Pruebas nucleares durante la Guerra Fría podrían haber cambiado los patrones de lluvia

La carga eléctrica liberada a raíz de la detonación de bombas nucleares cambió los patrones de lluvia a miles de millas de los sitios de detonación, señala un estudio.

Lluvia cayendo de una nube en Gloucestershire / Prof Giles Harrison, Universidad de Reading

A mediados del siglo XX, el ser humano se encontraba explorando una tecnología incipiente y muy poderosa. Las propiedades de la radiactividad se conocen desde el siglo XIX, y a comienzos de la Segunda Guerra Mundial se desarrolla la bomba atómica, una poderosísima descarga de energía provocada por un uso muy determinado de esta fuente energética. El desastre de Hiroshima y Nagasaki mostró los horrores de las armas nucleares. Si bien en los años 60 se firma Tratado de No Proliferación Nuclear, que entraría en vigor en 1972, y se comienza a usar la energía nuclear para usos pacíficos y muy beneficiosos para el ser humano y el planeta; todavía algunos países continuaron haciendo pruebas con armas nucleares durante la Guerra Fría, para demostrar su poderío militar. 
Hoy sabemos que algunas regiones del planeta donde se realizaron pruebas nucleares, como las Islas Marshall, son una zona peligrosa y no apta para el asentamiento de la población.

Pues bien; una nueva investigación de la Universidad de Reading señala una consecuencia no solo regional, sino global: algunas de las pruebas nucleares realizadas durante la Guerra Fría pueden haber cambiado los patrones de lluvia. Y, como mencionábamos, no a nivel local, sino que las pruebas podrían haber alterado estos patrones climáticos a miles de kilómetros del lugar donde las bombas fueron detonadas. 

La radiactividad ioniza el aire 

Más concretamente, el estudio concluye que las bombas nucleares, detonadas principalmente por los Estados Unidos y la Unión Soviética en las décadas de 1950 y 1960, afectaron a las nubes de lluvia, debido a la carga eléctrica liberada: la radiactividad ioniza el aire, liberando carga eléctrica. El estudio goza del prestigio de haber sido publicado por la revista Physical Review Letters. En él, los investigadores detallan cómo las nubes de aquellos días eran visiblemente más gruesas, y había un 24 % más de lluvia de media en los días con más radiactividad. 

Los científicos ya sabían que las pruebas nucleares habían afectado a la circulación atmosférica. Pero esta es la primera vez que se detallan los cambios en los patrones de lluvia. Según el profesor Giles Harrison, autor principal y profesor de Física Atmosférica de la Universidad de Reading: "Al estudiar la radioactividad liberada de las pruebas de armas de la Guerra Fría, los científicos en ese momento aprendieron sobre los patrones de circulación atmosférica. Ahora hemos reutilizado estos datos para examinar su efecto sobre la lluvia”. Y continúa, irónico: “El ‘ambiente cargado’ de la Guerra Fría nos ha aportado una forma única de estudiar cómo la carga eléctrica afecta la lluvia". 

Para más detalles: los investigadores, de las Universidades de Reading, Bath y Bristol, estudiaron registros de estaciones meteorológicas de investigación bien equipadas de la Met Office en Kew, cerca de Londres y Lerwick en las Islas Shetland, al noroeste de Esocia. La lluvia de Shetland en estos días mostró diferencias, que desaparecieron después de que terminase el episodio principal de radiactividad. 

El conocimiento previo que los científicos tenían sobre cómo la carga eléctrica modifica los patrones de lluvia es que esta energía modifica la forma en que las gotas de agua chocan y se combinan en las nubes, lo que podría afectar al tamaño de las gotas e influir en la lluvia. Pero esto es difícil de observar en la atmósfera. Al combinar los datos de las pruebas de bombas con los registros meteorológicos antiguos, los científicos pudieron investigar este fenómeno de manera retrospectiva. Así pues, los investigadores señalan que, aunque las detonaciones se llevaron a cabo en partes remotas del mundo, como el desierto de Nevada en los EE UU, y en las islas del Pacífico y el Ártico, la contaminación radiactiva se extendió ampliamente por toda la atmósfera

Las conclusiones del nuevo estudio permitirán a los científicos comprender mejor este tipo de procesos meteorológicos. Pero, además, los hallazgos pueden ser útiles para la investigación en geoingeniería, que explora cómo la carga eléctrica podría influir en la lluvia, aliviar las sequías o prevenir inundaciones, sin el uso de productos químicos. 

Referencias:

Harrison, G., Nicoll, K., Ambaum, M., Marlton, G., Aplin, K., Lockwood, M. (2020); 'Precipitation modification by ionisation'; Physical Review Letters; doi: https://doi.org/10.1103/PhysRevLett.124.198701

Fuente: Laura Marcos