RSS Feed

 

 

 




 

 

 

 

 

 

 

 Próximos eventos:

- Aula Morán (23.05.24): "El fenómeno del Niño. Impactos en el clima".

 

 

 Últimos eventos:

 

 

Login

Contaminación

  • ¿Está contaminada su ciudad? Pregúnteles a los árboles.

    Si vive en una zona urbana o próxima a la ciudad, puede que esté bajo los efectos de la contaminación urbana y que no sea consciente de ello.

    En las áreas urbanas, las actividades industriales y, sobre todo, el transporte emiten a la atmósfera partículas que, entre otros contaminantes, incluyen metales pesados. Alguno de ellos neurotóxicos, como el cadmio, el mercurio o el plomo.

    Estas partículas minúsculas (también conocidas como PM₂.₅) pueden inhalarse con relativa facilidad, ingresando así los metales en el torrente sanguíneo. Existe relación entre la contaminación urbana y algunas enfermedades, principalmente pulmonares y cardiacas. La mala calidad del aire representa un gran riesgo ambiental para la salud: está relacionada con 1 de cada 9 muertes a nivel global.

    La importancia de la (bio)monitorización

    Debido a su impacto en la salud humana, es de gran importancia desarrollar protocolos de monitoreo rápidos y económicos que permitan detectar la presencia y concentración de los diversos contaminantes atmosféricos en áreas urbanas.

    Actualmente, la monitorización de la calidad del aire se lleva a cabo, principalmente, por la información que brindan las estaciones de monitoreo. Sin embargo, el alto coste de dichas infraestructuras condiciona su distribución en las ciudades.

    En este contexto, es necesario promover el uso de nuevas herramientas para monitorizar metales pesados y otros contaminantes. Entre ellas destaca el uso de plantas, un método conocido como biomonitorización.

    Biomonitorizar la contaminación con árboles

    El arbolado está ampliamente distribuido a lo largo de calles y parques de las ciudades. Además, sus hojas actúan como “trampas” perfectas para que se depositen las partículas y los metales suspendidos en el aire.

    Dado su potencial, hicimos un estudio en distintas poblaciones del País Vasco muestreando hojas de un árbol muy común en cualquier ciudad: el tilo.

    Nuestros resultados revelaron que la densidad de tráfico era un factor estrechamente relacionado con la presencia de hierro, aluminio, zinc, titanio, cromo, plomo, vanadio y cadmio en las partículas del aire urbano.

    Además, analizando las hojas de los árboles situados en diferentes puntos de las ciudades, fuimos capaces de caracterizar la huella química derivada del impacto de las posibles fuentes de emisión de contaminantes (tráfico, actividad industrial etc.).

    Covid-19: un giro inesperado

    Estudios recientes llevados a cabo en 66 regiones de España, Francia e Italia y 3 000 localidades de Estados Unidos muestran una correlación entre la exposición de contaminantes ambientales (PM₂.₅ y NO₂) y la tasa de mortalidad de la covid-19.

    Teniendo en cuenta las implicaciones derivadas de las diferentes restricciones en la movilidad acaecidas como consecuencia de la pandemia, estos trabajos constatan que es un escenario clave para determinar el impacto del tráfico de las ciudades sobre la calidad del aire.

    Por ejemplo, varias investigaciones en diversas ciudades han demostrado una mejora general de la calidad del aire debida a los distintos confinamientos. Sin embargo, pocos han analizado su efecto sobre los metales pesados.

    Cambios en la movilidad en España durante el confinamiento. Our World in Data

    Aprovechando la oportunidad

    El confinamiento y la consiguiente disminución del tráfico urbano nos proporcionaron la oportunidad de estudiar de forma real y directa la contribución del tráfico a la contaminación atmosférica en la ciudad. Para ello, analizamos la deposición de contaminantes en las hojas de tilo durante el periodo de confinamiento y la progresiva reanudación del tráfico (de abril a octubre de 2020) en Pamplona y San Sebastián.

    Observamos que la restricción del tráfico rodado fue el principal responsable del descenso en los contenidos de aluminio, cobre, hierro, manganeso, titanio y zinc, mejorando notablemente la calidad del aire. Comparando estos resultados con años previos y rastreando la composición de algunos elementos de los vehículos pudimos identificar distintos patrones.

    Por ejemplo, la alta correlación entre zinc, hierro y cobre durante el año previo al confinamiento (pero no durante el mismo) nos permitió identificar su origen: el desgaste de frenos y neumáticos. De la misma forma, la menor resuspensión del polvo provocada por un menor tráfico se tradujo en un menor contenido de aluminio, hierro, titanio, manganeso y calcio en las hojas.

    De manera resumida, el citado estudio ofrece evidencias directas que indican que la reducción del tráfico urbano contribuye sustancialmente a la reducción de la concentración de contaminantes (óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y metales pesados) en el aire de las ciudades.

    Esta información puede ser usada por las distintas administraciones y la comunidad científica para implementar medidas encaminadas a reducir la contaminación urbana y mejorar así la calidad del aire y la salud pública.

    Ciencia ciudadana

    Durante las últimas décadas, la ciencia ciudadana ha fortalecido la colaboración entre la sociedad y la comunidad científica. Se consigue así aumentar la cultura científica y el conocimiento y sensibilización sobre problemas que nos son cercanos, como la contaminación urbana.

    Esto podría promover un cambio en la actitud y comportamiento individual y colectivo para potenciar la movilidad sostenible, reducir el tráfico en las ciudades y consecuentemente la contaminación del aire que lleva aparejada.

    En este sentido, la organización de talleres de ciencia ciudadana podría ser una herramienta clave en la concienciación de la sociedad sobre las implicaciones que tiene el uso del transporte privado sobre la calidad del aire que respiramos en las ciudades.

    Fuente: David Soba Hidalgo,Investigador Postdoctoral. Agricultura Sostenible y Biomonitorización, Instituto de Agrobiotecnología (IdAB - CSIC - Gobierno de Navarra), Angie Lorena Gamez Guzman,Investigador en Biotecnología , Universidad Pública de Navarra, Iker Aranjuelo Michelena,científico titular. Área de especialización: Caracterización multidisciplinar encaminada al estudio de modelos agrícolas sostenibles, Instituto de Agrobiotecnología (IdAB - CSIC - Gobierno de Navarra), José María Becerril Soto,Catedrático de Fisiología Vegetal, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea , Raquel Esteban,Profesora de Fisiología Vegetal, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

  • Detectamos un cóctel tóxico en los lagos de los Pirineos

     El lago Gourg de Rabas en el macizo de Néouvielle. Author provided (no reuse)

     

    En comparación con las llanuras invadidas por los humanos, las montañas son un paraíso. Un refugio para muchos turistas, para el ganado y, por supuesto, también para los animales salvajes. Aire limpio, agua limpia, paisajes verdes e impresionantes y mucha paz.

    Pero este paraíso se resquebraja. El cambio climático está teniendo un impacto particularmente fuerte en estas tierras altas (como en el Ártico y la Antártida) y está degradando los bosques.

    El aumento de la temperatura media es más pronunciado que en las tierras bajas, al igual que las variaciones de las precipitaciones –a veces hay sequías y a veces inundaciones-, lo que está contribuyendo a la desaparición de los glaciares. Nuevos estudios también han demostrado que la contaminación por plásticos ha llegado a montañas que se creían vírgenes.

    En 2007, empezamos a trabajar en los Pirineos. En aquel momento, y todavía hoy, una de las preguntas que nos planteábamos era por qué la quitridiomicosis, una enfermedad que afecta a los anfibios, estaba apareciendo en ciertas regiones montañosas.

     

    Lago Prat Matao en el macizo del monte Valier

    Lago Prat Matao en el macizo del Mont Valier, en el Pirineo francés. Dirk S. Schmeller / Damien MayoussierAuthor provided (no reuse)

     

    ¿Por qué afecta a unos lagos y no a otros? En 2014, tras tres años de minucioso trabajo en equipo, logramos un importante avance: demostramos que el zooplancton de los lagos de montaña constituye una barrera biológica que preserva el hábitat de los anfibios (estanques y lagos de montaña). Les protege del peligroso hongo quítrido Batrachochytrium dendrobatidis, causante de la quitridiomicosis.

    Sin embargo, el zooplancton es muy sensible a los cambios ambientales, especialmente en las regiones montañosas, que presentan condiciones ambientales extremas y pueden proporcionar un hábitat para relativamente pocas especies adaptadas.

     

    Gestión de los lagos de montaña.

     

    En el transcurso de nuestras investigaciones, también hemos podido observar algunos cambios muy llamativos: desaparición de anfibios, crecimiento de algas, aumento de las variaciones del nivel del agua, etc.

    En 2016 pusimos en marcha el proyecto financiado por el Foro Belmont Personas, Contaminación y Patógenos.

    El objetivo era profundizar en la evolución de los lagos de montaña. Además de estudiar la dinámica del zooplancton, las bacterias y otros microorganismos, el objetivo era también conocer mejor la contaminación química de estas aguas.

    Para analizar la contaminación química, colocamos muestreadores pasivos en ocho lagos de montaña de los Pirineos franceses situados entre 1 714 y 2 400 m de altitud. Los muestreadores pasivos, fabricados con placas de silicona, simulan los cuerpos grasos de los animales vivos y tienen la función de acumular sustancias lipofílicas (afines a las grasas). La mayoría de las 1 500 moléculas químicas de pesticidas y otras sustancias orgánicas (que tienen muchos átomos de carbono) que circulan actualmente en Europa y en el mundo son precisamente lipofílicas.

    Visitamos cada uno de los ocho lagos tres veces al año durante tres años (2016-2018) para analizar la evolución de la contaminación.

    En el laboratorio, actualmente es posible detectar 479 sustancias químicas orgánicas, entre las que se encuentran los contaminantes orgánicos persistentes, los hidrocarburos aromáticos policíclicos, los pesticidas pasados y presentes, los biocidas y las fragancias almizcladas.

    Era evidente que encontraríamos productos químicos en los lagos. ¿Por qué iban a permanecer indemnes si ya hemos contaminado químicamente regiones casi desiertas de nuestro planeta, como la Antártida?

    Sin embargo, nos sorprendió la magnitud de esta contaminación: encontramos 141 moléculas diferentes en ocho lagos de montaña en los Pirineos, en las zonas de Ariège (dos lagos), Néouvielle (tres lagos) y Béarn (tres lagos). Varios de estos lagos están cerca de la frontera francoespañola, ya que los lagos de Béarn están a solo unos cientos de metros de los lagos españoles en línea recta. Por tanto, lo más probable es que los lagos españoles presenten el mismo nivel de contaminación.

    Entre los compuestos detectados figuran fungicidas, herbicidas, insecticidas, pesticidas poco degradables, hidrocarburos aromáticos policíclicos y los bifenilos policlorados. Pudimos detectar entre 31 y 70 compuestos diferentes por lago. La mayor diversidad se encontró en el estanque de Ayes, en Ariège.

    Este impresionante cóctel químico en los ocho lagos provoca una toxicidad crónica para los crustáceos. Los crustáceos son un componente importante del zooplancton y su abundancia disminuye a medida que aumenta la toxicidad. Nuestros datos también muestran una reducción de la diversidad de rotíferos, un segundo grupo de especies constituyentes del zooplancton, con el aumento de la toxicidad para las algas.

    Esto último se debe principalmente a los herbicidas detectados (por ejemplo, atrazina, terbutilazina y otros). Suponemos que algunas algas mueren por la contaminación y que los rotíferos especializados que se alimentan de estas algas también desaparecen localmente. Se trata de una hipótesis, que debe ser probada con más detalle.

    La contaminación química de los lagos de montaña provoca un fuerte cambio en la composición de la comunidad de zooplancton y, por tanto, en el funcionamiento de estos ecosistemas. Esta podría ser una de las razones por las que las algas proliferan en algunos de nuestros lagos, ya que los crustáceos, una vez desaparecidos, ya no pueden controlar el crecimiento de las algas verdes.

     

    Pequeño lago en Ariège.

     

    Estos cambios también tienen el efecto indirecto de debilitar la población de anfibios. En efecto, el zooplancton constituye una barrera biológica para el hongo quítrido de los anfibios, responsable de la quitridiomicosis. En otras palabras, lo más probable es que el zooplancton ya no pueda desempeñar su papel protector.

    Lo mismo podría ocurrir con otros patógenos y, por tanto, suponer un riesgo para la salud de los seres humanos y del ganado. Nuestras muestras se seguirán investigando en este sentido.

     

     

     Lago de montaña.

     

    Queda por saber cómo se produjo esta contaminación. La gran diversidad de moléculas está probablemente relacionada con el transporte atmosférico: las sustancias químicas utilizadas en las tierras bajas pasan al aire por la evaporación. Estas masas de aire son empujadas hacia las montañas, donde las sustancias químicas que contienen caen en forma de precipitaciones.

    Estas moléculas llegan a los lagos de montaña y pueden acumularse en los organismos vivos, por ejemplo en los peces, y, por supuesto, en el zooplancton.

    La elevada toxicidad de algunos de nuestros lagos de montaña se debe principalmente a dos moléculas, el diazinón y la permetrina, insecticidas muy activos. El diazinón se utiliza para controlar las cucarachas, el pececillo de plata, las hormigas y las pulgas.

    La permetrina se encuentra en productos para controlar los insectos chupadores, como los mosquitos o las garrapatas, y se utiliza para proteger a los perros y al ganado. También se encuentra en los repelentes de insectos para humanos. Esto significa que lo más probable es que estas dos moléculas hayan sido introducidas en los lagos por fuentes locales (como el ganado, los turistas, los perros), y en altas concentraciones, ya que de lo contrario habríamos tenido dificultades para detectarlas en los cientos de hectolitros de agua de estos lagos.

    Es necesario un cambio radical de mentalidad: debemos dejar de utilizar estos insecticidas. Solo los productos químicos que no utilicemos no afectarán al medio ambiente.

    La autolimpieza de los lagos, que es posible gracias a los procesos biológicos y a la dilución, solo puede tener lugar si no se introducen nuevos contaminantes en el ecosistema. Ya existen alternativas vegetales a los insecticidas, como la pulverización con aceites vegetales o repelentes como la citronela.

    Pero también se plantea la cuestión de quién es el responsable de la contaminación y degradación de los lagos de montaña: ¿los fabricantes de estos productos o los usuarios? Los gobernantes y gestores públicos se enfrentan a un reto.

     

    Publicado en The Conversation el 30 de junio de 2022. Enlace al original.

    Cláusula de Divulgación

    Dirk S. Schmeller no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

    Nuestros socios

    Ver todos los asociados

  • Ecocidio: justicia para las víctimas del crimen ambiental

    5 - 6 minutos

    El número de víctimas de desastres ambientales está aumentando y se espera que lo siga haciendo en el futuro. Sin embargo, el ecocidio como crimen internacional ha permanecido invisibilizado. La oposición de ciertos estados, movidos por intereses económicos y por lobbies empresariales, han postergado su reconocimiento.

    Es necesario reconocer el ecocidio como crimen. Se trata de la respuesta de la comunidad internacional a la defensa del planeta y a la justicia universal.

    Miles de desplazados y enfermos

    Los desastres ambientales no han dejado de sucederse. Han producido innumerables daños humanos que se perpetúan y afectan a generaciones presentes y futuras.

    El accidente químico de 1984 en Bhopal (India) provocó el desplazamiento de más de 200 000 personas. Además, causó 20 000 muertos y 500 000 damnificados. El desastre continúa debido a la saturación del suelo con productos químicos.

    Una zona de 30 000 kilómetros en Chernóbil (Ucrania) permanece todavía deshabitada y contaminada desde 1986. La Unión Soviética evacuó a 335 000 personas. La contaminación radiactiva tiene una media de vida de 25 000 años.

    En 1989, en Alaska, el vertido de la petrolera Exxon Valdez provocó contaminación a muy largo plazo. La alteración de la cadena alimentaria y el ecosistema de las costas aún persiste.

    En España, entre 1965 y 2002 se han sucedido los vertidos de buques en la costa gallega. El hundimiento del Prestige en 2002 causó una marea negra en alrededor de 3 000 kilómetros de costa. Hubo que esperar al 2018 para obtener una sentencia definitiva.

    Voluntarios limpiando las playas gallegas tras el vertido del Prestige. Stéphane M. Grueso / FlickrCC BY-SA

    En 2010, se produjo el hundimiento de la plataforma Deepwater Horizon de la petrolera británica British Petroleum. Causó pérdidas humanas y efectos irreversibles en la flora y la fauna en el Golfo de México. La recuperación económica y social de la zona aún está lejos de alcanzarse.

    Tras el accidente nuclear de 2011 en Fukushima (Japón), 99 000 personas continúan desplazadas. El riesgo de la radiación es una preocupación en áreas donde las órdenes de evacuación del Gobierno han terminado.

    En China, 80 millones de personas fueron desplazadas por megaproyectos (represas, embalses) entre 1950 y 2015. En la India, 65 millones entre 1947 y 2010.

    Desde que Bolsonaro asumió el poder, la Amazonía brasileña ha perdido más de 3 000 kilómetros cuadrados de bosque. Se han reducido y eliminado los esfuerzos para combatir la tala, minería y explotación ganadera ilegales.

    En 2020 se produjo el vertido de más 20 000 toneladas de combustible en el círculo polar ártico. La causa: el derrumbe de un depósito de combustible de la central termoeléctrica en la ciudad de Norilsk. La escala del desastre es comparable al accidente del Exxon Valdez de hace 30 años.

    Imágenes de satélite que muestran el derrame de unas 20.000 toneladas de diésel en Norilsk. ESA.

    Las víctimas

    Los desastres ambientales no afectan a todos por igual. Sus consecuencias son proporcionales a la vulnerabilidad de las comunidades y territorios. El escaso desarrollo socioeconómico limita la capacidad de resistir. Por eso ciertos grupos de personas o regiones del mundo son más vulnerables.

    Las víctimas se enfrentan a dificultades similares a las que padecen las personas afectadas por los conflictos armados. El desastre ambiental incide directamente en los derechos humanos. Pierden su grupo familiar, vivienda, territorio, documentación y propiedad. Se amenaza su vida, integridad, libertad y seguridad personal.

    El daño se perpetúa, impide el ejercicio de sus derechos a las generaciones presentes y futuras. Nos encontramos ante una victimización difusa, oculta incluso. Muchas de estas víctimas no han nacido todavía.

    El daño, el peligro, se produce de forma lenta, gradual y no inmediata. La víctima tiene un carácter colectivo e intergeneracional. No solo es humana, abarca ecosistemas y otras especies. El impacto se produce en detrimento de la toda la colectividad, sobre bienes comunes a la humanidad.

    Reconocimiento del ecocidio como crimen

    El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que entró en vigor en 2002, reconoce cuatro crímenes internacionales: genocidio, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y agresión. La justicia universal cerraba las puertas a las víctimas del crimen ambiental. No se incluyó el crimen ecológico internacional.

    El borrador del Estatuto de Roma, en su redacción original, incluía los delitos medioambientales como quinto crimen. Contó con el voto favorable de 50 países. Se suprimió por la oposición de países como Francia, Holanda y Estado Unidos.

    En el presente siglo, Polly Higgins defendió la primera definición legal de ecocidio ante la ONU en 2010. Su propuesta originó el movimiento social End Ecocideon Earth en Europa.

    En 2012, surgió la iniciativa Acabemos con el ecocidio en Europa: una iniciativa ciudadana para dar derechos a la tierra. Su objetivo: proponer una directiva sobre el ecocidio y lograr una normativa uniforme en el ámbito europeo. El proyecto no prosperó.

    El ecocidio reconoce que los graves daños medioambientales no son un problema local, sino que afectan a la comunidad internacional e inciden en los derechos humanos. Ante la debilidad de los derechos nacionales para sancionar a las empresas multinacionales y corporaciones públicas o privadas, debe actuar la justicia penal internacional.

    La justicia universal

    La justicia penal internacional actúa sobre la base del principio de complementariedad con las jurisdicciones nacionales. En los casos en que los estados no ejerzan su competencia, o no estén en condiciones de hacerlo.

    Las víctimas ambientales buscan la no impunidad y la justicia. Se enfrentan a un problema de graves y grandes dimensiones: su supervivencia y la de los ecosistemas. Negarles la justicia universal supone cerrar su visibilidad y reconocimiento. Es no reconocer el carácter global y la dimensión del conflicto.

    Nos encontramos ante una dimensión jurídico-supranacional, lo que obliga a la intervención del derecho penal internacional. Ya sea desde tribunales nacionales o internacionales, debe aplicarse, en suma, una justicia universal.

    Fuente: Margarita Trejo Poison

     

  • El viaje sin fronteras de los contaminantes de un incendio forestal

    4- 6 minutos 

    Shutterstock / Trzmiel

    Los incendios forestales se producen en todo el planeta y afectan a todo tipo de ecosistemas, aunque las regiones con clima mediterráneo se encuentran entre las más afectadas y son consideradas áreas de alta probabilidad de ocurrencia de incendios. Sus inviernos húmedos y templados facilitan el crecimiento de la vegetación (combustible) y los veranos cálidos y secos disminuyen la humedad del combustible hasta niveles que facilitan la ignición.

    Además, las condiciones meteorológicas influyen en el inicio, desarrollo y severidad de un incendio. Con altas temperaturas, baja humedad relativa y fuerte viento, la extinción puede ser muy complicada y dar paso a un gran incendio (de más de 500 hectáreas).

    En España, en las últimas décadas, el número de incendios y la superficie quemada tiende a disminuir, pero el número de grandes incendios va aumentando. En 2019 solo fueron el 0,13 % del total de incendios, pero supusieron el 34 % de la superficie total quemada.

    Incendios más frecuentes y severos

    En los últimos años, zonas como el Ártico o Europa central, en las que no son frecuentes los incendios, se han visto afectadas por grandes incendios. En otras, como California, Portugal, Grecia o Chile, la severidad y frecuencia de estos ha sido mayor y han afectado a la población, produciendo muertes y cuantiosos daños materiales.

    Estos cambios se han atribuido a efectos del cambio climático y las previsiones indican que los periodos de alto riesgo de incendios serán más largos y los eventos extremos (olas de calor) más frecuentes. En estos escenarios la probabilidad de grandes incendios forestales que afecten a la población también será mayor.

    Una de las afecciones a la población que se puede producir por un incendio forestal tiene que ver con la alteración de la calidad del aire, ya que se emiten gases y material particulado (PM, por sus siglas en inglés). La naturaleza y cantidad de los contaminantes emitidos vendrá condicionada por las características de la vegetación, las condiciones meteorológicas y la duración del incendio.

    Entre los principales contaminantes gaseosos liberados a la atmósfera destacan el monóxido de carbono (CO), el metano (CH₄), los compuestos orgánicos volátiles (COV, como benceno y tolueno), el óxido nitroso (N₂O) y los óxidos de nitrógeno (NOx), el óxido nítrico (NO) y el dióxido de nitrógeno (NO₂) y el material particulado. Este se clasifica en partículas gruesas (PM₁₀) y finas (PM₂,₅ y PM₁), es decir, partículas de diámetro inferior a 10, 2,5 y 1 μm, respectivamente. También se forma ozono (O₃) al reaccionar contaminantes liberados en el incendio (COV y NOx) en presencia de la luz solar.

    Las dos caras del ozono

    El O₃ que se concentra entre 8 y 15 km sobre el suelo (estratosfera) recibe el sobrenombre de ozono “bueno”, porque desempeña un papel vital en la absorción de los rayos ultravioleta que son dañinos para los seres vivos.

    Sin embargo, al O₃ a nivel del suelo (troposfera) se le ha denominado como ozono malo porque es una sustancia altamente oxidante que ocasiona daños a las personas, a los animales y a las plantas. En los humanos, estos daños van desde el deterioro de la capacidad pulmonar, hasta alteraciones del sistema inmunológico. Además, el O₃ troposférico tiene un alto potencial de oxidación y reacciona fácilmente con muchos compuestos, formando otras moléculas igual o más dañinas.

    ¿Qué incendios hemos usado de ejemplo?

    El verano de 2012 comenzó con dos grandes incendios, de entre los más devastadores del siglo en España, y en los que ardieron alrededor de 50 000 hectáreas. El primero de ellos se inició el 28 de junio en el término municipal de Cortes de Pallás y el segundo, al día siguiente, en el municipio de Andilla-Alcublas, ambos en la Comunidad Valenciana. En cuatro días ardió el 9 % de la superficie forestal de Valencia.

    Figura 1. Imagen del fuego a mediodía del viernes 29 de junio de 2012 tomada por el satélite Terra, de la NASA, y difundida por L'Oratge, de la desaparecida cadena pública valenciana.

    La columna de humo se pudo ver desde el espacio, como se puede apreciar en la imagen (figura 1) del satélite Terra de la NASA, llegando a las islas Baleares.

    Los contaminantes recorrieron una gran distancia, influenciados por la cantidad de la vegetación quemada, las características del paisaje y, por supuesto, las condiciones meteorológicas.

    Ambos incendios se desarrollaron bajo condiciones meteorológicas propias de una ola de calor: temperaturas cercanas a 40℃, vientos sostenidos de poniente de más de 20 km/h, con rachas de 50 km/h y humedades relativas inferiores al 30 % durante la noche e inferiores al 20 % durante el día.

    Siguiendo la pista a los contaminantes

    Existe una red de vigilancia de la calidad del aire que monitoriza algunos contaminantes comunes del aire, además de algunos parámetros meteorológicos. Esta red cuenta con estaciones automáticas, localizadas por todo el territorio nacional, que llevan a cabo el análisis del aire en tiempo real. Permite conocer las emisiones y saber si la calidad del aire es buena o mala.

    Niveles del Índice Nacional de Calidad del Aire, medidos por la red de estaciones de monitorización de la calidad del aire. Gobierno para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico

    En la figura 3 se muestran las concentraciones promedio diarias de los contaminantes medidos en dos estaciones de Valencia y otra estación de Palma de Mallorca, desde el 22 de junio (mucho antes de comenzar el incendio) hasta el 3 de julio de 2012.

    Figura 3. Concentraciones promedio diarias de los contaminantes seguidos en la estación de Forners (Palma de Mallorca) (arriba) y las estaciones de Avenida Francia y Molí del Sol (Valencia) (abajo). Author provided

    Podemos ver cómo se incrementaron las concentraciones para todos los tamaños de partículas medidos por las estaciones, tanto en Valencia como en Palma de Mallorca.

    Desde el 28 de junio hasta, al menos, el día 1 de julio, las PM₁₀ llegaron a alcanzar concentraciones promedio diarias de 73 μg/m³ (50 µg/m³ es el valor límite horario permitido) y las partículas finas, PM₁ y PM₂,₅, alcanzaron concentraciones de hasta 55 y 71 μg/m³, respectivamente (25 μg/m³ era el valor límite anual hasta 2020, después se bajó a 20 μg/m³).

    En Palma de Mallorca se registraron concentraciones de 73 μg/m³ para PM₁₀ y 32 μg/m³ para PM₂,₅. Además, se observó un incremento de la concentración de O₃ (97,8 μg/m³) y CO (0,6 mg/m³), e incluso, de los COV benceno y tolueno (alcanzando valores de 1,9 y 0,4  μg/m³, respectivamente). Aunque hay que decir que no se superaron los valores límites de estos últimos contaminantes.

    ¿Qué debemos hacer?

    Poco se conoce sobre los efectos que las emisiones de gases y partículas producidas durante un incendio en entornos mediterráneos tienen en la población. Se sabe que pueden viajar a grandes distancias y altitudes y detectarse tanto en zonas cercanas como lejanas al incendio.

    Dado el incremento en el número de grandes incendios forestales, su severidad y frecuencia y la cantidad de población afectada, sería de gran interés realizar el seguimiento de las emisiones con repercusión en la calidad del aire y, por tanto, en la población.

     Fuente: 

     Profesora Titular de Universidad, Universidad de Castilla-La Mancha

     Universidad de Castilla-La Mancha

  • El viaje sin fronteras de los contaminantes de un incendio forestal

     

    Los incendios forestales se producen en todo el planeta y afectan a todo tipo de ecosistemas, aunque las regiones con clima mediterráneo se encuentran entre las más afectadas y son consideradas áreas de alta probabilidad de ocurrencia de incendios. Sus inviernos húmedos y templados facilitan el crecimiento de la vegetación (combustible) y los veranos cálidos y secos disminuyen la humedad del combustible hasta niveles que facilitan la ignición.

    Además, las condiciones meteorológicas influyen en el inicio, desarrollo y severidad de un incendio. Con altas temperaturas, baja humedad relativa y fuerte viento, la extinción puede ser muy complicada y dar paso a un gran incendio (de más de 500 hectáreas).

    En España, en las últimas décadas, el número de incendios y la superficie quemada tiende a disminuir, pero el número de grandes incendios va aumentando. En 2019 solo fueron el 0,13 % del total de incendios, pero supusieron el 34 % de la superficie total quemada.

    Incendios más frecuentes y severos

    En los últimos años, zonas como el Ártico o Europa central, en las que no son frecuentes los incendios, se han visto afectadas por grandes incendios. En otras, como California, Portugal, Grecia o Chile, la severidad y frecuencia de estos ha sido mayor y han afectado a la población, produciendo muertes y cuantiosos daños materiales.

    Estos cambios se han atribuido a efectos del cambio climático y las previsiones indican que los periodos de alto riesgo de incendios serán más largos y los eventos extremos (olas de calor) más frecuentes. En estos escenarios la probabilidad de grandes incendios forestales que afecten a la población también será mayor.

    Una de las afecciones a la población que se puede producir por un incendio forestal tiene que ver con la alteración de la calidad del aire, ya que se emiten gases y material particulado (PM, por sus siglas en inglés). La naturaleza y cantidad de los contaminantes emitidos vendrá condicionada por las características de la vegetación, las condiciones meteorológicas y la duración del incendio.

    Entre los principales contaminantes gaseosos liberados a la atmósfera destacan el monóxido de carbono (CO), el metano (CH₄), los compuestos orgánicos volátiles (COV, como benceno y tolueno), el óxido nitroso (N₂O) y los óxidos de nitrógeno (NOx), el óxido nítrico (NO) y el dióxido de nitrógeno (NO₂) y el material particulado. Este se clasifica en partículas gruesas (PM₁₀) y finas (PM₂,₅ y PM₁), es decir, partículas de diámetro inferior a 10, 2,5 y 1 μm, respectivamente. También se forma ozono (O₃) al reaccionar contaminantes liberados en el incendio (COV y NOx) en presencia de la luz solar.

    Las dos caras del ozono

    El O₃ que se concentra entre 8 y 15 km sobre el suelo (estratosfera) recibe el sobrenombre de ozono “bueno”, porque desempeña un papel vital en la absorción de los rayos ultravioleta que son dañinos para los seres vivos.

    Sin embargo, al O₃ a nivel del suelo (troposfera) se le ha denominado como ozono malo porque es una sustancia altamente oxidante que ocasiona daños a las personas, a los animales y a las plantas. En los humanos, estos daños van desde el deterioro de la capacidad pulmonar, hasta alteraciones del sistema inmunológico. Además, el O₃ troposférico tiene un alto potencial de oxidación y reacciona fácilmente con muchos compuestos, formando otras moléculas igual o más dañinas.

    ¿Qué incendios hemos usado de ejemplo?

    El verano de 2012 comenzó con dos grandes incendios, de entre los más devastadores del siglo en España, y en los que ardieron alrededor de 50 000 hectáreas. El primero de ellos se inició el 28 de junio en el término municipal de Cortes de Pallás y el segundo, al día siguiente, en el municipio de Andilla-Alcublas, ambos en la Comunidad Valenciana. En cuatro días ardió el 9 % de la superficie forestal de Valencia.

     

    Figura 1. Imagen del fuego a mediodía del viernes 29 de junio de 2012 tomada por el satélite Terra, de la NASA, y difundida por L'Oratge, de la desaparecida cadena pública valenciana.

     

    La columna de humo se pudo ver desde el espacio, como se puede apreciar en la imagen (figura 1) del satélite Terra de la NASA, llegando a las islas Baleares.

    Los contaminantes recorrieron una gran distancia, influenciados por la cantidad de la vegetación quemada, las características del paisaje y, por supuesto, las condiciones meteorológicas.

    Ambos incendios se desarrollaron bajo condiciones meteorológicas propias de una ola de calor: temperaturas cercanas a 40℃, vientos sostenidos de poniente de más de 20 km/h, con rachas de 50 km/h y humedades relativas inferiores al 30 % durante la noche e inferiores al 20 % durante el día.

    Siguiendo la pista a los contaminantes

    Existe una red de vigilancia de la calidad del aire que monitoriza algunos contaminantes comunes del aire, además de algunos parámetros meteorológicos. Esta red cuenta con estaciones automáticas, localizadas por todo el territorio nacional, que llevan a cabo el análisis del aire en tiempo real. Permite conocer las emisiones y saber si la calidad del aire es buena o mala.

     

     
    Niveles del Índice Nacional de Calidad del Aire, medidos por la red de estaciones de monitorización de la calidad del aire. Gobierno para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico

    En la figura 3 se muestran las concentraciones promedio diarias de los contaminantes medidos en dos estaciones de Valencia y otra estación de Palma de Mallorca, desde el 22 de junio (mucho antes de comenzar el incendio) hasta el 3 de julio de 2012.

     
     
    Figura 3. Concentraciones promedio diarias de los contaminantes seguidos en la estación de Forners (Palma de Mallorca) (arriba) y las estaciones de Avenida Francia y Molí del Sol (Valencia) (abajo). Author provided

    Podemos ver cómo se incrementaron las concentraciones para todos los tamaños de partículas medidos por las estaciones, tanto en Valencia como en Palma de Mallorca.

    Desde el 28 de junio hasta, al menos, el día 1 de julio, las PM₁₀ llegaron a alcanzar concentraciones promedio diarias de 73 μg/m³ (50 µg/m³ es el valor límite horario permitido) y las partículas finas, PM₁ y PM₂,₅, alcanzaron concentraciones de hasta 55 y 71 μg/m³, respectivamente (25 μg/m³ era el valor límite anual hasta 2020, después se bajó a 20 μg/m³).

    En Palma de Mallorca se registraron concentraciones de 73 μg/m³ para PM₁₀ y 32 μg/m³ para PM₂,₅. Además, se observó un incremento de la concentración de O₃ (97,8 μg/m³) y CO (0,6 mg/m³), e incluso, de los COV benceno y tolueno (alcanzando valores de 1,9 y 0,4  μg/m³, respectivamente). Aunque hay que decir que no se superaron los valores límites de estos últimos contaminantes.

    ¿Qué debemos hacer?

    Poco se conoce sobre los efectos que las emisiones de gases y partículas producidas durante un incendio en entornos mediterráneos tienen en la población. Se sabe que pueden viajar a grandes distancias y altitudes y detectarse tanto en zonas cercanas como lejanas al incendio.

    Dado el incremento en el número de grandes incendios forestales, su severidad y frecuencia y la cantidad de población afectada, sería de gran interés realizar el seguimiento de las emisiones con repercusión en la calidad del aire y, por tanto, en la población.

     

    Artículo publicado en The Conversation el 29 de julio de 2021 por  Diana Rodríguez Rodríguez y Beatriz Pérez Ramos. Enlace al original: https://bit.ly/2VnS6GY

     

    Cláusula de Divulgación

    Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

    Nuestros socios

    Universidad de Castilla-La Mancha aporta financiación como institución colaboradora de The Conversation ES.

    Ver todos los asociados

     
  • La elevada contaminación del aire en el interior de los hogares activa las alarmas

     

    Shutterstock / struvictory

     

    Mucha gente se siente más segura respirando el aire de sus casas que el aire exterior, y no siempre es mejor. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el aire de los hogares está de media entre dos y cinco veces más contaminado que el de la calle.

    Al mismo tiempo, la EPA (Agencia de Protección Ambiental estadounidense) estima que el 72% de la exposición a productos químicos que sufren las personas se produce en interiores.

    Sumémosle a esto que de media pasamos el 90% de nuestro tiempo en interiores, y aproximadamente un 70% en casa. Así, aproximadamente la mitad del aire que llega a nuestros pulmones lo respiramos desde nuestros dormitorios, la cocina, el baño o el salón, donde no existe ningún sistema de vigilancia de polución, aunque este aire pueda ser altamente tóxico.

    Dos datos que no deberían pasarse por alto: de media, en los hogares hay más formaldehido y benceno, ambos agentes cancerígenos, y también es mayor la concentración de CO₂ que en el aire exterior. Este último, en altas concentraciones puede producir dolores de cabeza, fatiga, etc.

    Las principales fuentes de contaminación en una casa

    Dentro de nuestras casas hay cinco fuentes principales de contaminación: la que directamente procede del aire exterior; los contaminantes emitidos por los muebles y otros objetos; la emisión de paredes, suelos y otros elementos estructurales; aquellas emisiones que tienen que ver con las actividades que llevamos a cabo dentro de la casa y con los productos que utilizamos para distintas tareas y, por último, las que se deben a la presencia de personas, animales y plantas.

    Pero en nuestras casas no sólo hay fuentes de contaminantes, también podemos tener elementos que nos ayuden a eliminar o reducir la concentración de las especies nocivas. Por ejemplo, algunos tipos de plantas y de pinturas (diseñadas para eliminar ciertos contaminantes) o un purificador de aire. Además, siempre podemos diluir abriendo las ventanas.

    Contaminantes y efectos en la salud

    Muchos de los contaminantes comunes en el aire exterior también están presentes en el aire de nuestras casas: óxidos de nitrógeno (NO₂ y NO, los contaminantes que emiten por ejemplo los vehículos diésel), partículas (polvo, partículas de origen biológico como las responsables del contagio de la covid-19, etc.), ozono (O₃, como el que aparece en la capa de ozono en la alta atmósfera o el que se forma en ciudades muy contaminadas en la baja atmósfera), peróxidos (compuestos como el H₂O₂ que son muy oxidantes y, por tanto, dañinos para nuestra salud), etc.

    Algunos de estos contaminantes, como el formaldehido (compuesto altamente irritante), compuestos terpenoides (compuestos orgánicos aromáticos y volátiles que están constituidos por la unión de unidades de un hidrocarburo de 5 átomos de carbono, llamado isopreno y que suelen estar presentes en ambientadores, productos de limpieza, etc.), CO₂, CO, etc. pueden alcanzar concentraciones mucho más altas que en el exterior.

     

    La tabla muestra los efectos que tienen algunos de estos contaminantes en nuestra salud, y sus concentraciones típicas para el aire exterior y el aire interior de nuestras casas. Fuentes: 1MDPI, 2europepmc, 3canada.ca, 4euroWho, 5Science Direct. Author provided

     

    Medidas para minimizar la exposición a estos contaminantes

    ¿Pero qué podemos hacer para asegurarnos de que la exposición que sufrimos a esos contaminantes se reduzca lo más posible?

    Si se trata de un lugar poco contaminado, la mejor herramienta es mejorar la ventilación de la casa, o sea, abrir las ventanas siempre que sea posible, y así nos aseguraramos de que todos esos contaminantes que se generan en el interior de la casa se van a diluir con el aire exterior. Si no es nuestro caso, pensemos en instalar purificadores de aire o algún tipo de filtro en su sistema de climatización. Pero cuidado, no todos los purificadores de aire son eficientes y buenos para su salud…

    En el diseño de las casas se ha de tener en cuenta que las habitaciones muy pequeñas suelen estar asociadas con mayores concentraciones de contaminantes. Conviene asegurarse de que el garaje no está conectado directamente con habitaciones donde se pase mucho tiempo. Los puntos de ventilación han de ponerse en la posición más adecuada en los baños y cocinas, evitando materiales para los suelos que puedan ser fuente de contaminantes (por ejemplo, un suelo cerámico emite menos contaminantes al aire interior que un suelo de madera). En conclusión, hablar con los arquitectos y comentarles estas preocupaciones será de ayuda. Cada día hay más profesionales preocupados y formados en este tema.

    Además, evitemos, si es posible, utilizar aparatos basados en la combustión, tanto para calentar la casa como para cocinar. En el caso de tener que usarlos, aseguremos que la ventilación de la habitación donde están estos elementos sea adecuada y de que la campana extractora y la canalización de la chimenea funcionan adecuadamente.

     

    Shutterstock / sruilk

     

    Productos sin aromas para la higiene y la limpieza

    Elijamos cuidadosamente los productos que utilizamos para la higiene personal y la limpieza de la casa. Tengamos en cuenta que los aromas sólo sirven para enmascarar otros olores, y todos ellos son fuentes de los llamados compuestos orgánicos volátiles (COVs). Estos compuestos suelen aparecer en mayores concentraciones en nuestros hogares que en el exterior, y la mayoría de ellos, aunque no tóxicos por sí mismos, cuando se descomponen en el aire interior terminan formando compuestos como el formaldehido, que tiene importantes efectos negativos en la salud.

    Evitemos también el uso de ambientadores, ya que son una importante fuente de COVs.

    Además, no es en absoluto aconsejable fumar dentro de casa o encender elementos tales como barras de incienso, velas, etc. Si se utilizan se estarán introduciendo fuentes innecesarias de contaminantes.

    Plantas de interior que limpian

    La presencia de plantas puede disminuir los niveles de contaminantes interiores. Algunos ejemplos son: espatifilo, dracaena ‘Golden Coast’ y Zamioculcas.

     

    El Spathiphyllum cochlearispathum se encuentra entre las plantas que reducen los contaminantes del interior de los hogares

     

    Las aspiradoras con filtro HEPA se ha visto que disminuyen la concentración de partículas (polvo), mientras que, si se barre, se aumenta la concentración de polvo en suspensión.

    La pintura ecológica no es siempre una solución

    Si recientemente le han entregado su casa o la ha remodelado o pintado, si le es posible, ventile, y no viva en ella durante al menos un mes. Se ha observado que los niveles de la mayoría de los contaminantes asociados al remodelado y pintado de una casa bajan con el tiempo y la ventilación.

    El uso de pinturas ecológicas no siempre va asociado a la emisión de menor concentración de contaminantes. Estas pinturas en muchas ocasiones emiten menos contaminantes regulados (incluidos en la legislación), pero no tanto menos contaminantes no regulados.

    ¿Le quedan todavía dudas? En general, el sentido común suele funcionar en estos casos, ¿o nunca había pensado que quizás cocinar con gas puede ser peor para su salud, desde el punto de vista del aire que respira, que con una cocina eléctrica? ¡Seguro que sí!

     

    Publicado en The Conversation el pasado 5 de julio de 2022. Enlace al original.

    Cláusula de Divulgación

    María Teresa Baeza Romero recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación Ref PID2019-106468RB-I00.

    Nuestros socios

    Universidad de Castilla-La Mancha aporta financiación como institución colaboradora de The Conversation ES.

    Ver todos los asociados

  • Las abejas indican la presencia de microplásticos en el medio ambiente

    5 - 7  minutos

    Los microplásticos son pequeños fragmentos de plástico de entre 5 milímetros y 1 micrómetro (el tamaño de una bacteria). Puede que ya le resulten familiares por los numerosos informes que alertan de su presencia en el medio ambiente.

    Recientes investigaciones muestran la alta capacidad de estos fragmentos para alcanzar los diferentes compartimentos ambientales: los océanos, los ríos, los suelos y el aire. Es tanta la movilidad de los microplásticos que hasta se han encontrado en lugares remotos del Ártico o de la Antártida.

    Gracias a la colaboración entre las Universidades de Alcalá, Autónoma de Madrid y de Almería con la Asociación Danesa de Apicultores, hemos evaluado la capacidad de las abejas para recoger, por adherencia, microplásticos en sus viajes diarios. La asociación danesa cuenta con más de 6 000 apicultores y tiene la ventaja de desarrollar apicultura de zonas urbanas.

    El estudio aporta la primera evidencia de cómo las abejas (y otros insectos) entran en contacto con estos materiales, que por supuesto acaban en el interior de las colmenas. Hasta ahora se había investigado principalmente si había plástico en la miel o qué pasaba con los polinizadores que se exponían a alguno de estos polímeros.

    La ubicuidad y persistencia de este tipo de residuos los convierten en un problema global sin que exista una idea clara de cómo se transfieren de un medio a otro. Además, aún se desconocen en gran medida sus efectos sobre el medio ambiente y la salud de las personas.

    Microplásticos de origen marino. Carledcu / Flickr

    Microplásticos en el aire

    De todos los medios explorados, el aire es el más desconocido en cuanto a la presencia de microplásticos. La mayoría de los estudios publicados hasta la fecha investigan los materiales que se depositan en el suelo utilizando muestreadores específicos.

    Recientemente, hemos demostrado la presencia de materiales a gran altura sobre el cielo de Madrid. Sabemos, por lo tanto, que los microplásticos tienen la capacidad de alcanzar grandes altitudes.

    Una vez han ascendido lo suficiente, el movimiento de las masas de aire mueve los microplásticos de una zona a otra. La movilidad es mayor cuanto menor sea el tamaño de las partículas.

    Si bien parece que el aire es una pieza clave en la distribución de los microplásticos, todavía no está claro cómo se producen los desplazamientos, el origen de estos plásticos ni si su flujo tiene una determinada temporalidad.

    Las abejas como biomonitores

    Las abejas de la miel (Apis mellifera) son excelentes biomonitores de diversos contaminantes. Gracias a ellas, se pueden monitorizar los productos veterinarios usados por los apicultores para su cuidado, los pesticidas de origen agrícola y otros contaminantes presentes en su radio de exploración. Estos controles garantizan que la calidad de los productos como la miel, la cera y el polen sea óptima.

    Las principales ventajas de las abejas como bioindicadores son la sensibilidad que tienen a los tóxicos, su alta tasa de reproducción y su amplio radio de acción. Sus largos vuelos, de hasta 14 km, les permiten recorrer zonas inaccesibles para el hombre.

     Abeja recolectando polen. Shenandoah National Park / Flickr

    Una investigación novedosa

    Para llevar a cabo nuestro último estudio, fijamos primero un protocolo y recolectamos una serie de muestras de las abejas durante la pasada primavera. Después, evaluamos la presencia de los microplásticos que llegaron fijados a los insectos en una serie de colmenas situadas en diecinueve localizaciones de Copenhague y alrededores.

    Localización de los puntos de muestreo. Fotografía de los autores, Author provided

    En sus desplazamientos en búsqueda de néctar y flores, las abejas retienen en sus cuerpos las fibras y fragmentos de plástico que estén presentes en el aire debido a interacciones electrostáticas entre sus cuerpos y los microplásticos.

    La cantidad de plástico que se encuentre en cada colmenar, cuyos individuos comparten área de vuelo, constituye una medida de la cantidad de estos materiales en el entorno.

    Detalle de micropartículas de diversos materiales adheridas a distintas partes de la abeja. Science of The Total Environment, Author provided

    Microplásticos en todas las colmenas

    Hemos detectado microplásticos de diversas formas y colores, tanto fibras como fragmentos, en todas las localizaciones muestreadas. La mayor cantidad de plásticos, como era de esperar, se ha encontrado en las zonas urbanas. Sin embargo, en las regiones suburbanas e incluso en las rurales también se han encontrado cantidades destacables. Proceden de zonas urbanas próximas, que son la fuente principal de esta contaminación.

    En nuestro trabajo, hemos identificado trece polímeros sintéticos diferentes entre los que destacan las fibras de poliéster. La contaminación por fibras sintéticas es un problema común y señala directamente al uso de materiales sintéticos como fuente importante de microplásticos en el medio ambiente.

    Otros plásticos como el polietileno o el cloruro de polivinilo aparecieron con frecuencia en las muestras junto con materiales de algodón o lana que han sufrido algún tipo de tratamiento para su uso textil (la presencia de colorantes y otros aditivos químicos también es motivo de contaminación).

    Aspecto de los microplásticos encontrados adheridos al cuerpo de las abejas. Science of the Total Environment, Author provided

    La actividad humana, fuente de microplásticos

    En este estudio pionero, demostramos la presencia de microplásticos y otros materiales antropogénicos adheridos al cuerpo de las abejas. Esto las hace útiles como biomonitores de la presencia de estos materiales en la naturaleza.

    Este enfoque abre un abanico de posibilidades para futuros estudios. Gracias a esta especie, podemos llegar a conocer más sobre la dispersión de los plásticos desde los núcleos urbanos, las variaciones geográficas y temporales de esas dispersiones, y cómo la presencia de microplásticos cambia con el perfil sociodemográfico de las zona estudiadas.

    Por otra parte, no hay que olvidar que la situación óptima debería ser la poca o nula detección de microplásticos y esto está lejos de ocurrir. La contaminación por microplásticos está asociada a la actividad humana y mientras utilicemos polímeros sintéticos será necesario establecer programas de vigilancia y monitorización.

    El uso de biomonitores permite obtener datos de lugares muy dispares con una inversión limitada. De esta forma, las abejas pueden contribuir a mejorar la gestión de nuestros residuos plásticos.

     Fuente: Autores: Carlos Edo, Francisca Fernández Piñas y Roberto Rosal

  • Las colillas son un residuo tóxico que tenemos que aprender a gestionar.

    Shutterstock/Phil Silverman

      

    Cada año se consumen en el mundo aproximadamente 6 billones de cigarrillos, responsables de la muerte de unos 8 millones de personas en ese mismo periodo. Esta cifra supone más del doble de las muertes producidas hasta la fecha por la COVID-19. Además de las pérdidas humanas, también es preciso considerar el gasto sanitario derivado del tabaquismo, que apenas se ve compensado con la recaudación de impuestos por la venta de las cajetillas.

    Estos datos son lo suficientemente elocuentes para preguntarnos cómo es posible que todavía se permita la venta de tabaco. Este producto, que contiene más de 75 compuestos carcinógenos y más de 200 de carácter tóxico, constituye la primera causa de muerte evitable en el mundo.

    Pero el problema no termina aquí. Además de su impacto en la salud y la economía, el tabaco también es responsable de gravísimos problemas ambientales, especialmente los producidos por las colillas de los cigarrillos. Constituyen lo que se denomina “tabaco de cuarta mano”.

     

    Las colillas en el medioambiente

    Se ha estimado que un 75 % de las colillas se arrojan al suelo. Son arrastradas por el viento, la lluvia y transportadas a través de las alcantarillas hasta ríos y mares. Constituyen actualmente el principal tipo de residuo a nivel mundial.

    La peligrosidad de las colillas reside en su filtro de acetato de celulosa, un polímero plástico no biodegradable que puede permanecer mucho tiempo en el medioambiente (hasta 10 años). Libera lentamente los compuestos tóxicos que han sido retenidos por el filtro al fumar, como nicotina, metales pesados, hidrocarburos aromáticos policíclicos, fenoles e insecticidas.

    La ingestión de las colillas por parte de muchos animales, la liberación de los compuestos tóxicos almacenados en el filtro y los micro y nanoplásticos que se van desprendiendo ocasionan graves impactos en la biodiversidad, los ecosistemas y la salud. Muchos de ellos todavía no han sido caracterizados suficientemente.

     

    ¿Cómo gestionar estos residuos tóxicos?

    Esta problemática global exige el desarrollo de leyes o regulaciones apropiadas y seguras para la gestión de este tipo de desechos, reconocidos en algunos países como residuos tóxicos y peligrosos. Actualmente las colillas se concentran en la fracción resto, que en la mayoría de las ciudades es depositada en vertederos. Sin embargo, por su composición química y su carácter tóxico, requieren de una gestión especial.

    La gran mayoría de los productos que son puestos en el mercado se convierten tarde o temprano en residuos. Estos deben ser tratados adecuadamente para reaprovechar sus materiales y evitar que contaminen, siguiendo las pautas que marca la tendencia de la economía circular.

    Los productos susceptibles de transformarse en residuos son también responsabilidad del productor que los ha fabricado. La denominada responsabilidad ampliada del productor está regulada desde hace varios años por la Unión Europea y solamente se aplica a aparatos eléctricos y electrónicos, pilas y acumuladores, vehículos, envases, neumáticos y aceites minerales.

    La Directiva (UE) 2019/904 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 5 de junio de 2019, sobre la reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medioambiente señala que “es preciso reducir el enorme impacto medioambiental causado por los residuos generados por el consumo de productos de tabaco con filtros que contienen plástico, que se desechan de manera incontrolada directamente en el medioambiente”.

    La responsabilidad ampliada del productor puede ser un buen modelo para establecer nuevas leyes sobre la gestión de los residuos de los cigarrillos. De esta manera, la industria tabacalera se implicaría en el gravísimo problema ambiental que ella misma produce. Podría sufragar, por ejemplo, los costes de la limpieza de los vertidos de colillas en el mundo. También podría hacerse cargo de los costes de establecer una infraestructura específica para recoger los residuos posteriores al consumo de productos del tabaco, como recipientes apropiados para colillas, en lugares donde habitualmente se concentra su vertido.

    A estas medidas habría que añadir la realización de campañas de educación pública dirigidas a reducir el desperdicio de colillas, concienciando a los fumadores de los drásticos efectos que estos residuos tienen sobre el medioambiente.

     

    Reciclaje y alternativas a los filtros tóxicos

    Por otra parte, los ayuntamientos deberían implementar una estrategia adecuada para la gestión de las colillas, que tal y como se ha mencionado anteriormente, se depositan habitualmente en la fracción resto. En este sentido, cada vez son más las empresas que se están especializando en el reciclaje de colillas, cuyas tecnologías innovadoras ayudarían a paliar la problemática ambiental asociada a este tipo de residuo.

    Diversos trabajos científicos, refrendados por la Organización Mundial de la Salud, han demostrado la poca eficacia de los filtros de acetato de celulosa para proteger la salud del fumador. Por eso, otra alternativa para reducir el impacto de las colillas es eliminar estos filtros y crear otros más eficientes y biodegradables. Esto reduciría el tremendo impacto causado a escala global.

    En definitiva, la implementación de muchas de estas iniciativas y los cambios de conducta generados en la sociedad a través de una educación ambiental basada en la ciencia constituyen herramientas tremendamente eficientes para resolver un problema tan importante como la contaminación generada por las colillas de los cigarrillos. Ayudan así a salvaguardar la salud de nuestro planeta.

     

    Publicado el 2 de junio de 2021 en The Conversation por Jesús Miguel Santamaría Ulecia. Enlace al original: https://bit.ly/3cn0psf

     

    Cláusula de Divulgación

    Jesús Miguel Santamaría Ulecia no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

    Nuestros socios

    Universidad de Navarra aporta financiación como institución colaboradora de The Conversation ES.

     

  • Los árboles pueden ayudarnos a eliminar contaminantes cancerígenos

     Algunas especies arbóreas, como los álamos, son especialmente adecuadas para descontaminar. Shutterstock / Ruud Morijn Photographer

    La contaminación del planeta representa un gran reto para la humanidad. No deja de ser paradójico que sus protagonistas sean actividades ligadas al bienestar, como la agricultura, la industria y la urbanización. El Programa Ambiental de las Naciones Unidas dedica una atención particular a los contaminantes orgánicos persistentes (COP), plasmada en el Convenio de Estocolmo. Las propiedades de sus moléculas lo justifican: toxicidad elevada, movilidad global, resistencia a la degradación (persistencia) y acumulación en los seres vivos.

    Las dos últimas propiedades explican por qué las especies que estamos en el ápice de las pirámides tróficas sufrimos una mayor exposición a estos compuestos. De todos los contaminantes orgánicos persistentes que contempla el Convenio de Estocolmo, los bifenilos policlorados (PCB) han acaparado las restricciones más severas.

    La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer clasifica a los bifenilos policlorados como “carcinógenos probables” en humanos, y se han descrito muchos otros efectos nocivos. Su fabricación se prohibió en los EE. UU. en 1979 y en la UE en 1987 (1986 en el Reino Unido).

    A pesar de ello, toda la biosfera sigue expuesta hoy a sus efectos.

    Anclaje del contaminante (amarillo) al centro activo de la enzima que lo oxida. En la reacción participa una molécula de coenzima NAD+ (azul) y varios aminoácidos (coloreados). La energía del proceso se capta en las hojas. Author provided

    Cómo eliminar los bifenilos policlorados

    Los métodos convencionales para descontaminar los bifenilos policlorados y otros contaminantes orgánicos persistentes son invasivos y muy costosos. La búsqueda de soluciones alternativas ha conducido a la fitorremediación, una tecnología verde que explota la capacidad de algunas plantas (y sus microorganismos asociados) para degradar contaminantes orgánicos, entre otras aplicaciones.

    El proceso funciona con energía solar, respeta el entorno y es barato. Algunas especies arbóreas, sobre todo los chopos o álamos (género Populus), son especialmente adecuadas para descontaminar, como analiza esta revisión reciente que hemos realizado en el Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas de la Universidad Politécnica de Madrid (CBGP UPM-INIA).

    Pese a sus ventajas económicas y ecológicas, el desconocimiento general de esta tecnología es tan grande que supone un freno significativo a su implantación. También lo es la escasez de datos sobre el metabolismo de los contaminantes. Los compuestos bifenílicos no son una excepción. Este conocimiento es esencial para mejorar el proceso de degradación y seleccionar variedades vegetales con altas capacidades.

    Nuestro grupo de investigación en el CBGP UPM-INIA, Biología Sintética y Bioingeniería, SynBIO2, y en la ETSI Montes, Forestal y del Medio Natural de la UPM es uno de los que estudian el metabolismo de estos bifenilos. En colaboración con el grupo de Estudios Ambientales de la ETSI Minas y Energía de la UPM hemos logrado descifrar la primera ruta degradadora en plantas. Nuestras investigaciones se han centrado en chopo, interesante por su valor económico, su capacidad natural para descontaminar bifenilos policlorados y su estatus como sistema modelo en biología vegetal.

    Estos resultados acaban de publicarse en la revista PNAS. Es importante señalar que los árboles no quedan contaminados, pues las moléculas tóxicas se fragmentan y las piezas resultantes, inocuas, se integran en el metabolismo normal. Esta es una diferencia esencial con la fitorremediación de metales pesados, que no pueden ser destruidos.

    ¿Cuál es el impacto de la contaminación hoy?

    El análisis más completo hasta la fecha, publicado en The Lancet, concluye que la contaminación es el principal factor ambiental causante de muertes prematuras en el mundo. Unos nueve millones de personas fallecen cada año debido a ella. Esta cifra duplica el número total de víctimas mortales de la covid-19 contabilizadas casi dos años después del brote de Wuhan.

    El estudio de The Lancet señala, asimismo, que las pérdidas económicas asociadas –costes sanitarios, mermas de productividad y otras– suponen cuatro billones de euros anuales. Una cifra superior al PIB de Alemania en 2020 (la cuarta economía mundial) y más de tres veces y media el PIB de España en el mismo período.

    El impacto ecológico es también ingente. La contaminación altera el funcionamiento normal de los ecosistemas y reduce su resiliencia. Agrava, por tanto, los efectos de la sequía y las temperaturas extremas, cuyos episodios son cada vez más frecuentes. Igual sucede con los efectos de plagas y enfermedades. El resultado es que disminuye la productividad primaria de la biosfera al atenuarse el secuestro global de carbono. Se considera, por ello, que la contaminación contribuye al cambio climático, aparte de sus efectos directos sobre los seres vivos.

    En resumen, hay demasiadas cosas importantes en juego: la salud humana, la calidad ambiental, la seguridad alimentaria, el desarrollo económico, los equilibrios ecológicos, el cambio climático. Es imperativo descontaminar el planeta y las tecnologías verdes tienen mucho que aportar. Mención especial merece el potencial de la genómica y los métodos actuales de investigación biológica, que pueden revolucionar este campo igual que está sucediendo con la medicina.

    Decía Albert Einstein que el mundo no es un lugar peligroso por los que hacen maldades, sino por los que las contemplan y no hacen nada.

    Fuente: Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)

  • Los suelos del mundo "bajo gran presión", según el informe de la ONU sobre contaminación

    Los suelos proporcionan el 95% de todos los alimentos, pero están dañados por la contaminación industrial, agrícola, minera y urbana.

     

    tractor sprays crops

    El herbicida glifosato se rocía sobre un campo de maíz en el noroeste de Francia. Fotografía: Jean-François Monier/AFP/Getty

     

    Los suelos del mundo, que proporcionan el 95% de los alimentos de la humanidad, están "bajo una gran presión", según un informe de la ONU sobre la contaminación del suelo.

    Los suelos también son el mayor depósito activo de carbono, después de los océanos, y por lo tanto son cruciales para combatir la crisis climática. Pero el informe afirma que la contaminación industrial, la minería, la agricultura y la mala gestión de los desechos están envenenando los suelos, y que el principio de "quien contamina paga" está ausente en muchos países.

    Los contaminantes incluyen metales, cianuros, DDT y otros pesticidas, y productos químicos orgánicos de larga duración como los PCB, según el informe, lo que hace que los alimentos y el agua sean inseguros, reducen la productividad de los campos y dañan la vida silvestre. Sin embargo, señala que la mayoría de las emisiones de contaminantes que terminan en el suelo no se cuantifican fácilmente y, por lo tanto, el daño real sigue siendo muy incierto.

    La producción mundial de productos químicos industriales cada año se ha duplicado desde 2.000 a 2.300 millones de toneladas, según el informe, y se proyecta que casi se duplique nuevamente para 2030, lo que significa que se espera que la contaminación del suelo aumente aún más. La ONU también advierte sobre contaminantes emergentes, incluidos productos farmacéuticos, antimicrobianos que conducen a bacterias resistentes a los medicamentos y plásticos.

    “Los suelos globales están bajo una gran presión”, dijo Qu Dongyu, director de la organización de la ONU para la alimentación y la agricultura. "Esta delgada corteza de la superficie de la Tierra, el suelo, sustenta toda la vida terrestre y está involucrada en muchos servicios ecosistémicos clave que son esenciales para el medio ambiente y para la salud y el bienestar humanos".

    Inger Andersen, directora del programa de medio ambiente de la ONU (Unep), dijo: “La contaminación del suelo puede ser invisible para los ojos humanos, pero compromete los alimentos que comemos, el agua que bebemos y el aire que respiramos. La contaminación no conoce fronteras: los contaminantes se mueven a través del suelo, el aire y el agua.

    “Es hora de reconectarnos con nuestros suelos, ya que es donde comienza nuestra alimentación”, dijo. “La contaminación del suelo ya no debería ser una realidad oculta. Seamos todos parte de la solución a la contaminación del suelo ".

    El futuro de los suelos parece "sombrío" y su estado es al menos tan importante como la emergencia climática y la destrucción del mundo natural sobre el suelo, según los científicos detrás de otro informe de la ONU sobre la biodiversidad del suelo, publicado en diciembre. Desde la Revolución Industrial, se han perdido alrededor de 135.000 millones de toneladas de suelo de las tierras de cultivo y, dado que los suelos tardan miles de años en formarse, se necesita una protección y restauración urgentes de los suelos que quedan, según afirman los científicos.

    El nuevo informe de la ONU concluye: "Los contaminantes del suelo pueden tener consecuencias irreparables en la salud humana y del ecosistema". La mayor fuente de contaminación del suelo varía según la región. El mayor problema es la contaminación industrial en Europa occidental y América del Norte, la agricultura en Asia, América Latina y Europa oriental y la minería en África subsahariana. En el norte de África y el Cercano Oriente, la contaminación urbana es la principal fuente de contaminación.

    “El paso fundamental para identificar a la parte responsable de la contaminación aún falta en muchos estados”, según el informe. "Se espera que la contaminación del suelo aumente a menos que haya un cambio rápido en los patrones de producción y consumo y un compromiso político hacia una gestión sostenible real donde la naturaleza se respete plenamente".

     

    Cómo el suelo ofrece esperanza para la crisis climática. Pulse para ver el vídeo

     

    "Se necesita un mayor compromiso político, empresarial y social para buscar alternativas al uso de contaminantes altamente tóxicos y para aumentar la inversión en investigación, prevención y recuperación", dice el informe, señalando que las limpiezas después de que ocurre la contaminación pueden costar cientos de millones de dólares. Los suelos del mundo también están siendo dañados por otros factores, como la erosión, la acidificación, la contaminación por sales y la compactación.

    Un informe de 2017 encontró que un tercio de la tierra del planeta está severamente degradada y que se estaba perdiendo suelo fértil a un ritmo de 24 mil millones de toneladas al año. El secretario de Medio Ambiente del Reino Unido dijo en 2017 que el país estaba a 30 o 40 años de "la erradicación fundamental de la fertilidad del suelo" en algunos lugares.

     

    Publicado el 4 de junio de 2021 por Damian Carrington en The Guardian. Enlace al artículo original: https://bit.ly/2Rsddq4

     

  • Por qué la contaminación por mercurio sigue siendo un problema aunque reduzcamos sus emisiones

     4 - 5 minutos

    La extracción de oro es una de las principales fuentes de contaminación de mercurio. En la imagen, zona de extracción aurífera en Guyana. Shutterstock / kakteen

    El mercurio es un metal pesado presente en la corteza terrestre de forma natural que, por sus particulares características, ha sido ampliamente utilizado por los seres humanos desde la antigüedad.

    A nivel medioambiental, este elemento preocupa por los efectos tóxicos que puede causar a los seres vivos, incluidos los seres humanos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud considera al mercurio entre las diez sustancias más preocupantes para la salud pública.

    El mercurio, un contaminante global

    El mercurio causa un gran impacto en el medio ambiente porque está presente por todo el planeta, tanto en el aire (atmósfera) como en las masas de agua (hidrosfera) y en los organismos vivos (biosfera). Se acumula principalmente en los ecosistemas terrestres, sobre todo en los suelos.

    En cuanto a su origen, este metal es emitido desde fuentes naturales y antrópicas. Entre las primeras se incluyen la actividad geotérmica, los volcanes o los incendios forestales. Entre las fuentes antrópicas, podemos citar la quema de combustibles fósiles (sobre todo carbón), la producción industrial de cloro, cemento y metales y, especialmente, la extracción artesanal de oro a pequeña escala.

    El complejo ciclo del mercurio

    El ciclo del mercurio comienza cuando es emitido, principalmente a la atmósfera. Una vez allí, puede ser transportado muy lejos y transformarse en otros tipos de mercurio o caer sobre la superficie de ecosistemas terrestres y acuáticos mediante un proceso llamado deposición.

    Este metal puede permanecer en la atmósfera hasta dos años antes de su deposición sobre los suelos, los ríos y lagos y la vegetación. El papel de las plantas en el ciclo de este elemento es muy importante. Las hojas son capaces de captar el mercurio de la atmósfera durante su crecimiento, transfiriéndolo al suelo cuando mueren y caen.

    Por último, el mercurio puede ser retenido durante un periodo de tiempo variable en algunos compartimentos naturales o reservorios, sobre todo en los suelos, en los sedimentos y en las aguas oceánicas profundas.

    Representación esquemática del ciclo global de mercurio. Las flechas punteadas reflejan emisiones a la atmósfera y los números rojos son valores de mercurio almacenado en reservorios en gigagramos (1Gg = 10⁹ g). Antía Gómez y Melissa Méndez, Author provided

    La acumulación del metal en esos reservorios debe entenderse como un hecho positivo para el medio ambiente, puesto que reduce la cantidad de mercurio que se está moviendo en su ciclo global. Por lo tanto, habrá menos mercurio que pueda provocar toxicidad sobre los organismos vivos.

    Sin embargo, perturbaciones antrópicas del ciclo del mercurio a través de grandes incendios forestales, la erosión de los suelos, los cambios de usos del suelo o el cambio climático pueden afectar a la cantidad de mercurio almacenada en los suelos, las aguas superficiales y los sedimentos. Además, dado que el mercurio se une fácilmente a la materia orgánica, cualquier desajuste o alteración en el ciclo del carbono también afectará al comportamiento medioambiental del mercurio.

    Reducir las emisiones, una solución a largo plazo

    En el año 2017, con el objetivo de proteger la salud humana y conservar el medio ambiente, entró en vigor el Convenio de Minamata que actualmente está respaldado por 135 países. Los Estados firmantes se comprometen a reducir paulatinamente la utilización de mercurio a nivel industrial y su eliminación de ciertos productos comerciales, lo que supondría una progresiva disminución de las emisiones de mercurio a la atmósfera.

    Por supuesto, este convenio está siendo fundamental en la lucha contra la contaminación ambiental generada por este metal. Sin embargo, se está observando que una reducción de las emisiones antrópicas no se traduce en un descenso equivalente del mercurio presente en la atmósfera.

    Si bien las acciones realizadas bajo el Convenio Minamata van por el buen camino, sus resultados no se ven reflejadas de forma inmediata en el ciclo global del mercurio. Esto es debido a que parte del mercurio acumulado en los reservorios naturales durante décadas y décadas de fuertes emisiones va a seguir revolatilizándose durante un largo periodo de tiempo, incluso después de que sus emisiones hayan cesado por completo.

    Metilmercurio, un tóxico invisible

    El mercurio que llega a ecosistemas acuáticos como ríos, lagos y océanos puede transformarse, mediante complejos procesos bióticos, en una especie de mercurio mucho más tóxica: el metilmercurio.

    El metilmercurio es una sustancia neurotóxica, sobre todo para mujeres en etapa de gestación y niños de corta edad, que provoca problemas de crecimiento y retardo en el desarrollo mental.

    La capacidad del metilmercurio para almacenarse en los organismos vivos (bioacumulación) y acumularse en la cadena trófica (biomagnificacion) hace que la presencia de esta sustancia en los alimentos sea la principal vía por la que los seres humanos están expuestos a la toxicidad del mercurio.

    Es habitual encontrar contenidos elevados de mercurio en los eslabones más altos de la cadena trófica de los ecosistemas marinos, que corresponden a peces carnívoros de gran tamaño (algunas especies de atún, el pez espada, o el tiburón, por ejemplo), de ahí que se recomiende evitar un consumo frecuente de estas especies entre los grupos de población más sensibles.

    En definitiva, el plan de acción contra la contaminación por mercurio está pasando tanto por una reducción de las emisiones como por cualquier medida destinada a paliar los efectos indirectos del cambio climático. Todo esto acompañado, por supuesto, de la labor de investigadores de todo el mundo que contribuyen con su valioso trabajo a incrementar el conocimiento sobre el ciclo global y la peligrosidad ambiental de este metal.

     

    Fuente:  Antía Gómez Armesto, Investigador postdoctoral en el área de Edafología y Química Agrícola, Universidade de Vigo y Melissa Méndez López, Investigador Predoctoral en el Área de Edafología y Química Agrícola, Universidad de Vigo

  • Según un informe, la contaminación del aire está acortando la esperanza de vida de miles de millones de personas

    El aire contaminado produce más muertes que el tabaco, los accidentes de coche o el VIH/SIDA, siendo el carbono la causa principal

     


    Smoggy conditions in New Delhi

    Condiciones de smog en Nueva Delhi. India es el país más afectado, y el ciudadano medio muere seis años antes. Fotografía: Jewel Samad/AFP/Getty Images

     

    La contaminación del aire está acortando la vida de miles de millones de personas hasta en seis años, según un nuevo informe, lo que la convierte en una causa de muerte mucho mayor que el tabaquismo, los accidentes automovilísticos o el VIH/SIDA.

    La quema de carbón es el principal culpable, según los investigadores, y la India es la más afectada, ya que el ciudadano medio muere seis años antes. China ha reducido drásticamente la contaminación del aireen los últimos siete años, pero el aire contaminado todavía está acortando 2,6 años de la vida útil de su población.

    La quema de combustibles fósiles está causando la contaminación del aire y la crisis climática, pero las naciones tienen mucho más poder para cortar el aire contaminado dentro de sus propias fronteras. La crisis climática ahora también se está sumando a la contaminación del aire al provocar incendios forestales, completando un círculo vicioso, dijeron los científicos.

    El equipo dijo que los acontecimientos recientes habían ilustrado los diferentes futuros posibles dependiendo de si los gobiernos actúan o no. Los bloqueos por coronavirus redujeron la contaminación, dejando ver el Himalaya a algunos habitantes de ciudades indias, mientras que los incendios forestales en el oeste de los EE. UU. causaron una contaminación graveen el otro lado del continente en la ciudad de Nueva York.

    "La contaminación del aire es la mayor amenaza externa para la salud humana en el planeta, y eso no está ampliamente reconocido, o no se reconoce con la fuerza y ​​el vigor que cabría esperar", dijo el profesor Michael Greenstone de la Universidad de Chicago. Greenstone y sus colegas desarrollaron el Índice de calidad de vida del aire (AQLI), que convierte los niveles de contaminación del aire en su impacto en la esperanza de vida.

     

    La contaminación del aire acorta la vida más que cualquier otra causa externa

     

    El ciudadano global medio pierde 2,2 años de vida con los niveles actuales de contaminación del aire y, si nada cambia, eso suma 17 mil millones de años perdidos, dijo Greenstone. "¿Qué otra cosa en el planeta está provocando que las personas pierdan 17.000 millones de años de vida?"

    “Además, no solo permitimos que suceda, en realidad lo estamos causando”, dijo. “Lo más sorprendente es que hay países grandes donde, efectivamente, una combinación de normas gubernamentales y [sociales] están eligiendo permitir que las personas vivan vidas que en verdad son dramáticamente más cortas y más expuestas a enfermedades”. Afirmó que cambiar a fuentes de energía más limpias y hacer cumplir las medidas de calidad del aire en las centrales eléctricas existentes ha reducido la contaminación en muchos países.

    El informe estimó la cantidad de años adicionales de vida que ganarían las personas si los niveles de contaminación del aire en su país se redujeran a las pautas de la Organización Mundial de la Salud. En la India, la cifra es de 5,9 años; en el norte del país, 480 millones de personas respiran una contaminación que es 10 veces más alta que en cualquier otro lugar del mundo, dijeron los científicos. Reducir la contaminación agregaría 5,4 años en Bangladesh y Nepal, y 3,9 años en Pakistán.

    En África central y occidental, los impactos de la contaminación por partículas en la esperanza de vida son comparables a los del VIH/SIDA y la malaria, pero reciben mucha menos atención, según el informe. Por ejemplo, la persona media en el delta del Níger puede perder casi seis años de vida, con 3,4 años perdidos por el nigeriano medio.

    China inició una "guerra contra la contaminación" en 2013 y ha reducido los niveles en un 29%. Esto está agregando un promedio de 1,5 años a las vidas, asumiendo que los recortes se mantengan, dijeron los científicos, y muestra que es posible una acción rápida.

    “El carbón es la fuente del problema en la mayor parte del mundo”, dijo Greenstone. "Si estos costos [de salud] estuvieran integrados en los precios, el carbón no sería competitivo en casi todas las partes del mundo".

    El gas fósil es significativamente menos contaminante que el carbón y Japón dijo en junio que ofrecería 10 mil millones de dólares USA en ayuda para proyectos de descarbonización de energía en el sudeste asiático, incluidas las centrales eléctricas de gas. Pero la quema de gas todavía impulsa el calentamiento global y Christiana Figueres, exjefe de clima de la ONU, afirmó el domingo: “Seamos claros, el gas no es una alternativa al carbón y tampoco es un combustible de transición. Las inversiones en gas nuevo deben detenerse de inmediato si se quiere alcanzar la neutralidad de carbono para 2050 ".

    El informe AQLI se basa en una investigación que compara las tasas de mortalidad de las personas que viven en lugares cada vez menos contaminados, siendo los problemas cardíacos y pulmonares la principal fuente de muertes prematuras. El análisis se basa en la contaminación por partículas pequeñas, pero es probable que incluya los efectos de otros contaminantes del aire, ya que todos tienden a ser altos en los mismos lugares. Las estimaciones de la contaminación del aire en todo el mundo se obtuvieron a partir de datos satelitales a una resolución de 3.7 millas (6 km).

     

    Publicado en The Guardian por Damian Carrington el 1 de septiembre de 2021. Enlace al artículo original: https://bit.ly/3DImNbT