta de nubes en la región para reflejar más energía solar y hacer que llegue menos al hielo ártico, permitiría que la corriente de en chorro retornara a la normalidad, ganando de esa forma más tiempo para trabajar en la reducción de los niveles de gases de efecto invernadero atmosférico.

    Los desafíos de reducir las emisiones al distanciarnos del consumo de los combustibles fósiles son en gran medida políticos, no técnicos. Los beneficios casi inmediatos de un aire más limpio, mejor salud y nuevos empleos para millones de personas en el sector de la energía alternativa deben superar los temores a corto plazo. Mientras tanto, también debemos usar nuestro mayor recurso natural para eliminar el exceso de carbono ya liberado en la atmósfera si queremos crear un futuro manejable para la humanidad.

     

    Publicado el 11 de abril de 2022 en The Conversation. Enlace al original: https://bit.ly/37hH1Ob

    Disclosure statement

    Prior to retirement in 2012, David King received funding from various Research Councils for research in which he was involved.

    Jane Lichtenstein works for the Climate Crisis Advisory Group (CCAG).

    Partners

    University of Cambridge provides funding as a member of The Conversation UK.

    The Conversation UK receives funding from these organisations

    View the full list

     

  • Medio ambiente 2021: Decisiones lentas frente a un cambio climático que se acelera

     Shutterstock / NicoElNino

    En materia de medio ambiente, el año que ahora llega a su fin arrancó vestido de azul. Enero de 2021 marcó el inicio de la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, proclamada por las Naciones Unidas, que se alargará hasta finales del 2030.

    El director del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) Josep Lluís Pelegrí Llopart nos ha explicado el objetivo de esta iniciativa: promover una gestión de los océanos y costas basada en el conocimiento científico, que haga de los océanos saludables uno de los pilares para el progreso de toda la humanidad.

    Será difícil, por no decir imposible, alcanzar un desarrollo sostenible con unos mares enfermos. Albergan una enorme biodiversidad, desempeñan un papel determinante en las precipitaciones, son los grandes repositorios y distribuidores de la energía solar y regulan los gases de efecto invernadero.

    El inicio de esta década ha inspirado la serie Océanos 21. En ella, a lo largo de los últimos meses, hemos publicado numerosos artículos que describen la situación en los principales océanos del mundo y hablan de algunos de los principales problemas a los que se enfrentan, como la contaminación acústica y el cambio climático.

    Un nuevo informe del IPCC

    En agosto, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicó su informe más completo sobre la ciencia del cambio climático desde 2013.

    En la evaluación se presentan nuevas evidencias que responsabilizan del cambio climático a las actividades humanas. El análisis confirma que el calentamiento se está acelerando, al igual que la subida del nivel del mar, y que los fenómenos climáticos extremos (olas de calor, lluvias torrenciales, periodos de sequía) han aumentado en frecuencia e intensidad debido al hombre.

    Para Fernando Valladares, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, reducir la emisión de gases de efecto invernadero exige frenar el desarrollo económico, reorganizar y limitar la generación de energía, transformar el transporte, reducir la agricultura y la ganadería intensivas y transformar las ciudades.

    Pero revertir el proceso es cada vez más complicado. Manuel de Castro Muñoz de Lucas, catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de Castilla-La Mancha señala que, incluso si lográsemos reducir las emisiones de forma drástica, “la temperatura media global de la superficie tardaría algunos siglos en volver a los valores preindustriales”.

    2021, un año de extremos

    Durante este año, se han dejado notar algunos posibles indicios de esa aceleración climática. Lo estrenamos en España con una intensa ola de nieve y frío que paralizó ciudades enteras. La tormenta Filomena supuso, además, un duro golpe para las familias en situación de probreza energética, como advirtieron María Teresa Cuerdo Vilches (Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, IETcc - CSIC) y Miguel Ángel Navas Martín (Instituto de Salud Carlos III).

    En verano, mientras inusuales olas de calor azotaban Estados Unidos y Canadá, las tormentas e inundaciones arrasaban Alemania. Un gran problema en todo los casos, dice el catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá Antonio Ruiz de Elvira, es que no existen protocolos para afrontar estos fenómenos.

    Los otros protagonistas del verano han sido los incendios. Cada vez más voraces y difíciles de extinguir, los actuales se consideran de sexta generación. “Liberan tal cantidad de energía que son capaces de desarrollar un comportamiento propio y de generar vientos erráticos que les permiten propagarse de manera imprevisible”, alerta Rosa María Canals, profesora de Ingeniería Agroalimentaria y del Medio Rural de la Universidad Pública de Navarra.

    El profesor de la Universitat de Lleida Víctor Resco asegura que estamos entrando en la era de los incendios que ya no podemos apagar, aquellos que “pueden arder durante semanas o meses y que solo se apagan cuando llueve”.

    La cumbre del clima

    El 2021 se ha despedido con otra importante iniciativa de Naciones Unidas: la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), celebrada en Glasgow el pasado noviembre.

    Los investigadores Pedro Linares (Universidad Pontificia Comillas), Anna Traveset (IMEDEA - CSIC - UIB), Cristina Linares Gil y Julio Díaz (Instituto de Salud Carlos III), Gemma Durán Romero (Universidad Autónoma de Madrid), Roberto Álvarez Fernández (Universidad Nebrija) y Víctor Resco de Dios (Universitat de Lleida) nos hicieron un balance de la cumbre y del Pacto Climático resultante, firmado por 197 países.

    La reunión ha supuesto algunos pasos hacia delante. Se ha exhortado a los países a revisar sus compromisos de reducción de emisiones. También se han declarado buenas intenciones en materia de ayudas económicas a las regiones más pobres, inversión en proyectos de salud y protección de los bosques.

    Pero la reunión ha dejado en el aire algunas cuestiones. Una de ellas es el plan de financiación climática y la lista de contribuyentes. Por otro lado, aunque se planteó poner fin al carbón y las ayudas a los combustibles fósiles, no se han fijado medidas firmes.

    Los próximos años serán decisivos para que se concreten todos estos aspectos. De momento, los países han acordado reunirse en noviembre del 2022 en Egipto para presentar unos compromisos más ambiciosos para reducir emisiones. Veremos si entonces llegan con los deberes hechos.

    Fuente: Lucía Caballero Medio Ambiente y Energía / Coordinadora editorial

  • Rociar las nubes y la destrucción de huracanes: cómo la geoingeniería oceánica se convirtió en la frontera de la crisis climática

    En todo el mundo, decenas de proyectos ingeniosos intentan "engañar" al océano para que absorba más CO2. Pero los críticos advierten de consecuencias imprevistas

     

    Methane bubbles frozen in a lake in China.

    Burbujas de metano congeladas en un lago en China. La liberación del gas a medida que se derrite el hielo del Ártico podría causar 1 ° C de calentamiento global "instantáneamente", pero la geoingeniería podría neutralizar esto usando una sal de hierro. Fotografía: Rex/Shutterstock

     

    Tom Green tiene un plan para abordar el cambio climático. El biólogo británico y director del proyecto benéfico Vesta quiere convertir un billón de toneladas de CO2 en roca y hundirlo en el fondo del mar.

    Green admite que la idea es "audaz". Implicaría bloquear el carbono atmosférico dejando caer arena de color guisante en el océano. La arena está hecha de olivino molido, una abundante roca volcánica, conocida por los joyeros como peridoto, y, si los cálculos de Green son correctos, depositarla en alta mar en el 2% de las costas del mundo capturaría el 100% de las emisiones globales anuales de carbono.

    El plan se basa en un proceso natural llamado meteorización (weathering). “La meteorización ha estado trabajando en el planeta durante miles de millones de años”, dice Green, un graduado de la Escuela de Negocios de Harvard que dirige el Proyecto Vesta desde San Francisco. “Cuando la lluvia cae sobre las rocas volcánicas, se disuelven un poco en el agua, provocando una reacción química que utiliza el dióxido de carbono de la atmósfera. El carbono termina en el océano, donde es utilizado por organismos calcificadores marinos como los corales y los animales que forman conchas, cuyos esqueletos y conchas se hunden hasta el fondo del océano como sedimento y eventualmente se convierten en piedra caliza".

     

    Volcanic olivine, which Project Vesta is trialling as a way to capture carbon absorbed in oceans.

    Olivino volcánico, que el Proyecto Vesta está probando como una forma de capturar el carbono absorbido en los océanos. Fotografía: Cortesía Proyecto Vesta 

     

    El olivino se meteoriza fácilmente, y permitir que las corrientes oceánicas lo revuelvan y agiten, dice Green, "hará que se disuelva mucho más rápidamente, para que suceda en una escala de tiempo relevante para el ser humano". No es un mineral raro: hay playas en las islas Galápagos y en Hawai que son verdes con arena rica en olivino.

    La idea de utilizar el mar para absorber el exceso de carbono no es descabellada, afirma Green. El agua del océano puede contener 150 veces más CO2 que el aire, por unidad de volumen. "El océano ya ha absorbido alrededor del 30% del exceso de dióxido de carbono que hemos emitido como sociedad", nos dice. Él y sus colegas se están preparando para probar su proceso en dos calas caribeñas similares, una de ellas actúa como un "control" intacto en el experimento.

    Quedan muchas incógnitas. ¿Funcionaría tal intervención? ¿Quién decide si debe seguir adelante? ¿Podría haber efectos secundarios? Es una química compleja y el proceso natural de meteorización se aceleraría a un ritmo poco natural. Nuestra comprensión del funcionamiento del océano es una mera gota en el conocimiento proverbial. Pero con nuestra carrera para reparar el planeta que ha adquirido connotaciones de misión inalcanzable, todavía hay esperanza de que los vastos y agitados mares puedan ser nuestro salvavidas.

    Aumentar la captura de carbono de forma natural en la tierra (plantando árboles, por ejemplo) no eliminará suficiente CO2 para detener el calentamiento global. Peter Wadhams, director del Grupo de Física del Océano Polar de la Universidad de Cambridge y autor de A Farewell to Ice(adiós al hielo), dice: “Si quieres deshacerte de las emisiones industriales de Europa, tienes que convertir Europa en un gran bosque virgen. Funciona, pero no es lo suficientemente bueno por sí solo".

    Se están discutiendo muchas ideas ingeniosas. Las costas podrían volverse salvajes con bosques submarinos o praderas de algas marinas, el agua superficial enfriada generando burbujas de aire para elevar el agua fría de las profundidades y las nubes marinas rociadas con agua de mar para reflejar más calor del sol.

    Mientras el Reino Unido se prepara para albergar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cop26) en noviembre, se están probando docenas de estos proyectos. La mayoría depende de los muchos procesos naturales de restauración del equilibrio del océano: mejorarlos para ayudar a reducir el enfriamiento, bloquear el carbono, proteger el hielo del Ártico o incluso reducir la amenaza de huracanes.

    Nadie sabe si estos conceptos funcionarán o qué consecuencias podrían tener. Todos ellos se califican como geoingeniería, una mala palabra para algunos ambientalistas. La intervención humana en el mundo natural a menudo ha salido mal: los sapos de caña desatados en Australia en la década de 1930 para proteger los cultivos de azúcar continúan diezmando la fauna nativa. Y siempre existe la posibilidad de que las industrias con altas emisiones de carbono vean estas soluciones como una excusa para eludir sus compromisos de reducción de emisiones y mantener el negocio como de costumbre.

    Gaurav Sant, director del Instituto UCLA para la Gestión del Carbono, dice que ya no hay tiempo para perder debatiendo. “¿Qué más podría pasar? La respuesta corta es que no lo sabemos y no creo que nadie más lo sepa tampoco. Simplemente tendremos que hacer esto y averiguarlo.

     

    Prof Gaurav Sant, at UCLA, has helped to develop technology that can extract CO2 from the sea, enabling the water to absorb more.

     El profesor Gaurav Sant, de UCLA, ha ayudado a desarrollar tecnología que puede extraer dióxido de carbono del mar, permitiendo que el agua absorba más. Fotografía: UCLA

     

    "El problema en cuestión es tan grande que no podemos centrarnos en la idea de la perfección, porque la perfección es enemiga de lo bueno".

    Sant se refiere a otro concepto, que está ayudando a desarrollar a solo unos cientos de millas de la costa de Green, donde los ingenieros de UCLA han desarrollado una máquina que imita cómo se forman las conchas marinas. Llamado reactor de flujo, la máquina succiona agua de mar y una carga eléctrica la vuelve alcalina, lo que hace que el CO2 reaccione con el magnesio y el calcio del agua de mar, produciendo piedra caliza y magnesita (como formando conchas). Luego, el agua fluye hacia afuera y, agotada de su CO2 capturado, está lista para absorber más. Un subproducto de este proceso, el hidrógeno, se puede extraer como combustible.

    Es un concepto similar a la meteorización del olivino en el océano, y el plan de Sant es realizar pequeños estudios iniciales antes de una ampliación gradual. El equipo tiene como objetivo eliminar entre 10 y 20 gigatoneladas de CO2 de la atmósfera a partir de 2050.

    Sant dice que será un gran desafío construir un sistema lo suficientemente grande y luego construir miles más. "Cualquiera que diga 'vamos a hacer esto en cinco años', está subestimando enormemente el desafío", señala. "Estamos hablando de una empresa enorme, cuyo tamaño y escala no ha visto antes la humanidad".

    La enorme escala de la geoingeniería necesaria para hacer frente a la crisis climática significa que incluso las ideas más conocidas están fracasando. La noción de impulsar las floraciones de fitoplancton, pequeñas plantas flotantes que absorben CO2 cuando realizan la fotosíntesis, y pueden ser ayudadas por nutrientes, como el hierro, fue muy discutida.

    Pero Jean-Pierre Gattuso, director de investigación del Laboratoire d'Océanographie de Villefranche en París, dice que las últimas investigaciones sugieren que la idea no es viable. “Se realizaron experimentos de fertilización oceánica en el mar que demostraron que la adición de hierro puede desencadenar una floración de fitoplancton”, expone. “Sin embargo, la cantidad de CO2 secuestrado permanentemente parece ser pequeña, porque la mayor parte de la materia orgánica producida vuelve a ser CO2 antes de que tenga la oportunidad de almacenarse en las profundidades del océano. Una consecuencia no deseada también puede ser la creación de áreas de agua con poco oxígeno ".

     

    An image of eddies in the southern Atlantic Ocean taken by Nasa that shows phytoplankton blooms (in green and light blue).

    Una imagen de la NASA del Océano Atlántico sur que muestra floraciones de fitoplancton (en verde y azul claro). Las diminutas plantas pueden secuestrar CO2. Fotografía: Nasa/Zuma/Rex

     

    Otro revés ha surgido en el intento de neutralizar el metano que escapa de debajo del hielo ártico que se derrite. Las columnas de burbujas de metano se ven cada vez más en el Ártico, y Wadhams está frustrado porque el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) aún no ha aceptado su teoría de que, a medida que el hielo se derrite, podríamos enfrentar un escape catastrófico de metano que se ha almacenado durante 20.000 años. Las estimaciones, dice, oscilan entre 50 y 700 gigatoneladas, lo que podría "causar tal vez un grado [centígrado] de calentamiento, más o menos instantáneamente", adelantando entre 15 y 35 años la fecha promedio en la que el aumento de la temperatura media global supera los 2 °C por encima de los niveles preindustriales.

    La mejor prevención de geoingeniería para eso se basa, nuevamente, en el océano. "Si soplas un polvo fino, o aerosol, de una sal de hierro llamada cloruro férrico sobre la superficie del mar en el lugar donde el metano está burbujeando, reacciona con el metano, produciendo hidróxido férrico, que se disuelve en el agua", comenta.

    De manera frustrante para los partidarios de la teoría, un viaje de prueba realizado este año por la Universidad de Copenhague no encontró evidencia de que pudiera funcionar con la suficiente eficiencia para eliminar las cantidades requeridas de gas.

    Wadhams es parte de un grupo que busca otras soluciones, pero la idea de soplar sal es la única "oportunidad en el casillero" en este momento, dice. “Los resultados, aunque decepcionantes, muestran que algo está sucediendo, simplemente no es tan eficiente como todos esperaban. Para usar una frase triste, 'es necesaria más investigación' ".

     

    A conceptual Flettner ship, which would spray seawater into the air to enhance cloud reflectivity for marine cloud-brightening.

     Un barco conceptual Flettner, que rociaría agua de mar en el aire para hacer que las nubes reflejen más luz solar. Ilustración: J MacNeill

     

    Al igual que muchas ideas de geoingeniería, una posible medida preventiva que podría enfriar las aguas del Ártico y, por lo tanto, ayudar a mantener el metano sellado en el hielo, está envuelto en el miedo y la política. El "brillo de las nubes marinas" consiste en rociar una fina neblina de agua de mar en las nubes para que la sal las haga más brillantes y reflejen más el calor del sol.

    Ya se está probando como parte de un programa de investigación financiado por el gobierno australiano para limitar el daño a la Gran Barrera de Coral, y Wadhams cree que podría usarse a gran escala. Sin embargo, cree que la necesidad más urgente es desplegarlo “en una escala más restringida, alrededor de los bordes del Ártico” donde los riesgos de escape de metano son mayores.

    Los barcos con mástiles altos rociarían el agua de mar, en un sistema que está siendo desarrollado por Stephen Salter, profesor emérito de diseño de ingeniería en la Universidad de Edimburgo. Wadhams dice que es "el método principal para reducir el calentamiento global y salvarnos del ataque de metano... Pero hay una falta de comprensión, falta de visión y, por supuesto, falta de dinero". Costará algunas decenas de millones hacer que esto funcione ".

    Con Gran Bretaña como anfitrión de la Cop26 en noviembre, dice: “No podemos parecer inertes. Lo más fácil a lo que aferrarse sería el brillo de las nubes marinas. Funcionaría y lograría mucho".

    Pero incluso cuando Wadhams cree que el proceso será inofensivo, Ray Pierrehumbert, profesor de física en la Universidad de Oxford, ve señales de alerta.

    “Muchos patrones climáticos como los monzones dependen de la diferencia de calentamiento entre los continentes y los océanos”, dice. “Si hace algo para enfriar el Atlántico norte, digamos para preservar el hielo marino o los glaciares de Groenlandia, eso cambia las precipitaciones en los trópicos. Cada parte de la atmósfera está conectada, por lo que si no equilibra el calentamiento y el enfriamiento con mucho cuidado, obtendrá todo tipo de cambios en el sistema climático, algunos de los cuales son difíciles de predecir ".

    Un riesgo más grave, dice, es ver una tecnología como esta como una forma de evitar la reducción de emisiones. “Una vez que se emite CO2, su efecto de calentamiento continuará durante miles de años. Mientras que el brillo de las nubes marinas se basa en partículas que caen de la atmósfera después de, tal vez, siete días. Entonces tienes que renovarlos cada semana. Y si llega a depender de él para algo como evitar que la Gran Barrera de Coral muera, debe seguir haciéndolo para siempre. Pero pueden suceder todo tipo de cosas que te obliguen a detenerte, guerras, lo que sea, y si te detienes, alcanzarás este calentamiento catastrófico extremadamente rápido ".

     

    A bubble curtain of compressed air released to prevent Norway’s Holandsfjord freezing over.

    Se lanzó una cortina de burbujas de aire comprimido para evitar que el Holandsfjord de Noruega se congelara. Olav Hollingsaeter está analizando si el concepto se puede utilizar como un "asesino de huracanes". Fotografía: Cortesía: OceanTherm

     

    Los intentos de piratear el clima son controvertidos. Un método de gestión de la radiación solar, apoyado por Bill Gates, que implicaría enviar partículas a la estratosfera para reflejar la luz solar, fue descrito como un multimillonario que intenta tapar el Sol. Y la siembra de nubes rara vez aparece sin la frase acompañante "jugar a ser dios". Pero eso no disuade a la gente detrás de otro nuevo proyecto de geoingeniería oceánica para hacer frente a los huracanes enfriando el agua de la superficie donde se forman.

    En 2017, con su hermano Bjorn, Olav Hollingsaeter, un ex submarinista de la marina noruega, inició OceanTherm para reutilizar la tecnología establecida para reducir la intensidad de las tormentas. Durante los inviernos noruegos, OceanTherm utiliza "cortinas de burbujas" para liberar aire comprimido en aguas profundas. Estos empujan agua más caliente a la superficie, lo que evita que los puertos se congelen. Desplegar cortinas de burbujas en aguas más cálidas dispara aguas profundas más frías hacia arriba, enfriando la superficie.

    Hollingsaeter está en conversaciones con tomadores de decisiones en áreas afectadas por huracanes alrededor del Golfo de México, pero su búsqueda se complica por preocupaciones legales y éticas. Un proyecto similar de "caza de huracanes" de Alan Blumberg, el oceanógrafo detrás de un intento de enfriar el agua superficial bombeando agua más fría, le comentó al Washington Post en 2019 que su investigación se estancó por temor a que pudiera cambiar la llegada de una tormenta o aumentar el impacto de las inundaciones.

    Hollingsaeter afirma que su diseño mejora el de Blumberg. “Cuando bombeas agua más fría a la superficie, el agua fría es mucho más pesada y se hundirá. Pero la cortina de burbujas mezcla la temperatura del agua por completo, por lo que hay una capa gruesa de agua más fría".

    Admite que nadie sabe si el enfriamiento del agua superficial podría cambiar la trayectoria o el poder de una tormenta, pero argumenta que los beneficios potenciales hacen que valga la pena seguir investigando.

    Reconstruir las costas es quizás un plan de mitigación de la crisis climática más fácil de respaldar. Hay tres tipos de ecosistemas costeros de “carbono azul” que almacenan carbono en sedimentos o suelos: manglares, marismas y pastos marinos. Juntos, absorben más carbono que los bosques terrestres, y el carbono se escapa solo si se destruyen los ecosistemas.

    Desafortunadamente, esto es lo que le ha sucedido a la mitad de los manglares del mundo y a muchas marismas, ya que las costas están despejadas de paisajes naturales. Solo en el Reino Unido, más del 90% de las praderas de pastos marinos se han perdido debido al desarrollo costero, el daño de las anclas y la contaminación que alimenta las algas.

    Hay esfuerzos para restaurar estos hábitats, así como para fomentar el crecimiento de algas marinas, que absorben aproximadamente 600 millones de toneladas de CO2 al año en todo el mundo. La restauración es un problema local: en el Reino Unido, el Proyecto Seagrass (Alagas Marinas) está colocando cuerdas y semillas para crear nuevas praderas marinas y la iniciativa Wallasea Island Wild Coast (Iniciativa de la Costa Salvaje de la Isla de Wallasea) en Essex está construyendo marismas saladas utilizando arcilla, tiza y grava excavada por el túnel Crossrail en Londres . En Kenia, donde la madera de manglar se utiliza para carbón vegetal, construcción naval y carpintería, las organizaciones conservacionistas están trabajando juntas en proyectos de restauración de manglares a largo plazo.

    Sin embargo, Gattuso cree que, si bien los ecosistemas de carbono azul deben conservarse y restaurarse de todos modos, sus efectos potenciales sobre el clima son limitados. Mientras tanto, las otras medidas basadas en los océanos que no involucran la regeneración "están en la etapa de concepto o son arriesgadas", comenta.

    “Me gustaría que los países pusieran menos énfasis en estos enfoques y volvieran al enfoque conocido, seguro y más eficaz, que es reducir las fuentes de gases de efecto invernadero”, agrega. "Aquí es donde está la urgencia".

     

    Sunlight streaming through a kelp forest off California’s Anacapa Island.

    La luz del sol atraviesa un bosque de algas marinas frente a la isla Anacapa de California. A nivel mundial, los bosques de algas marinas absorben unos 600 millones de toneladas de CO2 al año. Fotografía: Douglas Klug/Getty

     

    Green sabe que el Proyecto Vesta enfrentará muchas objeciones similares. Él es consciente de que no solo los políticos y ambientalistas necesitan ser convencidos, sino las comunidades que viven en las costas donde quiere tirar la piedra. Deben estar comprometidos con "explicar lo que estamos haciendo, abordar cualquier inquietud e involucrarlos en el proceso de toma de decisiones", dice, afirmando que su plan es comenzar poco a poco, probar, monitorear y construir solo si está satisfecho, y solo entonces en etapas. "Es un proceso científico muy cuidadoso, sólido y riguroso".

    Los beneficios, argumenta, podrían ser enormes. La meteorización podría ser un método barato de eliminación de carbono y afirma que las ganancias de eliminación de CO2 serían 20 veces más que las emitidas en la minería y el transporte del olivino. Además, a diferencia de las ideas de captura de carbono basadas en tierra, la meteorización bloquea el carbono de forma irreversible, en lugar de en depósitos subterráneos que corren el riesgo de fugas. El efecto adicional, dice, es que la meteorización hace que el carbono sea "como bicarbonato de sodio, que desacidifica el océano".

    El Proyecto Vesta comenzó con fondos filantrópicos y subvenciones, pero Green espera que la venta de créditos de carbono pueda pagar la ampliación. “La mayoría de los países no podrán cumplir con sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) a la reducción de emisiones y deberán compensarlas con créditos de carbono”, dice Green.

    Los críticos temen que, en lugar de ser la forma de lograr una emisión de carbono neto-cero, será una licencia para seguir quemando combustible. “A veces la gente me dice: '¿No crea esto un riesgo moral?'”, señala Green. "¿No eliminará eso el incentivo para que la gente reduzca las emisiones?" Y la respuesta es muy clara: necesitamos ambas cosas".

    Él cree que, en última instancia, el mercado del carbono lo solucionará. "Si las empresas tienen que ser cero-netas y las emisiones de carbono son incluidas en todos los costes, una empresa puede decidir si es más eficiente, por ejemplo, reacondicionar mi flota para que sea eléctrica o mantener mi flota a gasolina y pagar los créditos por emisiones negativas. "

    Wadhams se siente igualmente pragmático sobre las sutilezas morales de la geoingeniería oceánica para salvar el clima. “La palabra principal que se utiliza en relación con el metano que se escapa del Ártico es: '¡Ayuda!'”, comenta. Para él, el sentido general es que estamos llegando al desenlace de la película de acción y solo nos queda el acto final para salvar el planeta.

    "Todo esto es muy difícil", dice Sant de UCLA. "Pero la acción es la necesidad del momento".

     

    Publicado en The Guardian el 23 de junio de 2021 por Amy Fleming dentro del apartado "Paisaje marino: el estado de nuestros océanos". Enlace al original: https://bit.ly/2StjEtG

    Seascape: the state of our oceans is supported by
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  • Temperatura global

    5 - 7 minutos

    Dado el tamaño y la tremenda capacidad térmica de los océanos del planeta, se necesita una enorme cantidad de energía calorífica para elevar la temperatura media anual de la superficie de la Tierra, aunque sea mínimamente. El aumento de 2 grados en la temperatura media global de la superficie que se ha producido desde la era preindustrial (1880-1900) puede parecer pequeño, pero supone un aumento significativo del calor acumulado. Ese calor adicional está provocando temperaturas extremas regionales y estacionales, reduciendo la capa de nieve y el hielo marino, intensificando las lluvias torrenciales y modificando los rangos de hábitat de plantas y animales, ampliando algunos y reduciendo otros. 

    Historia de la temperatura global de la superficie desde 1880El gráfico muestra las temperaturas medias anuales globales desde 1880 (datos de origen) comparadas con la media a largo plazo (1901-2000). La línea del cero representa la temperatura media a largo plazo para todo el planeta; las barras azul y roja muestran la diferencia por encima o por debajo de la media para cada año.

    Condiciones en 2020

    Según el Informe Climático Global 2020 de los Centros Nacionales de Información Medioambiental de la NOAA, todos los meses de 2020, excepto diciembre, estuvieron entre los cuatro más cálidos registrados para el mes. En diciembre, la presencia de el evento de La Niña moderadamente fuerte enfrió el Océano Pacífico tropical y amortiguó el calor global.  El mes resultó ser "sólo" el octavo diciembre más cálido registrado.

     Esta animación muestra mapas de las temperaturas mensuales de enero a diciembre de 2020 comparadas con la media de 1981-2010, con las anomalías cálidas en rojo y las frías en azul. El último fotograma de la animación muestra la media de 2020. Obsérvese que el rango de temperaturas en los mapas mensuales es más amplio que el de la media anual (más o menos 9 grados frente a más o menos 5 grados). Imagen de NOAA Climate.gov, basada en datos de NOAA NCEI.

    A pesar de La Niña, 2020 fue el segundo año más cálido en los 141 años de registro para el conjunto de la superficie terrestre y oceánica, y las zonas terrestres fueron las más cálidas registradas. Muchas partes de Europa y Asia registraron un calor récord, incluyendo la mayor parte de Francia y el norte de Portugal y España, la mayor parte de la Península Escandinava, Rusia y el sureste de China. Una parte aún mayor del globo fue mucho más cálida que la media, incluida la mayor parte de los océanos Atlántico e Índico. El calor llegó hasta la Antártida, donde la estación de la Base Esperanza, en el extremo de la Península Antártica, pareció establecer un nuevo récord histórico de temperatura máxima de 18,4 grados Celsius el 6 de febrero de 2020.

    El cambio en la temperatura

    Aunque el calentamiento no ha sido uniforme en todo el planeta, la tendencia al alza de la temperatura media mundial muestra que hay más zonas que se calientan que las que se enfrían. Según el Informe Anual sobre el Clima 2020 de la NOAA, la temperatura combinada de la tierra y los océanos ha aumentado a un ritmo medio de  0,08 grados Celsius por década desde 1880; sin embargo, el ritmo medio de aumento desde 1981 ha sido más del doble.

    Cambios en la temperatura media global de la superficie entre 1990 y 2019. Los lugares que se han calentado hasta 1° Fahrenheit en los últimos 30 años son de color rojo, los lugares que se han enfriado hasta 1° F son de color azul, y los lugares donde no tenemos suficientes observaciones para calcular una tendencia son de color gris claro. Mapa de NOAA Climate.gov, basado en datos del NCEI.

    Los 10 años más cálidos de los que se tiene constancia se han producido desde 2005, y 7 de los 10 se han producido sólo desde 2014. Si nos remontamos a 1988, se observa una tendencia: excepto en el caso de 2011, a medida que se añade un nuevo año al registro histórico, se convierte en uno de los 10 más cálidos registrados en ese momento, pero finalmente es reemplazado a medida que la ventana del "top ten" se desplaza hacia adelante en el tiempo.

    Para 2020, los modelos proyectan que la temperatura global de la superficie será más de 0,5°C más cálida que la media del periodo 1986-2005, independientemente de la vía de emisiones de dióxido de carbono que el mundo siga. Esta similitud en las temperaturas, independientemente de las emisiones totales, es un fenómeno a corto plazo: refleja la tremenda inercia de los inmensos océanos de la Tierra. La elevada capacidad calorífica del agua hace que la temperatura de los océanos no responda instantáneamente al aumento del calor atrapado por los gases de efecto invernadero. Sin embargo, hacia 2030, el desequilibrio térmico provocado por los gases de efecto invernadero empieza a superar la inercia térmica de los océanos, y las trayectorias de temperatura proyectadas comienzan a ser divergentes, con lo que las emisiones de dióxido de carbono no controladas probablemente conducirán a varios grados adicionales de calentamiento para finales de siglo.

    Sobre la temperatura de la superficie

    El concepto de una temperatura media para todo el planeta puede parecer un poco extraño. Al fin y al cabo, en este mismo momento, las temperaturas más altas y más bajas de la Tierra están probablemente en un intervalo de más de 55°C. Las temperaturas oscilan entre la noche y el día y entre los extremos estacionales de los hemisferios norte y sur. Esto significa que algunas partes de la Tierra son bastante frías mientras que otras son francamente calientes. Hablar de la temperatura "media", por tanto, puede parecer una barbaridad. Sin embargo, el concepto de temperatura media global es conveniente para detectar y seguir los cambios en el balance energético de la Tierra con el paso del tiempo: cuánta luz solar absorbe la Tierra y cuánta irradia al espacio en forma de calor.

    Para calcular la temperatura media global, los científicos utilizan mediciones de temperatura realizadas en distintos puntos del planeta. Como su objetivo es seguir los cambios de temperatura, las medidas se transforman de lecturas de temperatura absolutas a anomalías de temperatura, es decir, la diferencia entre la temperatura observada y la temperatura media a largo plazo para cada lugar y fecha. Múltiples grupos de investigación independientes de todo el mundo realizan sus propios análisis de los datos de temperatura de la superficie, y todos ellos muestran una tendencia al alza similar.

    Los registros de temperatura de la NOAA, la NASA y la Universidad de East Anglia muestran un aumento desde principios del siglo XX hasta 2019. El año 2019 se encuentra entre los tres años más cálidos registrados. Imagen de fondo de NOAA DISCOVR/EPIC. Gráfico de NOAA Climate.gov basado en datos del Boletín del Estado del Clima 2019 de la Sociedad Meteorológica Americana.

    En las zonas inaccesibles que tienen pocas mediciones, los científicos utilizan las temperaturas circundantes y otra información para estimar los valores que faltan. A continuación, cada valor se utiliza para calcular una media de temperatura global. Este proceso proporciona un método coherente y fiable para controlar los cambios en la temperatura de la superficie de la Tierra a lo largo del tiempo.

     

    Fuente: Author: Rebecca Lindsey and LuAnn Dahlman

  • Todo tipo de animales marinos dan vueltas misteriosamente en un sorprendente descubrimiento

    Tortugas, focas, tiburones, ballenas y pingüinos nadan en círculos inexplicables que pueden indicar una conexión intuitiva con el campo geomagnético de la Tierra.

     

    IMAGEN: BELLINGHAM HERALD / COLABORADOR A TRAVÉS DE GETTY IMAGES

     

    Todo empezó con unas tortugas verdes. Tomoko Narazaki, investigadora oceánica de la Universidad de Tokio, quería comprender cómo estos animales pueden navegar a través del océano, por lo que su equipo desplazó una población de tortugas de una región a otra y rastreó sus movimientos para tener una idea de cómo reaccionaban. al cambio.

    Los datos de seguimiento revelaron una sorpresa misteriosa: las tortugas a menudo nadaban en círculos sin razón aparente. "Para ser honesto, dudé de mis ojos cuando vi los datos por primera vez porque la tortuga da vueltas constantemente, ¡como una máquina!" comentó Narazaki en un informe.

    Dado que es más eficiente para los animales marinos nadar en línea recta, los círculos desconcertantes llevaron a Narazaki y sus colegas a investigar las observaciones de otras criaturas marinas. Para su asombro, animales tan diversos como tiburones, focas, pingüinos, ballenas y, por supuesto, tortugas se involucran en este comportamiento inexplicable en círculos.

    El descubrimiento, que fue posible gracias a los avances en las tecnologías de etiquetado y biologización 3D, revela que nadar en círculos es una adaptación generalizada que puede cumplir muchas funciones ecológicas, según un estudio publicado eniScience el pasado jueves.

    “El análisis de las huellas de los animales proporciona nuestra comprensión de la navegación, la capacidad de movimiento y el estado interno de los animales en movimiento, además de identificar el efecto de los factores externos que afectan sus movimientos”, dijeron Narazaki y sus colegas en el estudio.

    "Los animales marinos se mueven a través de un entorno inherentemente 3D, sin embargo, sus movimientos se han examinado principalmente en menos dimensiones", agregó el equipo, una discrepancia que "se debe a dificultades logísticas y técnicas derivadas principalmente de la impermeabilidad del agua de mar a las ondas de radio".

    En otras palabras, recopilar información de alta resolución sobre los movimientos de los animales marinos en tres dimensiones ha sido un desafío tecnológico arraigado para los científicos. Pero en la última década más o menos, la llegada de sensores que pueden registrar datos geográficos y de comportamiento detallados ha permitido a los científicos perfeccionar las características precisas de los movimientos de los animales, como el cabeceo, el rumbo y los pequeños cambios de profundidad. Estas innovaciones biológicas ahora permiten a los científicos capturar comportamientos como el nado en círculo descrito en el nuevo estudio.

     

    ILUSTRACIÓN DEL COMPORTAMIENTO EN CIRCULACIÓN. IMAGEN: NARAZAKI ET AL. / CIENCIA

     

    El equipo de Narazaki observó todo tipo de diferentes comportamientos circulares que iban desde un círculo de cortejo realizado por un tiburón tigre macho para impresionar a una hembra, que fue capturada por una cámara montada en el animal, hasta inmersiones en espiral pasivas observadas en elefantes marinos en reposo, que son hermosamente descritos en el estudio de la siguiente forma: "flotando como hojas que caen".

    Algunos de los eventos en círculos probablemente estuvieron relacionados con actividades de nutrición, ya que tuvieron lugar en zonas de alimentación conocidas. Este tipo de círculos depredadores no es especialmente sorprendente, ya que los científicos han documentado previamente muchas estrategias de caza marina que implican nadar en círculos, como el método de "red de burbujas" utilizado por las ballenas jorobadas.

    Pero el equipo también observó muchos casos de animales nadando en círculos fuera de sus áreas de alimentación o durante períodos del día o de la noche cuando no se sabe que especies específicas cazan activamente.

    Si bien algunas de esas observaciones siguen siendo misteriosas, Narazaki y sus colegas sugieren que muchos animales podrían nadar en círculos para recopilar información de navegación. El equipo especula que estos patrones de movimiento pueden incluso representar una conexión intuitiva con el campo geomagnético de la Tierra.

    “Curiosamente, los submarinos también giran durante la observación geomagnética porque se puede lograr una medición precisa utilizando valores medidos desde todas las direcciones para cancelar ruidos, como la magnetización del casco”, señalan los investigadores en el estudio.

    “Los animales pueden dar vueltas para derivar señales direccionales / posicionales del campo geomagnético, especialmente en situaciones de navegación que constituyan un desafío”, agregaron.

    Por supuesto, el equipo también ofrece la posibilidad de que estos animales circulen por múltiples razones conocidas y desconocidas al mismo tiempo. Las especies pueden dar vueltas como una estrategia de búsqueda de alimento y al mismo tiempo recoger información geomagnética del campo magnético de la Tierra.

    Para comprender mejor el comportamiento de dar vueltas y tal vez desbloquear nuevos descubrimientos sobre los hábitos de los animales marinos, Narazaki y sus colegas esperan realizar más observaciones submarinas con etiquetas de sensores que incluyan cámaras.

    "Este es un estudio observacional basado en el examen de movimientos 3D de alta resolución de animales marcados", dijeron los investigadores en el estudio. "Como tal, nuestro estudio carece de información sobre el entorno circundante, como paisajes, puntos de referencia y la presencia de otros individuos de la misma y / o de otras especies".

    “El análisis simultáneo de movimientos 3D de alta resolución y grabaciones de video transmitidas por animales sería útil para examinar los movimientos circulares en el contexto de interacciones sociales y / o captura de presas”, concluyó el equipo.

     

    Publicado en VICE por Becky Ferreira el 18 de marzo de 2021. Enlace a la noticia original: https://bit.ly/3c0Swcf

     

     

  • Una de las mejores soluciones climáticas es proteger más los océanos

    Según un reciente estudio, la pesca de arrastre contribuye tanto al cambio climático como la aviación a nivel mundial

     

     

     Un arrastrero en el Georges Bank, entre Massachusetts y Nueva Escocia. Un nuevo estudio encontró que la pesca de arrastre de fondo genera tantas emisiones de carbono como la aviación mundial. Jeffrey Rotman / Alamy

     

    Por primera vez, los científicos han calculado cuánto dióxido de carbono que calienta el planeta se libera en el océano por la pesca de arrastre de fondo, la práctica de arrastrar enormes redes a lo largo del fondo del océano para atrapar camarones, merlán, bacalao y otros peces. La respuesta: tanto como las emisiones de la aviación mundial al aire.

    Si bien es preliminar, ese fue uno de los hallazgos más sorprendentes de un nuevo estudio innovador publicado el miércoles en la revista Nature. El estudio ofrece lo que es esencialmente una hoja de ruta interactiva revisada por pares sobre cómo las naciones pueden enfrentar las crisis interconectadas del cambio climático y el colapso de la vida silvestre en el mar.

    Sigue una investigación reciente similar centrada en la protección de la tierra, todo con el objetivo de informar un acuerdo global sobre la biodiversidad que se negociará este otoño en Kunming, China.

    La protección de zonas estratégicas de los océanos del mundo de la pesca, la perforación y la minería no solo salvaguardaría las especies en peligro y secuestraría grandes cantidades de carbono, encontraron los investigadores, sino que también aumentaría la captura general de peces, proporcionando proteínas más saludables a las personas.

    "Es una triple victoria", dijo Enric Sala, un biólogo marino que dirige el proyecto Pristine Seas de National Geographic. El Dr. Sala dirigió el equipo del estudio de 26 biólogos, científicos climáticos y economistas.

    Cuánto y qué partes del océano proteger depende de cuánto valor se asigne a cada uno de los tres posibles beneficios: biodiversidad, pesca y almacenamiento de carbono.

    Para maximizar la captura de peces por sí sola, encontró el estudio, las naciones necesitarían reservar el 28 por ciento del océano para la conservación. Esto se debe a que las zonas de no pesca sirven como criaderos, reponiendo las poblaciones de peces y crustáceos que luego se dispersan más allá de las áreas protegidas.

    Por ejemplo, este año un estudio concluyó que una reducción del 35 por ciento en los caladeros de la langosta espinosa de California resultó en un aumento general del 225 por ciento en la captura después de seis años.

    “El peor enemigo de la pesca y la seguridad alimentaria es la sobrepesca”, dijo el Dr. Sala.

     

     A trawler’s bycatch. The study found that conservation zones would result in increased catches over all. 

    Captura incidental de un arrastrero. El estudio encontró que las zonas de conservación resultarían en un aumento de las capturas en general. Jeffrey Rotman / Alamy

     

    En este momento, el 7 por ciento del océano está protegido y menos del 3 por ciento está altamente protegido.

    Las poblaciones de tiburones y rayas se han desplomado tan drásticamente que los científicos advierten que hay poco tiempo para salvarlos. Las poblaciones de peces están disminuyendo a medida que el océano se calienta.

    El hallazgo sobre las emisiones de la pesca de arrastre agrega una nueva urgencia. Cada año, según el estudio, los arrastreros de fondo raspan aproximadamente 1,9 millones de millas cuadradas del lecho marino. Si no se perturba, el carbono almacenado allí puede permanecer durante decenas de miles de años.

    El equipo no había planeado calcular la cantidad de emisiones liberadas por la pesca de arrastre hasta que un revisor externo de Nature lo requirió, dijo el Dr. Sala. Entonces su equipo contrató a un investigador adicional y se puso a trabajar.

    “No lo podía creer”, recordó, describiendo la videollamada cuando sus colegas revelaron la cantidad de emisiones. "Inmediatamente fui a Google y verifiqué las emisiones globales por sector y por país, y dije: 'Vaya, esto es más grande que el de Alemania'".

    El carbono liberado del lecho marino produce un agua más acidificada, lo que amenaza la vida marina y reduce la capacidad de los océanos para absorber el dióxido de carbono atmosférico. China, Rusia, Italia, Reino Unido y Dinamarca lideran el mundo en este tipo de emisiones de arrastre.

    Trisha Atwood, una ecóloga acuática de la Universidad Estatal de Utah que fue una de las autoras del estudio, comparó la pesca de arrastre con la tala de bosques para la agricultura.

    "Está acabando con la biodiversidad, está acabando con cosas como los corales de aguas profundas que tardan cientos de años en crecer", dijo la Dra. Atwood. “Y ahora lo que muestra este estudio es que también tiene este otro tipo de impacto desconocido, que es que genera mucho CO2”.

    En una investigación en curso, la Dra. Atwood y otros están estudiando si el dióxido de carbono del fondo del mar finalmente se escapa al aire. Los primeros datos indican que "una gran proporción" lo hace.

    "Puedo decirles que los resultados son preocupantes", dijo.

    Los científicos subrayan que cualquier medida de conservación debe suceder junto con una transición urgente alejada de los combustibles fósiles.

     

    A fishing boat on the North Sea. “It’s wiping out biodiversity, it’s wiping out things like deep sea corals that take hundreds of years to grow,” one of the study’s authors said of trawling.

    Un barco de pesca en el Mar del Norte. "Está acabando con la biodiversidad, está acabando con cosas como los corales de aguas profundas que tardan cientos de años en crecer", dijo uno de los autores del estudio sobre la pesca de arrastre. Pascal Rossignol / Reuters

     

    Para construir la base de datos de los algoritmos del estudio, los investigadores observaron el océano en bloques de 50 kilómetros por 50 kilómetros. Para calcular la biodiversidad, completaron qué especies vivían en los bloques, sus riesgos de extinción, sus roles en el ecosistema y cuán únicas eran en el mundo. Agregaron datos de captura de pesca para cada cuadro junto con las tasas de reproducción y crecimiento de las especies, áreas de distribución y movimiento. Calcularon la biomasa máxima que tendría cada cuadrado si no hubiera pesca. Además de eso, agregaron datos sobre el carbono del fondo marino y mapas de Global Fishing Watch sobre dónde se realizaba la pesca de arrastre.

    “Los resultados de este análisis de alto nivel transmiten un mensaje muy esperanzador”, dijo Josephine Iacarella, ecóloga acuática de Fisheries and Oceans Canada que no participó en el estudio.

    Los hallazgos del estudio refuerzan un impulso internacional para salvaguardar al menos el 30 por ciento de las tierras y aguas de la Tierra para 2030, conocido como 30x30. Pero al igual que en tierra, los lugares más estratégicos para proteger no están distribuidos de manera uniforme entre las naciones. Las negociaciones serán difíciles. El dinero será un problema.

    “Actualmente, cada nación lo hace en función de sus propias prioridades”, dijo la Dra. Iacarella. "Llevar eso a un nivel global es más desafiante, pero esa discusión puede iniciarse con artículos como este".

     

     Traducción del artículo publicado el 17 de marzo de 2021 en The New York Times por Catrin Einhorn https://nyti.ms/2ONuj0a

     

    Catrin Einhorn informa sobre la vida silvestre y la extinción para el Departamento de Clima. También ha trabajado en la mesa de Investigaciones, donde formó parte del equipo del Times que recibió el Premio Pulitzer al Servicio Público 2018 por sus informes sobre acoso sexual. @catrineinhorn

    Una versión de este artículo aparece impresa el 18 de marzo de 2021, sección A, página 15 de la edición de Nueva York con el título: Calculating Damages Of Trawling Ocean’s Floor. Pedir reimpresiones | Documento de hoy | Suscribir