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Entrevista al climatólogo Javier Martín Vide

Nacido en Barcelona, Javier es una persona que, incluso entregada totalmente a su profesión, ha mantenido el gusto por actividades tan diversas como los viajes por capitales europeas o por la sensualidad del trópico, las carreras urbanas de media distancia y las excursiones, las artes (música, del barroco de Bach a la superestrella del siglo XXI Rosalía; pintura, velazquiano convencido; o la poesía, con la cual se atreve tímidamente como escritor). Y entre estos placeres disfruta también del gazpacho andaluz, que califica como el alimento más “bioclimático” del verano, del pescado o de un buen filete de buey y de los melocotones de Calanda como postre. La trayectoria profesional de Javier Martín Vide, persona de una gran afabilidad, es difícil de condensar en unas pocas páginas. Presentamos a continuación algunos trazos que la definen. Su tesis doctoral, Características climatológicas de la precipitación en la franja costera mediterránea de la Península Ibérica, podría ser un punto de partida, pero la historia empieza algo más atrás…

En esta ocasión Tiempo y Clima presenta en Perfiles la entrevista realizada al Dr. Javier Martín Vide, licenciado en Matemáticas y doctorado en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona, eminente climatólogo y gran divulgador de sus amplios conocimientos sobre esta materia, siempre de actualidad.

 

RPB: ¿En qué momento pensaste que sería interesante conectar tus conocimientos matemáticos con la geografía?

JMV: De niño, viajando en tren al pueblo de mi padre, en Ávila, ya me gustaba observar las estaciones por donde pasaba el tren, que a veces apuntaba en un papel. Recuerdo de noche, casi con nostalgia, las luces sencillas de los pequeños pueblos y el jefe de estación solo, de pie, con un farol en las manos al paso del tren; o de día, con un banderín. El paisaje, los pueblos, las montañas, los ríos,… me despertaban interés, quizá por contraste con el medio urbano en que nací, en el corazón del Ensanche barcelonés. Pero, poco después, con unos diez años comencé a tener un gran interés por el tiempo atmosférico. Me gustaba ver llover, medía la temperatura con un termómetro muy simple en el terrado de mi vivienda. Luego, con unos trece años empecé un diario meteorológico, donde anotaba los meteoros, géneros nubosos, etc. Me compré la Meteorología de J.M. Lorente, libro de referencia para mí. Y con la llegada de la televisión a casa, la información meteorológica de Mariano Medina siempre constituía un momento muy especial. En resumen, Geografía y Meteorología fueron ya desde niño  auténticos hobbies. Cursé el Bachillerato y el primer COU con muchas matrículas de honor. En las calificaciones del COU había un consejo final sobre qué carrera universitaria seguir. En mi caso la tutora, matemática, escribió: “Ciencias Matemáticas o cualquier carrera de Ciencias o Letras”. Y seguí, al año siguiente, la primera recomendación, por el reto de cursar una carrera difícil, que dotaba de un bagaje instrumental y lógico de primer orden, lo que sería útil para el análisis del clima. Aprobado el último Selectivo, compaginé el segundo curso de Ciencias Matemáticas con el primero de Geografía e Historia, así hasta terminar ambas licenciaturas.

RPB: Eres académico desde el año 2012 de la Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona, ¿Qué papel juega esta institución, fundada en 1764, en el siglo XXI y cuál es la función de un académico?

JMV: La RACAB es una de las instituciones científico-culturales (la ciencia también es cultura, dicho sea de paso) más antiguas de España. Nace con la Ilustración, en tiempos de Carlos III, en un momento histórico de claro avance del espíritu científico. Acogió primeramente a los matemáticos de la época. En aquella época y durante el siglo XIX concentró a la ciencia de la época, a sabios inquietos por el saber y el progreso. Basta con citar al Dr. Francisco Salvá y Campillo, médico ilustrado, pero con trabajos muy meritorios en diferentes ramas científicas. Fue, por ejemplo, quien inició en 1780, en el centro de Barcelona, los primeros registros meteorológicos de presión atmosférica, temperatura y estado del cielo, tres veces al día durante décadas, hasta su muerte. Su legado, un auténtico tesoro para un climatólogo, nos ha permitido reconstruir una serie continua de presión atmosférica desde 1780 hasta la actualidad. El papel actual de la RACAB, como el de otras academias, es diferente. La investigación, por ejemplo, se concentra hoy en las universidades y en los centros de investigación, como el CSIC. Hoy tiene un papel de fomento y dinamización de la ciencia ante la sociedad, de legado de sabiduría (la biblioteca de la RACAB es una de las mejores de España en producción científica del siglo XVIII) y, en especial, de mantenimiento de uno de los mejores observatorios meteorológicos de España, el Fabra, cerca del Tibidabo, que pertenece a la Academia. Fue declarado por la OMM en 2018, a propuesta de AEMET, como estación centenaria de observación a largo plazo. Inicia sus registros meteorológicos en 1914, aparte de otros astronómicos y sismológicos. Sus series no tienen lagunas, incluso siguió funcionando durante la Guerra Civil sin interrupción. RPB: Llevas más de 40 años en la Universidad de Barcelona (UB), primero como profesor ayudante, luego como titular y desde el año 2002 como catedrático de Geografía Física, ¿cuál ha sido la evolución de esta universidad durante estos años?, ¿desde tu punto de vista, ha cambiado el perfil o la preparación pre-universitaria de los alumnos?

JMV: Soy vocacional como profesor universitario. Disfruto enormemente con mi actividad docente e investigadora, y, ligada a ellas, con la difusión del conocimiento. Me he adaptado sin dificultada los cambios experimentados por la Universidad. La evolución ha sido paralela a la de la sociedad, profunda, bien es cierto que con algunas inercias en el ámbito universitario. Ha habido cambios considerables, tales como la irrupción de las nuevas tecnologías, los cambios de planes de estudio, especialmente de las licenciaturas a los grados y másteres, las evaluaciones continuas en el marco del Espacio Europeo de Educación Superior (conocido como el plan Bolonia), el peso creciente de la investigación respecto a la docencia, etc. En particular, en algunos departamentos de Geografía la introducción de los Sistemas de Información Geográfica ha supuesto una auténtica revolución metodológica y una oportunidad profesional para sus egresados.

RPB: El máster en Climatología aplicada y medios de comunicación de la UB, que diriges desde hace 21 años, es uno de los dos másteres de meteorología que los estudiantes pueden cursar en Cataluña. ¿En qué medida mejoran la capacitación profesional de los alumnos los estudios de postgrado en este campo?

JMV: Se trata de un máster propio que ha ido decantándose hacia la formación de las capacidades y habilidades de un hombre o una mujer del tiempo para su práctica profesional en los medios de comunicación. Sin embargo, ofrece un amplio abanico de temas instrumentales (análisis de series climáticas, teledetección meteorológica, reanálisis, etc) y monográficos (cambio climático, riesgos climáticos, climatología urbana, etc), además de meteorología en medios de comunicación. Un número estimable de nuestros egresados trabajan en medios de comunicación -podríamos decir que hemos “exportado” hombres del tiempo-, alguno incluso a Estados Unidos. Cuando comenzamos su impartición, en España solo existía el máster en Meteorología de la Universidad Complutense de Madrid junto con el INM.

Funte: AME Entrevista realizada por Ramón Pascual Berghaenel