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IPCC

  • El IPCC se reunió para aprobar el informe de ciencia física

     4- 5 minutos

    El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) tuvo el 26 de julio una reunión para aprobar su próximo informe sobre las bases científicas físicas del cambio climático, la primera parte del Sexto Informe de Evaluación.

    El informe, elaborado por el Grupo de Trabajo I del IPCC, proporcionará la información física más actualizada sobre el sistema climático y el cambio climático, reuniendo los últimos avances de la ciencia del clima y múltiples líneas de evidencia.

    La reunión se celebrará a distancia, siendo la primera vez que el IPCC lleva a cabo una sesión de aprobación en este formato, del 26 de julio al 6 de agosto de 2021, debido al impacto de la pandemia del COVID-19. El informe se publicará el 9 de agosto, a la espera de las decisiones del Panel.

    "Este informe se ha preparado en circunstancias excepcionales, y se trata de una sesión de aprobación del IPCC sin precedentes", dijo el presidente del IPCC, Hoesung Lee, en la sesión de apertura de la reunión.

    Lee agradeció a los 234 autores del informe su compromiso y determinación por elaborarlo en las condiciones de la pandemia.

    "Este trabajo ha requerido una serie múltiple de reuniones virtuales a través de los husos horarios, perturbando la vida cotidiana y los ritmos de trabajo, especialmente en la fase más crítica de los últimos 16 meses, mientras dábamos forma al borrador final", dijo.

    El informe, Climate Change 2021: the Physical Science Basis, proporcionará los últimos conocimientos sobre el calentamiento pasado y las proyecciones de calentamiento futuro, mostrando cómo y por qué ha cambiado el clima hasta la fecha, e incluyendo una mejor comprensión de la influencia humana en el clima, incluidos los fenómenos extremos.

    Se prestará mayor atención a la información regional que puede utilizarse para evaluar los riesgos climáticos.

     El Secretario General de la OMM, el profesor Petteri Taalas, afirmó que el próximo informe es fundamental para el resultado de las negociaciones sobre el cambio climático que las Naciones Unidas celebrarán en Glasgow en noviembre. El interés político es alto, pero el reto consiste en aplicar el Acuerdo de París y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, dijo.

    "El cambio climático es ya muy evidente. No tenemos que decirle a la gente que existe", dijo el profesor Taalas en la sesión de apertura. "Estamos viendo más fenómenos extremos. Olas de calor, sequías e inundaciones en Europa y China", dijo.  El "calentamiento masivo" en el Ártico está afectando a la dinámica atmosférica en el hemisferio norte, como demuestran los sistemas meteorológicos estancados y los cambios en el comportamiento de la corriente en chorro, dijo el profesor Taalas.

    La Secretaria Ejecutiva de la ONU para el Cambio Climático, Patricia Espinosa, afirmó que el mundo se encuentra en una "encrucijada climática" y que las decisiones que se tomen este año determinarán si es posible limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de la era preindustrial para finales de siglo. El mundo se dirige actualmente por la vía contraria, hacia un aumento de 3°C, dijo.

    "Tenemos que cambiar de rumbo urgentemente".

    La Directora Ejecutiva Adjunta del PNUMA, Joyce Msuya, dijo que la pandemia de COVID-19 "es una advertencia del planeta de que nos espera algo mucho peor a menos que cambiemos nuestro rumbo".

    "Debemos hacer frente a esta crisis que amenaza nuestro futuro colectivo", dijo la Sra. Msuya.

    El IPCC fue creado por el PNUMA y la OMM en 1988 para proporcionar a los líderes políticos evaluaciones científicas periódicas sobre el cambio climático, sus implicaciones y riesgos, así como para proponer estrategias de adaptación y mitigación.

    En la reunión, la 14ª sesión del Grupo de Trabajo I examinará el resumen para Responsables de Políticas de la contribución del Grupo de Trabajo I al Sexto Informe de Evaluación para su aprobación en el examen línea por línea y el informe completo para su aceptación. A continuación, la 54ª sesión del IPCC aprobará la contribución del Grupo de Trabajo I, aceptando formalmente el informe.

    El objetivo de este proceso es garantizar que el Resumen para Responsables de Políticas sea preciso, equilibrado y presente con claridad las conclusiones científicas del informe subyacente.

    La sesión plenaria de aprobación es la culminación del riguroso proceso de redacción y revisión al que se someten los informes del IPCC. El borrador de primer orden del informe del Grupo de Trabajo I recibió 23.462 comentarios de revisión por parte de 750 expertos, el borrador de segundo orden recibió 51.387 comentarios de revisión por parte de los gobiernos y 1.279 expertos, y la distribución final por parte de los gobiernos del Resumen para Responsables de Políticas que finalizó el 20 de junio recibió más de 3.000 comentarios de 47 gobiernos. El informe hace referencia a más de 14.000 artículos científicos.

    Las partes restantes del Sexto Informe de Evaluación se finalizarán en 2022.

     

    Fuente:   Publicado 26 07 2021

  • ¿Qué puede hacer para mitigar el cambio climático según el IPCC?

    7  -  9 minutos

    Shutterstock / Sandor Szmutko

    No por esperado ha resultado menos alarmante. Esta semana se ha hecho pública la tercera y última parte del Sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU.

    En informes previos, se planteaban medidas tecnológicamente más accesibles y recortes más progresivos. Ahora, la urgencia que exige limitar el calentamiento global a 1,5 ℃ (o de forma más realista, a 2 ℃) hace que los expertos planteen la necesidad de implementar políticas drásticas en el corto plazo combinadas a medio plazo con tecnologías como la captura de carbono, cuya aplicación a gran escala aún se enfrenta a importantes retos técnicos.

    Una novedad importante del nuevo informe es que incorpora un análisis centrado en las decisiones que las personas y hogares toman como consumidores. Es sobre el consumo de energía directo e indirecto de los hogares sobre el que recaen las acciones de choque a corto plazo (de aquí a 2050).

    En el contexto actual –precios de los productos energéticos al alzaalta dependencia de países no democráticos–, el debate sobre qué impacto pueden tener nuestras acciones se agudiza.

    La huella de carbono de los ciudadanos es una medida adecuada para medir su responsabilidad, pues considera las emisiones directas e indirectas asociadas a las decisiones que toman. Un cambio en las pautas de consumo ayuda a guiar a la economía por una senda de desarrollo más sostenible y puede contribuir a mitigar el cambio climático.

    El enfoque “evitar-cambiar-mejorar”

    El informe estructura las medidas siguiendo el enfoque “evitar-cambiar-mejorar”, que originalmente se aplicó al transporte sostenible, pero que ahora se emplea de forma más general al comportamiento de los consumidores.

    El panel de expertos estima el potencial de mitigación de estas medidas en un 40-70 % de reducción de emisiones. Se podría alcanzar un 5 % de forma muy rápida solo con cambios en nuestros hábitos (principalmente en los países desarrollados). Además de en esos factores socioculturales, las medidas también se centran en el uso de infraestructuras y la adopción de nuevas tecnologías que permitan dichas modificaciones.

    Entre los cambios de comportamiento, en la categoría “evitar”, encontramos la no utilización del coche y la reducción de un vuelo de larga distancia al año como los dos elementos con mayor potencial mitigador a nivel individual, seguidos a distancia por el aumento del teletrabajo, un menor uso y mayor reciclaje de envases y la reducción del desperdicio alimentario.

    Como “cambios”, se incluyen un mayor uso del transporte público, la reducción del consumo de carne, una mayor movilidad activa (bicicleta y caminar) y la sustitución del avión, cuando sea posible, por el tren.

    Dentro de las “mejoras”, las medidas estrella son el vehículo eléctrico movido cada vez más por energías renovables, que también deberían proporcionar la electricidad de nuestros hogares, y las mejoras en el aislamiento y formas de calentar nuestros hogares.

    En términos individuales, abandonar el coche de combustión y usar el eléctrico (o aún mejor, caminar y usar la bicicleta), podría reducir 2 toneladas de CO₂ equivalente al año por persona. Y otro tanto la reducción de un vuelo al año.

    En total, podría llegarse a un ahorro de 9 toneladas de CO₂ equivalente con las medidas indicadas. Pero esto sería para consumidores con alto gasto en países desarrollados. Para la población mundial en su conjunto, la medida más relevante sería el cambio en la dieta, puesto que la mayoría no vuela, su gasto es muy reducido y sus emisiones están muy por debajo de la media mundial de 7,8 toneladas.

    La huella de las empresas y el greenwashing

    Las contribuciones por parte de los consumidores nos permitirían ganar tiempo –que ya hemos perdido casi por completo– mientras se profundiza en los cambios para deshacernos de la energía fósil. Eliminarla requiere todavía superar, no solo obstáculos tecnológicos (aplicación del hidrógeno en aviones y barcos, por ejemplo), sino también relativos a la transferencia de conocimiento y la financiación.

    Los Gobiernos deben implantar políticas más ambiciosas que las aplicadas hasta el momento. El plan Objetivo 55 que se está debatiendo en la UE para la transición ecológica propone reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55 % para 2030 (comparado con 1990) y lograr la neutralidad climática para 2050. Este plan se centra, entre otros ámbitos, en la energía, la movilidad y la alimentación en la línea de las recomendaciones del Sexto Informe del IPCC. Es un paso en la dirección adecuada, pero sin un compromiso firme de la población será insuficiente.

    Sin embargo, las medidas de mitigación centradas en la demanda (los consumidores), al trasladar la responsabilidad a los hogares, permiten que los principales responsables de las emisiones de carbono se “laven las manos”. Hablamos de las empresas y, sobre todo, de las multinacionales.

    Un análisis de las emisiones de carbono directas en la economía española muestra que los consumidores son responsables del 25 % de las emisiones directas en 2020, el restante 75 % corresponde a las empresas. Y, para la economía mundial, 90 compañías públicas y privadas de energías fósiles son responsables directamente del 63 % de las emisiones históricas.

    Las filiales de multinacionales representan el 22,5 % de la huella de carbono de la economía mundial y solo las filiales de EE. UU. operando en el resto del mundo representan el 1,5 % del total de emisiones.

    Existen iniciativas para luchar contra el cambio climático en el ámbito privado en las que se implican cada vez más empresas –Science based targets, SBTi, normativas ISO 14064 de huella de carbono de organización, GHG Protocol, Carbon Disclosure Project, la plataforma NAZCA de la ONU, etc.–. Cada vez están más concienciadas sobre la reducción de su huella de carbono por la creciente presión de los consumidores e inversores. No obstante, queda mucho por hacer. También para asegurar que las medidas tomadas no sean un mero “lavado verde” (greenwashing).

    Las Naciones Unidas (y la Unión Europea) son conscientes de la existencia creciente de este greenswashing. Por ello, las Naciones Unidas acaba de lanzar en el mes de abril de 2022 un grupo de expertos de alto nivel para combatirlo. El objetivo es empujar a las empresas, los inversores y las ciudades a cumplir sus promesas de cero emisiones.

    Aspecto de la protesta de Rebelión Científica frente al Congreso de los Diputados de España el 6 de abril de 2022. Rebelión Científica / Rodri Mínguez

    ¿Cambiaremos los consumidores nuestro comportamiento?

    La perspectiva positiva de esta visión del IPCC es que los cambios en nuestros hábitos pueden ser compatibles con la mejora global del bienestar: contribuyen a reducir las diferencias debidas a la desigualdad económica –los países desarrollados y los hogares con mayor renta son los mayores responsables de las emisiones y su reducción– y las desigualdades por sexo –los hombres tienden a comer más proteína animal y desplazarse en mayor medida en coche– y a mejorar la gobernanza al reducir la concentración de poder de ciertos países y colectivos y aumentar la participación ciudadana.

    La adopción y efectividad de las medidas estarán muy condicionadas por las enormes desigualdades económicas y por la injusta distribución de las responsabilidades climáticas entre individuos. Todos debemos esforzarnos por cambiar hábitos, aunque las predicciones para 2030 apuntan a que el 50 % de la población mundial más pobre producirá emisiones muy por debajo del objetivo, mientras que el nivel de emisiones del 1 % más rico será 30 veces superior a lo fijado en el Acuerdo de París.

    Los expertos reconocen que la motivación de los consumidores para implementar estos cambios necesarios es reducida a nivel mundial. Por ello, van a ser imprescindibles políticas de incentivos y penalizaciones que tengan en cuenta los contextos sociales y culturales en cada país.

    A la hora de evitar medidas muy contaminantes o promover aquellas sostenibles, no podemos solo pensar en soluciones relacionadas con impuestos a los gases de efecto invernadero que supongan aumentos de precios, ya que dichas medidas pueden ser regresivas y tienen un escaso efecto sobre los hogares de mayor renta.

    Es muy importante regular y limitar actuaciones y, en ocasiones, incluso prohibir. Establecer zonas de bajas emisiones en los centros urbanos, prohibir el uso de plásticos de un único uso y la venta de vehículos de combustibles fósiles, etc., son medidas que ya se han tomado o que hay que ir tomando con arrojo y valentía para acompañar y promover o limitar la actuación de los consumidores.

    Tal vez sea ahora el momento de parafrasear a John F. Kennedy, y plantearnos no solo qué puede hacer nuestro país por el planeta, sino qué podemos hacer nosotros por el planeta y si estamos dispuestos a hacerlo.

    Fuente:

  • Aula Francisco Morán:“Mensajes clave del IPCC”

     

    Aula Francisco Morán

     

     

    Antonio López es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universitat Politècnica de València, donde también realizó el Máster en Ingeniería Hidráulica y Medio Ambiente y se Doctoró en Ingeniería del Agua y Medioambiental. Actualmente, es funcionario del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Trabaja en la S.G. de Coordinación de Acciones frente al Cambio Climático en el Área de Adaptación, y es el Punto Focal Nacional de España ante el IPCC. Previamente, trabajó como consultor en la empresa TRAGSATEC para la Confederación Hidrográfica del Júcar, tanto para la Oficina de Planificación Hidrológica como para la Comisaría de Aguas. También ha trabajado como investigador en la Universitat Politècnica de València en proyectos de investigación, tanto nacionales como europeos, para la gestión de los recursos hídricos, las sequías, los impactos del cambio climático en la disponibilidad de los recursos hídricos y el diseño de instrumentos económicos.

    Para ver la conferencia en nuestro canal de 

    pincha en el enlace https://youtu.be/an1hxCuis5I

     

     

  • Cinco claves a tener en cuenta en el último informe del IPCC sobre la ciencia del clima


    Incendios forestales en la isla de Evia, al norte de Atenas (Grecia), el 3 de agosto de 2021, mientras el país se enfrenta a la peor ola de calor en décadas. Las temperaturas alcanzaron los 41 ℃ en algunas partes de Atenas. (AP Photo/Michael Pappas)

    El 9 de agosto, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicará su informe más completo sobre la ciencia del cambio climático desde 2013. Será el primero de los cuatro informes que se publicarán en el marco del último ciclo de evaluación del IPCC, los siguientes verán la luz en 2022.

    En los últimos ocho años, los científicos han mejorado los métodos que utilizan para medir diferentes aspectos del clima y para modelar (o proyectar) lo que podría ocurrir en el futuro. También han seguido los cambios que se han producido ante nuestros ojos.

    Esta evaluación actualizada llega tres meses antes de que los líderes mundiales se reúnan en Glasgow (Escocia) para buscar formas de evitar las peores consecuencias del cambio climático y renovar sus compromisos de reducción de los gases de efecto invernadero. También llega en medio de otro año de graves olas de calor, sequías, incendios forestales, inundaciones y tormentas.

    El informe proporcionará a los responsables políticos la mejor información posible sobre la ciencia física del cambio climático, que es esencial para la planificación a largo plazo en muchos sectores, desde las infraestructuras hasta la energía y el bienestar social. He aquí cinco cosas que hay que buscar en el nuevo informe:

     

    1. ¿Cómo de sensible es el clima al aumento del dióxido de carbono?

    Los niveles de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera son los más altos de los últimos 800 000 años, alcanzando 419 partes por millón (ppm) en mayo de 2021. La temperatura media del planeta aumenta con cada incremento de la concentración de CO₂ en la atmósfera, pero el aumento depende de muchos factores.

    Los científicos del clima utilizan modelos para entender cuánto calentamiento se produce cuando las concentraciones de CO₂ se duplican con respecto a los niveles preindustriales –de 260 ppm a 520 ppm–, un concepto llamado “sensibilidad climática”. Cuanto más sensible sea el clima, más rápido habrá que frenar las emisiones de gases de efecto invernadero para mantenerse por debajo de los 2℃.

    La sensibilidad climática es mayor en la CMIP6 que en las anteriores intercomparaciones de modelos
    Sensibilidad climática de las tres últimas intercomparaciones de modelos climáticos importantes. (Nota: No hubo ‘CMIP4’) (Datos: IPCC, Gráfico: Alex Crawford)

    Los modelos climáticos más antiguos estimaban que una duplicación del CO₂ atmosférico provocaría un aumento de la temperatura de 2,1℃ a 4,7℃. El último conjunto de modelos climáticos, llamado CMIP6, amplió el rango de 1,8℃ a 5,6℃, lo que significa que el clima es al menos tan sensible a la duplicación del dióxido de carbono como mostraban los modelos anteriores, pero puede, de hecho, ser incluso más sensible.

    El rango se ve influido por las incertidumbres de una serie de factores climáticos, como el vapor de agua y la cobertura de nubes, y la forma en que aumentarán o disminuirán los efectos del calentamiento. Los científicos trabajan para reducir el rango de las proyecciones climáticas, de modo que sepamos más sobre la rapidez con la que debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar los peores efectos del cambio climático y adaptarnos a otros.

    2. ¿Qué está pasando con las nubes?

    Las nubes son un comodín en el juego del cambio climático. Provoca una retroalimentación del calentamiento, lo que significa que el calentamiento cambia la cobertura de nubes, pero la cobertura de nubes también puede acelerar o ralentizar el calentamiento en diferentes situaciones.

    Las nubes reflejan alrededor de una cuarta parte de la luz solar entrante lejana a la Tierra. Por lo tanto, si un mayor calentamiento conlleva más nubes, cabría esperar que se reflejara más luz solar, lo que ralentizaría el calentamiento. Sin embargo, las nubes también aíslan la Tierra, atrapando el calor que desprende la superficie. Así, el aumento de la nubosidad (por ejemplo, durante la noche) podría amplificar el calentamiento.

    Múltiples tipos de nubes
    Las propiedades de retroalimentación de las nubes dependen en parte del tipo y la altitud de las mismas. Alex Crawford

    Dos cuestiones principales destacan: en primer lugar, muchos factores, como el tipo de nube, la altitud y la estación del año, determinan el efecto global de una nube sobre el calentamiento. En segundo lugar, las nubes son increíblemente difíciles de modelizar; la forma en que los modelos las tratan es clave para el rango de sensibilidad climática.

    3. ¿Ha provocado el cambio climático los recientes fenómenos meteorológicos extremos?

    Desde el último informe del IPCC, nuestra capacidad para evaluar el impacto del calentamiento global en los fenómenos extremos ha mejorado enormemente. El capítulo 11 del último informe está dedicado a ello.

    El calentamiento global se traduce en que olas de calor veraniegas más fuertes y noches tropicales más frecuentes (temperaturas superiores a 20℃) están ocurriendo en latitudes medias, como Canadá y Europa.

    El aire más caliente puede retener más agua. Esto puede causar más evaporación desde la superficie terrestre, y provocar sequías e incendios forestales. Además, una atmósfera con más agua puede producir más precipitaciones e inundaciones.

    Los científicos preveían hace décadas que estos cambios en el ciclo del agua ocurrirían, pero ahora está claro que ya están ocurriendo.

    4. ¿Han mejorado las proyecciones climáticas regionales?

    cabeza del glaciar Shamrock, con los picos montañosos desnudos detrás
    El glaciar Shamrock, como muchos otros glaciares de Alaska, ha estado mermando y retrocediendo desde la década de 1950. Alex Crawford, CC BY-SA

    Los modelos climáticos evaluados por el IPCC son modelos globales. Esto es esencial para esclarecer las conexiones entre los trópicos y los polos o la tierra y el océano. Sin embargo, tiene un coste: los modelos encuentran dificultades para simular muchos elementos de menos de 100 kilómetros de diámetro, como pequeñas tormentas o islas.

    Las relaciones regionales pueden ser complejas. Por ejemplo, las tormentas extremas ayudan a romper el hielo marino del Ártico en verano, pero la reducción de la cobertura de hielo marino también puede conducir a tormentas más fuertes.

    Desde el último informe del IPCC, las técnicas para recoger esta información a gran escala y perfeccionarla han mostrado cómo el clima regional y local ha cambiado y podría cambiar en el futuro. Otras investigaciones se centran en cuestiones regionales, como el impacto de la pérdida de hielo marino en el Ártico

    5. ¿Cómo contribuirán las capas de hielo de la Antártida al aumento del nivel del mar?

    El nivel del mar está aumentando porque el agua se expande ligeramente cuando se calienta, y los glaciares de montaña y el casquete glaciar de Groenlandia se están derritiendo y añadiendo agua al océano.

    Pero la mayor fuente potencial de aumento del nivel del mar durante el próximo siglo es la Antártida. Los modelos de mantos de hielo muestran que el derretimiento de las capas de hielo de la Antártida añadirá entre 14 y 114 centímetros al aumento del nivel del mar en 2100. Es un rango enorme, y todo depende de si la capa de hielo de la Antártida Occidental se mantiene relativamente estable o comienza un lento pero imparable colapso.

    La forma en que el IPCC comunique este debate científico influirá en la forma en que las comunidades costeras planifiquen la subida del nivel del mar. Las ciudades de baja altitud, como Lagos, en Nigeria, podrían resultar inhabitables a finales de siglo debido a la subida del nivel del mar, especialmente si las estimaciones de los modelos que vaticinan una mayor elevación resultan ser las más acertadas.

    Borde del manto de hielo de la Antártida Occidental
    El destino del manto de hielo de la Antártida Occidental depende del glaciar Thwaites. Si el frente del Thwaites se rompe, expondría una masa de hielo aún mayor a las aguas cálidas. Karen Alley

    El informe del IPCC permitirá a los responsables políticos comprender mejor cómo nos afecta el cambio climático en la actualidad. Esto será especialmente útil para poner en marcha estrategias de adaptación a corto plazo.

    Sin embargo, a medida que la ciencia ha ido mejorando, las perspectivas del cambio futuro se han vuelto más aleccionadoras, y las grandes incertidumbres que persisten suponen un importante trabajo futuro para los científicos del clima. 

    Este artículo fue publicado originalmente en inglés

     Fuente:   Research Associate at the Centre for Earth Observation Science, Clayton H. Riddle Faculty of Environment, Earth, and Resources, University of Manitoba

  • COP27: ¿qué podemos esperar de la conferencia climática de este año?

     

    Entre el 6 y el 18 de noviembre de 2022, Naciones Unidas auspiciará la vigesimoséptima cumbre sobre cambio climático (COP27) que se celebrará en Sharm el-Sheikh (Egipto).

  • El último informe del IPCC nos exhorta a pasar ya de las palabras a la acción

     Shutterstock / Karl Nesh

    Esta semana se ha publicado la tercera parte del Sexto Informe de Evaluación del IPCC, que corresponde al Grupo de Trabajo III sobre mitigación. A partir de la evaluación de las bases físicas del cambio climático (Grupo de Trabajo I) y de su traducción a impactos físicos y a nuestra vulnerabilidad (Grupo de Trabajo II), estos expertos proponen las acciones más recomendables para reducir estos impactos.

    Un informe de síntesis que llegará en septiembre unirá todos estos contenidos. Pero no hace falta esperar hasta entonces para saber lo que debemos hacer. Nos lo dice ya el documento que acaba de salir.

    No viene mal recordar que, por la propia naturaleza de los informes del IPCC, no hay nada nuevo en ellos: son esencialmente revisiones de la literatura científica, con una priorización o énfasis en los aspectos más consensuados. Para los que siguen las investigaciones u otras fuentes expertas (o como mi blog, por ejemplo) no hay nada revolucionario. Los que no la siguen pueden encontrar una visión muy completa y objetiva de lo que sabemos y lo que no sabemos acerca de este tema.

    Lo malo es que el texto, incluso el resumen para políticos, es complejo y denso, no demasiado sencillo de leer. Tratando de facilitar la tarea, este artículo constituye un resumen en el que subrayo las cuestiones más relevantes, o menos conocidas.

    Para los que quieran ir más allá, recomiendo leer no el resumen para políticos, sino el resumen técnico del nuevo informe. Este segundo es más largo, pero menos mediatizado por los intereses políticos, y más completo.

    Al comienzo del resumen técnico hay una tabla interesantísima que muestra la situación en términos optimistas y pesimistas; resume muy bien y da una visión muy realista de este tema. También cubre aspectos curiosamente no mencionados en el resumen para políticos, pero fundamentales, como el comercio internacional o la fuga de emisiones.

    La reducción de emisiones debe empezar ya

    El primer gran mensaje del informe es que, aunque la tasa de crecimiento de las emisiones se ha reducido algo en la última década, siguen aumentando. Ya son un 54 % mayores que en 1990. Y ya hemos consumido casi todo el presupuesto de carbono que nos queda para llegar a un calentamiento de 1,5 ℃ con una probabilidad mayor del 50 %.

    Por lo tanto, y este es el segundo mensaje relevante, si queremos no superar este grado y medio tenemos que ponernos a reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero ya (de forma “profunda, rápida y sostenida”), de forma que 2025 marque el máximo de emisiones, y en 2030 las reduzcamos entre un 13 y un 45 %. En 2050 tendríamos que reducirlas entre un 52 y un 76 % para llegar a la neutralidad climática en esa década.

    Si dilatamos las reducciones consumiremos más rápidamente el presupuesto, y por lo tanto tendremos que llegar a la neutralidad antes. Y eso sin entrar en el lock-in, es decir, el problema de construir edificios o industrias ahora, basados en tecnologías intensivas en carbono, que nos aten a unas emisiones elevadas durante mucho tiempo.

    En este punto, el IPCC constata que hay una brecha entre lo que tenemos que hacer, esta reducción de emisiones, y lo que se promete por parte de los países en sus contribuciones nacionales al Acuerdo de París. Si solo cumplimos con estas promesas, el calentamiento esperado en 2100 será de 2,8 ℃.

    Y el informe nos recuerda que hay otra brecha de implementación entre las promesas y la realidad política. Así que la tarea política es enorme, incluso mayor que la tecnológica. Porque ya contamos con muchas tecnologías viables para la transformación, algunas de ellas ya competitivas (como la fotovoltaica o la eólica). Pero tenemos que hacer mucho más.

    ¿Cuáles son las actuaciones prioritarias?

    En primer lugar, el ahorro y la eficiencia, que según el IPCC puede suponer entre un 40 y un 70 % de la reducción a 2050. Esto incluye cambios en ámbitos como los siguientes:

    • En las infraestructuras. Por ejemplo, para hacer edificios que no consuman energía o para reducir las necesidades de movilidad.
    • En las tecnologías de uso final. Empleando vehículos eléctricos o más eficientes, etc.
    • De comportamiento y socioculturales. Aquí se incluyen cambios de dieta, que no son milagrosos, pero algo ayudan, y ajustes en la climatización en edificios.
    • Economía circular. Aumento de la eficiencia en el uso de materiales.

    En segundo lugar, hay que abandonar los combustibles fósiles: el carbón debería reducirse un 95 %, el petróleo en un 60 % y el gas en un 45 %. Respecto al último, sobre todo, la reducción de las fugas de metano es una medida muy, muy eficiente.

    No obstante, en un mensaje muy importante, el IPCC nos dice que todo esto no es suficiente. Que tendremos que utilizar técnicas para eliminar el carbono de la atmósfera y también para capturar carbono de los combustibles fósiles que queden, de la producción de cemento y de la industria química.

    Más aún, en una afirmación seguramente controvertida, el informe advierte que la captura de carbono no podrá estar basada predominantemente en los sumideros naturales (reforestación, etc.) porque es menos fiable que el almacenamiento geológico. Así que es fundamental impulsar las tecnologías de biomasa con captura, prestando mucha atención a sus potenciales impactos negativos, y las de captura directa de CO₂ del aire.

    Los biocombustibles podrán ayudar a corto y medio plazo, en los sectores más complicados, pero también hay que cuidar mucho sus riesgos.

    Ciudades e industria, las dos protagonistas

    Todo lo anterior va a tener lugar en dos terrenos de juego, fundamentalmente: las ciudades y la industria.

    El proceso de urbanización va a seguir avanzando. Por tanto, es fundamental diseñar bien las estructuras urbanas desde el principio en estas ciudades en expansión, así como rediseñar las existentes de forma que minimicemos el consumo de energía.

    En cuanto a la industria, es preciso rescatar la política industrial y la colaboración internacional, porque la descarbonización industrial va a cambiar las cadenas de valor, desplazándolas hacia regiones con abundantes recursos energéticos bajos en CO₂.

    Para lograr toda esta transformación hacen falta cambios sistémicos. Hay que cambiar nuestro paradigma de desarrollo hacia uno basado en la sostenibilidad y hay que implantar paquetes de políticas lo más amplios posible con medidas que estimulen la innovación, que cambien comportamientos, que regulen la inversión financiera y que establezcan una gobernanza adecuada del proceso.

    Por ejemplo, si queremos reducir las emisiones de los edificios hace falta combinar objetivos de eficiencia, códigos de edificación, instrumentos de información, precios al carbono, asistencia financiera… Si solo planteamos actuaciones parciales, nunca llegaremos a los objetivos.

    ¿Cuánto va a costar todo esto?

    Una de las barreras fundamentales para plantear estas políticas ambiciosas es su coste. El IPCC nos dice que llegar a los objetivos necesarios en 2050 va a suponer una reducción de un 2 % del PIB –que por otra parte aumentará un 100 %–. Esto parece muy asumible, más aún teniendo en cuenta todos los beneficios (no incluidos en la cuenta anterior) de evitar el cambio climático y de reducir la contaminación.

    Sin embargo, el informe nos recuerda que habrá perdedores, entre otras cosas porque el impacto será desigual por regiones y sectores. Por tanto, el elemento de justicia es absolutamente central, no solo por sí mismo, sino también para facilitar la transición.

    Otra potencial barrera es la financiación. Hará falta aumentar la inversión de 3 a 6 veces con respecto a los niveles actuales, sobre todo en el sector primario y en los países en desarrollo. Lo bueno es que hay suficiente capital y liquidez a nivel global. Pero sigue habiendo muchos problemas para desplegar este dinero y la cooperación internacional es esencial para ello.

    El último mensaje importante del informe es que todo esto no puede ser incompatible con seguir trabajando por dar acceso a la energía moderna a los más de 2 000 millones de personas que no la tienen, porque su traducción a emisiones es casi despreciable.

    El problema no son los pobres, sino los ricos: el 10 % de los hogares es responsable del 40 % de las emisiones, el 40 % es responsable de otro 45 % y el 50 % de los hogares restantes de un 15 %. Es importante, pues, trasladar el mensaje de responsabilidad común, pero diferenciada no solo entre países, sino también dentro de los países.

    Fuente: Pedro LinaresProfesor de Organización Industrial de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería ICAI, Universidad Pontificia Comillas

  • Informe IPCC: Por qué los escenarios optimistas son cada vez menos optimistas

    Shutterstock/lexaarts

     

    Se acaba de presentar públicamente el Sexto Informe de Evaluación del IPCC (siglas en inglés del Panel Intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático) de Naciones Unidas. El documento recoge los avances en el conocimiento científico sobre el cambio climático global respecto al que se disponía en el 2013, cuando se publicó el anterior informe.

    En la evaluación se presentan nuevas evidencias que, de forma aún más abrumadora que en los anteriores, responsabilizan de este grave problema a diversas actividades humanas. Entre ellas destaca la progresiva acumulación en la atmósfera de ciertos gases de efecto invernadero emitidos, que provoca un evidente calentamiento global de la superficie terrestre que altera otros factores del sistema climático.

    Los aspectos más relevantes de la evaluación sobre el clima actual son:

    • que el calentamiento global de la superficie terrestre se está acelerando (0,2 ℃ en la última década frente a una media de 0,12 ℃ por década entre 1950-2011),

    • que un comportamiento similar se observa en otros factores climáticos (aumento global medio de las precipitaciones, reducción de la cubierta continental de hielo y nieve y elevación del nivel medio del mar),

    • y, la mayor novedad, que los eventos climáticos extremos (olas de calor, lluvias torrenciales, periodos de sequía) han aumentado tanto en frecuencia e intensidad que en varias regiones del planeta ya no permiten explicación posible sin la influencia humana.

    Todo lo anterior se detalla mediante el análisis riguroso de un conjunto masivo de observaciones inequívocas a escala planetaria.

    ¿Qué ocurrirá en los próximos años?

    Estas alertas que lanzan los científicos sobre lo que está ocurriendo se agudizan al mostrar los resultados de un conjunto de proyecciones de cambio climático hasta final de siglo. Han sido realizadas con decenas de aún mejores y más sofisticados modelos físicos que simulan el comportamiento de los diversos componentes del sistema climático.

    Para ello, han considerado cinco hipotéticos escenarios sobre la posible evolución futura del volumen global de emisiones humanas de los gases invernadero responsables de la alteración del clima.

    • En el primero se supone un aumento rápido de emisiones hasta llegar a duplicarse a mitad de siglo,

    • en el segundo que se llegan a duplicar a final de siglo,

    • en el tercero que se mantienen similares hasta mitad de siglo y después decrecen moderadamente,

    • en el cuarto que disminuyen desde el presente hasta alcanzar un valor neto de cero en el último cuarto de siglo

    • y en el quinto que esa anulación neta se llega a alcanzar a mitad de siglo.

    Es obvio que ninguno de estos escenarios coincidirá con lo que realmente ocurra a lo largo del siglo. Sin embargo, es el único procedimiento disponible para estimar los riesgos socioeconómicos asociados al cambio climático futuro que tendría que afrontar la humanidad en función de cómo evolucionen las emisiones globales.

    Con los actuales modelos climáticos se logran reproducir de forma satisfactoria los principales cambios experimentados por el clima global en los dos últimos siglos. De los numerosos resultados de las simulaciones cabría destacar los siguientes:

    • Se corrobora que el contribuyente principal del futuro calentamiento es el CO₂ (más del 75 %). Lo siguen a distancia el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O). Por tanto, las medidas mitigadoras deben contemplar prioritariamente la reducción de emisiones de CO₂, que casi exclusivamente proceden del uso de combustibles fósiles.

    • De los cinco escenarios de emisiones considerados, solo en el más optimista se conseguiría limitar el calentamiento global al valor que el Acuerdo climático de París señala como deseable (1,5 ℃ respecto al clima preindustrial). Por tanto, podría decirse que es altamente improbable conseguirlo. Tan solo los países de la Unión Europea y unos pocos más contemplan llegar a mitad de siglo a un valor cero de emisiones netas de CO₂.

      Y tan solo en el siguiente escenario (llegar a cero emisiones netas a partir de 2075) habría posibilidad de limitar el calentamiento global a 2 ℃, el valor comprometido en el Acuerdo de París.

      En los otros tres supuestos se llegaría a final de siglo con incrementos de temperatura global superiores, pudiendo llegar a aumentos por encima de 4 ℃. Temperaturas que no ha experimentado el planeta en, al menos, los últimos 3 millones de años, según todas las evidencias paleoclimáticas disponibles.

    • Los futuros incrementos en la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos, los que provocan efectos más desastrosos, están en relación directa con el aumento de la temperatura media global. Es decir, que incluso en el escenario de emisiones más optimista se agudizarían los extremos que ahora se están observando, y sin duda mucho más en los otros escenarios. El informe muestra con ejemplos ilustrativos los cambios esperables en frecuencia e intensidad de olas de calor, lluvias torrenciales y periodos de sequía en muchas regiones del planeta.

    ¿Podemos realmente revertir el cambio climático?

    Un aspecto que se tiende a resaltar mucho es el grado de “irreversibilidad” que presentan los cambios climáticos actuales o futuros. Primero habría que aclarar cuándo se considera que “revierte” un proceso de cambio. Solo cuando se vuelve a las condiciones iniciales o a partir de que cambie el signo de su tendencia.

    El calentamiento global observado esta condicionado por el volumen acumulado de los gases invernadero emitidos desde la era preindustrial. Por tanto, solo empezaría a remitir (cambiar de tendencia) después de que se anularan de forma neta las emisiones globales. Es decir, solo se podría conseguir en los dos hipotéticos escenarios de emisiones más favorables.

    Ahora bien, la temperatura media global de la superficie tardaría algunos siglos en volver a los valores preindustriales a partir de que cesaran totalmente las emisiones de gases invernadero. La principal causa es el efecto de los componentes del sistema climático con mayor inercia térmica (los hielos continentales y el océano profundo). Por tanto, serían irreversibles durante muchas generaciones.

    En resumen, con este sexto informe, una vez más la comunidad científica advierte con argumentos muy sólidos a los gobernantes, a los poderes económicos y a toda la sociedad de los graves riesgos que irremisiblemente se derivarían de una mayor demora en la adopción de medidas para reducir drásticamente las emisiones generadas por el uso de combustibles fósiles. Esto no es catastrofismo, sino conocimiento y responsabilidad.

     

    Artículo publicado en THE CONVERSATION el 10 de agosto de 2021. Enlace al original: https://bit.ly/3jJnoRf

     

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