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"La descarbonización debe ser clave en la recuperación económica tras la COVID-19"

Para la cocreadora del 'Green New Deal' Rhiana Gunn-Wright, los sucesos de 2020 son un adelanto de lo que la emergencia climática nos depara y subrayan la urgencia de que los distintos movimientos sociales por el clima, la justicia social y la equidad se unan para exigir cambios estructurales desde una perspectiva ambiental

A lo largo de este año, hemos visto cómo las demandas para pedir acciones contra la emergencia climática se han ido quedando en un segundo plano, en gran parte, porque la atención del mundo se ha redirigido a la pandemia de coronavirus (COVID-19), al colapso económico y a las protestas generalizadas contra la brutalidad policial.

Pero, según la directora de Políticas Climáticas del Instituto Roosevelt (EE. UU.) y una de los artífices del Green New Deal (Nuevo Pacto Verde), Rhiana Gunn-Wright, todos esos problemas están estrechamente interrelacionados. No es posible comprender el daño real del sector de los combustibles fósiles si no se analiza a través del prisma de la justicia racial, la desigualdad económica y la sanidad pública, según explica en esta entrevista con MIT Technology Review.

En EE. UU., Las personas no blancas son más propensas a vivir cerca de  centrales eléctricas y otras fábricas contaminantes, también sufren niveles más altos de asma y mayores riesgos de muerte prematura por la contaminación del aire. La tasa de letalidad por el coronavirus entre los estadounidenses negros es más del doble que la de los blancos. Y el calentamiento global y las prácticas agrícolas de las fábricas liberarán más patógenos mortales y van a cambiar el abanico de enfermedades infecciosas, argumentó Gunn-Wright en abril en un artículo de opinión en The New York Times titulado ¿Cree que esta pandemia es mala? Otra crisis nos espera.

En el texto, afirmó: "Las personas con mayor probabilidad de morir por gases tóxicos son las mismas personas con mayores posibilidades de morir por COVID-19. Es como si estuviéramos viendo un adelanto de los peores impactos posibles de la crisis climática justo frente a nuestros ojos".

Una de las principales críticas al Green New Deal es la de que aborda demasiados temas, lo que multiplica la dificultad de avanzar en cualquiera de los asuntos profundamente polarizados que toca. Pero Gunn-Wright sostiene que ese es precisamente su punto fuerte: al unir estas causas aparentemente distintas en un amplio paquete de políticas se pone de relieve la conexión que existe entre ellas y se cree una coalición más amplia de partidarios.

En la entrevista a continuación, destaca que todo lo que ha ocurrido en 2020 solo ha hecho que sus convicciones estén aún más arraigadas.

¿Qué opina del año 2020?

Es una pregunta difícil, porque mi opinión sobre el año 2020 depende del día. En muchos sentidos, estoy más asustada que nunca, solo por la magnitud de la crisis.

Estamos ante una recesión que podría ser muy mala o incluso peor que la Gran Depresión. Y también tenemos una crisis de salud pública. Y luego, obviamente, está  la crisis relacionada con la supremacía blanca y la injusticia racial que está saliendo a la luz. Y, por supuesto, también nos enfrentamos a la crisis del cambio climático.

Pero también tengo más esperanzas que antes, con el levantamiento y las protestas que han ocurrido, porque me parecen una especie de recordatorio de que en realidad todos en el Gobierno están ahí para servirnos a nosotros.

¿De qué manera las protestas, o las reacciones a ellas, han cambiado su postura sobre cómo abordar los problemas de justicia climática y medioambiental?

Principalmente me di cuenta de que teníamos razón. Cuando se lanzó el Green New Deal, hablé bastante con los medios de comunicación y me pareció estar seis meses respondiendo a las mismas preguntas. ¿Qué función tiene la equidad en eso? ¿Por qué juntarla con la propuesta climática? ¿No dificultará más la situación?

La gente se ponía nerviosa porque pensaba que unir el cambio climático y la política climática con las exigencias de justicia racial o económica era demasiado, que realmente dificultaríamos el progreso en la acción climática, como si esas cuestiones no estuvieran relacionadas, y lo están.

Básicamente explicábamos que el cambio climático no era solo un problema técnico. No se trataba solo de un tema de las emisiones. Es un asunto de los sistemas que han permitido que continúe funcionando una industria que en esencia envenena a las personas, y pone cada vez más en peligro nuestra supervivencia, tanto a nivel nacional como global. Se trata de cuestiones de raza, clase y lugar.

Y ahora me alegro de haber llevado a cabo ese trabajo antes. Porque gracias a eso algunos grupos que parecen únicamente dedicados al cambio climático, como el Movimiento Sunrise, se han involucrado en esta serie de protestas. Están colaborando con el Movimiento por las Vidas Negras (Movement for Black Lives) para que sus miembros se unan a las protestas, para que se conecten con las acciones y les ayuden a comprender cómo el cambio climático está relacionado con todo esto.

El Green New Deal ayudó a alejar las conversaciones sobre el cambio climático del terreno puramente tecnocrático. La postura cada vez más popular al respecto, al menos entre los expertos climáticos, los especialistas y los activistas en el ámbito medioambiental, tiene que ver con el nexo entre el empleo, la justicia y el medio ambiente. Y creo que todo eso hace que sea mucho más fácil seguir hablando sobre el cambio climático en la actualidad y no dejarlo de lado.

A principios de junio publicó este tuit: "el Twitter climático parece realmente silencioso en estos días...". Se trataba de que, de alguna manera, usted ha visto un mayor apoyo entre los grupos. ¿Se refería a que la comunidad climática todavía no se ve lo suficientemente implicada en defender los problemas de la justicia racial y las reformas policiales?

Sí, puedo decir que definitivamente lo que veo no es suficiente. Quiero decir que fue de la nada a, ya sabe, algo. Y yo ya había notado antes que, cuando ocurrían otros grandes acontecimientos, no tan grandes como los de ahora, siempre había silencio. Pero luego veía a gente tener conversaciones de tres días sobre las tarifas de los servicios públicos.

Así que creo que todavía existe esa división. Aún hay una gran cantidad de personas que piensan que el cambio climático está fuera de nuestros sistemas sociales.

Creo que parte de esto tiene que ver con la disciplina. Algunas personas han peleado contra el cambio climático en la esfera pública cuestionando si realmente existe. Por eso, se ha vuelto un tema técnico y científico, porque una forma de contraatacar es produciendo más datos continuamente y nuevas maneras de demostrar lo que está pasando.

El lado negativo reside en que, a veces, puede parecer que, si no es algo científico, no deberíamos hablar de ello. Si no disponemos de montones de datos para respaldarlo, no hay que tocarlo. Eso es un problema, porque los datos no nos dicen cuál es la verdad, sino lo que se decide medir.

Y especialmente cuando se habla de la raza y de la justicia racial, hay muchas experiencias vividas que no se han cuantificado.

¿Qué importancia habría que darle al cambio climático en los próximos paquetes de ayuda para la recuperación económica?

Existe un creciente consenso de que para tener una recuperación económica fuerte de COVID-19, la descarbonización debe ser una parte importante de la misma. En mi opinión, la descarbonización debería ocupar un lugar central en ese proceso.

No es algo bonito que simplemente nos gustaría tener, tiene un sentido económico. Las inversiones en energía limpia cuentan con un mejor efecto multiplicador, ¿verdad? Se consigue más por el mismo dinero. Se crea más empleo. Se cataliza más innovación.

Y, sobre todo, así se ayuda a estabilizar el cambio climático, que es algo crucial desde el punto de vista económico, especialmente dado el nivel de aumento de temperatura que estamos viendo previsto para finales del siglo. Solucionar eso produce una increíble fuerza de estabilización.

Nos espera una economía en la que habrá que generar una enorme cantidad de empleo y en la que se deberá paliar una caída muy importante en la demanda de productos y servicios. Y la descarbonización es uno de los pocos ámbitos capaces de lograrlo. Es uno de los pocos sectores donde es posible crear tantos puestos de trabajo, donde también se producirán nuevas industrias y donde existirá la oportunidad de despertar nuevas innovaciones que, sobre todo, ayudarían a la economía a seguir creciendo incluso después de la inversión inicial.

Y por eso hay tantos argumentos para generar un estímulo verde. Tiene el mayor sentido económico y con diferencia. La verdad es que las únicas razones para no hacerlo serían las políticas.

Pero en Estados Unidos, hasta ahora eso no ha pasado. Gran parte de nuestro dinero de recuperación se ha destinado a las industrias del petróleo y del gas, y las energías renovables han ido perdiendo terreno. No existe un apoyo específico para eso en la Ley CARES [el proyecto de ley de alivio económico aprobado a finales de marzo].

¿Qué podría hacer la comunidad climática para ser más inclusiva y más receptiva a otros problemas relacionados con la justicia social?

En primer lugar, debería contratar a personas de color. Y en especial a personas de color que no tienen la misma formación académica que la que creo que es la más habitual en el campo del cambio climático o en el de la política en general.

Si verdaderamente queremos tomar en serio el apoyo a otros movimientos en torno a la justicia, debemos asegurarnos de que nuestras organizaciones realmente sean así por dentro. Y eso significa no solo contratar a personas de color, sino que no procedan únicamente de las universidades privadas de la Ivy League. Hay que contratar a personas que hayan sido activistas durante mucho tiempo y que hayan aprendido sobre esa cuestión estando ahí.

Aunque las personas sigan manteniendo la mencionada disciplina, es importante no encerrarnos intelectualmente. Para nosotros, especialmente si no somos activistas de pie de calle,  siempre resulta de gran importancia recordar que la forma en la que opinamos o pensamos sobre un problema no es necesariamente la correcta.

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