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Emisiones

  • Comparación de los flujos de gases de efecto invernadero de los bosques tropicales y las plantaciones de palma aceitera en suelos minerales

    En el sudeste asiático, las plantaciones de palma aceitera han reemplazado en gran medida grandes áreas que solían estar cubiertas por bosques tropicales. Sin embargo, el efecto preciso de este cambio en el uso de la tierra sobre las emisiones de gases de efecto invernadero y los sumideros sigue siendo muy incierto. Este estudio examina las diferencias en los flujos de N2O, CH4 y CO2 y las tasas de respiración de carbono del suelo tanto en bosques talados, plantaciones de palma aceitera y áreas vírgenes. Los autores se centran en los flujos de N2O y encuentran que son más grandes en las plantaciones de palma aceitera, aproximadamente tres veces más grandes que en los bosques talados. Encuentran que las emisiones de N2O han aumentado de alrededor de 7,6 millones de toneladas por año en 1973 a 11,4 millones de toneladas en 2015 debido al aumento de la superficie forestal convertida en plantaciones de palma aceitera en los últimos 40 años.

    Artículo publicado en Biogeosciencies el 4 de marzo de 2021 por Julia Drewer el al. 

    Enlace al artículo: https://bit.ly/2MSTs8R 

     

  • El cambio climático y sus efectos se aceleran

     6- 7 minutos

    La COVID‑19 causó solo una reducción temporal de las emisiones de carbono

    El mundo está muy lejos de cumplir las metas climáticas del Acuerdo de París

    16 de septiembre de 2021 (OMM) — La enfermedad por el coronavirus de 2019 (COVID‑19) no retrasó el avance implacable del cambio climático. No hay indicios de un crecimiento más ecológico: las emisiones de dióxido de carbono están aumentando de nuevo rápidamente después de una disminución pasajera debida a la desaceleración de la economía y no se acercan en absoluto a las metas de reducción. Las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera se mantienen en niveles sin precedentes y condenan al planeta a un peligroso calentamiento futuro, según se desprende del nuevo informe Unidos en la Ciencia 2021, elaborado por diversos organismos.

    El aumento de las temperaturas a nivel mundial provoca fenómenos meteorológicos extremos devastadores en todo el planeta, cuyos efectos en las economías y las sociedades son cada vez más graves. Se han perdido miles de millones de horas de trabajo solo a causa del calor. La temperatura media mundial durante los últimos cinco años fue una de las más altas jamás registrada. De acuerdo con el informe, es cada vez más probable que las temperaturas superen temporalmente el umbral de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales en los próximos cinco años.

    La escala de los cambios experimentados recientemente en el sistema climático en su conjunto no tiene precedentes en muchos cientos, e incluso miles, de años. Según se indica en el informe, aun con la adopción de medidas ambiciosas encaminadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el nivel del mar seguirá aumentando y constituirá una amenaza para las islas de baja altitud y las poblaciones costeras de todo el mundo.

    “Este año es decisivo en lo que respecta a la acción climática. En este informe, elaborado por las Naciones Unidas y organizaciones científicas internacionales asociadas, se brinda una evaluación integral de los últimos conocimientos adquiridos en el ámbito de la climatología. El resultado es una constatación alarmante de lo alejados que estamos del rumbo previsto”, afirmó Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.

    “Aún estamos muy retrasados con respecto a la consecución de los objetivos establecidos en el Acuerdo de París. Durante este año, hemos presenciado un nuevo crecimiento de las emisiones de combustibles fósiles, el aumento constante de las concentraciones de gases de efecto invernadero y los fenómenos meteorológicos violentos intensificados por las actividades humanas que han afectado a la salud, las vidas y los medios de subsistencia en todos los continentes. A menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, limitar el calentamiento a 1,5 °C será imposible, lo que traerá aparejadas consecuencias catastróficas para las personas y el planeta del cual dependemos”, explicó en el prólogo.

    El informe Unidos en la Ciencia 2021, el tercero de esta serie, está coordinado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y cuenta con aportes del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el Proyecto Carbono Global, el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas (PMIC) y la Oficina Meteorológica del Reino Unido. En él se presentan los últimos datos y resultados científicos sobre el cambio climático que fundamentan la adopción de medidas y políticas a escala mundial.

    “Durante la pandemia hemos escuchado que debemos reconstruir para mejorar, a fin de trazar un camino más sostenible para la humanidad y evitar los peores efectos del cambio climático en la sociedad y las economías. En este informe se señala que, hasta el momento en 2021, no estamos avanzando en la dirección correcta”, advirtió el profesor Petteri Taalas, Secretario General de la OMM.

    Puntos claves

    Concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera (Vigilancia de la Atmósfera Global de la OMM)

    • Las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero —dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O)— siguieron aumentando en 2020 y durante el primer semestre de 2021.
    • Es probable que la disminución general de las emisiones que se registró en 2020 haya limitado el incremento anual de las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero de larga duración; sin embargo, este efecto fue demasiado pequeño como para diferenciarlo de la variabilidad natural.
    • La reducción del CH4atmosférico a corto plazo podría contribuir a la consecución de las metas establecidas en el Acuerdo de París. No obstante, esto no disminuye la necesidad de reducir de forma pronunciada, rápida y sostenida las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero.

    Emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y presupuestos (Proyecto Carbono Global)

    • Las emisiones de COde origen fósil —carbón, petróleo, gas y cemento— alcanzaron un nivel máximo de 36,64 gigatoneladas de dióxido de carbono (GtCO2) en 2019, seguido de un extraordinario descenso de 1,98 GtCO2 (5,6 %) en 2020 debido a la pandemia de COVID‑19.
    • De acuerdo con algunas estimaciones preliminares, entre enero y julio de 2021, las emisiones mundiales en los sectores de la energía eléctrica y la industria ya se encontraban en el mismo nivel o en un nivel superior al observado durante el mismo período en 2019, antes de la pandemia, mientras que las emisiones procedentes del transporte por carretera registraron una reducción de alrededor del 5 %. Sin incluir el transporte aéreo y marítimo, las emisiones mundiales se mantuvieron aproximadamente en los mismos niveles que en 2019, en promedio en los siete meses.
    • Las tendencias recientes en materia de emisiones de N2O, el tercer gas de efecto invernadero más importante después del CO2y el CH4, superaron las trayectorias socioeconómicas con mayor intensidad de gases de efecto invernadero utilizadas para estudiar el cambio climático futuro.

    Disparidad en las emisiones (PNUMA)

    • Cinco años después de la adopción del Acuerdo de París, no se ha avanzado en la consecución de los objetivos en cuanto a las emisiones: las emisiones mundiales deben ser 15 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente (GtCO2e) más bajas de lo que representan las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) incondicionales vigentes para cumplir el objetivo de 2 °C, y 32 GtCO2e más bajas para alcanzar el objetivo de 1,5 °C.
    • La crisis generada por la COVID‑19 ofrece solo una reducción a corto plazo de las emisiones mundiales. No habrá una disminución considerable de las emisiones de aquí a 2030, a menos que los países traten de conseguir una recuperación económica que incluya una descarbonización profunda.
    • Es alentador el número creciente de países que se comprometen a alcanzar los objetivos de las cero emisiones netas; en la actualidad, dichos objetivos abarcan alrededor del 63 % de las emisiones mundiales. Sin embargo, para que estos objetivos sigan siendo viables y creíbles, deben reflejarse con urgencia en políticas a corto plazo y en CDN notablemente más ambiciosas para el período comprendido de aquí a 2030.

    Clima mundial en el período 2017‑2021 (OMM)

    • La temperatura media global en superficie correspondiente al período 2017‑2021 (basada en los datos recopilados hasta julio) se encuentra entre las más cálidas jamás registradas y, según se estima, equivale a entre 1,06 °C y 1,26 °C por encima de los niveles preindustriales (1850‑1900).
    • En cada año del período comprendido entre 2017 y 2021, el valor mínimo estival medio y el valor máximo invernal medio de la extensión de los hielos marinos del Ártico fueron inferiores a la media a largo plazo registrada durante el período 1981‑2010. En septiembre de 2020, dicha extensión alcanzó el segundo valor más bajo del que se tiene constancia.
    • En 2021 se observaron fenómenos meteorológicos y climáticos extremos de efectos devastadores; el calor extremo excepcional en América del Norte y las crecidas en Europa Occidental fueron señales inequívocas del cambio climático causado por las actividades humanas.

    Clima mundial en el período 2021‑2025 (Boletín sobre el clima mundial anual a decenal: Oficina Meteorológica del Reino Unido, PMIC, OMM)

    • Es probable que, en cada uno de los próximos cinco años, la temperatura media mundial anual cerca de la superficie supere, por lo menos, en 1 °C los niveles preindustriales (que corresponden a la media del período 1850‑1900), y es muy probable que ese aumento oscile entre 0,9 ° y 1,8 °C.
    • Hay un 40 % de probabilidades de que la temperatura media mundial en uno de los próximos cinco años sea, por lo menos, 1,5 °C más alta que en los niveles preindustriales; sin embargo, es muy poco probable (alrededor del 10 % de probabilidad) que la temperatura media de los cinco años correspondientes al período 2021‑2025 esté 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.
    • Entre 2021 y 2025, es probable que en las regiones de latitudes elevadas y el Sahel se produzcan más precipitaciones que en el pasado inmediato.

    Aspectos destacados del Sexto Informe de Evaluación del IPCC: Bases físicas

    • Es indudable que la influencia humana ha generado un calentamiento de la atmósfera, los océanos y la tierra. Se han producido cambios rápidos y generalizados en la atmósfera, los océanos, la criosfera y la biosfera.
    • La escala de los cambios experimentados recientemente en el sistema climático en su conjunto y el estado actual de numerosos aspectos del sistema climático no tienen precedentes en muchos cientos, e incluso miles, de años.
    • Debido al cambio climático antropógeno, ya se está incrementando la frecuencia y la intensidad de muchos fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo.

    El aumento del nivel del mar y los efectos en las zonas costeras (PMIC: OMM, Comisión Oceanográfica Intergubernamental, Consejo Internacional de Ciencias)

    • El nivel medio del mar a escala mundial aumentó 20 cm de 1900 a 2018 y a un ritmo acelerado de 3,7 + 0,5 mm por año de 2006 a 2018.
    • Incluso aunque se reduzcan las emisiones para mantener el aumento de temperatura muy por debajo de 2 °C, el nivel medio del mar a escala mundial probablemente aumentaría entre 0,3 m y 0,6 m de aquí a 2100, y podría aumentar entre 0,3 m y 3,1 m de aquí a 2300.
    • La adaptación a este aumento residual será fundamental (deberán adoptarse estrategias de adaptación donde no existan), especialmente en las zonas costeras bajas, las islas pequeñas, los deltas y las ciudades costeras.

    Olas de calor, incendios forestales y contaminación atmosférica: peligros climáticos agravados y en cascada que inciden en la salud (OMS/OMM)

    • El aumento de las temperaturas guarda relación con el incremento de la mortalidad y las discapacidades laborales relacionadas con el calor; en 2019, se perdieron más de 103 000 millones de horas de trabajo en todo el mundo en comparación con el año 2000.
    • La combinación de las infecciones por COVID‑19 y los peligros climáticos, como las olas de calor, los incendios forestales y la mala calidad del aire, ponen en riesgo la salud humana en todo el planeta, especialmente en el caso de las poblaciones vulnerables.
    • Las actividades de recuperación tras la pandemia de COVID‑19 deben armonizarse con las estrategias nacionales sobre el cambio climático y la calidad del aire a fin de reducir los riesgos derivados de los peligros climáticos agravados y en cascada, así como generar beneficios indirectos para la salud.

    “Este informe no da lugar a dudas. El tiempo se está agotando. Para que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 que se celebrará en Glasgow, denominada CP 26, sea un punto de inflexión, todos los países deben comprometerse a alcanzar las cero emisiones netas, a más tardar, en 2050, con el respaldo de estrategias concretas a largo plazo y mejores contribuciones determinadas a nivel nacional en virtud de las cuales se reduzcan, de manera colectiva y a más tardar en 2030, las emisiones mundiales en un 45 % respecto de los niveles de 2010”, afirmó el señor Guterres.

    “Necesitamos un avance decisivo que permita proteger a las personas y sus medios de subsistencia; se debe destinar, al menos, la mitad de toda la financiación pública para el clima a crear resiliencia y ayudar a las personas a que apliquen medidas de adaptación. Asimismo, necesitamos una mayor solidaridad, en particular el cumplimiento pleno de la histórica promesa de contribución de financiación para el clima a fin de ayudar a los países en desarrollo a que pongan en marcha la acción climática. No existe otra alternativa si deseamos crear un futuro más seguro, sostenible y próspero para todos”.

    Fuente:  Publicado 16 Septiembre 2021 

  • El papel de los bosques como sumideros de carbono

    8 - 10 minutos

    Los sistemas forestales tienen la capacidad de captar el CO₂ de la atmósfera gracias a la energía del sol. Las plantas transforman las moléculas inorgánicas en moléculas orgánicas que usan en la construcción de sus estructuras vitales: flores, frutos, ramas, troncos, raíces, hojas, etc.

    Estos productos elaborados serán consumidos por los animales herbívoros, que los integran así en eslabones de las cadenas tróficas de los ecosistemas terrestres. En ese mismo proceso, las plantas generan un subproducto vital: el oxígeno.

    Los bosques, almacenes de CO₂

    Al respirar, los seres vivos emitimos CO₂ como subproducto metabólico de nuestro funcionamiento vital. Y al morirnos, nuestros cuerpos se descomponen en el suelo gracias a bacterias aeróbicas que transforman las moléculas orgánicas en CO₂ (que es emitido a la atmósfera) y en otras moléculas que contienen carbono y que se incorporan a uno de los reservorios más importantes del ciclo del carbono, el suelo.

    Así, los bosques retiran dióxido de carbono de la atmósfera e incorporan carbono a su biomasa. Al menos temporalmente, mientras los árboles (y arbustos, etc.) están vivos.

    Según el Quinto Informe de Evaluación del IPCC, se estima que a nivel global la cantidad de carbono presente en la biomasa viva de la vegetación es de entre 450 y 650 gigatoneladas. Aparte del carbono retenido en la vegetación, los suelos de los bosques son capaces de almacenar entre 1 500 y 2 400 Gt.

    Cuando un árbol se corta, y su madera es utilizada en la fabricación de muebles, elementos constructivos u otros, el carbono permanece retenido fuera de la atmósfera durante la vida útil del producto. Por el contrario, cuando un árbol se quema en el bosque, el carbono almacenado es devuelto a la atmósfera de manera casi inmediata.

    Los sistemas forestales fijan carbono tanto en la biomasa viva como en el suelo. Dehesa de encina en San Sebastián de los Reyes, Madrid. Author provided

    Mitigadores del cambio climático

    Sin embargo, no siempre hay un balance positivo entre entradas y salidas de carbono en los ecosistemas terrestres. El uso de la tierra, incluida la agricultura y los bosques, representa aproximadamente el 10 % de las emisiones globales de CO₂, y casi el 25 % de todos los gases de efecto invernadero como el CH₄ y el N₂O. Se estima que la deforestación es la principal fuente de gases de efecto invernadero en muchos países tropicales.

    Al mismo tiempo, aproximadamente un tercio de las emisiones de origen humano de CO₂ son absorbidas por los ecosistemas terrestres, principalmente por los bosques. Los sumideros forestales son importantes para la mitigación del cambio climático y en latitudes templadas o boreales los sistemas forestales se comportan como sumideros netos.

    Figura 1. Componentes combinados del presupuesto global de carbono en función del tiempo. Friedlingstein, P., Jones, M., O'sullivan, M., Andrew, R., Hauck, J., Peters, G.,... & DBakker, O. (2019). Global carbon budget 2019. Earth System Science Data, 11(4), 1783-1838.CC BY

    La importancia de la gestión forestal

    El papel que desempeña el uso de la tierra, sus cambios y la selvicultura (UTCUTS o bien LULUCF, por sus siglas en inglés) como fuente o sumidero de gases de efecto invernadero convierte al sector forestal en un actor clave con un gran potencial de mitigación. En consecuencia, se hace indispensable conocer cuánto carbono se almacena en la vegetación, así como los flujos de este elemento que se crean desde y hacia ella.

    La contabilización de las emisiones y absorciones de CO₂ de los diferentes sectores se fue estableciendo en las sucesivas conferencias de las Partes tras la aprobación del Protocolo de Kioto. Incluir el uso de la tierra en el proceso de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático ha sido largo y complejo.

    Para los bosques, las incertidumbres asociadas a las estimaciones de los gases de efecto invernadero que absorbían o emitían y las –en muchas ocasiones espúreas– cuestiones metodológicas han supuesto dificultades para alcanzar compromisos y lo que es peor, han implicado una inacción de coste insospechado.

    Uno de los aspectos más polémicos ha sido el papel que la gestión forestal desempeña en el aumento de la capacidad del bosque para fijar carbono, asumiendo que la única manera de incrementar el papel mitigador de los bosques es aumentando su superficie. Esta situación viene propiciada principalmente por dos motivos:

    • Por la preocupación climática de que la gestión forestal haga que los bosques que ahora son sumideros pasen a ser emisores de gases de efecto invernadero.
    • La gestión forestal garantiza la persistencia del bosque y su capacidad como sumidero. Pinar de Valsaín, Segovia. Author provided
    • Por la preocupación de las organizaciones ambientales que ven en estas prácticas también un riesgo para la biodiversidad.

    Ambas preocupaciones son perfectamente entendibles, pero también solventables mediante la planificación, aplicación y certificación de sistemas de gestión forestal sostenible, que garanticen la compatibilidad entre la persistencia del bosque, el aumento de su capacidad de fijación de carbono, y el resto de usos.

    ¿Cuántas emisiones absorben los bosques?

    Las actividades relacionadas con LULUCF (recordemos: el papel del uso de la tierra, sus cambios y la selvicultura), donde se enmarcan los bosques, no se abordaron definitivamente hasta la Conferencia de las Partes de 2001 (COP7) en la que se aprobaron los acuerdos de Marrakech. En ellos se fijaron las definiciones, modalidades, normas y directrices relativas a las actividades LULUCF recogidas en el artículo 3 del Protocolo de Kioto.

    España informa de sus emisiones de gases de efecto invernadero a la Secretaría de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Además, aporta información adicional para cumplir los compromisos asumidos conforme al Protocolo de Kioto, cuyo segundo periodo de aplicación finalizó en 2020.

    La diferencia fundamental entre ambos tipos de informes es que el primero tiene un criterio basado en la tierra (asigna categorías de uso de la tierra a toda la superficie dentro del país) y el segundo tiene un criterio basado en las actividades humanas.

    El último inventario nacional de gases de efecto invernadero recoge las cifras para el año 2018. El valor neto es muy aproximado (ver tabla 1), ya que España considera toda la superficie forestal bajo gestión regulada, cuando en realidad solo el 18,5 % de la superficie forestal española dispone de proyectos de ordenación forestal que regulan y controlan su aprovechamiento de manera sostenible.

    Tabla 1. Absorciones netas del sector LULUCF en España bajo el criterio de la CMNUCC y el Protocolo de Kioto. Inventario nacional de emisiones de gases de efecto invernadero 1990 – 2018 (edición 2020)

    Estudios detallados del Centro de Investigación Forestal del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (CIFOR-INIA) estiman una fijación neta anual en terreno forestal en España de 116 Mt CO₂eq (megatoneladas de CO₂ equivalente), de los cuales 94 Mt CO₂eq se atribuyen a la superficie forestal arbolada y 22 Mt CO₂eq a formaciones de arbustos y matorrales de talla media-alta.

    La madera mantiene el carbono fijado a lo largo del ciclo de vida de sus productos. Author provided

    Las masas forestales en el cómputo estatal de CO₂

    En la UE, la primera vinculación entre las políticas climáticas y los stocks de carbono forestal se produjo tras el Acuerdo de París. Para cumplir los compromisos, el Parlamento y el Consejo europeos adoptaron el Reglamento 2018/841 sobre la inclusión de las emisiones y absorciones del sector LULUCF para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para el período de 2021 a 2030, modificando el reglamento anterior de 2013. Se espera una nueva revisión de este reglamento para 2021 conforme al plan de objetivos climáticos para 2030 que propone actualmente la Comisión.

    Hay que destacar que el sector LULUCF en España es el único con efecto sumidero neto. Sus absorciones ayudan a compensar el 11,4 % de las emisiones de otros sectores, tanto los sujetos al comercio de derechos de emisión (industria y generación eléctrica), como los sectores difusos (como el transporte, residencial, agrícola y ganadero, y gestión de residuos).

    Tabla 2. Distribución de emisiones del 2018 (ktCO₂-eq). Inventario nacional de emisiones de gases de efecto invernadero 1990 – 2018 (edición 2020), Author provided

    Bajo el reglamento actual, se consideran dentro de la contabilidad del sector LULUCF las absorciones y emisiones debidas a tierras forestadas, las tierras deforestadas, los cultivos gestionados, los pastos gestionados y la tierra forestal gestionada.

    En las categorías de la tierra forestal gestionada, para poder diferenciar las absorciones derivadas de la gestión forestal de las debidas al crecimiento natural de los bosques, el reglamento establece un nivel forestal de referencia que debe proponer cada país dentro de su Plan de Contabilidad Forestal Nacional. Solo podrán contabilizarse las absorciones que sobrepasen este nivel.

    Estas absorciones se utilizarán para cumplir con el compromiso de que las emisiones del conjunto del sector LULUCF no superen sus absorciones (norma de deuda cero). Cumplido este requisito, las absorciones sobrantes debidas al sector podrían utilizarse para compensar las emisiones del resto de sectores difusos, hasta un máximo de 29,1 Mt CO₂ eq para todo el período 2021-2030.

    Analizando el sistema de contabilidad actual, observamos que se favorece la utilización de las absorciones asociadas a las repoblaciones, mientras que se relegan a un segundo plano las absorciones originadas por las masas forestales existentes y consideradas bajo gestión. En este punto, es necesario volver a resaltar la importancia de la gestión forestal y la necesidad de contar con instrumentos adecuados que garanticen su aplicación y seguimiento.

    Lo cierto es que no cuadran las cifras. Según estudios del Joint Research Centre de la Comisión Europea, hay una discrepancia a nivel global de unos 4 Gt de CO₂ anuales en las emisiones antropogénicas netas del uso de la tierra entre los modelos globales del V Informe de Evaluación del IPCC y los datos agregados de los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero. La mayor parte de esta diferencia es atribuible a las superficies forestales consideradas bajo gestión.

    A pesar de todo, el planteamiento general tiene sentido y es coherente con las líneas adoptadas desde Europa para seguir fomentando la reducción de emisiones en todos los sectores.

    Ahora bien, no se puede caer en un triunfalismo simplista que asuma que las emisiones antropogénicas pueden ser compensadas por los sumideros forestales, desincentivando así cualquier esfuerzo por atacar la raíz del problema: el uso masivo de combustibles fósiles como fuentes de energía y el incesante cambio de uso del suelo.

    Todo ello reconociendo la necesidad de implementar políticas que apoyen una gestión forestal sostenible a futuro. Y por futuro hay que reconocer horizontes más allá del año 2050 que permitan articular los amplios plazos de gestión de los sistemas forestales.

    Este artículo ha sido escrito en colaboración con Sergio de la Cruz, director técnico del Foro de Bosques y Cambio Climático.

    Fuente: Autores: Agustín Rubio Sánchez y Rafael Calama Sainz

  • Ganadería intensiva: el reto ambiental del sector porcino en España

    Mark Agnor / Shutterstock

     

    El sector porcino tiene una importancia indiscutible para la economía española, especialmente en el ámbito rural, al que pertenecen la mayoría de los 5.002 municipios con población inferior a 1.000 habitantes. Representa el 14 % de la producción final agraria y el 39 % de la producción final ganadera.

    De hecho, en 2020 se alcanzó una producción de carne en torno a 5 millones de toneladas y más de 56,4 millones de animales sacrificados. Estas cifras récord sitúan a España en cuarta posición mundial (detrás de China, Estados Unidos y Alemania) en producción de carne y tercera en número de animales sacrificados, y en segunda posición productora en el entorno europeo (con el 21,8 % de la producción).

    Su cadena de valor comprende numerosas actividades directas relacionadas con la producción ganadera y fabricación de piensos (empresas de porcino), la transformación (industria cárnica porcina) y la comercialización mayorista y minorista de carne y productos elaborados.

    Producción y estructura del sector en España

    Entre los años 2007 y 2020 España registró un aumento de la producción de carne de porcino del 46 %, y del 26 % en el número de animales, en prácticamente todo el territorio. Esta subida coincidió con una caída del consumo nacional del 16,7 %, que pasó de representar el 81,9 % sobre la producción en 2007 al 46,7 % en 2020, pese a que ese año aumentó el consumo en los hogares durante los meses de confinamiento, compensando así la caída de consumo en el sector de restauración.

    El mercado exterior ha tenido un papel clave en este crecimiento:

    • Por un lado, las exportaciones en territorio europeo aumentaron un 55 % desde 2008, fundamentalmente destinadas a Francia (23 %), Italia (16 %) y Portugal (13 %), representando en 2020 el 23,6 % de la producción.

    • Por otro, las extraeuropeas experimentaban un aumento considerable en el periodo, hasta representar en 2020 el 35,7 % de la producción. Esta exportación está fundamentalmente dirigida a China, que en 2020 cubría el 75 % del total de las exportaciones de porcino a terceros países, frente al 0,23 % de 2008.

     

    Exportaciones españolas fuera de la Unión Europea en 2020. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

     

    Hay que aclarar que, pese a su cada vez mayor utilización, el término macrogranja “no aparece en ninguna de las disposiciones vigentes del ordenamiento jurídico de España o de la Unión Europea”.

    Sí puede hacerse referencia a ganadería intensiva o ganadería industrial, entendida como aquella que se apoya en la intensificación de los factores de producción (equipamiento, instalación) para maximizar la producción y minimizar los costes. También se caracteriza por una elevada densidad de animales y el control de aspectos como la alimentación o la temperatura para acelerar los tiempos de cría, aprovechando las ventajas de un sistema global tanto en la cadena de suministros como en la comercialización.

    El número total de granjas de porcino en España ha caído un 11 % desde 2007 debido al desplome de las pequeñas, -51 % las reducidas y -25 % las de grupo 1. Sin embargo, el aumento experimentado por las de mayor tamaño, representadas por los grupos 2 (25 %) y 3 (49 %), ha permitido impulsar la producción de carne de porcino hasta alcanzar las 5.024.000 toneladas en 2020.

    Ese año se contabilizaban un total de 88.437 granjas, ubicadas mayoritariamente en Galicia (34 % del total nacional), Extremadura (15 %), Andalucía (14 %) y Castilla y León (10 %). Estas regiones, a excepción de Andalucía, se caracterizan por un mayor peso de las instalaciones productivas intensivas, que en el caso de Galicia alcanzan prácticamente la totalidad.

     

    Explotaciones de ganado porcino en España por comunidad autónoma. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA)

     

    Impacto ambiental de la producción porcina

    El impacto ambiental asociado al sector porcino afecta tanto a las explotaciones intensivas como extensivas, aunque la concentración de animales en el primer caso hace que la generación de purines y estiércol requiera un sistema específico de gestión de los lixiviados y residuos producidos.

    Destacan los siguientes contaminantes:

    • Emisiones de amoniaco: la introducción de técnicas de control de emisiones en la aplicación de fertilizantes en campo, mejoras en la alimentación animal y técnicas de gestión de estiércoles redujeron estas emisiones un 10 % en 2012 respecto a 1990. A partir de 2013 se observa un aumento asociado al crecimiento de la cabaña ganadera y un repunte en el uso de fertilizantes orgánicos (estiércol) e inorgánicos. No obstante, gracias a la reducción de los fertilizantes nitrogenados inorgánicos, se situaron en 2019 un +1 % sobre 1990 .

    • Emisiones de nitratos: el sector ganadero fue responsable en 2019 del 0,8 % de estas emisiones, que en todo caso han caído un -49 % desde 1990.

    • Emisiones de gases de efecto invernadero: el 9,1 % de estas emisiones se originó en este sector en 2020, registrando un aumento del 0,8 % respecto a 2019 debido a la gestión de estiércol y a la fermentación entérica.

    • Bioseguridad: combatir la resistencia antibiótica es una prioridad europea, regulada por el Reglamento (UE) nº 2016/429, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 9 de marzo de 2016. En este sentido el MAPA ha implementado un Plan Estratégico Nacional de Bioseguridad en las explotaciones porcinas (2015 y 2016).

    Estos aspectos se regulan en el Real Decreto 306/2020, de 11 de febrero, que establece normas básicas de ordenación de las granjas porcinas intensivas, y modifica la normativa básica de ordenación de las explotaciones de ganado porcino extensivo. Entre sus novedades cabe señalar:

    • el establecimiento de condiciones mínimas de bioseguridad, higiene, bienestar y sanidad animal (art. 4);

    • normas de gestión de estiércoles (art. 9);

    • la necesidad de adoptar las mejores técnicas disponibles para reducir emisiones (arts. 10 y 11);

    • y la obligación de adoptar, a partir del 1 de enero de 2022, un sistema integrado de gestión de explotaciones ganaderas (SIGE) (disposición final cuarta), que incluirá un plan de gestión de residuos, un plan de gestión ambiental y de lucha contra el cambio climático y un plan de bioseguridad.

    Consideraciones finales

    La producción de porcino en España supera con creces el consumo nacional, orientándose en buena parte a la exportación, principalmente a terceros países, lo que puede provocar incertidumbre asociada a la coyuntura de determinados mercados internacionales (como China).

    Por otra parte, el aumento productivo registrado en los últimos años se apoya en un incremento del número de granjas de mayor tamaño, impulsándose la denominada ganadería intensiva.

    Todo ello está provocando un intenso debate respecto a la repercusión socioeconómica y ambiental de las instalaciones porcinas de mayor tamaño en el ámbito rural. Asociaciones ecologistas y ganaderas alertan sobre las repercusiones ambientales y los discutibles beneficios locales de unas explotaciones muy tecnificadas. Defienden un impulso de las explotaciones extensivas y la recuperación de la cuota de las pequeñas o familiares, por considerarlas más sostenibles.

    El Real Decreto 306/2020 regula los aspectos más controvertidos relativos a la gestión de estas instalaciones. De su cumplimiento dependerá la reducción de los impactos ambientales y, por tanto, optimizar la consideración y opinión pública de las explotaciones intensivas de ganado porcino en España.

     

    Publicado el 29 de septiembre de 2021 en The Conversation: https://bit.ly/3DyMwlT

    Cláusula de Divulgación

    Mª Victoria Mestre Martínez colabora con la Comunidad de Medio Ambiente y Salud de El Día Después (https://diadespues.org/).

     

     

  • Las emisiones procedentes de la deforestación son mucho mayores de lo que se pensaba

    3 - 4 minutos

    Las emisiones de carbono derivadas de la tala de bosques tropicales se duplicaron en sólo dos décadas y están aumentando, según una investigación.

    Una zona desforestada cerca de Sinop, en el estado de Mato Grosso, Brasil. La ganadería, el aceite de palma, la soja, el cacao, el caucho y el café son las principales causas de la pérdida de bosques tropicales. Fotografía: Florian Plaucheur/AFP/Getty Images

    Las emisiones de carbono derivadas de la deforestación tropical en este siglo son mucho más elevadas de lo que se pensaba, ya que se han duplicado en sólo dos décadas y siguen avanzando.

    Los bosques del mundo constituyen un enorme almacén de carbono, ya que se calcula que contienen 861 gigatoneladas de carbono, lo que equivale a casi un siglo de emisiones anuales de combustibles fósiles al ritmo actual. Cuando los árboles se talan, liberan a la atmósfera el carbono que almacenan. Desde el año 2000, el mundo ha perdido cerca del 10% de su cubierta arbórea, convirtiéndose en uno de los principales motores del calentamiento global.

    Con todo, a pesar de ser la segunda fuente humana de gases de efecto invernadero, después de los combustibles fósiles, los cálculos sobre el carbono de las emisiones procedentes de la tierra siguen presentando importantes incertidumbres, ya que a menudo se basan en datos escasos que dificultan a los investigadores el seguimiento de los avances hacia el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.

    Un estudio publicado el lunes en Nature Sustainability muestra que la pérdida de carbono por la deforestación tropical en las últimas dos décadas se ha duplicado y sigue aumentando, impulsada en gran medida por la expansión de la agricultura. Los resultados contrastan con evaluaciones anteriores, como el Presupuesto Global del Carbono 2021, que sugirió una ligera disminución de la pérdida de carbono por deforestación.

    Utilizando datos satelitales de alta resolución, los investigadores descubrieron que la República Democrática del Congo, Indonesia y Brasil registraron la mayor aceleración en la pérdida de bosques entre 2001 y 2020, siendo el país sudamericano el responsable de la mayor cantidad de emisiones totales por la tala en el Amazonas y otros ecosistemas forestales. El análisis reveló que alrededor de una quinta parte del desmonte de tierras en los trópicos tuvo lugar en las regiones montañosas, que albergan reservas de carbono relativamente altas, especialmente en Asia.

    Consideración

    "La deforestación y la pérdida de carbono de los bosques se están acelerando. Hay un enorme abismo entre el punto al que queremos llegar y el punto al que nos dirigimos, lo que es realmente preocupante", afirma Dominick Spracklen, profesor de la Escuela de Tierra y Medio Ambiente de la Universidad de Leeds, coautor del estudio.

    El aumento se produjo a pesar de los compromisos para frenar la deforestación, como la Declaración de Nueva York sobre los Bosques de 2014, que pretendía reducir a la mitad las tasas de deforestación para 2020. En la Cop26 de Glasgow, una coalición de 142 países -que representan más del 90% de los bosques del mundo- se comprometió a detener e invertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra para 2030.

    "Los métodos estándar utilizados por el IPCC no están advirtiendo algunas de las cosas que hemos visto en este documento, como la deforestación a pequeña escala y el desplazamiento del desmonte hacia las montañas. No están captando realmente la tendencia que hemos visto en las dos últimas décadas", añadió Spracklen.

    "Los bosques tropicales son enormes almacenes de carbono. Debemos reducir la deforestación para frenar el calentamiento global", dijo Yu Feng.

    La ganadería, el aceite de palma, la soja, el cacao, el caucho y el café son las principales causas de la pérdida de bosques tropicales, que destruyen algunos de los lugares más biodiversos de la Tierra, donde viven especies como jaguares, perezosos, orangutanes, tucanes y lémures. El lunes, un informe del IPCC advertía de que el deterioro del clima se estaba acelerando rápidamente y afirmaba que muchos de los impactos serían más graves de lo previsto, y que sólo quedaba una pequeña posibilidad de evitar sus peores estragos.

    La vigilancia por satélite desempeña un papel cada vez más importante en el seguimiento de los gases de efecto invernadero en la Tierra, como los que controlan las emisiones de metano. En el caso de los bosques, Global Forest Watch alberga datos satelitales de seguimiento de la pérdida de bosques, y proyectos como la misión Gedi de la Nasa, que utiliza láseres para analizar la biomasa de los árboles, está ayudando a proporcionar un mapa más preciso de los bosques del mundo y de las reservas de carbono.

    Fuente: Theguardian

  • No podemos permitir que los mercados decidan el futuro de la eliminación de carbono de la atmósfera.

    Mike Pellinni/shutterstock

      

    Las promesas de emisiones netas cero por parte de países y empresas están en todas partes en este momento. La mayoría de estos compromisos se basan en la eliminación de cantidades masivas de carbono, pero los detalles sobre cómo sucederá esto siguen en gran parte ausentes. El acuerdo COP26 sugiere que los mercados jugarán un papel central, pero existen problemas importantes con este enfoque.

    La eliminación de carbono, también conocida como "emisiones negativas", es el proceso de extraer grandes cantidades de CO₂ de la atmósfera. La versión más popular consiste en plantar árboles, pero también existen otros métodos. Estos incluyen la combinación de plantas de energía bioenergética con captura y almacenamiento de carbono, o una tecnología llamada captura directa de aire. Actualmente este tipo de proyectos solo existen a escalas pequeñas.

    Muchos activistas y científicos consideran que la remoción de carbono a gran escala es un sueño imposible y una distracción importante de las reducciones de emisiones a corto plazo. Otros sostienen que la ventana para lograr objetivos climáticos ambiciosos a través de recortes de emisiones solo se ha cerrado y que sería irresponsable o incluso injusto cancelar la eliminación de carbono por completo.

    Independientemente de su posición en este debate, una cosa se está volviendo cada vez más clara: no podemos dejar que los mercados decidan si eliminar el carbono de la atmósfera y cómo hacerlo. Sin embargo, eso es exactamente lo que está sucediendo. Dado que todos, desde las grandes petroleras europeas hasta las grandes empresas tecnológicas, están atentos a las inversiones, la agenda de eliminación de carbono se está convirtiendo rápidamente en una función de la demanda del mercado.

    Ya estamos viendo un crecimiento dramático en las compensaciones de carbono basadas en los bosques, aunque el carbono almacenado en los árboles no puede compensar las continuas emisiones de combustibles fósiles. Mientras tanto, corporaciones como Microsoft están adoptando un enfoque a más largo plazo al invertir en captura directa de aire y una variedad de otras nuevas tecnologías.

    El nuevo mecanismo de mercado que los países acordaron en la COP26 promete amplificar esta tendencia. Los defensores esperan que se produzca un verdadero auge en las compensaciones de carbono, donde las extracciones probablemente desempeñarán un papel cada vez más importante. Si bien no sería la primera vez que las esperanzas tan altas terminan desinfladas, muchas corporaciones ven claramente la perspectiva de créditos de remoción (baratos) como una alternativa atractiva a los recortes de emisiones directas.
     
     
    An industrial building in a rocky valley
    Esta planta piloto de captura directa de aire en Canadá elimina una tonelada de CO₂ por día. David Buzzard/Shutterstock
     
     
    A la luz del régimen basado en el mercado y favorable a las empresas que ha dominado la política climática durante décadas, no es de extrañar que la gobernanza de la eliminación de carbono se esté moviendo en esta dirección. Pero este enfoque cierra una discusión sobre algunas preguntas cruciales: si se va a utilizar la eliminación de carbono a gran escala, ¿qué emisiones debería compensar y de quién, y cómo deberían tomarse esas decisiones?

    ¿Qué emisiones son “inevitables”?
    En los modelos científicos, una de las principales características de la eliminación de carbono es su capacidad para "cancelar" las continuas emisiones de gases de efecto invernadero, creando un equilibrio climáticamente neutro entre las emisiones y las absorciones (de ahí el "neto" en cero neto). Esto permite que continúen algunas actividades intensivas en carbono sin dejar de cumplir los objetivos climáticos.

    Este acto de equilibrio es necesario, según esta tesis, porque algunas emisiones son particularmente difíciles (o antieconómicas) de eliminar, al menos durante las próximas décadas. Los ejemplos comúnmente mencionados son las emisiones de la producción de acero y cemento, la agricultura, el transporte marítimo y la aviación. Si bien esto puede parecer razonable, no existen reglas o criterios vinculantes para decidir qué emisiones pertenecen a esta categoría "difícil de reducir" o "residual". A pesar de los esfuerzos de las ONG y los actores privados para definir estándares voluntarios, son, de hecho, los propios países y empresas los que actualmente pueden definir qué emisiones son difíciles de reducir y, por lo tanto, de cuánta eliminación necesitarán depender.
     
     
    Large plane takes off at sunset
    Los aviones eléctricos constituyen una realidad algo lejana, por lo que las emisiones de la aviación a menudo se consideran difíciles de reducir o "residuales". OlegRi/shutterstock
     
    Obviamente, esto crea oportunidades para el lavado verde, y las promesas corporativas netas cero ya ofrecen innumerables ejemplos en esta dirección. Pero hay una preocupación adicional: la demanda de las corporaciones que buscan compensación por lo que consideran emisiones "necesarias" corre el riesgo de sobrepasar la cantidad máxima realista de remoción de carbono y quita oportunidades a aquellos con una necesidad más legítima de emisiones continuas en el corto plazo. 

    Es importante recordar que la capacidad realista de eliminación de carbono es limitada. Cuantas más mudanzas de las que dependen los países y las empresas, más energía, tierra y recursos requerirán. Para minimizar los resultados indeseables para las personas y los ecosistemas, es fundamental limitar la necesidad de eliminar el carbono.

    Asignación del presupuesto de emisiones residuales
    Lo que está en juego, entonces, es el uso y asignación de una capacidad limitada de remoción de carbono (podría llamarlo un “presupuesto de emisiones residuales”). Esto plantea la pregunta: ¿de quién son las emisiones que vale la pena compensar? ¿Qué tipo de actividades o grupos de personas tienen un derecho legítimo sobre las emisiones residuales?

    Dejar estas decisiones en manos del mercado es renunciar a la idea de que la eliminación de carbono debe realizarse de manera justa y responsable. Básicamente significa que aquellos con mayor poder adquisitivo pueden apropiarse de la mayor parte del presupuesto de emisiones residuales, para compensar las actividades intensivas en carbono de su propia elección.

    En cambio, un modelo de asignación más justo reconocería que algunos países tienen más capacidad y responsabilidad que otros para reducir rápidamente las emisiones y permitiría a los países en desarrollo utilizar la mayor parte del presupuesto de emisiones residuales. En tal modelo, deberían ser los países ricos y las corporaciones las que carguen con la carga de la eliminación de carbono; simplemente no podrían contar esto para sus propios objetivos de mitigación.
     
    En la actualidad, el mercado de eliminación de carbono es un mercado libre para todos, y permitir que esto continúe probablemente conducirá a una carrera hasta el final y a la proliferación de proyectos de baja calidad. La historia de los mercados de carbono está plagada de ejemplos de lucro, apropiación de tierras, violación de los derechos humanos y proyectos que no lograron generar beneficios generales de mitigación. Estas son señales claras de advertencia para cualquiera que crea en los méritos de un mercado de eliminación de carbono.

    Suponiendo que se incluya la remoción de carbono en los esfuerzos de mitigación, cuánto y cómo asignar esa asignación limitada entre los diferentes actores, son cuestiones políticas importantes que deben decidir las instituciones democráticas, no los mercados o el capital privado. Si los gobiernos se toman en serio la justicia y la integridad ambiental, entonces necesitan urgentemente intensificar la regulación de la remoción de carbono. Como mínimo, los gobiernos deben acordar un presupuesto de emisiones residuales restringido y criterios vinculantes y alineados con la justicia climática para los tipos de emisiones que la remoción de carbono puede compensar, y cómo debe hacerse.
     
    (Para profundizar más en este tema tan interesante recomendamos leer A global carbon removal industry is coming – experts explain the problems it must overcome)

     

    Publicado en The Conversation el  16 de noviembre de 2021. Enlace al  original:  https://bit.ly/3DyQqMc

    Cláusula de Divulgación

    Wim Carton receives funding from FORMAS, the Swedish Research Council for Sustainable Development.

    Inge-Merete Hougaard receives funding from FORMAS and the Velux Foundation. She is affiliated with the Danish Climate Movement.

    Kirstine Lund Christiansen receives funding from the Independent Research Fund Denmark. She is affiliated with the Danish Climate Movement.

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  • Por qué la extracción de CO2 no es igual y opuesto a la reducción de emisiones

      7 - 9  minutos

    En los últimos años, países, empresas e instituciones de todo el mundo han fijado objetivos de emisiones "netas" como parte de los esfuerzos para hacer frente al cambio climático.

    La necesidad de llegar a cero emisiones de dióxido de carbono (CO2) para frenar el aumento de la temperatura media mundial se debe al largo tiempo que el CO2 permanece en la atmósfera y al tiempo de reacción lento del océano.

    Pero, ¿qué pasa con el resultado "final"? La lógica es que las emisiones residuales de CO2 -y de otros gases de efecto invernadero cuya eliminación es difícil o muy costosa- pueden equilibrarse retirando el CO2 directamente de la atmósfera y almacenándolo de forma duradera.

    Esto puede conseguirse potenciando los "sumideros" naturales de carbono que eliminan el CO2 de la atmósfera, por ejemplo, plantando árboles o restaurando las turberas y los manglares. Otras formas de eliminar el CO2 de la atmósfera son la captura de CO2 en plantas bioenergéticas o los métodos de ingeniería que capturan el CO2 directamente de la atmósfera y lo almacenan bajo tierra o en productos.

    La hipótesis que se suele hacer al equilibrar una emisión de CO2 con una eliminación de CO2 es que "una tonelada de entrada es igual a una tonelada de salida", es decir, que el comportamiento del sistema climático en respuesta a las emisiones y las eliminaciones es "simétrico".

    Pero esta suposición no se ha comprobado y, aunque probablemente sea razonable en el caso de pequeñas emisiones y absorciones, parece poco probable que se cumpla en el caso de grandes emisiones y absorciones debido a la naturaleza no lineal del sistema terrestre.

    En un nuevo artículo, publicado en Nature Climate Change, demostramos que la respuesta del clima a las emisiones y absorciones es realmente "asimétrica", es decir, que la respuesta del ciclo del carbono y del clima a las emisiones de CO2 no es igual y opuesta a las absorciones de CO2 de la misma magnitud.

    Emisiones y absorciones

    Hemos optado por probar nuestra hipótesis utilizando un modelo climático global de complejidad intermedia, con una representación simplificada de algunos componentes del sistema climático y ejecutado a una resolución espacial más amplia que los modelos de complejidad total.

    La ventaja de esta clase de modelos es que son más rápidos de ejecutar y, por tanto, nos permiten realizar más simulaciones y más largas. La ventaja adicional en este caso es que el modelo no representa la variabilidad atmosférica debida a fenómenos como El Niño y La Niña. Esto hace más fácil detectar la " señal " de la respuesta de la Tierra al cambio de CO2.

    En el modelo se ha forzado un "pulso" instantáneo de emisiones y absorciones de CO2 que oscila entre 100.000 y 500.000 millones de toneladas (gigatoneladas o GtC) de carbono, lo que equivale a entre 10 y 50 veces las actuales emisiones mundiales de CO2.

    La aplicación de emisiones y absorciones instantáneas es una forma "idealizada" de llevar a cabo el experimento, pero es una práctica habitual en la ciencia del clima, ya que se ha demostrado que la respuesta del clima y del ciclo del carbono es independiente de la tasa de emisión o absorción. Utilizamos 100GtC como el menor tamaño de pulso porque es el mínimo forzamiento que puede aplicarse para que una señal de temperatura sea detectable. Este es el caso incluso de un modelo como el utilizado en este estudio que excluye la variabilidad atmosférica, ya que sigue habiendo variabilidad en el sistema acoplado océano-hielo marino-atmósfera.

    A partir de estas simulaciones del modelo descubrimos que el cambio en la concentración de CO2 en la atmósfera es asimétrico.

    Puede verse en el gráfico siguiente, que muestra un ejemplo del cambio simulado en las concentraciones atmosféricas de CO2 tras la emisión (línea gris sólida) o la eliminación (línea gris discontinua) de 200GtC. La línea azul representa la diferencia entre ambas, que es ligeramente positiva, lo que indica que el aumento de la concentración atmosférica de CO2 tras una emisión es mayor que el descenso tras una eliminación de la misma magnitud.

     

    Cambio en la concentración atmosférica de CO2 tras una emisión de CO2 (línea gris sólida) y una eliminación (línea gris discontinua) de 200 GtC aplicada a partir de un estado climático en equilibrio con el doble de la concentración atmosférica preindustrial de CO2. El aumento de la concentración atmosférica de CO2 tras una emisión es mayor que el descenso tras una eliminación de la misma magnitud (la línea azul muestra la diferencia). Crédito: Kirsten Zickfeld.

    Esta diferencia aumenta cuanto más CO2 se emite o se elimina: desde el 3% para una emisión y eliminación de 100GtC hasta el 18% para una emisión y eliminación de 500GtC (en relación con el cambio del CO2 atmosférico 100 años después de la emisión o eliminación).

    Esta conclusión implica que se requiere una eliminación adicional de CO2 para compensar una emisión si se quiere que la concentración atmosférica de CO2 permanezca inalterada. O, en otras palabras, que equilibrar una emisión de CO2 con una eliminación de CO2 del mismo tamaño daría lugar a un mayor nivel de CO2 atmosférico que evitar la emisión de CO2 en primer lugar.

    La asimetría en la concentración atmosférica de CO2 es el resultado de las diferencias en la forma en que los sumideros de carbono terrestres y oceánicos responden a las emisiones y a las eliminaciones. Algunos procesos clave que determinan la reacción de estos sumideros no son lineales.

    Por ejemplo, el efecto de fertilización del CO2, por el que las plantas producen más biomasa bajo una elevada concentración de CO2 atmosférico, se satura a niveles más altos de CO2 atmosférico. También la capacidad del océano para amortiguar el exceso de CO2 -que es clave para la capacidad del océano de absorber más CO2 de la atmósfera- disminuye a niveles más altos de CO2 atmosférico. Debido a estos y otros procesos no lineales, una emisión da lugar a un cambio en la concentración de CO2 en la atmósfera diferente al de una eliminación del mismo tamaño.

    Temperatura

    ¿Y la temperatura de la superficie? Resulta que la reacción de la temperatura a las emisiones y a las extracciones tiene una menor asimetría. Por ejemplo, hay un dos por ciento de diferencia en las temperaturas 100 años después de una emisión o eliminación de 200GtC, en comparación con el siete por ciento en el caso del CO2 atmosférico.

    La razón es que las no linealidades del ciclo del carbono se ven compensadas por otro proceso no lineal, es decir, el del efecto de los cambios en el CO2 atmosférico sobre el equilibrio de la radiación de la Tierra. Como consecuencia, un aumento del CO2 atmosférico tiene un efecto radiativo menor que una disminución del CO2 de la misma magnitud.   

    La figura siguiente muestra la respuesta de la temperatura global del aire en superficie a 200GtC de emisiones (línea gris sólida) y de eliminaciones (línea gris discontinua). La diferencia entre ambas (mostrada por la línea azul) revela que la diferencia de temperatura es de signo contrario a la diferencia de concentración de CO2 en la atmósfera: el aumento de temperatura tras una emisión es ligeramente menor que el descenso tras una eliminación de la misma magnitud.

    El cambio en la temperatura media global del aire en superficie tras una emisión de CO2 (línea gris sólida) y una eliminación (línea gris discontinua) de 200GtC aplicada a un estado de equilibrio climático con el doble de la concentración atmosférica preindustrial de CO2. El calentamiento tras una emisión es ligeramente menor (línea azul) que el enfriamiento tras una eliminación de la misma magnitud. Crédito: Kirsten Zickfeld.

    Sin embargo, hay razones para suponer que el signo de la asimetría de la temperatura dependerá del modelo climático utilizado para realizar las simulaciones. La respuesta de la temperatura a una emisión y a una eliminación de CO2 viene determinada por el efecto radiativo del CO2 mencionado anteriormente, pero también por la absorción de calor por parte del océano y las retroalimentaciones climáticas. El grado en que la combinación de estos procesos compensa la no linealidad de la respuesta del ciclo del carbono varía probablemente de un modelo a otro.

    En el mundo real

    Entonces, ¿tiene la asimetría encontrada en este estudio implicaciones sobre cómo se equilibran las emisiones y absorciones de CO2 en el mundo real?

    Aunque las emisiones y absorciones totales de hasta 500GtC utilizadas en este estudio son coherentes con los escenarios de la literatura, las emisiones y absorciones en estos escenarios se producen simultáneamente y no en "mundos" separados de emisiones y absorciones de CO2.

    Como resultado de la aplicación de las emisiones y las absorciones por separado, la concentración atmosférica de CO2 diverge más fuertemente en nuestras simulaciones del modelo de lo que lo haría en el mundo real, amplificando la asimetría.

    Sin embargo, las respuestas del ciclo del carbono y del clima difieren mucho entre modelos, y el análisis preliminar de las simulaciones con un conjunto de modelos complejos del sistema terrestre indica que la magnitud de la asimetría del ciclo del carbono y de la temperatura podría ser sustancialmente mayor que la encontrada en este estudio.

    En conclusión, los resultados de este estudio sugieren que equilibrar una emisión de CO2 con una eliminación de CO2 podría conducir a un resultado climático diferente al de evitar la emisión de CO2, pero la magnitud de este efecto sigue siendo incierta y requiere una mayor cuantificación

    Fuente: Zickfeld, K. et al. (2021) Asymmetry in the climate–carbon cycle response to positive and negative CO2 emissions, Nature Climate Change, doi:10.1038/s41558-021-01061-2

  • Se necesita el equivalente a la reducción de emisiones de CO2 por el Covid cada dos años

    5 - 6 minutos

      Fotografía: Lukas Schulze/Getty Images

    Según los científicos, sería necesario un recorte equivalente de las emisiones durante una década para mantener los límites de seguridad del calentamiento global.

    Las emisiones de dióxido de carbono deben reducirse en una proporción equivalente a un confinamiento global aproximadamente cada dos años durante la próxima década para que el mundo se mantenga dentro de los límites de seguridad del calentamiento global, según una investigación.

    Los confinamientos en todo el mundo condujeron a un descenso sin precedentes de las emisiones de alrededor del 7% en 2020, o unos 2.600 millones de toneladas de CO2, pero se necesitan reducciones de entre 1.000 y 2.000 millones de toneladas cada año de la próxima década para tener una buena oportunidad de contener el aumento de la temperatura dentro de 1,5ºC o 2ºC de los niveles preindustriales, como exige el acuerdo de París.

    La investigación publicada el miércoles muestra que los países estaban empezando a reducir sus tasas de emisión de gases de efecto invernadero antes de que se produjera la pandemia del Covid-19, pero no a los niveles necesarios para evitar el colapso climático. Desde que el año pasado se suavizaron los confinamientos en muchos países, ha habido fuertes indicios de que las emisiones volverán a aumentar por encima de los niveles de 2019, lo que perjudicará gravemente las perspectivas de cumplir los objetivos de París.

    Corinne Le Quéré, autora principal del estudio, afirmó que el mundo se encuentra en un momento crucial, ya que los gobiernos están invirtiendo dinero en la economía mundial para hacer frente a los impactos de la pandemia. "Necesitamos un recorte de las emisiones del tamaño de la reducción del confinamiento cada dos años, pero con métodos completamente diferentes", afirmó.

    Los gobiernos deben priorizar la acción climática para recuperarse de la pandemia, dijo. "No hemos entendido que no podemos afrontar el cambio climático como una cuestión secundaria. No puede tratarse de una ley o una política, sino que debe situarse en el centro de todas las políticas", afirmó. "Cada estrategia y cada plan de cada gobierno debe ser coherente con la lucha contra el cambio climático".

    El estudio se suma a otras investigaciones que demuestran que la drástica caída de las emisiones de gases de efecto invernadero asociada a la pandemia tendrá poco impacto en los objetivos climáticos a largo plazo, y puede ser seguida por un rápido repunte a menos que los países tomen medidas rápidas para dirigir sus economías al margen de los combustibles fósiles.

    "Hay una verdadera contradicción entre lo que los gobiernos dicen que están haciendo (para generar una recuperación verde) y lo que en verdad están haciendo", dijo Le Quéré.

    Glen Peters, del centro Cicero para la investigación del clima en Noruega, coautor del documento, dijo que se necesitaban cambios estructurales para que las economías de todo el mundo se alejaran de los combustibles fósiles y otras actividades con alto contenido de carbono.

    "Las emisiones fueron menores en 2020 porque la flota de que utiliza combustibles fósiles se utilizó menos", dijo. "Cuando vuelvan a utilizarse, existe el riesgo de que se produzca un gran repunte de las emisiones en 2021, como se vio tras la crisis financiera mundial de 2009".

    El trabajo, publicado en la revista Nature Climate Change, muestra que muchas de las principales economías del mundo estaban reduciendo sus emisiones antes de la pandemia. El Proyecto Global del Carbono, formado por un equipo de científicos de todo el mundo, comprobó que 64 países habían recortado sus emisiones en el período comprendido entre 2016 y 2019 en comparación con el período comprendido entre 2011 y 2015, mientras que en el resto de países se produjo un aumento de las emisiones en este último período.

    Los países deben intensificar urgentemente sus esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, dijo Le Quéré. El estudio revela que el ritmo anual de reducción de las emisiones debe multiplicarse por diez, aproximadamente, desde los 160 millones de toneladas anuales en los países de ingresos altos antes de que se produjera la pandemia.

    Los países de menores ingresos no registraron una desaceleración real de las emisiones entre 2016 y 2019, en comparación con los dos quinquenios anteriores. Estos países también deben reducir drásticamente su ritmo de aumento de emisiones en el futuro si quieren cumplir los objetivos de París.

    Joeri Rogelj, profesor de clima en el Imperial College de Londres que no participó en el estudio, dijo que los gobiernos corren el riesgo de retroceder en sus compromisos climáticos como resultado de la pandemia y por la prisa por reactivar las economías estancadas.

    "Los gobiernos deben utilizar sus estímulos para la recuperación de forma inteligente y preparada para el futuro, pero otros análisis han demostrado que muy pocos gobiernos están aprovechando esta oportunidad", afirmó. "Actualmente, las acciones e inversiones de muchos gobiernos en respuesta a Covid-19 están impulsando las emisiones en la dirección contraria".

    Dave Reay, profesor de gestión del carbono en la Universidad de Edimburgo, que tampoco participó en el estudio, dijo: "Ya hay indicios de que, en lugar de reconstruir mejor, se trata más bien de reconstruir de cualquier manera. Si queremos tener alguna posibilidad de volver a cumplir los objetivos de París, la ruta para salir de la pandemia debe ser tanto global como ecológica".

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